Este libro está envasado al vacÃo. Es una forma de apartarlo del tiempo y arrebatarlo a esos microorganismos que nadie ve, pero que trabajan, noche y dÃa, para transformarlo todo. Esos mismos que se comen las cosas para hacerlas viejas.
El dÃa que el volumen deja su envoltorio empieza a vivir y sus historias comienzan a mutar. Este poemario gráfico, titulado Qué será de mÃ, está impreso en dos tintas. Una permanece y la otra cambia. Lo hará en unos cuatro meses y, al ir desapareciendo, la ilustración modificará su significado. «El proceso comienza cuando el dueño lo abre. El libro no está quieto. Es una obra de acompañamiento para que el ojeador (no es un lector porque apenas hay texto) vaya viendo cómo se transforma. Al final, cuando el proceso acabe, quedará como un fósil», explica el autor, Martin SatÃ.
Hace dos años, este diseñador imaginó un libro mutante. Las páginas irÃan cambiando con el paso del tiempo porque ese era el tema del que querÃa hablar. «De la volatilidad, de la fugacidad, del olvido, del fin. QuerÃa hacer algo poético. No me interesa lo efectista», indica. Buscó por todo el mundo y no halló nada. Entonces, decidió hacerlo él. El camino era largo. Tuvo que esperar unos veinte meses hasta encontrar, por fin, una tinta volátil. Estaba en un paÃs de América Latina. Ahà dio con un hombre que le vendió la tinta orgánica que se van comiendo esos microorganismos imperceptibles.

—La tinta dura unos cuatro meses, pero el proceso es más rápido o más lento en función del lugar donde esté el libro —explica—. Este verano lo llevé a la playa y desapareció mucho antes que en la ciudad de Sevilla.
—¿De qué depende?
—Nadie lo sabe. La composición es secreta. El vendedor no la revela. No sé si es mermelada —bromea.

El ilustrador habÃa imaginado el libro en un color más discreto y en trazos más finos. Pero la tinta lo cambió todo. La única opción era fucsia púrpura e imprimir en serigrafÃa. «Rehice el libro entero para adaptarlo al color. La tonalidad en sà identifica a la obra. Es muy potente y dulcifica el contenido. También cambié el tipo de impresión. HabÃa pensado en ófset, porque es más económico. Al tener que optar por serigrafÃa, hice las lÃneas más gruesas y ensucié los dibujos. Al final, la obra ha ganado con estas limitaciones. El resultado es más humano».
El libro habla del tiempo pero se desentiende de él en el modo en que se ha realizado. En 1970 se hubiera elaborado igual que hoy. Todo es artesanal: la serigrafÃa y la encuadernación. «Todo está hecho en Triana», recalca el diseñador sevillano. «Cada libro es una pequeña joya hecha a mano».
El primer volumen de Qué será de mà ya está listo. Martin Satà quiere publicar una edición limitada de 50 ejemplares y para ello busca ahora financiación en la web ulule.com. «Es interesante ver la huella que deja en la memoria antes de borrarse para siempre», comenta. «Es un juego sin resolver, como el paso mismo de la vida».








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Este libro está envasado al vacÃo. Es una forma de apartarlo del tiempo y arrebatarlo a esos microorganismos que nadie ve, pero que trabajan, noche y dÃa, para transformarlo todo. Esos mismos que se comen las cosas para hacerlas viejas.
El dÃa que el volumen deja su envoltorio empieza a vivir y sus historias comienzan a mutar. Este poemario gráfico, titulado Qué será de mÃ, está impreso en dos tintas. Una permanece y la otra cambia. Lo hará en unos cuatro meses y, al ir desapareciendo, la ilustración modificará su significado. «El proceso comienza cuando el dueño lo abre. El libro no está quieto. Es una obra de acompañamiento para que el ojeador (no es un lector porque apenas hay texto) vaya viendo cómo se transforma. Al final, cuando el proceso acabe, quedará como un fósil», explica el autor, Martin SatÃ.
Hace dos años, este diseñador imaginó un libro mutante. Las páginas irÃan cambiando con el paso del tiempo porque ese era el tema del que querÃa hablar. «De la volatilidad, de la fugacidad, del olvido, del fin. QuerÃa hacer algo poético. No me interesa lo efectista», indica. Buscó por todo el mundo y no halló nada. Entonces, decidió hacerlo él. El camino era largo. Tuvo que esperar unos veinte meses hasta encontrar, por fin, una tinta volátil. Estaba en un paÃs de América Latina. Ahà dio con un hombre que le vendió la tinta orgánica que se van comiendo esos microorganismos imperceptibles.

—La tinta dura unos cuatro meses, pero el proceso es más rápido o más lento en función del lugar donde esté el libro —explica—. Este verano lo llevé a la playa y desapareció mucho antes que en la ciudad de Sevilla.
—¿De qué depende?
—Nadie lo sabe. La composición es secreta. El vendedor no la revela. No sé si es mermelada —bromea.

El ilustrador habÃa imaginado el libro en un color más discreto y en trazos más finos. Pero la tinta lo cambió todo. La única opción era fucsia púrpura e imprimir en serigrafÃa. «Rehice el libro entero para adaptarlo al color. La tonalidad en sà identifica a la obra. Es muy potente y dulcifica el contenido. También cambié el tipo de impresión. HabÃa pensado en ófset, porque es más económico. Al tener que optar por serigrafÃa, hice las lÃneas más gruesas y ensucié los dibujos. Al final, la obra ha ganado con estas limitaciones. El resultado es más humano».
El libro habla del tiempo pero se desentiende de él en el modo en que se ha realizado. En 1970 se hubiera elaborado igual que hoy. Todo es artesanal: la serigrafÃa y la encuadernación. «Todo está hecho en Triana», recalca el diseñador sevillano. «Cada libro es una pequeña joya hecha a mano».
El primer volumen de Qué será de mà ya está listo. Martin Satà quiere publicar una edición limitada de 50 ejemplares y para ello busca ahora financiación en la web ulule.com. «Es interesante ver la huella que deja en la memoria antes de borrarse para siempre», comenta. «Es un juego sin resolver, como el paso mismo de la vida».








ti
Qué maravilla!
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