26 de abril 2011    /   CIENCIA
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Por qué un medicamento caro cura más que otro barato

26 de abril 2011    /   CIENCIA     por          
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“Solamente el necio confunde valor con precio”, Antonio Machado.
Nadie en su sano juicio cometería el error que denuncia la frase: todos sabemos que una cosa es el valor y otra muy diferente el precio. Y, sin embargo, inconscientemente tendemos a dejarnos llevar por el equívoco, lo que, de hecho, nos convierte en necios. Un ejemplo a colación: ¿cura más un medicamento de marca que un genérico? Parece que sí. Más aún: ¿cura más un medicamento a su precio habitual que el mismo en oferta? Parece que también.

Esa fue la sorprendente conclusión de un experimento llevado a cabo por un equipo del MIT encabezado por Dan Ariely. Un grupo de estudiantes de posgrado de la famosa universidad (las cobayas habituales de este tipo de estudios) probaron en sus carnes un nuevo analgésico, llamado Veladona. Para comprobar su eficacia los participantes recibieron una andanada de descargas eléctricas bajo los efectos del medicamento. Una parte de los voluntarios fue informado de que el precio del comprimido de Veladona era de 2,5 euros mientras que el segundo grupo pensaba que su precio era sólo de 10 céntimos.
Unos y otros declararon haber recibido un fuerte alivio del dolor tras tomar la Veladona pero aquéllos que pensaban que la medicina era más cara se sentían mucho más aliviados (el doble) que los que pensaban que era una bicoca. Pero mucho mejor les fue a los que, además de asumir el precio más caro, leyeron sobre los estudios científicos que refrendaban la eficacia del Veladona. Lo más increíble del asunto es que el supuesto analgésico no era más que una pastilla de vitamina C, así que todo el alivio sobrevino por el efecto placebo y, lo que es más importante, de las expectativas despertadas en el paciente en función del precio y la fama previa del producto.
Un estudio posterior realizado por el mismo equipo con medicamentos reales contra el resfriado, llegó a conclusiones parecidas: los enfermos que habían adquirido medicamentos rebajados aseguraron haber tardado más en curarse que aquellos que los compraron a su precio habitual.
El efecto placebo suele resultar un tema incómodo para los médicos, que quieren ser considerados como hombres de ciencia y no como una especie de brujos que dispensan remedios “psicológicos” (¡yuyu!), pero lo cierto es que el acto de extender una receta tiene una connotación psicomágica -en la cosmogonía de Jodorowsky– que puede ayudar a curar a ciertos pacientes de sus dolencias. La explicación de este fenómeno es que ante la perspectiva de la llegada del alivio al dolor el propio cuerpo genera los opiáceos que a la postre nos reconfortan.
En el caso del precio de los medicamentos los mecanismos del efecto placebo provocan un conflicto en el estamento sanitario. Desde la Seguridad Social se nos anima a utilizar medicamentos genéricos porque su composición química es prácticamente igual a la de los productos de marca. Sin embargo, de ser ciertas las investigaciones de Ariely, por el mero hecho de ser más baratos los genéricos resultan menos eficientes que sus equivalentes de postín. Como reflexiona el propio investigador, “¿Hay que consentir la irracionalidad de la gente, permitiendo que con ello aumenten los costes de la atención sanitaria?”. Tal vez la respuesta sea la contraria y el camino a seguir para reducir la factura farmacéutica sea dotar a los pacientes de las herramientas para que sean sus propios cuerpos los que segreguen las medicinas que necesitan y dejar para los casos más graves la figura del mago envuelto en su bata blanca.
Visto en “Las trampas del deseo”, de Dan Airely. Página web del autor.
Imagen de e-MagineArt.com (CC, Flickr).

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“Solamente el necio confunde valor con precio”, Antonio Machado.
Nadie en su sano juicio cometería el error que denuncia la frase: todos sabemos que una cosa es el valor y otra muy diferente el precio. Y, sin embargo, inconscientemente tendemos a dejarnos llevar por el equívoco, lo que, de hecho, nos convierte en necios. Un ejemplo a colación: ¿cura más un medicamento de marca que un genérico? Parece que sí. Más aún: ¿cura más un medicamento a su precio habitual que el mismo en oferta? Parece que también.

Esa fue la sorprendente conclusión de un experimento llevado a cabo por un equipo del MIT encabezado por Dan Ariely. Un grupo de estudiantes de posgrado de la famosa universidad (las cobayas habituales de este tipo de estudios) probaron en sus carnes un nuevo analgésico, llamado Veladona. Para comprobar su eficacia los participantes recibieron una andanada de descargas eléctricas bajo los efectos del medicamento. Una parte de los voluntarios fue informado de que el precio del comprimido de Veladona era de 2,5 euros mientras que el segundo grupo pensaba que su precio era sólo de 10 céntimos.
Unos y otros declararon haber recibido un fuerte alivio del dolor tras tomar la Veladona pero aquéllos que pensaban que la medicina era más cara se sentían mucho más aliviados (el doble) que los que pensaban que era una bicoca. Pero mucho mejor les fue a los que, además de asumir el precio más caro, leyeron sobre los estudios científicos que refrendaban la eficacia del Veladona. Lo más increíble del asunto es que el supuesto analgésico no era más que una pastilla de vitamina C, así que todo el alivio sobrevino por el efecto placebo y, lo que es más importante, de las expectativas despertadas en el paciente en función del precio y la fama previa del producto.
Un estudio posterior realizado por el mismo equipo con medicamentos reales contra el resfriado, llegó a conclusiones parecidas: los enfermos que habían adquirido medicamentos rebajados aseguraron haber tardado más en curarse que aquellos que los compraron a su precio habitual.
El efecto placebo suele resultar un tema incómodo para los médicos, que quieren ser considerados como hombres de ciencia y no como una especie de brujos que dispensan remedios “psicológicos” (¡yuyu!), pero lo cierto es que el acto de extender una receta tiene una connotación psicomágica -en la cosmogonía de Jodorowsky– que puede ayudar a curar a ciertos pacientes de sus dolencias. La explicación de este fenómeno es que ante la perspectiva de la llegada del alivio al dolor el propio cuerpo genera los opiáceos que a la postre nos reconfortan.
En el caso del precio de los medicamentos los mecanismos del efecto placebo provocan un conflicto en el estamento sanitario. Desde la Seguridad Social se nos anima a utilizar medicamentos genéricos porque su composición química es prácticamente igual a la de los productos de marca. Sin embargo, de ser ciertas las investigaciones de Ariely, por el mero hecho de ser más baratos los genéricos resultan menos eficientes que sus equivalentes de postín. Como reflexiona el propio investigador, “¿Hay que consentir la irracionalidad de la gente, permitiendo que con ello aumenten los costes de la atención sanitaria?”. Tal vez la respuesta sea la contraria y el camino a seguir para reducir la factura farmacéutica sea dotar a los pacientes de las herramientas para que sean sus propios cuerpos los que segreguen las medicinas que necesitan y dejar para los casos más graves la figura del mago envuelto en su bata blanca.
Visto en “Las trampas del deseo”, de Dan Airely. Página web del autor.
Imagen de e-MagineArt.com (CC, Flickr).

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Opiniones 21
  • Yo no generalizaría. Hablaría más bien que “a igualdad de principio activo”, “a igualdad de dosis” y “en condiciones susceptibles de efecto placebo” (el dolor, p.ej.) sí puede pasar que el efecto placebo nos induzca a creer que el medicamento caro es más eficaz que el barato. Pero sugiero nuevos experimentos:
    1) Prueba a “tapar” ambos medicamentos, intenta que el experimento sea “ciego”. Veremos quien gana. La realidad es que a igualdad de princio activo y dosis no debería ganar ninguno.
    2) Ahora cambiemos el escenario. No trabajamos en dolor sino en infecciones respiratorias o, por ejemplo, en diabetes o hipercolesterolemia. Prueba otra vez… no hace falta “cegar”. La lógica será la misma que en el punto 1: “a igualdad de principio activo y dosis no debería haber diferencias en eficacia”.

    • Se enteran perfectamente y eso hace que artículos como el referenciado sean ampliamente criticados por la comunidad científica (cosa que no llega al ámbito periodístico, claro está).
      A bote pronto, las críticas vienen por lo que he puesto yo más arriba, pero seguro que alguien que se revise en profundidad tanto el trabajo publicado como la metodología utilizada encontraría más puntos de crítica.

  • Soy partidaria del medicamento genérico. Si tiene los mismos componentes, y la única diferencia es que no tiene presentaciones pomposas ni sabor a chocolate, ¿Para qué pagar más por el de marca?
    Los precios de las diferentes marcas de ibuprofeno son increíbles.

    • Si bien lo normal es lo que dices no siempre es así y aunuque parezca mentira, hay genéricos más caros que algunas marcas comerciales. Por otra parte hay algo que se omite: no tiene punto de comparación el esfuerzo investigador que hace un laboratorio que investiga y descubre nuevos medicamentos con otro que lo que hace es esperar que expire la licencia para ponerse “a saco” (o con unos mínimos trámites llamados “estudios de bioequivalencia”) a comercializar lo que otros han inventado. Si se “castiga” así, porque sí, a los laboratorios que investigan… quien investigará en el futuro? porque ciertamente en estamentos públicos (universidad, CSIC, etc…) se investiga en Biomedicina, pero el tipo de investigación es fundamentalmente básica y que en muy pocos casos llega a traducirse en algo tangible para lo que es importante: tratar e incluso curar enfermedades.

    • A veces con los mismo ingredientes no se hace la misma tarta. Bueno es un ejemplo tonto pero ilutstrativo de que hay mucho detrás de un genérico, mucho más que equivalencia en principio activo. La formulación es importantisima y ahí es donde radica la diferencia por eso los estudios de bioequivalencia y como se deben hacer las pruebas in vivo o in vitro son tan importantes. En mí opinión lo que se debe es dejarse aconsejar por los farmacéuticos que son los expertos en estos temas y no de otra gente que no tiene criterio. Desde luego que por muy maravilloso que sea un analgésico si crees que vas a tener dolor lo tendrás, aunque sea psicológico.

  • joder, esto es un filon para las farmaceuticas!!!
    nos dan descargas en el movil y nos recetan pastillitas de 10 euros!
    se lo dire a mi farmaceutico

  • Bueno, aquí en El Salvador hemos visto muy de cerca el efecto placebo, y es que el control de medicamentos ha sido tan malo que los hospitales públicos han dispensado por años medicamentos de fabricación nacional con dosis mucho más bajas que que lo que indica el empaque. Por eso nos hemos acostumbrado a comprar medicamentos fabricados en el extranjero, lo irónico es que los precios promedio de medicamento están entre los más caros del mundo.

  • Estamos rodeados de efecto placebo por todos lados: los botones en los semáforos, los chicles trident 5, los anuncios de activia, la política, un perfume, … es un agujero negro de la ciencia que no interesa que se hable de él a nadie.

  • Brillante brillante. No creo que se tenga que consentir la irracionalidad, es que se tiene que considerar, que no es lo mismo. La sugestión no se da en gente irracional, ese es un problema de concepto, se da hasta en el máximo letrado, se da hasta en el ciantífico que ha hecho el estudio. Yo creo que la sugestión debe usarse, racionalmente (por supuesto) a nuestro favor.

  • Comentarios cerrados.