28 de octubre 2015    /   DIGITAL
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Los lectores perezosos

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Es más probable que una paloma enjaulada pulse un botón para recibir comida que ciertos lectores, con dudas, hagan clic en un enlace para comprobar una referencia. Esto debería preocuparnos.

La paloma lista
El lector perezoso
Ocurre cada vez más: hay lectores que leen los titulares —nada más— o los artículos por encima y comentan sin pudor como abajo:
«Lo que dices es mentira».
«¿De dónde has sacado esto?»
«Todo esto es una broma, ¿verdad?»
Hay artículos que carecen de enlaces a referencias. Puede haber varios motivos:

  • La pereza de quien escribe.
  • El artículo no necesita enlaces (es una opinión) o el redactor considera que sus lectores conocen los antecedentes del tema o se manejan ideas comunes y no es necesaria información adicional.
  • Malicia del redactor que defiende una ideología o religión y tergiversa para sus lectores.
  • Malicia del que desea apropiarse de méritos ajenos. Este, además, es tonto. Internet permite rastrear las fuentes online e incluso impresas gracias a la digitalización de libros de Google.

Sin embargo, que no haya enlaces en un artículo no excusa la falta de curiosidad de los lectores que tachan al redactor de mentiroso. ¿Significa que el articulista siempre dice la verdad? Por supuesto que no. Aquí hablamos de la falta de curiosidad de ciertos lectores que acusan «porque sí». Lectores que parecen ignorar el uso de la caja de búsquedas de Google o Yahoo o Bing.
Más grave es el caso del redactor que coloca enlaces a las fuentes y es acusado de falsedad por los lectores. Cuando la acusación es aislada podría considerarse la obra de un troll o un fanático (de cualquier tema) o de alguien que ha leído a saltos. Con frecuencia ignoro las acusaciones, pero cuando estos mensajes reciben apoyos, inquieta: más de una persona no ha puesto atención a los enlaces. Entonces, respondo al primero que lanzó la acusación:
«Hola (…), en el texto hay enlaces que llevan a las fuentes. ¿Por qué no lees el texto de nuevo?».
Una respuesta que se está convirtiendo en habitual de un tiempo a esta parte. Se podría entender, hasta cierto punto, que ante ciertos hechos que recogen las redes sociales, los lectores carezcan de serenidad para emitir juicios. Pero ¿por qué provoca tanta pereza hacer clic en un enlace?
Podríamos pensar que las palomas que hacen clic para conseguir maíz son más inteligentes que los lectores que ante una duda («¿será verdad esto») no hacen clic en el enlace que la despeja. ¿Es una prueba de que nos encaminamos a la idiocracia que reflejaba la película dirigida por Mike Judge?

***

Ilustraciones del autor

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Es más probable que una paloma enjaulada pulse un botón para recibir comida que ciertos lectores, con dudas, hagan clic en un enlace para comprobar una referencia. Esto debería preocuparnos.

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El lector perezoso
Ocurre cada vez más: hay lectores que leen los titulares —nada más— o los artículos por encima y comentan sin pudor como abajo:
«Lo que dices es mentira».
«¿De dónde has sacado esto?»
«Todo esto es una broma, ¿verdad?»
Hay artículos que carecen de enlaces a referencias. Puede haber varios motivos:

  • La pereza de quien escribe.
  • El artículo no necesita enlaces (es una opinión) o el redactor considera que sus lectores conocen los antecedentes del tema o se manejan ideas comunes y no es necesaria información adicional.
  • Malicia del redactor que defiende una ideología o religión y tergiversa para sus lectores.
  • Malicia del que desea apropiarse de méritos ajenos. Este, además, es tonto. Internet permite rastrear las fuentes online e incluso impresas gracias a la digitalización de libros de Google.

Sin embargo, que no haya enlaces en un artículo no excusa la falta de curiosidad de los lectores que tachan al redactor de mentiroso. ¿Significa que el articulista siempre dice la verdad? Por supuesto que no. Aquí hablamos de la falta de curiosidad de ciertos lectores que acusan «porque sí». Lectores que parecen ignorar el uso de la caja de búsquedas de Google o Yahoo o Bing.
Más grave es el caso del redactor que coloca enlaces a las fuentes y es acusado de falsedad por los lectores. Cuando la acusación es aislada podría considerarse la obra de un troll o un fanático (de cualquier tema) o de alguien que ha leído a saltos. Con frecuencia ignoro las acusaciones, pero cuando estos mensajes reciben apoyos, inquieta: más de una persona no ha puesto atención a los enlaces. Entonces, respondo al primero que lanzó la acusación:
«Hola (…), en el texto hay enlaces que llevan a las fuentes. ¿Por qué no lees el texto de nuevo?».
Una respuesta que se está convirtiendo en habitual de un tiempo a esta parte. Se podría entender, hasta cierto punto, que ante ciertos hechos que recogen las redes sociales, los lectores carezcan de serenidad para emitir juicios. Pero ¿por qué provoca tanta pereza hacer clic en un enlace?
Podríamos pensar que las palomas que hacen clic para conseguir maíz son más inteligentes que los lectores que ante una duda («¿será verdad esto») no hacen clic en el enlace que la despeja. ¿Es una prueba de que nos encaminamos a la idiocracia que reflejaba la película dirigida por Mike Judge?

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Opiniones 4
  • No solo en artículos o cada escrito en un periódico, aquí el lector perezoso también le aburre leer un texto de más de 5 líneas, le aburre y considera que lo escrito es una perdida de tiempo leerlo, creo que esto es principalmente por la influencia de las redes sociales, escriben un máximo de 10 a 15 palabras en cada mensaje, chat, publicación o ‘x’ tema, nadie desea leer un texto largo por pensar que no ganarán nada al leerlo, si no es solo 2 a 5 líneas, no lo leen; una analogía que se asemeja a esto es al hecho de que a veces personas cogen un taxi o bus para ir de su lugar de origen a 5 cuadras más allá, tanta es la pereza de caminar 5 cuadras que es más “fácil” ir en un medio automotriz, es lo mismo a la lectura. Si gente considera “Aburrido” un texto, pues son cortos intelectualmente y prefieren todo facilista.

    • Sí. Es una lucha constante. Hay que ganar al lector desde la primera línea. Gracias por tu comentario, Robinson.

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