Parques, jardines, playas, rĆos: los espacios verdes que oxigenan la calle, ecos de una naturaleza remota, son obras de ingenierĆa nacidas de una decisión deliberada. No es lo mismo plantar cuatro Ć”rboles al tuntĆŗn en una avenida que acallar la autopista rodeĆ”ndola de un bosque periurbano. Urbanitas y urbanistas son quienes optan por ceder o arrebatarle el terreno a la naturaleza en la ciudad.
Miguel Aguado ArnĆ”ez tiene fe en el desarrollo sostenible de las ciudades. El divulgador ambiental, curtido en transmitir su Ā«ecologĆa de andar por casaĀ» en medios de comunicación de todo pelaje, defiende que tradicionalmente hemos sido Ā«una sociedad ecologista sin saberloĀ». Parte de su labor consiste en enseƱar, pantalla o auriculares mediante, prĆ”cticas diarias para salvar el planeta. Ā«Le estamos poniendo nombres modernos y ecologistas a los hĆ”bitos de toda la vidaĀ», sostiene. Ā«AdemĆ”s, hĆ”bito que cambias, hĆ”bito que permaneceĀ».
La otra cara de su trabajo esB-Leaf, el proyecto con el que desde hace once aƱos ayuda a ecologizar empresas e instituciones. Ā«Pero de verdadĀ», matiza. Ā«Rechazamos a algunas empresas que lo quieren hacer como greenwashing. Muchas veces les digo en broma: āNo sabes lo que has hecho, Ā”has metido un ecologista dentro!āĀ».
 ¿CuÔl es la diferencia entre ajardinar y naturalizar una ciudad?
Para mà estÔ en cómo te pones las gafas. Tenemos, en general, una visión urbanita, y nos parece que un espacio natural es el que es verde. Un espacio natural es mucho mÔs que eso, pero creamos una visión artificial que nos satisface de un entorno creado artificialmente.
«En las ciudades tenemos una tradición de naturaleza domesticada. Mi reclamación es que no nos creamos los nombres que les ponemos a las cosas: una ciudad no es mÔs natural porque tenga plantas»
Naturalizar es incorporar espacios conjuntos que dialogan con la naturaleza. No es solo plantar Ôrboles, sino crear entornos: que haya suelo vegetal, plantas de distinto tipo, que vengan animales y se acomoden⦠Lo tenemos en la Casa de Campo de Madrid: en la zona mÔs cercana a la ciudad hay chiringuitos y columpios y, a medida que te vas alejando, aparece un bosque con encinas y herbÔceas. El Retiro es uno de los parques mÔs bonitos y agradables del planeta, pero no es un espacio natural al cien por cien, sino un ajardinamiento fantÔstico.
En las ciudades tenemos una tradición de naturaleza domesticada. Mi reclamación es que no nos creamos los nombres que les ponemos a las cosas: una ciudad no es mÔs natural porque tenga plantas. Es estupenda, pero no es mÔs natural.
Probablemente de una forma mixta. Tiene que haber un punto de equilibrio entre la opinión de las personas que van a vivir en ella y la visión de quienes saben del tema. Un urbanista puede hacer un camino donde cree que estÔ bien, pero luego la gente va por otro sitio.
TĆŗ eres partidario de que la propia ciudad nos comunique sus necesidades.
«Las ciudades van a seguir evolucionando, y yo no creo en Mad Max: van a seguir evolucionando para bien, a pesar de las propias ciudades y a pesar de todo lo que hacemos en contra»
Si ahora diseñamos una ciudad para patinetes y coches compartidos, ¿no llegaremos tarde al siguiente hito?
 Siempre. Con lo cual, las ciudades tienen que ser flexibles. Y si no lo son, los ciudadanos vamos cambiando esa flexibilidad. Para los patinetes ahora tenemos la acera o la carretera, pero esto se corregirÔ. HabrÔ una alternativa, y mientras no la hay, uno se busca la vida. Vamos creando necesidades. Nos creemos muy dueños y señores de la ciudad: la diseñamos, pero las cosas van cambiando, afortunadamente.
ĀæY cuĆ”les deberĆan replantearse su estrategia de naturalización?
PrÔcticamente todas las de las coronas metropolitanas de Madrid y Barcelona. Casi nadie sabe que Fuenlabrada tiene un parque agrario fantÔstico: fincas privadas de agricultores de toda la vida, de cuando eso era un pueblo, que siguen produciendo. Antes toda esa producción iba a Mercamadrid; ahora una parte importante se consume en la propia Fuenlabrada.
Tres Cantos es el único modelo de downtown que prosperó: una ciudad creada ex profeso para descargar y descongestionar la gran ciudad, como los distritos externos de Nueva York. Me gusta mucho lo que se ha hecho en Valdebebas: el vertedero se naturalizó, lo cercano a las viviendas es mÔs urbanita y a medida que andas, aparecen unas zonas preciosas no intervenidas o semintervenidas.
En las ciudades del siglo XXI, Āæcómo serĆa el hĆ”bitat ideal de un urbanita?Ā Ā
Las ciudades serĆan seguras, bonitas, agradables; la jardinerĆa tiene mucho que ver con ello. Transitables al cien por cien, de forma que se pueda ir a comprar, a pasear y tener espacios tranquilos dentro de ellas. MĆ”s relajadas: que no agobien con el ruido y el jaleo. De la naturaleza, meterĆa en las ciudades como fuera los olores y la diversidad de colores. SerĆa obligatorio que desde cualquier sitio se pudiera ver el cielo.
Superpoblación, escasez de recursos, contaminación, cambio climÔtico⦠¿Acabaremos por mudarnos todos a una casa en el campo?
Ā SĆ, las vamos a salvar. Yo estoy convencido. Seguiremos viviendo en ellas y las adaptaremos a nuestra forma de ser y de vivir. HabrĆ” zonas mejores y peores, pero yo creo mucho en la sabidurĆa colectiva. No hay nada mĆ”s tonto que una abeja suelta; sin embargo, una colmena es lo mĆ”s inteligente que existe en la evolución. Las ciudades van a seguir evolucionando, y yo no creo en Mad Max: van a seguir evolucionando para bien, a pesar de las propias ciudades y a pesar de todo lo que hacemos en contra.
Parques, jardines, playas, rĆos: los espacios verdes que oxigenan la calle, ecos de una naturaleza remota, son obras de ingenierĆa nacidas de una decisión deliberada. No es lo mismo plantar cuatro Ć”rboles al tuntĆŗn en una avenida que acallar la autopista rodeĆ”ndola de un bosque periurbano. Urbanitas y urbanistas son quienes optan por ceder o arrebatarle el terreno a la naturaleza en la ciudad.
Miguel Aguado ArnĆ”ez tiene fe en el desarrollo sostenible de las ciudades. El divulgador ambiental, curtido en transmitir su Ā«ecologĆa de andar por casaĀ» en medios de comunicación de todo pelaje, defiende que tradicionalmente hemos sido Ā«una sociedad ecologista sin saberloĀ». Parte de su labor consiste en enseƱar, pantalla o auriculares mediante, prĆ”cticas diarias para salvar el planeta. Ā«Le estamos poniendo nombres modernos y ecologistas a los hĆ”bitos de toda la vidaĀ», sostiene. Ā«AdemĆ”s, hĆ”bito que cambias, hĆ”bito que permaneceĀ».
La otra cara de su trabajo esB-Leaf, el proyecto con el que desde hace once aƱos ayuda a ecologizar empresas e instituciones. Ā«Pero de verdadĀ», matiza. Ā«Rechazamos a algunas empresas que lo quieren hacer como greenwashing. Muchas veces les digo en broma: āNo sabes lo que has hecho, Ā”has metido un ecologista dentro!āĀ».
 ¿CuÔl es la diferencia entre ajardinar y naturalizar una ciudad?
Para mà estÔ en cómo te pones las gafas. Tenemos, en general, una visión urbanita, y nos parece que un espacio natural es el que es verde. Un espacio natural es mucho mÔs que eso, pero creamos una visión artificial que nos satisface de un entorno creado artificialmente.
«En las ciudades tenemos una tradición de naturaleza domesticada. Mi reclamación es que no nos creamos los nombres que les ponemos a las cosas: una ciudad no es mÔs natural porque tenga plantas»
Naturalizar es incorporar espacios conjuntos que dialogan con la naturaleza. No es solo plantar Ôrboles, sino crear entornos: que haya suelo vegetal, plantas de distinto tipo, que vengan animales y se acomoden⦠Lo tenemos en la Casa de Campo de Madrid: en la zona mÔs cercana a la ciudad hay chiringuitos y columpios y, a medida que te vas alejando, aparece un bosque con encinas y herbÔceas. El Retiro es uno de los parques mÔs bonitos y agradables del planeta, pero no es un espacio natural al cien por cien, sino un ajardinamiento fantÔstico.
Naturalizar es incorporar espacios conjuntos que dialogan con la naturaleza. No es solo plantar Ôrboles, sino crear entornos: que haya suelo vegetal, plantas de distinto tipo, que vengan animales y se acomoden⦠Lo tenemos en la Casa de Campo de Madrid: en la zona mÔs cercana a la ciudad hay chiringuitos y columpios y, a medida que te vas alejando, aparece un bosque con encinas y herbÔceas. El Retiro es uno de los parques mÔs bonitos y agradables del planeta, pero no es un espacio natural al cien por cien, sino un ajardinamiento fantÔstico.
En las ciudades tenemos una tradición de naturaleza domesticada. Mi reclamación es que no nos creamos los nombres que les ponemos a las cosas: una ciudad no es mÔs natural porque tenga plantas. Es estupenda, pero no es mÔs natural.
Probablemente de una forma mixta. Tiene que haber un punto de equilibrio entre la opinión de las personas que van a vivir en ella y la visión de quienes saben del tema. Un urbanista puede hacer un camino donde cree que estÔ bien, pero luego la gente va por otro sitio.
TĆŗ eres partidario de que la propia ciudad nos comunique sus necesidades.
«Las ciudades van a seguir evolucionando, y yo no creo en Mad Max: van a seguir evolucionando para bien, a pesar de las propias ciudades y a pesar de todo lo que hacemos en contra»
Si ahora diseñamos una ciudad para patinetes y coches compartidos, ¿no llegaremos tarde al siguiente hito?
 Siempre. Con lo cual, las ciudades tienen que ser flexibles. Y si no lo son, los ciudadanos vamos cambiando esa flexibilidad. Para los patinetes ahora tenemos la acera o la carretera, pero esto se corregirÔ. HabrÔ una alternativa, y mientras no la hay, uno se busca la vida. Vamos creando necesidades. Nos creemos muy dueños y señores de la ciudad: la diseñamos, pero las cosas van cambiando, afortunadamente.
ĀæY cuĆ”les deberĆan replantearse su estrategia de naturalización?
PrÔcticamente todas las de las coronas metropolitanas de Madrid y Barcelona. Casi nadie sabe que Fuenlabrada tiene un parque agrario fantÔstico: fincas privadas de agricultores de toda la vida, de cuando eso era un pueblo, que siguen produciendo. Antes toda esa producción iba a Mercamadrid; ahora una parte importante se consume en la propia Fuenlabrada.
Tres Cantos es el único modelo de downtown que prosperó: una ciudad creada ex profeso para descargar y descongestionar la gran ciudad, como los distritos externos de Nueva York. Me gusta mucho lo que se ha hecho en Valdebebas: el vertedero se naturalizó, lo cercano a las viviendas es mÔs urbanita y a medida que andas, aparecen unas zonas preciosas no intervenidas o semintervenidas.
En las ciudades del siglo XXI, Āæcómo serĆa el hĆ”bitat ideal de un urbanita?Ā Ā
Las ciudades serĆan seguras, bonitas, agradables; la jardinerĆa tiene mucho que ver con ello. Transitables al cien por cien, de forma que se pueda ir a comprar, a pasear y tener espacios tranquilos dentro de ellas. MĆ”s relajadas: que no agobien con el ruido y el jaleo. De la naturaleza, meterĆa en las ciudades como fuera los olores y la diversidad de colores. SerĆa obligatorio que desde cualquier sitio se pudiera ver el cielo.
Superpoblación, escasez de recursos, contaminación, cambio climÔtico⦠¿Acabaremos por mudarnos todos a una casa en el campo?
Ā SĆ, las vamos a salvar. Yo estoy convencido. Seguiremos viviendo en ellas y las adaptaremos a nuestra forma de ser y de vivir. HabrĆ” zonas mejores y peores, pero yo creo mucho en la sabidurĆa colectiva. No hay nada mĆ”s tonto que una abeja suelta; sin embargo, una colmena es lo mĆ”s inteligente que existe en la evolución. Las ciudades van a seguir evolucionando, y yo no creo en Mad Max: van a seguir evolucionando para bien, a pesar de las propias ciudades y a pesar de todo lo que hacemos en contra.