22 de noviembre 2017    /   ENTRETENIMIENTO
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Reconoce que eres leĆ­sta

22 de noviembre 2017    /   ENTRETENIMIENTO     por          
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Se metió en un lío tan gordo que necesitó cambiar de identidad y de aspecto. Así se lo recomendaron los agentes de policía que le incluyeron en el programa de protección de testigos. Empezó cambiando su nombre y mudÔndose a otra ciudad donde comenzar de cero. Luego se tiñó el pelo. Temeroso aún de ser reconocido, pasó por quirófano para cambiarse la nariz y afilar sus pómulos. Inseguro, no dudó en volver a recurrir a los cirujanos para retocarse los labios y oscurecer el color de su piel, como un Michael Jackson a la inversa.

Y cuando ya se creía irreconocible, un chivatazo alertó a los agentes de que la mafia contra la que tenía que testificar había descubierto su paradero. Así que le recomendaron una transformación mÔs radical: cambiar de sexo. Al principio se negó, pero cuando sintió la respiración feroz de su perseguidor en la nuca, aceptó pasar por quirófano de nuevo. «Nunca mÔs volverÔs a ser un hombre», se decía. Y con un guiño al espejo se respondió al instante: «¿Y quién coño lo necesita?».

ĀæQuĆ© tiene esta historia que ver con el leĆ­smo? Pues que algunos hablantes tienen el vicio de cambiar la función a los pronombres. El leĆ­smo consiste en usar el pronombre le/les por lo/la/los/las cuando cumplen función de complemento directo. O lo que es lo mismo, decir *SĆ­ le o *No le (tengo) cuando cambiamos cromos en lugar de SĆ­ lo o No lo (tengo). Pero… conviene aclarar algunas cosas.

Como los hablantes cultos usaban el le por el lo como complemento directo, al final se acepta este uso cuando se refiere al masculino singular. AsĆ­ que puedes decir Le vi pasar por la calle cuando te pregunten por Juan sin que nadie te ponga la etiqueta de leĆ­sta; aunque para no faltar a la verdad, se recomienda el uso de lo.

Lo que no te aceptarĆ” la norma culta por mucha pose de erudito que pongas es el leĆ­smo referido a animales o cosas (echa un ojo al ejemplo de los cromos) ni a nombres femeninos: *Dile a MarĆ­a que no puedo visitarle.

TambiĆ©n te libra de meter la pata el leĆ­smo de cortesĆ­a, donde tratamos de usted al referente: Esta seƱorita le atenderĆ” enseguida o Le saluda afectuosamente… Y segĆŗn donde hayas nacido, el cuerpo te pedirĆ” usar le o lo/los/la/las en verbos que admiten complemento directo o indirecto indistintamente. A saber:

– Verbos como creer, obeceder, escuchar, ayudar… (A la maestra no la/le obedecen)

– El verbo llamar cuando lleva un complemento predicativo: Les/los llaman tontos

– Verbos de afección psĆ­quica o dicho en romĆ”n paladino, aburrir, agradar, cansar, divertir, fascinar, molestar, preocupar… (Los niƱos la/le molestan)

– Verbos usados como impersonales reflejos (A Carlos se le/lo ve preocupado)

– Verbos de influencia, es decir, los que inducen comportamientos: animar, autorizar, obligar, incitar… (Les/las animaron a salir de paseo).

– Los verbos atender y telefonear: MarĆ­a solicitó que la/le telefonearan por la tarde

¿SerÔs capaz de renunciar por fin a tu leísmo?

 

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Se metió en un lío tan gordo que necesitó cambiar de identidad y de aspecto. Así se lo recomendaron los agentes de policía que le incluyeron en el programa de protección de testigos. Empezó cambiando su nombre y mudÔndose a otra ciudad donde comenzar de cero. Luego se tiñó el pelo. Temeroso aún de ser reconocido, pasó por quirófano para cambiarse la nariz y afilar sus pómulos. Inseguro, no dudó en volver a recurrir a los cirujanos para retocarse los labios y oscurecer el color de su piel, como un Michael Jackson a la inversa.

Y cuando ya se creía irreconocible, un chivatazo alertó a los agentes de que la mafia contra la que tenía que testificar había descubierto su paradero. Así que le recomendaron una transformación mÔs radical: cambiar de sexo. Al principio se negó, pero cuando sintió la respiración feroz de su perseguidor en la nuca, aceptó pasar por quirófano de nuevo. «Nunca mÔs volverÔs a ser un hombre», se decía. Y con un guiño al espejo se respondió al instante: «¿Y quién coño lo necesita?».

ĀæQuĆ© tiene esta historia que ver con el leĆ­smo? Pues que algunos hablantes tienen el vicio de cambiar la función a los pronombres. El leĆ­smo consiste en usar el pronombre le/les por lo/la/los/las cuando cumplen función de complemento directo. O lo que es lo mismo, decir *SĆ­ le o *No le (tengo) cuando cambiamos cromos en lugar de SĆ­ lo o No lo (tengo). Pero… conviene aclarar algunas cosas.

Como los hablantes cultos usaban el le por el lo como complemento directo, al final se acepta este uso cuando se refiere al masculino singular. AsĆ­ que puedes decir Le vi pasar por la calle cuando te pregunten por Juan sin que nadie te ponga la etiqueta de leĆ­sta; aunque para no faltar a la verdad, se recomienda el uso de lo.

Lo que no te aceptarĆ” la norma culta por mucha pose de erudito que pongas es el leĆ­smo referido a animales o cosas (echa un ojo al ejemplo de los cromos) ni a nombres femeninos: *Dile a MarĆ­a que no puedo visitarle.

TambiĆ©n te libra de meter la pata el leĆ­smo de cortesĆ­a, donde tratamos de usted al referente: Esta seƱorita le atenderĆ” enseguida o Le saluda afectuosamente… Y segĆŗn donde hayas nacido, el cuerpo te pedirĆ” usar le o lo/los/la/las en verbos que admiten complemento directo o indirecto indistintamente. A saber:

– Verbos como creer, obeceder, escuchar, ayudar… (A la maestra no la/le obedecen)

– El verbo llamar cuando lleva un complemento predicativo: Les/los llaman tontos

– Verbos de afección psĆ­quica o dicho en romĆ”n paladino, aburrir, agradar, cansar, divertir, fascinar, molestar, preocupar… (Los niƱos la/le molestan)

– Verbos usados como impersonales reflejos (A Carlos se le/lo ve preocupado)

– Verbos de influencia, es decir, los que inducen comportamientos: animar, autorizar, obligar, incitar… (Les/las animaron a salir de paseo).

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Opiniones 3
  • Ā«AsĆ­ se lo recomendaron los agentes de policĆ­a que *le* incluyeron en el programa de protección de testigosĀ»

    ĀæLeĆ­smo?

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