19 de febrero 2014    /   CREATIVIDAD
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LO QUE DICEN LOS ARGENTINOS (y nadie más lo diría)

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En Argentina se cuenta que el mejor negocio del mundo es comprar a un argentino por lo que vale y venderlo por lo que dice que vale. Su elocuencia tiene un poder de persuasión tal que ellos mismos bromean sobre este cliché. El peor de los partidos de fútbol puede convertirse en una poética batalla en un comentario de Jorge Valdano o en un párrafo de Roberto El Negro Fontanarrosa.

Buenos Aires está repleto de extranjeros que intentan bailar tango convencidos de que emanan sensualidad, aunque dominar el paso básico es como aprender chino, hay que invertir mucho tiempo y esfuerzo solo para no hacer el ridículo. En el último taxi porteño en el que me monté casi le prometo al taxista que ayudaría a su hija a ser una fenomenal periodista. Los argentinos son tan buenos con las palabras que hablan cuando el resto del mundo calla.

Un señor de unos 50 años camina por el centro de Buenos Aires y le dice a una mujer, seguramente su esposa: «Pagaría un fango de dinero por meterme en tu cabeza dos segundos»*. Si se cumpliera el deseo de este cincuentón quizás se solucionarían sus problemas de pareja o quizás, si supiera lo que piensa su esposa, acabaría con la relación. Lo que es seguro es que entrar en la mente de las personas es un poco menos necesario en Argentina. Aquí apenas existen los silencios incómodos. Todo se arregla con palabras. «El otro día mi gato me habló», le comentaba a sus amigas una mujer de 60 años en una cafetería.

Como a los argentinos les encanta hablar pasan muchas horas en las cafeterías, tantas que tienen algo que decir hasta en los momentos más delicados. En los últimos años se ha reproducido una nueva extirpe de cliente que toma un agua sin gas y se pasa horas en la misma mesa con el ordenador (esto pasa en todos lados).

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Lo normal es que reciba miradas reprobatorias de los camareros, que piensan que como todas los clientes sean así pronto se quedarán sin trabajo. Pero eso no es lo que pensó una camarera cuando le dijo a un chaval: «Quiere algo con su café o solamente viene a usar el wi-fi». También en las encrucijadas clásicas se manejan como maestros. «¿Te acordás cuando éramos jóvenes y pagábamos mitad y mitad? Bueno, yo me siento joven», le dice un hombre de 60 años a una mujer de su quinta cuando llega la cuenta.

En general, romper las convenciones sociales solo les está permitido a los niños, pero en Argentina los niños son víctimas de la lengua de los adultos.  Si unas hijas se quejan durante el desfile del rally Dakar, el padre no pone buena cara: «Cállense, que no nos vamos. Yo voy a ver las películas de princesas y jamás me quejo». Hasta los profesionales pierden con facilidad las formas. «Chicos, yo no soy arquitecto, soy payaso no más», les responde un payaso a unos críos que le piden globos con formas difíciles.

La elocuencia argentina rompe todos los silencios en todos los ámbitos, pero donde más destaca es en las relaciones sentimentales. Siempre hay una amiga dispuesta a decir verdades, como esa que mientras espera el bus suelta: «¡Boluda! ¿Me lo tengo que coger para que te des cuenta de que te engaña?». También se encuentran oídos comprensivos para esos resbalones bienintencionados. «Él no me avisó que éramos novios, así que lo cagué sin querer», dice con total inocencia una chica de 20 años.

Y por su puesto las parejas se dicen verdades a quemarropa. «Gordo, si vas a mirar otra mina, lo único que te pido es que seas disimulado». Aun así, a pesar de todo este torrente de palabras, todavía queda misterio. Otro cincuentón grita por el móvil en un tren de vuelta a casa. «Yo no soy Harry Potter, que adivino las cosas, ¿vos sos Harry Potter?, ¿vos sos Harry Potter?».

*Todas las situaciones son reales. Están recogidas en la página de Facebook ‘La gente anda diciendo’

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En Argentina se cuenta que el mejor negocio del mundo es comprar a un argentino por lo que vale y venderlo por lo que dice que vale. Su elocuencia tiene un poder de persuasión tal que ellos mismos bromean sobre este cliché. El peor de los partidos de fútbol puede convertirse en una poética batalla en un comentario de Jorge Valdano o en un párrafo de Roberto El Negro Fontanarrosa.

Buenos Aires está repleto de extranjeros que intentan bailar tango convencidos de que emanan sensualidad, aunque dominar el paso básico es como aprender chino, hay que invertir mucho tiempo y esfuerzo solo para no hacer el ridículo. En el último taxi porteño en el que me monté casi le prometo al taxista que ayudaría a su hija a ser una fenomenal periodista. Los argentinos son tan buenos con las palabras que hablan cuando el resto del mundo calla.

Un señor de unos 50 años camina por el centro de Buenos Aires y le dice a una mujer, seguramente su esposa: «Pagaría un fango de dinero por meterme en tu cabeza dos segundos»*. Si se cumpliera el deseo de este cincuentón quizás se solucionarían sus problemas de pareja o quizás, si supiera lo que piensa su esposa, acabaría con la relación. Lo que es seguro es que entrar en la mente de las personas es un poco menos necesario en Argentina. Aquí apenas existen los silencios incómodos. Todo se arregla con palabras. «El otro día mi gato me habló», le comentaba a sus amigas una mujer de 60 años en una cafetería.

Como a los argentinos les encanta hablar pasan muchas horas en las cafeterías, tantas que tienen algo que decir hasta en los momentos más delicados. En los últimos años se ha reproducido una nueva extirpe de cliente que toma un agua sin gas y se pasa horas en la misma mesa con el ordenador (esto pasa en todos lados).

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Lo normal es que reciba miradas reprobatorias de los camareros, que piensan que como todas los clientes sean así pronto se quedarán sin trabajo. Pero eso no es lo que pensó una camarera cuando le dijo a un chaval: «Quiere algo con su café o solamente viene a usar el wi-fi». También en las encrucijadas clásicas se manejan como maestros. «¿Te acordás cuando éramos jóvenes y pagábamos mitad y mitad? Bueno, yo me siento joven», le dice un hombre de 60 años a una mujer de su quinta cuando llega la cuenta.

En general, romper las convenciones sociales solo les está permitido a los niños, pero en Argentina los niños son víctimas de la lengua de los adultos.  Si unas hijas se quejan durante el desfile del rally Dakar, el padre no pone buena cara: «Cállense, que no nos vamos. Yo voy a ver las películas de princesas y jamás me quejo». Hasta los profesionales pierden con facilidad las formas. «Chicos, yo no soy arquitecto, soy payaso no más», les responde un payaso a unos críos que le piden globos con formas difíciles.

La elocuencia argentina rompe todos los silencios en todos los ámbitos, pero donde más destaca es en las relaciones sentimentales. Siempre hay una amiga dispuesta a decir verdades, como esa que mientras espera el bus suelta: «¡Boluda! ¿Me lo tengo que coger para que te des cuenta de que te engaña?». También se encuentran oídos comprensivos para esos resbalones bienintencionados. «Él no me avisó que éramos novios, así que lo cagué sin querer», dice con total inocencia una chica de 20 años.

Y por su puesto las parejas se dicen verdades a quemarropa. «Gordo, si vas a mirar otra mina, lo único que te pido es que seas disimulado». Aun así, a pesar de todo este torrente de palabras, todavía queda misterio. Otro cincuentón grita por el móvil en un tren de vuelta a casa. «Yo no soy Harry Potter, que adivino las cosas, ¿vos sos Harry Potter?, ¿vos sos Harry Potter?».

*Todas las situaciones son reales. Están recogidas en la página de Facebook ‘La gente anda diciendo’

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Opiniones 92
    • LO QUE DICEN LOS ARGENTINOS (y nadie más lo diría)….
      Esta nota empieza para mi con una gran mentira…En Argentina se cuenta que el mejor negocio del mundo es comprar a un argentino por lo que vale y venderlo por lo que dice que vale.
      ese es un comentario que yo escuché por primera vez en España y que me resultó bastante ofensivo además de inventado por alguien que tiene algún tipo de idea esclavista sobre el ser humano aunque solo sea una lectura entre lineas . Jode cuando lo que se compra o se vende ,( sin sinceridad encima), sobre valorado, podrías ser tú . Por otro lado la web ‘La gente anda diciendo’ es en mi opinión una idea exelente! Me sentí identificada con muchos de los comentarios el me va mejor en este momento es este”de vez en cuando viene bien mandar a alguien a la puta que lo parió”. Opina Mujer. 42 años Argentina que vive hace 12 en España y está hasta los Cojones de los cliches.

      • ElisabetA, es un honor para mí ser medio argentino medio español (mi padre es Marplatense y mi madre es de Canarias) probablemente el dicho de lo de comprar y vender argentinos se haya inventado aquí, pero es un chiste, y además, describe mucho la elocuencia de allá. Considero que no debes tomártelo como una ofensa,, Jose Luís Pardo tan sólo intenta definir esa parte del Argentino, y aunque yo soy mas del chiste del Argentino que se suicida saltando desde su propio Ego, son realidades culturales, al igual que en España somos amantes de la ignorancia y lo bruto. Evidentemente en términos generales…la chispa ingeniosa qe se tiene en general “allá”, la ironía y el sarcasmo son atributos muy acertados a mi ver…bueno y la página de facebook la gente anda diciendo….es para reírse en un velorio…es muy graciosa…yo me parto el culo y me cago de risa…así que no te canses de los clichés, están para eso… un abrazo

      • Mentira tú. A mí me contaron ese chiste unos argentinos en Rosario, en 2009. No lo conocí hasta que viajé a Argentina. Y me reí muchísimo. Igual que me contaron: “¿qué sale de un gallego y una pecosa? Un dado”. Y no por eso, como española, me ofendo. Hay que tener sentido del humor.

  • Trabajé con socorristas argentinos y lo que me pude reír…mi frase preferida es” estoy cansado, reecansado de los vivos, laburando día y noche para pagarse una tumba de oro” de un argentino que había vivido seis meses en la India. ” Hija de mil putasss…me los marcás a todos, dejame alguno no? una argentina a otra que comentaba quien le gustaba para que no intentáramos nada con ellos jajaj y “la parto como a un queso” jajajaja para decir que estarían con una chica.

  • soy argentina….y es tan cierto lo que han escrito.!!!!! me reí muchisimo muchas gracias

  • Muy divertida la nota pero estaría muy bueno, sobre todo para una publicación como Yorokobu que es brillante y precisa, que aclare que es un porcentaje mínimo de la población el que se reconoce -aunque un poco caricaturizadamente- en esta descripción. Soy argentina y no me gusta el nacionalismo así que comparto esto solo para enriquecer la nota: El área total de la Argentina es de 2,766,890 kilómetros cuadrados con una costa que se extiende a 4,989 kilómetros de largo; tiene nueve regiones geográficas con la implicancia cultural de esto. Hay zonas gigantescas en la que los habitantes se caracterizan por la actitud contemplativa y silenciosa durante el día. En fin, no cometan el error de definir a un país entero por una de sus pequeñas regiones (la de Buenos Aires y más específicamente Capital Federal, los ‘Porteños’) porque sería MUY parcial el análisis y fomentar preconceptos es para mediocres. Saludos!

  • éste libro lo hizo un publicista, y en eso sí que tenemos muy buena fama… 😛

  • Argentina, tierra de oportunidades. Hoy es muy frecuente ver a los hijos directos de nuestra madre patria probar suerte aquí como hace muchas décadas lo hicieron nuestros abuelos. Heredamos el gesto adusto y el pensamiento trágico de los españoles y la picardía de los italianos. Hoy los recibimos con afecto, y sin la soberbia que muchas veces ha significado que fuéramos deportados de Barajas. Como dijo Borges, nunca tocaremos fondo, caeremos indefinidamente; ese presagio hace que desde Leloir hasta Vilas pasando por Cortazar, Fangio, el Diego o Messi, nos haga así: “los mejores del mundo” (Si hasta Holanda es nuestra y ni les cuento de Dios que habla en la Tierra a través de un argentino). Salud Primer Mundo!

  • Yo lo unico que sé, es qur nuestro pais se va al tacho por los inmigrantes por la puta zorra de cristina la presidente, todo eso una mierda,.
    Hay mucha gente de mierda aunque unos pocos buenos tambien

  • Jajajajajajaj, lo que me he reído. Claro que es un prototipo bastante ‘porteño’, pero lo que me he reído leyendo ésto!!!

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  • Jajajaa!!! Igual esta trucado creo; porque no decimos la palabra “polvo” aca jajaajaj!!

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  • Si se van a seguir burlando de los argentinos bien podrían dejar de resolver posts a costa de LGAD y pensarse algo, no??

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  • Cómo andan de xenofobia por aquí? Que lastima, con lo que respeto a Yorokobu. Las generalizaciones son el recurso más común del ignorante.
    Hay alguien que no es argentino a quien le sobran muchas palabras….

  • Comentarios cerrados.