Para ilustrar este punto de vista, Gladwell hace lo que mejor se le da: redescubrir personajes olvidados que han tenido una transcendencia crucial en la historia. Esta vez, su atenciĂłn se centra en la figura de Carl Norden, un ingeniero americano de origen suizo.
Norden fue el inventor de la Mira Norden, un dispositivo para ayudar a las tripulaciones de los bombarderos a mejorar la precisiĂłn de sus bombas y que se empleĂł principalmente durante la Segunda Guerra Mundial. “En la era antes del GPS y el radar, eso era algo muy complejo. Tienes un aviĂłn a miles de pies en el aire, viajando a cientos de millas por hora. Estas intentando lanzar un elemento sobre un objetivo estático con todo tipo de impedimentos como el viento y la obstrucciĂłn de las nubes”, cuenta Gladwell en su ponencia.
Mejorar este proceso fue un problema en el que trabajaron numerosos cientĂficos pero nadie encontrĂł la soluciĂłn hasta la llegada de este aparato. “El ingeniero desarrolla un dispositivo increĂblemente complejo que pesa más 20 kilos (…) Permite que el responsable de lanzar las bombas visualice el objetivo desde el morro de plexiglás del bombardero. Introducen la altitud del aviĂłn, la velocidad en la que viaja el aviĂłn, la velocidad del viento y las coordenadas del objetivo. La mira informaba sobre el momento idĂłneo para lanzar la bomba”, añade.
Antes de la llegada de este artilugio, Gladwell explica que  no era inusual que un bombardero fallara en alcanzar su objetivo en más de un kilómetro.
El humano habĂa vuelto a caer en el mismo error. Confiar más en la práctica que en la realidad. “Su funcionamiento estaba pensado para condiciones perfectas pero las condiciones nunca son perfectas durante una guerra. Era muy difĂcil de utilizar (…) se estropeaba mucho y no funcionan muy bien en las batallas. Necesitaba cielos despejados para ser efectivo”.
SegĂşn el pensador canadiense tenemos que dejar de tener fe ciega en la tecnologĂa. “Vivimos rodeados de gente inteligente que hoy en dĂa sigue diciendo que ha inventado gadgets que cambiarán el mundo para siempre”.
El Pentágono está lleno de Carl Norden’s actuales y la tecnologĂa ya existe para lanzar bombas con extrema precisiĂłn. Pero el colaborador del New Yorker dice que esto tiene mucha menos relevancia de lo que pensamos.
El fracaso de la misiĂłn no tenĂa nada que ver con la falta de precisiĂłn de las bombas estadounidenses. Eso estaba ampliamente demostrado. El problema es que no tenĂan ni idea donde estaba el objetivo. “El problema no es lanzar una bomba sobre un barril de pepinillos, el problema es saber como encontrarlo”, enfatiza.
En Afganistán la cosa no ha ido mucho mejor en su opiniĂłn, a pesar de contar con la tecnologĂa más avanzada. AllĂ, el arma más utilizada son los drones, que no requieren piloto y son capaces de lanzar misiles con una precisiĂłn del 95%. Durante los Ăşltimos años han operado centenares de estos aparatos para atacar a militantes en la parte norte de Pakistán y la frontera de Afganistán.
“Este es el problema con nuestra enamoramiento con las cosas que fabricamos. Pensamos que pueden solucionar nuestros problemas. Pero nuestros problemas son mucho más complejos que eso. La cuestiĂłn no es la precisiĂłn de las bombas que tienes. Es cĂłmo utilizas las bombas que tienes o si realmente es necesario utilizar las bombas”.
Para ilustrar este punto de vista, Gladwell hace lo que mejor se le da: redescubrir personajes olvidados que han tenido una transcendencia crucial en la historia. Esta vez, su atenciĂłn se centra en la figura de Carl Norden, un ingeniero americano de origen suizo.
Norden fue el inventor de la Mira Norden, un dispositivo para ayudar a las tripulaciones de los bombarderos a mejorar la precisiĂłn de sus bombas y que se empleĂł principalmente durante la Segunda Guerra Mundial. “En la era antes del GPS y el radar, eso era algo muy complejo. Tienes un aviĂłn a miles de pies en el aire, viajando a cientos de millas por hora. Estas intentando lanzar un elemento sobre un objetivo estático con todo tipo de impedimentos como el viento y la obstrucciĂłn de las nubes”, cuenta Gladwell en su ponencia.
Mejorar este proceso fue un problema en el que trabajaron numerosos cientĂficos pero nadie encontrĂł la soluciĂłn hasta la llegada de este aparato. “El ingeniero desarrolla un dispositivo increĂblemente complejo que pesa más 20 kilos (…) Permite que el responsable de lanzar las bombas visualice el objetivo desde el morro de plexiglás del bombardero. Introducen la altitud del aviĂłn, la velocidad en la que viaja el aviĂłn, la velocidad del viento y las coordenadas del objetivo. La mira informaba sobre el momento idĂłneo para lanzar la bomba”, añade.
Antes de la llegada de este artilugio, Gladwell explica que  no era inusual que un bombardero fallara en alcanzar su objetivo en más de un kilómetro.
El humano habĂa vuelto a caer en el mismo error. Confiar más en la práctica que en la realidad. “Su funcionamiento estaba pensado para condiciones perfectas pero las condiciones nunca son perfectas durante una guerra. Era muy difĂcil de utilizar (…) se estropeaba mucho y no funcionan muy bien en las batallas. Necesitaba cielos despejados para ser efectivo”.
SegĂşn el pensador canadiense tenemos que dejar de tener fe ciega en la tecnologĂa. “Vivimos rodeados de gente inteligente que hoy en dĂa sigue diciendo que ha inventado gadgets que cambiarán el mundo para siempre”.
El Pentágono está lleno de Carl Norden’s actuales y la tecnologĂa ya existe para lanzar bombas con extrema precisiĂłn. Pero el colaborador del New Yorker dice que esto tiene mucha menos relevancia de lo que pensamos.
El fracaso de la misiĂłn no tenĂa nada que ver con la falta de precisiĂłn de las bombas estadounidenses. Eso estaba ampliamente demostrado. El problema es que no tenĂan ni idea donde estaba el objetivo. “El problema no es lanzar una bomba sobre un barril de pepinillos, el problema es saber como encontrarlo”, enfatiza.
En Afganistán la cosa no ha ido mucho mejor en su opiniĂłn, a pesar de contar con la tecnologĂa más avanzada. AllĂ, el arma más utilizada son los drones, que no requieren piloto y son capaces de lanzar misiles con una precisiĂłn del 95%. Durante los Ăşltimos años han operado centenares de estos aparatos para atacar a militantes en la parte norte de Pakistán y la frontera de Afganistán.
“Este es el problema con nuestra enamoramiento con las cosas que fabricamos. Pensamos que pueden solucionar nuestros problemas. Pero nuestros problemas son mucho más complejos que eso. La cuestiĂłn no es la precisiĂłn de las bombas que tienes. Es cĂłmo utilizas las bombas que tienes o si realmente es necesario utilizar las bombas”.
Amo a este hombre.
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