Para leer la novela de un joven mexicano llamado José Ignacio Zárate no basta con ser un lector, hay que ser también un sabueso. Esta, su primera obra, aún no cuenta con editorial que le ponga un lomo, pero porque tampoco tiene todas sus hojas escritas. Cada semana que Zárate termina una, inmediatamente, la saca a la venta. Son tres pesos la página (18 céntimos de euro). Quien quiera saber qué pasa en la siguiente deberá volverse a topar con él por las calles de Guadalajara. El libro se titula Letras Transeúntes .
«En México existe un problema con la lectura de libros», dice el autor de esta obra desmembrada. «A algunos les causa pesadez mental leer uno. Y otros, simplemente, quizás no tiene dinero para adquirirlo».
Este estudiante de arquitectura de 23 años está infielmente enamorado de las letras. Cuenta que ha creado este proyecto editorial casero por dos motivos: «El primero es hacer accesible la lectura a las personas», esgrime. «La gente en México lee, pero lee cosas de mala calidad, del espectáculo y del chisme… Por eso pensé que estas páginas podrÃan ingresar a cualquiera en el mundo de la literatura con algo muy sencillo, con una dosis cortita de lectura. Y respecto a los que no pueden pagarse un libro, le puse el precio de tres pesos a la página básicamente porque nunca he visto a nadie en la calle que no tenga tres pesos. Es lo que yo llamo libros a bajo costo».
Cada dÃa Zárate sale a las calles de su ciudad natal cargado con la última edición semanal que ha escrito. «Me paseo entre el Centro Histórico y la Avenida de Chapultepec pasando por el eje de José Antonio y voy ofreciendo una nueva página de mi libro a quien quiera comprármela», pone en alerta a buscadores de novelas atomizadas. «Lo hago a partir de las cinco de la tarde, cuando el sol ya está en el ocaso», le mete categorÃa literaria a la explicación del sistema de venta.
La segunda razón por la que este veinteañero se ha embarcado en el proyecto es para poder costearse sus estudios universitarios, que le salen a cerca de 12.000 pesos el semestre (750 euros). Su trabajo en horas libres como violinista no le da para tanto. A través de la plataforma de crowfunding Fondeadora busca una financiación de 3.000 pesos (180 euros) que le permitan seguir adelante con el proyecto del libro, que piensa encuadernar cuando le dé término. «Calculo que estaré vendiendo la última página en la calle como en dos años, es un trabajo a largo plazo», pone en alerta a los impacientes.
A Zárate lo de dibujar planos y calcularle el peso a la estructuras de los edificios le parecen buenas compañeras de vida, pero la literatura la considera una amante «infinitamente más difÃcil». Revela que para cada página, por muy breve que sea, necesita al menos cuatro horas «entre la lluvia de ideas y la elección de las palabras». No tendrÃa problema en diseñar paredes a diario, pero para su aventura lÃrica ha preferido escribir una vez por semana porque «escribir a diario serÃa una masturbación mental», opina.
Los jueves tiene siempre lista nueva entrega con la que salir a la calle. Para no hacer el cuento tan difÃcil, literalmente hablando, el comprador también encuentra en la página suelta de su novela una dirección web donde Zárate va colgando las hojas que ya pasaron por su periodo errante.
«Asà alguien que me encuentre por primera vez podrá conocer el principio de la historia que se habÃa perdido», cuenta el autor, «todo empieza cuando el protagonista, Josef, habla del recuerdo de la muerte de su abuelo. La trama habla de vivencias cotidianas y las dudas existenciales que nos surgen a partir de ellas».
La oportunidad digital la puso porque tampoco querÃa dejar en ascuas a los que un dÃa decidieron darle los tres pesos que cuestan cada una de sus cuartillas huérfanas para lectores urbanos. A los enamorados de las obras en papel de tocar, el autor les pone el caché en ‘acceso exclusivo a rastreadores’: «el capÃtulo recién escrito solo se puede leer si me encuentran por la calle».
Para leer la novela de un joven mexicano llamado José Ignacio Zárate no basta con ser un lector, hay que ser también un sabueso. Esta, su primera obra, aún no cuenta con editorial que le ponga un lomo, pero porque tampoco tiene todas sus hojas escritas. Cada semana que Zárate termina una, inmediatamente, la saca a la venta. Son tres pesos la página (18 céntimos de euro). Quien quiera saber qué pasa en la siguiente deberá volverse a topar con él por las calles de Guadalajara. El libro se titula Letras Transeúntes .
«En México existe un problema con la lectura de libros», dice el autor de esta obra desmembrada. «A algunos les causa pesadez mental leer uno. Y otros, simplemente, quizás no tiene dinero para adquirirlo».
Este estudiante de arquitectura de 23 años está infielmente enamorado de las letras. Cuenta que ha creado este proyecto editorial casero por dos motivos: «El primero es hacer accesible la lectura a las personas», esgrime. «La gente en México lee, pero lee cosas de mala calidad, del espectáculo y del chisme… Por eso pensé que estas páginas podrÃan ingresar a cualquiera en el mundo de la literatura con algo muy sencillo, con una dosis cortita de lectura. Y respecto a los que no pueden pagarse un libro, le puse el precio de tres pesos a la página básicamente porque nunca he visto a nadie en la calle que no tenga tres pesos. Es lo que yo llamo libros a bajo costo».
Cada dÃa Zárate sale a las calles de su ciudad natal cargado con la última edición semanal que ha escrito. «Me paseo entre el Centro Histórico y la Avenida de Chapultepec pasando por el eje de José Antonio y voy ofreciendo una nueva página de mi libro a quien quiera comprármela», pone en alerta a buscadores de novelas atomizadas. «Lo hago a partir de las cinco de la tarde, cuando el sol ya está en el ocaso», le mete categorÃa literaria a la explicación del sistema de venta.
La segunda razón por la que este veinteañero se ha embarcado en el proyecto es para poder costearse sus estudios universitarios, que le salen a cerca de 12.000 pesos el semestre (750 euros). Su trabajo en horas libres como violinista no le da para tanto. A través de la plataforma de crowfunding Fondeadora busca una financiación de 3.000 pesos (180 euros) que le permitan seguir adelante con el proyecto del libro, que piensa encuadernar cuando le dé término. «Calculo que estaré vendiendo la última página en la calle como en dos años, es un trabajo a largo plazo», pone en alerta a los impacientes.
A Zárate lo de dibujar planos y calcularle el peso a la estructuras de los edificios le parecen buenas compañeras de vida, pero la literatura la considera una amante «infinitamente más difÃcil». Revela que para cada página, por muy breve que sea, necesita al menos cuatro horas «entre la lluvia de ideas y la elección de las palabras». No tendrÃa problema en diseñar paredes a diario, pero para su aventura lÃrica ha preferido escribir una vez por semana porque «escribir a diario serÃa una masturbación mental», opina.
Los jueves tiene siempre lista nueva entrega con la que salir a la calle. Para no hacer el cuento tan difÃcil, literalmente hablando, el comprador también encuentra en la página suelta de su novela una dirección web donde Zárate va colgando las hojas que ya pasaron por su periodo errante.
«Asà alguien que me encuentre por primera vez podrá conocer el principio de la historia que se habÃa perdido», cuenta el autor, «todo empieza cuando el protagonista, Josef, habla del recuerdo de la muerte de su abuelo. La trama habla de vivencias cotidianas y las dudas existenciales que nos surgen a partir de ellas».
La oportunidad digital la puso porque tampoco querÃa dejar en ascuas a los que un dÃa decidieron darle los tres pesos que cuestan cada una de sus cuartillas huérfanas para lectores urbanos. A los enamorados de las obras en papel de tocar, el autor les pone el caché en ‘acceso exclusivo a rastreadores’: «el capÃtulo recién escrito solo se puede leer si me encuentran por la calle».
Quiero comentar que este escritor es mi hijo, les recomiendo que lo alienten y lo apoyen, no se van a arrepentir. Un saludo a todos los que inviertan un poco de su tiempo en la lectura de sus publicaciones.
Muchas gracias.
Inge: Nomas dime como le hago, esto de la tecnologia cibernetica como que no se me da, nomas no medigas que tengo que ir a GDL cada jueves porque mi dia de descanso son los martes. Saludos
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