16 de mayo 2011    /   CREATIVIDAD
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Lee Ranaldo y la horca que ahoga al sonido

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Si ven a un tipo golpeando una guitarra Fender con unas baquetas, pensarán que anda un pelín desencaminado, que alguien le contó mal cómo va esto de la música. Sin embargo, y teniendo en cuenta que Lee Ranaldo, guitarrista de Sonic Youth, ha discurrido siempre por los derroteros por los que ha discurrido, la cosa no parece tan extraña.
Lee Ranaldo no fue al Festival de Acción Artística SOS 4.8 de Murcia a dar un concierto. O casi. Las cortinas sonoras de Ranaldo, que son consecuencia de un cuarto de siglo de trabajo con la banda que comparte con Kim Gordon, Thurston Moore y Steve Shelley, establecen el escenario de historias de carreteras desérticas y ambientes polvorientos, de noches decadentes en La Vegas o cálidas puestas de sol en California. Sin embargo, es la palabra -hablada en este caso-, la que es el centro de la actuación de Ranaldo.

El guitarrista fue a Murcia a formar parte de la sección Voces, a mostrar un poemario que, sobre el escenario se desgranó tras el amenazante y eterno abanico de los efectos conseguidos por una guitarra literalmente ahorcada del techo del auditorio del recinto ferial La Fica, y frente a proyecciones con reminiscencias vintage que remitían a la psicodelia de hace casi medio siglo.
La propuesta de Ranaldo se aleja de lo cómodo, de lo convencional y posiciona al SOS 4.8 en un lugar que, en este momento, no ocupa ningún otro festival, en un lugar en el los grandes conciertos son el centro, es cierto, pero sólo una parte de una vasta oferta de contenidos poco trillados que pasa por la el espacio artístico Mustang o una sala llena de vinilos de esos que ya sobraban en casa hace 30 años y que encerraban temas que rozaban el ridículo. Allí estaban esos discos para que cualquiera que tuviera la falta de escrúpulos suficientes, los hiciera sonar.


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Lee Ranaldo no fue al Festival de Acción Artística SOS 4.8 de Murcia a dar un concierto. O casi. Las cortinas sonoras de Ranaldo, que son consecuencia de un cuarto de siglo de trabajo con la banda que comparte con Kim Gordon, Thurston Moore y Steve Shelley, establecen el escenario de historias de carreteras desérticas y ambientes polvorientos, de noches decadentes en La Vegas o cálidas puestas de sol en California. Sin embargo, es la palabra -hablada en este caso-, la que es el centro de la actuación de Ranaldo.

El guitarrista fue a Murcia a formar parte de la sección Voces, a mostrar un poemario que, sobre el escenario se desgranó tras el amenazante y eterno abanico de los efectos conseguidos por una guitarra literalmente ahorcada del techo del auditorio del recinto ferial La Fica, y frente a proyecciones con reminiscencias vintage que remitían a la psicodelia de hace casi medio siglo.
La propuesta de Ranaldo se aleja de lo cómodo, de lo convencional y posiciona al SOS 4.8 en un lugar que, en este momento, no ocupa ningún otro festival, en un lugar en el los grandes conciertos son el centro, es cierto, pero sólo una parte de una vasta oferta de contenidos poco trillados que pasa por la el espacio artístico Mustang o una sala llena de vinilos de esos que ya sobraban en casa hace 30 años y que encerraban temas que rozaban el ridículo. Allí estaban esos discos para que cualquiera que tuviera la falta de escrúpulos suficientes, los hiciera sonar.


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