24 de febrero 2014    /   CIENCIA
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Los periódicos prefieren publicar noticias sobre investigaciones de peor calidad

24 de febrero 2014    /   CIENCIA     por          
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Parece que las noticias son como la comida. Sabemos que la acelga hervida es mejor para nuestra salud que una hamburguesa del McDonald’s, pero aun con el conocimiento de su parte, la comida basura suele ganarle a la verdura. En las noticias, con mucha frecuencia, el tema importante pierde la batalla de la audiencia frente al cotilleo, la anĆ©cdota con aderezo sexual o incluso unos simples gatitos. Y esta tendencia podrĆ­a estar detrĆ”s de un curioso fenómeno observado por Ā investigadores de los NIH (Institutos Nacionales de salud, por sus siglas en inglĆ©s)Ā publicado recientemente en la revistaĀ PLoS ONE. Cuando cubren información relacionada con laĀ investigación mĆ©dica, los periódicos prefieren los estudios cientĆ­ficos de peor calidad.Ā (ArtĆ­culo de Materia Ciencia)

Para introducir un ejemplo de lo que suele suceder cuando la investigación pasa de las revistas especializadas a los medios de comunicación que llegan al pĆŗblico general, los autores del trabajo observaron la distinta suerte de dos artĆ­culos con similitudes publicados durante el mismo periodo. El primero de ellos era un gran estudio observacional que encontraba un vĆ­nculo entre el uso de estatinas, unos fĆ”rmacos que reducen el colesterol, y la mortalidad por cĆ”ncer. A partir de esos resultados, un medio como CBS News publicó que ā€œLas personas que toman estatinas tienen menos probabilidades de morir por cĆ”ncerā€ yĀ Los Angeles TimesĀ titulaba que ā€œLas estatinas pueden reducir el riesgo de morir por cĆ”ncerā€œ.

El problema de estos titulares, según los investigadores, es que podían llevar a los ciudadanos a extraer conclusiones excesivas para los resultados que se pueden obtener con un estudio observacional. Este tipo de anÔlisis puede encontrar una correlación entre dos fenómenos, como tomar estatinas y las menores probabilidades de tener cÔncer, pero eso no significa que lo primero sea causa de lo segundo. Un estudio observacional, por ejemplo, podría detectar que ver la televisión mÔs de dos horas al día estÔ relacionado con un mayor riesgo cardiovascular.

No es la TV, sino el sedentarismo

Sin embargo, eso no significa que algún mecanismo del televisor dañe el corazón. Un excesivo sedentarismo, que también podría estar relacionado con sentarse mÔs de dos horas al día frente al televisor, puede ser la causa de los problemas cardiovasculares, pero esa relación causa efecto solo se puede determinar con un ensayo clínico controlado aleatorio diseñado para eliminar sesgos que lleven a sacar conclusiones erróneas.

En este sentido, los autores del estudio, liderados por Vinay Prasad, de la rama de oncología médica del NIH, compararon el éxito del estudio observacional que encontró una relación entre estatinas y menor cÔncer con otro, este sí controlado y aleatorizado, que vio cómo el fÔrmaco T-DM1 redujo la mortalidad de mujeres enfermas con un tipo de cÔncer de mama. Aunque este trabajo también apareció en los medios, solo 77 noticias lo recogieron frente a 311 que se refirieron al de las estatinas.

Para comprobar que este ejemplo no era un caso único, los investigadores tomaron 75 artículos sobre investigación médica publicados por cinco grandes periódicos como The New York Times o el Washington Post, y los compararon con otros 75 trabajos publicados por cinco revistas de prestigio científico. En este anÔlisis, observaron que en los periódicos los ensayos observacionales ocuparon un mayor espacio que los aleatorizados, un 17% de los artículos frente al 35% de las revistas científicas. Por el contrario, los trabajos observacionales tuvieron una presencia mayoritaria, el 75% de los publicados frente al 47% en las publicaciones científicas.

Los medios influyen en los cientĆ­ficos

El estudio recuerda ademÔs un efecto peculiar del trabajo periodístico en la ciencia. Los grandes medios, explican los investigadores, no solo influyen a los ciudadanos sin formación científica. Los mismos expertos también modificaron su criterio en función de lo que publicaban los periódicos. En un estudio publicado en el New England Journal of Medicine, se observó que los artículos cubiertos por el New York Timesrecibieron un 72,8% mÔs de citas en revistas científicas que los que no habían recibido esa atención.

En 1978, una huelga del periódico estadounidense permitió comprobar que este efecto no se debía a que los artículos elegidos fuesen los mÔs influyentes. Entonces, el periódico tenía una lista de artículos de ciencia médica que pretendía cubrir, pero debido a la huelga se quedaron en solo una previsión. Pese a haber sido seleccionados por el Times, al no aparecer en sus pÔginas no vieron incrementado su número de citas como los que sí se imprimieron en el diario.

Aunque no dan una explicación para este sesgo de los medios de comunicación, Prasad y sus colegas recomiendan que los periodistas empleen el consejo de científicos no relacionados con los estudios que quieren cubrir para tratar de definir qué estudios, de mayor calidad científica, pueden merecer su atención.

 

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Parece que las noticias son como la comida. Sabemos que la acelga hervida es mejor para nuestra salud que una hamburguesa del McDonald’s, pero aun con el conocimiento de su parte, la comida basura suele ganarle a la verdura. En las noticias, con mucha frecuencia, el tema importante pierde la batalla de la audiencia frente al cotilleo, la anĆ©cdota con aderezo sexual o incluso unos simples gatitos. Y esta tendencia podrĆ­a estar detrĆ”s de un curioso fenómeno observado por Ā investigadores de los NIH (Institutos Nacionales de salud, por sus siglas en inglĆ©s)Ā publicado recientemente en la revistaĀ PLoS ONE. Cuando cubren información relacionada con laĀ investigación mĆ©dica, los periódicos prefieren los estudios cientĆ­ficos de peor calidad.Ā (ArtĆ­culo de Materia Ciencia)

Para introducir un ejemplo de lo que suele suceder cuando la investigación pasa de las revistas especializadas a los medios de comunicación que llegan al pĆŗblico general, los autores del trabajo observaron la distinta suerte de dos artĆ­culos con similitudes publicados durante el mismo periodo. El primero de ellos era un gran estudio observacional que encontraba un vĆ­nculo entre el uso de estatinas, unos fĆ”rmacos que reducen el colesterol, y la mortalidad por cĆ”ncer. A partir de esos resultados, un medio como CBS News publicó que ā€œLas personas que toman estatinas tienen menos probabilidades de morir por cĆ”ncerā€ yĀ Los Angeles TimesĀ titulaba que ā€œLas estatinas pueden reducir el riesgo de morir por cĆ”ncerā€œ.

El problema de estos titulares, según los investigadores, es que podían llevar a los ciudadanos a extraer conclusiones excesivas para los resultados que se pueden obtener con un estudio observacional. Este tipo de anÔlisis puede encontrar una correlación entre dos fenómenos, como tomar estatinas y las menores probabilidades de tener cÔncer, pero eso no significa que lo primero sea causa de lo segundo. Un estudio observacional, por ejemplo, podría detectar que ver la televisión mÔs de dos horas al día estÔ relacionado con un mayor riesgo cardiovascular.

No es la TV, sino el sedentarismo

Sin embargo, eso no significa que algún mecanismo del televisor dañe el corazón. Un excesivo sedentarismo, que también podría estar relacionado con sentarse mÔs de dos horas al día frente al televisor, puede ser la causa de los problemas cardiovasculares, pero esa relación causa efecto solo se puede determinar con un ensayo clínico controlado aleatorio diseñado para eliminar sesgos que lleven a sacar conclusiones erróneas.

En este sentido, los autores del estudio, liderados por Vinay Prasad, de la rama de oncología médica del NIH, compararon el éxito del estudio observacional que encontró una relación entre estatinas y menor cÔncer con otro, este sí controlado y aleatorizado, que vio cómo el fÔrmaco T-DM1 redujo la mortalidad de mujeres enfermas con un tipo de cÔncer de mama. Aunque este trabajo también apareció en los medios, solo 77 noticias lo recogieron frente a 311 que se refirieron al de las estatinas.

Para comprobar que este ejemplo no era un caso único, los investigadores tomaron 75 artículos sobre investigación médica publicados por cinco grandes periódicos como The New York Times o el Washington Post, y los compararon con otros 75 trabajos publicados por cinco revistas de prestigio científico. En este anÔlisis, observaron que en los periódicos los ensayos observacionales ocuparon un mayor espacio que los aleatorizados, un 17% de los artículos frente al 35% de las revistas científicas. Por el contrario, los trabajos observacionales tuvieron una presencia mayoritaria, el 75% de los publicados frente al 47% en las publicaciones científicas.

Los medios influyen en los cientĆ­ficos

El estudio recuerda ademÔs un efecto peculiar del trabajo periodístico en la ciencia. Los grandes medios, explican los investigadores, no solo influyen a los ciudadanos sin formación científica. Los mismos expertos también modificaron su criterio en función de lo que publicaban los periódicos. En un estudio publicado en el New England Journal of Medicine, se observó que los artículos cubiertos por el New York Timesrecibieron un 72,8% mÔs de citas en revistas científicas que los que no habían recibido esa atención.

En 1978, una huelga del periódico estadounidense permitió comprobar que este efecto no se debía a que los artículos elegidos fuesen los mÔs influyentes. Entonces, el periódico tenía una lista de artículos de ciencia médica que pretendía cubrir, pero debido a la huelga se quedaron en solo una previsión. Pese a haber sido seleccionados por el Times, al no aparecer en sus pÔginas no vieron incrementado su número de citas como los que sí se imprimieron en el diario.

Aunque no dan una explicación para este sesgo de los medios de comunicación, Prasad y sus colegas recomiendan que los periodistas empleen el consejo de científicos no relacionados con los estudios que quieren cubrir para tratar de definir qué estudios, de mayor calidad científica, pueden merecer su atención.

 

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