El 7 de noviembre de 1968, un sonriente Paulo Abreu Sodré, gobernador de São Paulo, cortó la cinta del nuevo Museo de Arte de la ciudad, el MASP. Una monumental caja colgada de dos enormes pórticos de hormigón visto. Era un edificio único en el mundo.
Junto a Sodré se encontraban los prebostes de la ciudad de São Paulo, asà como unos cuántos próceres locales. Allà también estaba una mujer de 54 años aún más sonriente que todos los demás: Lina Bo Bardi, la arquitecta del MASP. SÃ, Lina era feliz. Era la persona más feliz del mundo. Sin embargo, en ese momento de felicidad, no pudo evitar recordar una mañana de septiembre de 1943.
Aquilina Giuseppina Bo nació en Roma en 1914 en el seno de una familia tan atribulada como acomodada, porque Lina serÃa arquitecta, y para que una mujer pudiese estudiar arquitectura en esa época tenÃa que venir de familia de posibles. Tras terminar sus estudios, Lina Bo se trasladó a Milán, donde trabajó en el estudio de Gio Ponti con mucho éxito. Tanto que, a finales de los 30, Lina abrió su propio despacho. Era una rareza, no solo porque una mujer tuviese su propia oficina de arquitectura, sino porque era la Italia fascista de Mussolini y Lina militaba secretamente en las juventudes socialistas y comunistas.

Cuando Mussolini metió a Italia en la Segunda Guerra Mundial, la economÃa del paÃs se convirtió en economÃa de defensa y, claro, los encargos no llegaban al estudio de Lina. Pero ese no serÃa su verdadero problema. Su verdadero problema llegarÃa una mañana de septiembre de 1943, cuando una escuadra de bombarderos B-17 de los Estados Unidos lanzaron varias toneladas de bombas sobre Milán. Una de las bombas impactó de lleno en el edificio donde se encontraba el estudio de Lina Bo, Architetta, y después no quedó nada.
Tras la guerra, Lina se casó con el periodista y crÃtico Pietro MarÃa Bardi y juntos decidieron huir de una Italia destruida por el conflicto. En 1946, tomaron el buque Almirante Jaceguay y desembarcaron en Santos, que venÃa a ser el puerto de São Paulo. Al poco de llegar, Lina y Pietro compraron un solar en MorumbÃ, a las afueras de la ciudad donde Lina proyectarÃa la casa de sus vidas: la Casa de Vidrio.
Lina conservó su apellido, aunque desde el principio quiso unirlo al de Pietro para formar ese saltarÃn y tropical Lina Bo Bardi. Un nombre que, de algún modo, también definirÃa su arquitectura desde que puso un pie en Brasil: saltarina y tropical.
En el transcurso de cuatro décadas, Lina construirÃa iglesias, museos y viviendas, diseñarÃa sillas y dibujarÃa peces en vajillas y tapicerÃas. Pero, sobre todo, Lina Bo Bardi mirarÃa a la arquitectura moderna como nadie lo habÃa hecho nunca. Quizá por ser europea, quizá por entender que la arquitectura tropical no podÃa ser como la arquitectura un poco hierática de la modernidad internacional, pero ella entendió enseguida que la mejor arquitectura moderna era la que parecÃa crecer del lugar en el que habÃa construido.

Por eso, el MASP es un edificio eminentemente urbano, una caja que flota sobre la Avenida Paulista. Un edificio cuyos pórticos eran grises pero que, tras la última rehabilitación, pintaron de rojo en honor a Lina, y posiblemente a Lina le habrÃa encantado.
Pero cuando la arquitecta tuvo que acometer la rehabilitación del Solar do Unhao para el Museo de Arte Moderno de BahÃa, su aproximación fue mucho más vernácula: troncos de madera libres. Y cuando le pidieron habilitar un viejo edificio industrial para transformarlo en un teatro de vanguardia, Lina hizo un teatro de andamios que parecÃa extraÃdo de un espectáculo de La Fura Dels Baus.

En los 80, cuando el mundo se volvÃa hortera, Lina Bo Bardi era futurista, y cuando la posmodernidad arquitectónica empezaba a poner frontones neorromanos y columnas cursis por todo el mundo, ella construyó el SESC Pompeia, un centro social y de deporte hÃbrido y múltiple, con pasarelas que se cruzan como flechas de hormigón, con salas que amaban el pasado y el futuro, con huecos de formas a las que nadie se habÃa asomado nunca. Maravillas que solo podÃa colocar alguien que entendÃa el lugar y el material a la perfección.

Pero todo habÃa empezado en 1947, cuando Lina y Pietro compraron el solar en Morumbà tras llegar a Brasil. Un solar aún no demasiado frondoso, pero que pronto serÃa una selva. Lina comenzó el proyecto de la Casa de Vidrio al poco de poner un pie en ese solar y la inauguró en 1951, exactamente el mismo año que la Casa Farnsworth de Mies van der Rohe. Pero la Casa de Vidrio no era una casa manifiesto como la de Mies; era la Casa de Lina y Pietro.
Era una casa levantada sobre el suelo pero atravesada por la selva. Una casa con ventanas y con juguetes, con cortinas y con un televisor. Con vidrios y con vistas. Una casa para colocar los ojos a la altura de las copas de los árboles. Una casa para vivir. Su casa.
Lina Bo Bardi murió en marzo de 1992 en São Paulo. HabÃa nacido en Italia pero era brasileña desde 1951. En la actualidad, la Casa de Vidrio es el Instituto Lina Bo y Pietro MarÃa Bardi, y se puede visitar. Ella fue una de las figuras más importantes de la arquitectura latinoamericana, pero hace dos años, hace solo dos años, se le concedió el León de Oro de la Bienal de Venecia a tÃtulo póstumo. Fue la primera mujer en ser considerada un maestro de la arquitectura. No serÃa la última.