Misión: infiltrar 20.000 memorias USB en Corea del Norte para cambiar la sociedad

”Yorokobu gratis en formato digital!
En El arte de la guerra, su influyente tratado de estrategia militar, el general de la antigua China Sun Tzu escribĆa que Ā«toda guerra se basa en el engaƱoĀ». En la Antigua Grecia, esa estrategia adoptó la forma de un caballo de madera obsequiado al pueblo de Troya. Durante la Segunda Guerra Mundial se usaban transmisiones radiofónicas falsas y tanques de mentira, en una suerte de truco de magia, para apuntar falsamente la existencia de una invasión aliada en las playa de NormandĆa.
Si Sun Tzu viviera hoy en dĆa, sin duda recurrirĆa a las memorias USB para infiltrarse tras las lĆneas enemigas. Pero ĀæquĆ© deberĆan albergar en sus entraƱas esas memorias USB? SegĆŗn la organización fundada en Silicon Valley, Forum280, que ha lanzado recientemente la campaƱa de Flashdrives for Freedom, basta con series y pelĆculas occidentales.
Guerra cultural
Las guerras actuales apenas se libran ya con fusiles y cuchillos. MĆ”s que nunca, lo importante son los memes, los bits, la información. En la contienda entre el gobierno sirio y las fuerzas rebeldes, por ejemplo, la web de la agencia de noticias Reuters fue manipulada para difundir la noticia falsa de que los rebeldes habĆan sido derrotados en Alepo.
Pero si queremos evitar la contienda sucia, quizƔs la guerra mƔs honesta a la que podemos jugar sea la cultural. Esta es nuestra cultura, comparad y escoged. O, al menos, tened perspectivas diferentes.
La fina lĆnea entre cultura y propaganda de la misma es muy difusa. SegĆŗn Freedom House, una ONG creada para defender la democracia y los derechos humanos, al menos 22 gobiernos del planeta usan las redes sociales para generar propaganda. Por ejemplo, en junio de 2011, se desveló que el Mando Central de Estados Unidos habĆa pagado una suma millonaria para formar a soldados que manipularan conversaciones online y difundieran puntos de vista proamericanos allende las fronteras. Estos soldados eran capaces de hablar en Ć”rabe, farsi, urdu y pashto.
Sin embargo, cuando interactuamos con culturas profundamente aisladas o desinformadas, no es necesario recurrir a estrategias manipuladoras. Es suficiente con derribar los diques de contención y que la información fluya libremente. La mayorĆa de paĆses del mundo ejercen en algĆŗn grado una censura tanto interior como exterior. En Arabia SaudĆ, cientos de miles de pĆ”ginas web son censuradas por motivos polĆticos, religiosos o sociales. Tal y como explica el experto Marc Goodman en su libro Los delitos del futuro: Ā«En los Emiratos Ćrabes Unidos, el gobierno ha bloqueado todo acceso al dominio .il, de Israel, borrando con ello la existencia del Estado judĆo en el mundo virtualĀ».
Sin embargo, uno de los paĆses donde la opacidad resulta mĆ”s tenebrosa es Corea del Norte.
El paĆs sin libros
El caso contemporĆ”neo mĆ”s parecido de veneración por lo que un dictador escribe, quizĆ” sea el que ocurre en el reducto comunista de Corea del Norte. La Corporación de Correos y Telecomunicaciones de Corea del Norte bloquea el acceso a Facebook, YouTube o Twitter. Casi nadie tiene acceso a internet: en 2014 habĆa 1.024 direcciones IP.
Dado el secretismo del paĆs, se han originado muchas suposiciones que no sabemos hasta quĆ© punto son ciertas. Una de las mĆ”s delirantes habla de una biblioteca en la que han sido expurgados toda clase de libros que puedan hacer pensar a sus habitantes o que amenacen sus esquemas de vida. Por si este control bibliogrĆ”fico no fuera su suficiente, la mayorĆa del fondo de la biblioteca sólo pertenece a un mismo autor. El lĆder Kim Jon Il. Porque Kim Jon Il no ha escrito un solo libro con el que aburrir a su pueblo, sino nada menos que 18.000. MĆ”s de 18.000 libros escritos por su propio puƱo y letra. Tal y como explico en el libro 300 lugares de verdad que parecen de mentira:
Este escenario surrealista serĆa muy apropiado para desarrollar una idea para una novela. Imaginad que, por error, se cuela en el monotemĆ”tico fondo bibliogrĆ”fico de la biblioteca de Pyonyang uno de tantos libros prohibidos, tipo 1894 de Orwell o El castillo de Kafka. Un usuario de la biblioteca accede casualmente a la obra. La lee en cuatro ocasiones. Gracias a lo que allĆ descubre, empieza a contaminar con sus nuevas ideas las cabezas de sus familiares y amigos. En poco tiempo, gracias a las propiedades de diseminación de las ideas, los rumores y los chistes malos, finalmente se inicia una revolución contra el rĆ©gimen y Corea del Norte se descompone por completo. Como si el libro hubiera obrado igual que un virus. Como un arma mucho mĆ”s poderosa que todo el armamento nuclear del que dispone Corea del Norte.
Algo similar han pensado desde la ONG con la que nos hemos puesto en contacto y que pretende bombardear Corea del Norte con 20.000 memorias de USB repletas de series y pelĆculas occidentales, asĆ como pĆ”ginas de la Wikipedia. Es algo asĆ como enviarles un puƱado de cerebros de un planeta extraterrestre. MĆ”s si tenemos en cuenta que la capacidad de memoria de un cerebro humano posee, segĆŗn estimaciones recientes de investigadores del Salk Institute, 4,7 bits por neurona del hipocampo. Es decir, cada cerebro guarda un petabyte de información. 1015 bytes. Con un disco duro de 15 terabytes almacenarĆamos 1012 bytes.
Forum280, con su campaña Flashdrives for Freedom, quiere infiltrar mediante contrabando estos cerebros con forma de USB para que los norcoreanos abran los ojos. Occidente no es ejemplo de nada, tal vez, pero al menos todos tenemos derecho a conocer cómo son las cosas al otro lado del muro. QuizÔs sea la única oportunidad de que el pueblo inicie una lucha interna contra la dictadura y cesen las amenazas nucleares.
Actualmente Forum280 se encuentra pidiendo a los estadounidenses que donen memorias USB para la causa, algo queĀ pueden hacer a travĆ©s deĀ su pĆ”gina web. Ā«Puedes participar simplemente mediante el envĆo de una unidad USB a Palo Alto, y te ayudaremos a hacerlo llegar a Corea del NorteĀ», dice director de estrategia de la HRF Alex Gladstein. Y segĆŗn me cuenta Trevor Cornwell, cofundador de esta ONG, el contenido de las USB es seleccionado por la ONG, como Friends o Mujeres desesperadas.
Para hacer llegar las memorias, las estrategias van desde fijarlas a globos que floten desde Corea del Sur hasta ocultar las unidades USB en bodegas de carga de los camiones que pasan por la frontera Norte con China. Cada unidad infiltrada supone, pues, un coste en forma de viaje, sobornos e incluso escoger con desertores las pelĆculas mĆ”s eficaces para la apertura de las mentes de Corea del Norte.
ĀæRealmente ver una pelĆcula cambia tanto la mente?
No es la primera vez que alguien planifica esta clase de acciones e introduce contenido audiovisual en Corea del Norte mediante contrabando. Una organización llamada North Korea Strategy Center, fundada por Kang Chol-hwan, tambiĆ©n se ha dedicado a introducir series y pelĆculas en los dispositivos de los norcoreanos.
Pero Āæes efectivo mostrar una simple serie o pelĆcula para cambiar una cultura? Parece que sĆ, sobre todo para los ciudadanos que no estĆ”n dispuestos a leer un sesudo libro sobre polĆtica.
De hecho, la televisión fue el elemento decisivo que permitió que las mujeres indias empezaran a reclamar sus derechos como mujer y un trato mÔs igualitario respecto a los hombres.
Entre 2001 y 2006, gracias a la llegada de la televisión por cable, hubo un progresivo desembarco de memes de otros paĆses mĆ”s avanzados en lo relativo a los derechos de la mujer. Los economistas norteamericanos Emily Ester y Robert Jensen demostraron en un estudio cómo el avance de la televisión por cable en las poblaciones rurales las cambiaba para siempre: empezaron a tener una tasa de natalidad mĆ”s baja y tendieron a mantener escolarizadas a sus hijas. Tal y como explican en el libro Superfreakonomics Dubner y Levitt:
Resultó que las mujeres que habĆan adquirido televisión por cable estaban significativamente menos dispuestas a tolerar los malos tratos conyugales, era menos probable que admitieran tener preferencia por los hijos varones y tenĆan mĆ”s tendencia a la autonomĆa personal. (ā¦) ĀæSe volvieron mĆ”s autónomas las mujeres indias despuĆ©s de ver imĆ”genes cosmopolitas en sus televisores: mujeres que se vestĆan como querĆan, que manejaban dinero propio y a las que no se trataba como una propiedad ni como mĆ”quinas de procrear?
Una de las imĆ”genes mĆ”s icónicas de nuestra ideologĆa de mundo abierto es la caĆda del muro de BerlĆn. Pero lo que podrĆa haber sido una oportunidad para consolidar la libertad de circulación, de asociación, y la oportunidad de que cristalizaran los derechos humanos globales, en realidad se convirtió en un sĆmbolo del triunfo del capitalismo sobre el comunismo.
A dĆa de hoy, la noción de un mundo sin muros a menudo se enmarca en tĆ©rminos de flujos comerciales. Tal vez Mujeres desesperadas o Friends no son los mejores referentes culturales en los que sustentar un mundo informado y crĆtico, y tampoco un elemento subversivo totalmente eficaz, pero al menos es un primer paso para ver que hay algo mĆ”s que tu propio ombligo. Y, mientras, nos echamos unas risas.
”Yorokobu gratis en formato digital!
En El arte de la guerra, su influyente tratado de estrategia militar, el general de la antigua China Sun Tzu escribĆa que Ā«toda guerra se basa en el engaƱoĀ». En la Antigua Grecia, esa estrategia adoptó la forma de un caballo de madera obsequiado al pueblo de Troya. Durante la Segunda Guerra Mundial se usaban transmisiones radiofónicas falsas y tanques de mentira, en una suerte de truco de magia, para apuntar falsamente la existencia de una invasión aliada en las playa de NormandĆa.
Si Sun Tzu viviera hoy en dĆa, sin duda recurrirĆa a las memorias USB para infiltrarse tras las lĆneas enemigas. Pero ĀæquĆ© deberĆan albergar en sus entraƱas esas memorias USB? SegĆŗn la organización fundada en Silicon Valley, Forum280, que ha lanzado recientemente la campaƱa de Flashdrives for Freedom, basta con series y pelĆculas occidentales.
Guerra cultural
Las guerras actuales apenas se libran ya con fusiles y cuchillos. MĆ”s que nunca, lo importante son los memes, los bits, la información. En la contienda entre el gobierno sirio y las fuerzas rebeldes, por ejemplo, la web de la agencia de noticias Reuters fue manipulada para difundir la noticia falsa de que los rebeldes habĆan sido derrotados en Alepo.
Pero si queremos evitar la contienda sucia, quizƔs la guerra mƔs honesta a la que podemos jugar sea la cultural. Esta es nuestra cultura, comparad y escoged. O, al menos, tened perspectivas diferentes.
La fina lĆnea entre cultura y propaganda de la misma es muy difusa. SegĆŗn Freedom House, una ONG creada para defender la democracia y los derechos humanos, al menos 22 gobiernos del planeta usan las redes sociales para generar propaganda. Por ejemplo, en junio de 2011, se desveló que el Mando Central de Estados Unidos habĆa pagado una suma millonaria para formar a soldados que manipularan conversaciones online y difundieran puntos de vista proamericanos allende las fronteras. Estos soldados eran capaces de hablar en Ć”rabe, farsi, urdu y pashto.
Sin embargo, cuando interactuamos con culturas profundamente aisladas o desinformadas, no es necesario recurrir a estrategias manipuladoras. Es suficiente con derribar los diques de contención y que la información fluya libremente. La mayorĆa de paĆses del mundo ejercen en algĆŗn grado una censura tanto interior como exterior. En Arabia SaudĆ, cientos de miles de pĆ”ginas web son censuradas por motivos polĆticos, religiosos o sociales. Tal y como explica el experto Marc Goodman en su libro Los delitos del futuro: Ā«En los Emiratos Ćrabes Unidos, el gobierno ha bloqueado todo acceso al dominio .il, de Israel, borrando con ello la existencia del Estado judĆo en el mundo virtualĀ».
Sin embargo, uno de los paĆses donde la opacidad resulta mĆ”s tenebrosa es Corea del Norte.
El paĆs sin libros
El caso contemporĆ”neo mĆ”s parecido de veneración por lo que un dictador escribe, quizĆ” sea el que ocurre en el reducto comunista de Corea del Norte. La Corporación de Correos y Telecomunicaciones de Corea del Norte bloquea el acceso a Facebook, YouTube o Twitter. Casi nadie tiene acceso a internet: en 2014 habĆa 1.024 direcciones IP.
Dado el secretismo del paĆs, se han originado muchas suposiciones que no sabemos hasta quĆ© punto son ciertas. Una de las mĆ”s delirantes habla de una biblioteca en la que han sido expurgados toda clase de libros que puedan hacer pensar a sus habitantes o que amenacen sus esquemas de vida. Por si este control bibliogrĆ”fico no fuera su suficiente, la mayorĆa del fondo de la biblioteca sólo pertenece a un mismo autor. El lĆder Kim Jon Il. Porque Kim Jon Il no ha escrito un solo libro con el que aburrir a su pueblo, sino nada menos que 18.000. MĆ”s de 18.000 libros escritos por su propio puƱo y letra. Tal y como explico en el libro 300 lugares de verdad que parecen de mentira:
Este escenario surrealista serĆa muy apropiado para desarrollar una idea para una novela. Imaginad que, por error, se cuela en el monotemĆ”tico fondo bibliogrĆ”fico de la biblioteca de Pyonyang uno de tantos libros prohibidos, tipo 1894 de Orwell o El castillo de Kafka. Un usuario de la biblioteca accede casualmente a la obra. La lee en cuatro ocasiones. Gracias a lo que allĆ descubre, empieza a contaminar con sus nuevas ideas las cabezas de sus familiares y amigos. En poco tiempo, gracias a las propiedades de diseminación de las ideas, los rumores y los chistes malos, finalmente se inicia una revolución contra el rĆ©gimen y Corea del Norte se descompone por completo. Como si el libro hubiera obrado igual que un virus. Como un arma mucho mĆ”s poderosa que todo el armamento nuclear del que dispone Corea del Norte.
Algo similar han pensado desde la ONG con la que nos hemos puesto en contacto y que pretende bombardear Corea del Norte con 20.000 memorias de USB repletas de series y pelĆculas occidentales, asĆ como pĆ”ginas de la Wikipedia. Es algo asĆ como enviarles un puƱado de cerebros de un planeta extraterrestre. MĆ”s si tenemos en cuenta que la capacidad de memoria de un cerebro humano posee, segĆŗn estimaciones recientes de investigadores del Salk Institute, 4,7 bits por neurona del hipocampo. Es decir, cada cerebro guarda un petabyte de información. 1015 bytes. Con un disco duro de 15 terabytes almacenarĆamos 1012 bytes.
Forum280, con su campaña Flashdrives for Freedom, quiere infiltrar mediante contrabando estos cerebros con forma de USB para que los norcoreanos abran los ojos. Occidente no es ejemplo de nada, tal vez, pero al menos todos tenemos derecho a conocer cómo son las cosas al otro lado del muro. QuizÔs sea la única oportunidad de que el pueblo inicie una lucha interna contra la dictadura y cesen las amenazas nucleares.
Actualmente Forum280 se encuentra pidiendo a los estadounidenses que donen memorias USB para la causa, algo queĀ pueden hacer a travĆ©s deĀ su pĆ”gina web. Ā«Puedes participar simplemente mediante el envĆo de una unidad USB a Palo Alto, y te ayudaremos a hacerlo llegar a Corea del NorteĀ», dice director de estrategia de la HRF Alex Gladstein. Y segĆŗn me cuenta Trevor Cornwell, cofundador de esta ONG, el contenido de las USB es seleccionado por la ONG, como Friends o Mujeres desesperadas.
Para hacer llegar las memorias, las estrategias van desde fijarlas a globos que floten desde Corea del Sur hasta ocultar las unidades USB en bodegas de carga de los camiones que pasan por la frontera Norte con China. Cada unidad infiltrada supone, pues, un coste en forma de viaje, sobornos e incluso escoger con desertores las pelĆculas mĆ”s eficaces para la apertura de las mentes de Corea del Norte.
ĀæRealmente ver una pelĆcula cambia tanto la mente?
No es la primera vez que alguien planifica esta clase de acciones e introduce contenido audiovisual en Corea del Norte mediante contrabando. Una organización llamada North Korea Strategy Center, fundada por Kang Chol-hwan, tambiĆ©n se ha dedicado a introducir series y pelĆculas en los dispositivos de los norcoreanos.
Pero Āæes efectivo mostrar una simple serie o pelĆcula para cambiar una cultura? Parece que sĆ, sobre todo para los ciudadanos que no estĆ”n dispuestos a leer un sesudo libro sobre polĆtica.
De hecho, la televisión fue el elemento decisivo que permitió que las mujeres indias empezaran a reclamar sus derechos como mujer y un trato mÔs igualitario respecto a los hombres.
Entre 2001 y 2006, gracias a la llegada de la televisión por cable, hubo un progresivo desembarco de memes de otros paĆses mĆ”s avanzados en lo relativo a los derechos de la mujer. Los economistas norteamericanos Emily Ester y Robert Jensen demostraron en un estudio cómo el avance de la televisión por cable en las poblaciones rurales las cambiaba para siempre: empezaron a tener una tasa de natalidad mĆ”s baja y tendieron a mantener escolarizadas a sus hijas. Tal y como explican en el libro Superfreakonomics Dubner y Levitt:
Resultó que las mujeres que habĆan adquirido televisión por cable estaban significativamente menos dispuestas a tolerar los malos tratos conyugales, era menos probable que admitieran tener preferencia por los hijos varones y tenĆan mĆ”s tendencia a la autonomĆa personal. (ā¦) ĀæSe volvieron mĆ”s autónomas las mujeres indias despuĆ©s de ver imĆ”genes cosmopolitas en sus televisores: mujeres que se vestĆan como querĆan, que manejaban dinero propio y a las que no se trataba como una propiedad ni como mĆ”quinas de procrear?
Una de las imĆ”genes mĆ”s icónicas de nuestra ideologĆa de mundo abierto es la caĆda del muro de BerlĆn. Pero lo que podrĆa haber sido una oportunidad para consolidar la libertad de circulación, de asociación, y la oportunidad de que cristalizaran los derechos humanos globales, en realidad se convirtió en un sĆmbolo del triunfo del capitalismo sobre el comunismo.
A dĆa de hoy, la noción de un mundo sin muros a menudo se enmarca en tĆ©rminos de flujos comerciales. Tal vez Mujeres desesperadas o Friends no son los mejores referentes culturales en los que sustentar un mundo informado y crĆtico, y tampoco un elemento subversivo totalmente eficaz, pero al menos es un primer paso para ver que hay algo mĆ”s que tu propio ombligo. Y, mientras, nos echamos unas risas.
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