De su niñez, Xarly RodrÃguez recuerda la inventiva de su padre: «Cuando nos llevaba al zoo, Ãbamos a ver a los ‘hipotálamos’ en lugar de los aburridos hipopótamos que veÃan los demás niños»; y los juegos plásticos con su abuelo. «Él hacÃa un garabato y yo tenÃa que sacar un dibujo de ahÃ, y viceversa» comenta, evocando su bloc de notas y su omnipresente pluma Parker. Puede que sean estos recuerdos los que hayan dado forma a Lucreativo, el alter ego de RodrÃguez que inunda la red de unas ilustraciones (o ifrustraciones como a él le gusta llamarlas) en las que el humor y los juegos de palabras tienen una presencia constante.

Cuando Lucreativo está cansado de dibujar se desquita dibujando. Dibuja para quejarse de la dificultad para llegar a fin de mes, de las miserias de ser freelance y las dificultades de ser un padre primerizo. Dibuja para sà mismo, pero desde hace un año también lo hace para los miles de seguidores que ha ido aglutinando su blog, Ilustre diario, recientemente convertido en libro gracias a una campaña de crowdfounding iniciada en Verkami.
Las miserias propias del mundillo freelance, extrapolables en muchos casos a otros colectivos, toman forma en las manos de este ilustrador. ¿Pero el Gobierno no habÃa puesto alfombra roja a los autónomos? Se preguntará el trabajador por cuenta ajena. «Sû, concede RodrÃguez con socarronerÃa, «nos ha puesto varias alfombras rojas. Una que te lleva fuera de España, otra que te lleva a guardar el dinero bajo el colchón y la tercera nos la ponen para tratar de pastorearnos hasta las urnas», resume. En su blog, este ilustrador tumba muchos de los mitos que rodean el trabajo por cuenta propia. Alicientes como ‘ser tu propio jefe’ se descubren, en sus viñetas, como un martirio. «Yo cada mañana pienso en despedirme por insolente», resume con ironÃa.

La historia de este diario gráfico empieza casi de manera casual, cuando Rodriguez, profesor, ilustrador, empezó a llenar los ratos muertos reflejando con trazos lo que le pasaba en su dÃa a dÃa. «Para mà era una terapia, una forma de liberar las frustraciones de esta profesión. Un dÃa mi mujer los vio y me animó a compartirlo y ahà empezó toda esta historia», comenta.
Es fácil adivinar por qué las ilustraciones de Rodriguez han tenido éxito. Sus trazos simples, sus historias mÃnimas, conectan de alguna forma con el sentir general. Reflejan historias trágicamente costumbristas, divertidas por lo cotidiano. Todo el mundo se puede sentir identificado con ellas. Aunque ilustrado, estamos ante un diario.
«El 99 % de lo que pongo está basado en hechos reales o situaciones que se podrÃan llegar a dar teniendo en cuenta el panorama en el que vivimos», comenta RodrÃguez. «El 1 % restante se lo dejo a mi capacidad para exagerar las pequeñas cosas y convertirlas en historias tragicómicas».
La inspiración la saca de sus experiencias. Una carta de la administración, una noticia esquinada en los márgenes del periódico o una urgencia doméstica que suele venir de mano de su hijo, MartÃn, son mecha suficiente para hacer explotar su creatividad. La vida misma, a fin de cuentas, contada en formato viñeta.
