Manuel Moranta observa el mundo que le rodea. Su mirada no es como la nuestra; la suya lleva un suplemento vitamÃnico que le permite descubrir otras realidades en la contemplación de lo que llamamos normal. «Un dÃa leà que idea viene del latÃn eidos, que significa yo he visto. Mis ideas siempre son observaciones sobre lo cotidiano. Para mÃ, crear es señalar con el dedo Ãndice aquello que me hace reÃr, me hace soñar o me hace pensar».

De ahà nacen sus aforismos, juegos de palabras e imágenes que él llama dibujofrases para expresar, precisamente, su naturaleza hÃbrida. «Un dibujofrase es un aforismo en el que la palabra cede la mitad de su paÃs al dibujo. La palabra es la voz de la historia contada alrededor del fuego; la imagen es el animal dibujado en el muro porque no lo habÃas visto jamás».


Moranta, que se licenció en Derecho pero trabaja como director creativo en una agencia de publicidad, describe asà su universo particular: «Trato de explicar el mundo a través de los espacios acotados y las partes aisladas del cuerpo. De alguna forma, siento la cabeza, los brazos, los ojos, las piernas contra las habitaciones, los patios, los cajones, las piscinas vacÃas. El cuerpo contra la geometrÃa».



Sus aforismos, o dibujofrases, según el espÃritu poético con el que el lector haya amanecido, son mensajes sencillos, directos, aparentemente poco rebuscados, pero que te dejan un regusto de profundidad, la sensación de que algo te ha distraÃdo de lo que realmente quieren decir. Quizá tenga que ver en ese trampantojo el que Moranta use una imagen muy sencilla, casi naÃf, que no te hace sospechar lo que te vas a encontrar escondido en sus recovecos.


«Creo que las ideas más poderosas se deben poder explicar de una forma simple. En el inicio, todas las cosas son simples, se pueden comprender y, por eso, nos pueden emocionar. Me gusta creer que mis aforismos son pequeños y ligeros como esas semillas en forma de hélice para que vuelen, se dispersen lejos y tal vez, con un poco de suerte, se entierren y crezcan en la mente del lector».

A ese disfraz de sencillez contribuye también el uso de una tipografÃa casi infantil. «Mi verdadera letra es ilegible, letra de tomar apuntes interminables en las clases de Derecho. En mi trabajo, en cambio, escribo en tinta china con letra caligráfica y dibujo con muy pocas lÃneas porque quiero que mis poemas los pueda entender cualquiera».

Manuel, ¿qué nace primero?, ¿la imagen o el aforismo?
Casi siempre empiezo por las palabras porque soy más verbal que visual. Mi trabajo es algo asà como si un diestro escribiera con la derecha y dibujara con la izquierda. La imagen es siempre un descubrimiento para mÃ, como resolver un acertijo.

—Eres abogado y director creativo en una agencia de publicidad. ¿Lo aparentemente incompatible forma parte de tu esencia?
Me gusta mucho el binomio fantástico, esa técnica creativa de Rodari que consiste en hacer chocar ideas alejadas o incompatibles y contar con ellas una historia. La verdad es que un creativo, un aforista y un abogado tienen en común la búsqueda de la claridad y la sÃntesis para hablar de las cosas de la vida. Los códigos de leyes están llenos de aforismos que tratan sobre la naturaleza humana, las relaciones personales o nuestra forma de vivir en el mundo. No me digas que este artÃculo no te parece maravilloso: «Las palomas, conejos y peces, que de su respectivo criadero pasaren por cielo, tierra o mar a otro perteneciente a distinto dueño, serán propiedad de este, siempre que no hayan sido atraÃdos por medio de algún artificio o fraude». (ArtÃculo 613 del Código Civil, Libro III, TÃtulo I).