4 de octubre 2012    /   IDEAS
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Mamá, soy pirata

4 de octubre 2012    /   IDEAS     por          
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Hola, mamá. Ya sé que no hablamos mucho de política tú y yo. Ya sabes que tampoco te suelo hacer muchas confidencias. Pero o te lo cuento o reviento: me he hecho pirata.

Verás, hace tiempo que seguía el movimiento de los partidos piratas. Como quizás ya sepas, se inició en el 2006 en Suecia a raíz del acoso a The Pirate Bay como un instrumento para intervenir en la agenda política para defender, sobre todo, la libertad de expresión. Quizás te sorprenda porque damos por supuesto que existe, pero lo cierto es que está amenazada. La mayoría de los gobiernos del mundo —incluidos los nuestros— han encontrado algún motivo para vigilar nuestras comunicaciones y censurar contenidos.

En algunos sitios el motivo es político: no queremos que los ciudadanos tengan acceso a información o ideas que no son convenientes; en otros se aduce la amenaza terrorista; en muchos otros, la defensa económica de los propietarios del copyright a costa, por ejemplo, del derecho de cita.

El resultado: todos de acuerdo en que el cartero no solo lea el exterior del sobre (el destinatario y el remitente de nuestras comunicaciones), sino que lea la carta entera y se guarde una copia por lo que pudiera ser. El otro resultado: partidos piratas en 60 países.

Los piratas no están en contra de los derechos de propiedad intelectual, sino de que los creadores puedan escoger qué tipo de licencia quieren para cada una de sus obras. Los piratas no son ni de izquierdas ni de derechas en el sentido tradicional, ni siquiera pretenden gobernar o dividir.

Los piratas están primero por los derechos humanos; después, por un ideario claro: transparencia, gobierno 2.0, cultura libre, privacidad, acceso universal a internet y democracia directa. Todo lo demás se decide en asamblea abierta. Incluso, cuando ya se ha tomado una decisión, la discusión sigue abierta; pueden aparecer nuevos argumentos que cambien la percepción de los participantes.

Los piratas admiramos al pueblo islandés, que seleccionó a 1000 ciudadanos al azar para sentar las bases de su nueva constitución, y a su parlamentaria Birgitta Jonsdottir —líder del partido pirata en ese país— que defiende que cada generación debería tener la oportunidad de escribir su propia constitución o que en una sociedad madura no se trata ya de educar al pueblo para que pueda participar, basta con informar.

Quizás el nombre suene muy radical. La realidad es que son personas normales a las que les preocupa que nuestros hijos —tus nietos— no puedan tener una conversación íntima jamás o que tengan que vivir en un mundo que limite —con la vista puesta en el pasado— las oportunidades que el futuro nos brinda.

Mamá, no me mires así… ¿Te has hecho pirata?

Javi Creus es fundador de Ideas for Change

Hola, mamá. Ya sé que no hablamos mucho de política tú y yo. Ya sabes que tampoco te suelo hacer muchas confidencias. Pero o te lo cuento o reviento: me he hecho pirata.

Verás, hace tiempo que seguía el movimiento de los partidos piratas. Como quizás ya sepas, se inició en el 2006 en Suecia a raíz del acoso a The Pirate Bay como un instrumento para intervenir en la agenda política para defender, sobre todo, la libertad de expresión. Quizás te sorprenda porque damos por supuesto que existe, pero lo cierto es que está amenazada. La mayoría de los gobiernos del mundo —incluidos los nuestros— han encontrado algún motivo para vigilar nuestras comunicaciones y censurar contenidos.

En algunos sitios el motivo es político: no queremos que los ciudadanos tengan acceso a información o ideas que no son convenientes; en otros se aduce la amenaza terrorista; en muchos otros, la defensa económica de los propietarios del copyright a costa, por ejemplo, del derecho de cita.

El resultado: todos de acuerdo en que el cartero no solo lea el exterior del sobre (el destinatario y el remitente de nuestras comunicaciones), sino que lea la carta entera y se guarde una copia por lo que pudiera ser. El otro resultado: partidos piratas en 60 países.

Los piratas no están en contra de los derechos de propiedad intelectual, sino de que los creadores puedan escoger qué tipo de licencia quieren para cada una de sus obras. Los piratas no son ni de izquierdas ni de derechas en el sentido tradicional, ni siquiera pretenden gobernar o dividir.

Los piratas están primero por los derechos humanos; después, por un ideario claro: transparencia, gobierno 2.0, cultura libre, privacidad, acceso universal a internet y democracia directa. Todo lo demás se decide en asamblea abierta. Incluso, cuando ya se ha tomado una decisión, la discusión sigue abierta; pueden aparecer nuevos argumentos que cambien la percepción de los participantes.

Los piratas admiramos al pueblo islandés, que seleccionó a 1000 ciudadanos al azar para sentar las bases de su nueva constitución, y a su parlamentaria Birgitta Jonsdottir —líder del partido pirata en ese país— que defiende que cada generación debería tener la oportunidad de escribir su propia constitución o que en una sociedad madura no se trata ya de educar al pueblo para que pueda participar, basta con informar.

Quizás el nombre suene muy radical. La realidad es que son personas normales a las que les preocupa que nuestros hijos —tus nietos— no puedan tener una conversación íntima jamás o que tengan que vivir en un mundo que limite —con la vista puesta en el pasado— las oportunidades que el futuro nos brinda.

Mamá, no me mires así… ¿Te has hecho pirata?

Javi Creus es fundador de Ideas for Change

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Opiniones 26
  • Asocio la imagen del pirata no a los filibusteros, o a los bucaneros, ni tan siquiera a los saqueadores. La imagen que tengo del pirata es la del navegante que surca mares, sin otras fronteras que las que pueden marcar las inclemencias del tiempo, buscando nuevos horizontes, descubriendo nuevos tesoros.
    Ser pirata es ser inquieto. Ser pirata es querer escapar al férreo control ideológico, a las mareas de involución, a la marejada del stock exchange, a los huracanes de la prima de riesgo, a las consecuencias borrascosas de los que deciden sin saber, sin tener en cuenta, sin considerar, sin sopesar buscando el propio beneficio, el aplauso indiferenciado, el rédito barato.
    Ser pirata es marcar el blanco sobre el negro, del antes muerto que sencillo, antes guerrero que dominado. Ser pirata es hacer frente a los que quieren reducirnos a que deambulemos por la vida como cadáveres, como zombies de piel seca, sin brillo, sin ideas, como esqueletos grises que no piensan, que se mueven gracias a los hilos que tiran de nuestros huesos y que balancean nuestras cabezas a su antojo, vaciándolas primero para rellenarlas después de miedo, de realidades muertas y de pasados oscuros.
    Ser pirata es no dejarse vencer, aprovechar lo que el mundo nos ofrece sin intermediarios que decidan por nosotros.
    la WWW es ese inmenso océano en el que podemos navegar los piratas que no tememos ir hasta los confines del universo.
    Ser pirata es ser libre, siempre pensando en el creador o en el artista que intenta hacerse un hueco, porque quien no crece como persona no puede ser libre.
    Ser pirata es evitar a los parásitos que no crean, que solo se agarran a sus huéspedes para vivir a su amparo.
    Ser pirata es dejar a los tiburones financieros sin agua condenándoles a la hipoxia. ¿Acaso no han ahogado a tres cuartas partes de la Humanidad? Quid pro quo…con la ley en la mano, siempre.
    Ser pirata es, en realidad, luchar para que la libertad no sea una entelequia.

  • ¿Los piratas no están en contra de los derechos de propiedad intelectual? Ejem. Depende mucho del pirata con el que hables, por no mencionar la cuestión de la reducción de plazos o las patentes. Y hay que decir que el nivel del partido pirata local es, intelectualmente, bastante (pero que muy bastante) mejorable. En Cataluña está mucho mejor.

    • Hola. No sé si te diriges a Javier o a mí.
      Los piratas en los que yo creo son aquellos que respetan la propiedad intelectual, que al fin y al cabo es lo que revierte en los artistas, en los creadores. Los piratas en los que yo creo – y en eso incluyo a los creadores – son aquellos que también se reinventan, buscan nuevas fórmulas para que sus obras tengan la máxima audiencia limitando los intermediarios a los imprescindibles, y que además no les cobren un peaje indecente como se ha estado haciendo. ¿Acaso los espectadores tenemos que ver lo que distribuidores y exhibidores consideran como comercial? ¿Acaso no podemos acceder a música que se publica en otros países y que aquí no se pone a la venta por el veto de algunas discográficas? En cuanto al pirata que descarga música ilegalmente, estoy convencido que en muchos caso se hacía por no poder acceder a esos contenidos de manera legal, o por el escandaloso precio de los cds en España – y sé de lo que hablo, porque siempre he ido a comprar música a París, Londres, Nueva York o vía internet al mercado japonés -. No es de recibo que un CD de Ella Fitzgerald The George and Ira Gerswhin Book cueste aquí 79 eur y vía amazon lo tenga en mi casa a los tres días por 40 eur…
      La piratería se minimizaría con propuestas más imaginativas, recortando los márgenes de beneficio que sustentaban organismos con prácticas más que sospechosas – la SGAE es un ejemplo de por dónde han ido los tiros de su gestión – y rebajando precios de acuerdo con el poder adquisitivo de la mayoría, que es la que en realidad sustenta la economía de un país – y así nos va con la caída en picado del consumo…¿y cómo si no vistas las medidas adoptadas en el sector de la cultura? -. Aunque en tiempos de crisis es lógico que la gente busque lo gratuito…aunque sea ilegal.
      Spotify ha sido una manera imaginativa de escuchar música legalmente. Sus fondos son inacabables y el precio que se paga no me parece exagerado considerando que puedes escuchar temas ad infinitum…Y en mi caso eso no hace que siga comprando algún cd por motivos personales.
      El mundo de internet ha cambiado las formas de escuchar música, de ver películas, etc…y a todos aquellos de la industria que acotaban caprichosamente sus parcelas de “Bons Vivants” han visto cómo han saltado por los aires las vallas de acceso…porque internet no conoce de fronteras – no debería, aunque en algunos países se acote el acceso a contenidos…por cuestiones políticas…y económicas… -.
      Las cosas no han cambiado tanto en cuanto a las personas: la gente desea lo que ve…y si puede conseguirlo, lo hará o buscará vías alternativas para hacerlo.

      • Como por ejemplo el software libre o creative commons.

        En cuanto a la legalidad o no de descargar archivos multimedia con copyright estricto, solo es ilegal si la obra no ha sido difundida.

        En el resto de casos podrían denunciar por lo civil reclamando daños y perjuicios, pero como una IP no es una persona, hecha la ley, hecha la trampa, como ocurre cuando los antidisturbios ocultan su numero de placa.

  • En teoria es muy bonito… pero yo he conocido algun cabeza de lista y son una banda de flipados que dan muy poca imagen de seriedad.

  • El Partido Pirata español está destinado al fracaso porque los españoles somos casposos y cutres, y cuando nos copiamos de los demás lo hacemos tarde y mal. Copiamos sólo la superficie sin entender el contenido. En resumen, nos quedamos con la cáscara del plátano y tiramos lo de dentro.

    En una cosa te doy la razón, en España el movimiento no es de derechas ni de izquierdas; más que nada, porque toda esa gente se marchó en cuanto se apuntaron los perroflautas antisistema.

    Así que si quiero ser pirata, me tendré que ir a vivir a Alemania o Suecia.

  • Pués creo que tienen buenas ideas pero un gran problema: “no pretendemos gobernar”. Pués si gobiernan otros, los otros hacen el programa político. Tal vez algún día coincida con el del Partido Pirata pero no lo veo cercano.
    La militancia debe querer tener cargos, y no por tenerlos, sino para gobernar y decidir.
    Saludos

    • hola Camila,

      “no pretendemos gobernar” no quiere decir que el partido pirata no quiera cargos electos, claro que los quiere, pero lo que le importa sobre todo es poner la libertad de expresión en la agenda política, aunque sea desde una mínima minoría, y en este sentido, sin gobernar

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