El Monopoly, el famoso juego de mesa en el que el jugador trata de acumular el máximo número de propiedades para aplastar a la competencia, fue creado para mostrar la maldad del sistema capitalista. Un siglo después de su nacimiento podemos afirmar que a su creadora, Elizabeth Magie, le salió el tiro por la culata.
Lizzie Magie patentó en 1904 el juego, que en su versión beta se llamaba “El Juego del Terrateniente” (The Landlord’s Game). La intención de Magie con el juego era demostrar cómo las rentas enriquecían a los propietarios y empobrecían a los inquilinos. Dado que las ideas económicas subyacentes eran muy difíciles de transmitir a las víctimas del sistema, inventó un juego con el que despertar en los niños una natural suspicacia hacia la injusticia.
El mayor problema de aquel proto-Monopoly (que no de los subsiguientes, abiertamente procapitalistas) era su mecánica. La inventora pensaba que los jugadores se verían ahogados por las exorbitantes rentas de los propietarios y acabarían levantándose contra ellos, atesorando una dosis del rencor para el mundo real. Pero el efecto era el contrario: el jugador que conseguía hacerse con todas las propiedades y el dinero del tablero ganaba la partida, de modo que estimulaba ese demonio acumulador y acaparador que todos llevamos dentro.
Otro tanto pasaba con los trenes. Aquel que se hiciera con las cuatro compañías ferroviarias estaba en disposición de cobrar los boletos al doble de precio. Una vez más, la metáfora estaba clara: la acumulación de propiedades en unas pocas manos llevaba al abuso. Una vez más, la enseñanza del juego era muy otra: los monopolios son un gran invento porque te hacen ganar pasta a manos llenas.
El otro problema al que se enfrentó Magie fue el “time to market”. El Juego del Terrateniente tuvo su momento en los locos años 20, década de furiosa extensión del capitalismo. De haberlo inventado un poco después, el juego hubiera encontrado un buen caldo de cultivo entre los depauperados obreros expelidos del sistema durante la Gran Depresión (quienes probablemente hubieran hecho un caldo con el tablero). Magie vendió el juego a Parker Brothers en 1935, por 500 dólares (unos 8.000 dólares actuales: una minucia). La empresa le cambió el nombre y le hizo un par de sutiles cambios. Por ejemplo, sustituyó por un inocuo “salida” el mensaje de la última casilla, allí donde la beligerante Magie había escrito “El trabajo sobre la Madre Tierra produce salarios”, todo un lema ecologista.
Por aquella época un avispado malagueño, Francisco Leyva, copió el Monopoly americano y lanzó en España El Palé, con las calles de Madrid, según cuenta Josep Playá en La Vanguardia. En los años 50, la empresa editora denunció a Leyva y ambas partes llegaron a un pacto: el genuino Monopoly llegó a España de la mano de Borràs.
¿Y qué quedó del espíritu del Juego del Terrateniente? Pues sigue vivo en el espíritu de los irreductibles cubanos, que entre mojito y mojito de agua no pierden ocasión de echarse una partidita al Deuda Eterna, divertimento en el que los jugadores hacen el papel de gobiernos y su objetivo es derrotar al Fondo Monetario Internacional, epítome de la maldad bancaria en el Caribe y en el mundo planeta.
¿Un juego para desprestigiar el capitalismo? Como dice Cecil Adams, “sólo es necesario ver las noticias para comprobar las miserias del capitalismo”.
—
Visto en Creative Loafing y La Vanguardia.
Foto de cabecera: CaseyMartin / Shutterstock.com
Imagen del tablero de Wikicommons. Historia del juego original, en Wikipedia.
El Monopoly, el famoso juego de mesa en el que el jugador trata de acumular el máximo número de propiedades para aplastar a la competencia, fue creado para mostrar la maldad del sistema capitalista. Un siglo después de su nacimiento podemos afirmar que a su creadora, Elizabeth Magie, le salió el tiro por la culata.
Lizzie Magie patentó en 1904 el juego, que en su versión beta se llamaba “El Juego del Terrateniente” (The Landlord’s Game). La intención de Magie con el juego era demostrar cómo las rentas enriquecían a los propietarios y empobrecían a los inquilinos. Dado que las ideas económicas subyacentes eran muy difíciles de transmitir a las víctimas del sistema, inventó un juego con el que despertar en los niños una natural suspicacia hacia la injusticia.
El mayor problema de aquel proto-Monopoly (que no de los subsiguientes, abiertamente procapitalistas) era su mecánica. La inventora pensaba que los jugadores se verían ahogados por las exorbitantes rentas de los propietarios y acabarían levantándose contra ellos, atesorando una dosis del rencor para el mundo real. Pero el efecto era el contrario: el jugador que conseguía hacerse con todas las propiedades y el dinero del tablero ganaba la partida, de modo que estimulaba ese demonio acumulador y acaparador que todos llevamos dentro.
Otro tanto pasaba con los trenes. Aquel que se hiciera con las cuatro compañías ferroviarias estaba en disposición de cobrar los boletos al doble de precio. Una vez más, la metáfora estaba clara: la acumulación de propiedades en unas pocas manos llevaba al abuso. Una vez más, la enseñanza del juego era muy otra: los monopolios son un gran invento porque te hacen ganar pasta a manos llenas.
El otro problema al que se enfrentó Magie fue el “time to market”. El Juego del Terrateniente tuvo su momento en los locos años 20, década de furiosa extensión del capitalismo. De haberlo inventado un poco después, el juego hubiera encontrado un buen caldo de cultivo entre los depauperados obreros expelidos del sistema durante la Gran Depresión (quienes probablemente hubieran hecho un caldo con el tablero). Magie vendió el juego a Parker Brothers en 1935, por 500 dólares (unos 8.000 dólares actuales: una minucia). La empresa le cambió el nombre y le hizo un par de sutiles cambios. Por ejemplo, sustituyó por un inocuo “salida” el mensaje de la última casilla, allí donde la beligerante Magie había escrito “El trabajo sobre la Madre Tierra produce salarios”, todo un lema ecologista.
Por aquella época un avispado malagueño, Francisco Leyva, copió el Monopoly americano y lanzó en España El Palé, con las calles de Madrid, según cuenta Josep Playá en La Vanguardia. En los años 50, la empresa editora denunció a Leyva y ambas partes llegaron a un pacto: el genuino Monopoly llegó a España de la mano de Borràs.
¿Y qué quedó del espíritu del Juego del Terrateniente? Pues sigue vivo en el espíritu de los irreductibles cubanos, que entre mojito y mojito de agua no pierden ocasión de echarse una partidita al Deuda Eterna, divertimento en el que los jugadores hacen el papel de gobiernos y su objetivo es derrotar al Fondo Monetario Internacional, epítome de la maldad bancaria en el Caribe y en el mundo planeta.
¿Un juego para desprestigiar el capitalismo? Como dice Cecil Adams, “sólo es necesario ver las noticias para comprobar las miserias del capitalismo”.
—
Visto en Creative Loafing y La Vanguardia.
Foto de cabecera: CaseyMartin / Shutterstock.com
Imagen del tablero de Wikicommons. Historia del juego original, en Wikipedia.
Si no te gustan los juegos de mesa, es otra cuestión, pero es innegable el exitazo de Monopoly con cualquier formato. Cada vez que sacan una linea nueva, arrasan, así que no creo que sea un juego aburrido…
¿Para cuando un juego que muestre las miserias del Socialismo y del Comunismo? Tal vez sea menos divertido matar a 10 millones de personas de hambre en un año como hizo Stalin en Ucrania… O acabar con más de 100 millones de chinos como hizo Mao… Pero bueno, con un buen tablero con colorines igual gana en interés…
¿Maopoly?
🙂
quien dijo que el comunismo y el socialismo es bueno. Tu actitud es la tipica de los que apoyan el capitalismo porque tu estas bien porque seguramente crees que “el que trabaja puede progresar” pero estas equivocado. El tiempo demostrara hasta donde vamos a llegar con el capitalismo. Por el comunismo o el socialismo bueno no llegaron a buen puerto pero no te olvides que el problema tambien fue de direccion y organizacion pero no bajo ningun formato propuso generar riqueza a costillas de otro.
No, solo propone que el estado y sus gobernantes se enriquezcan mediante la explotacion del proletariado y de paso te dicen que tu no tienes derecho a sus lujos porque entonces eso sería desconocer tu igualdad con la de los demas. Extrañamente los comunistas siempre critican al capitalismo, pero jamas critican a los que manejan al estado comunista que también curiosamente viven mejor que el resto de la población, si partimos del precepto de una verdadera igualdad, hasta el estado mismo desaparece ya que el hecho de tu estar en un aparato de control de la poblacion te hace estar por encima de ella, por encima del proletariado. Al menos el capitalismo es menos hipocrita, no te niega que hay desigualdad y quizás te engaña diciendo que tu puedes llegar a tener mejor calidad de vida, en el comunismo sencillamente no tienes ese privilegio porque la idea es el “bien” comun, no el bien particular, sobre todo, es muy comun que los dirigentes comunistas tengan mejor calidad de vida que su explotado proletariado…
Supongo que has leído en alguna parte del texto que descalificar -o criticar levemente- el capitalismo implica sugerir que el comunismo es mejor. Dime dónde, por favor.
El comunismo se desacreditó el solito, de eso no hay duda. Ahora toca va siendo hora de que la última ideología haga análisis de conciencia y decida cercenar su mayor vergüenza: la desigualdad.
Oponer comunismo a capitalismo como si ése fuera todo el debate posible es propio de una mente anclada en el dualismo, el origen mismo de los males que asolan el mundo que hemos heredado.
Opinare por que veo que se informan y respetan el debate.
En el verdadero comunismo No existe estado ni gobernantes eso es una falacia…
No te niego las injusticias que se libraron en nombre del “Comunismo” cuando jamas hemos tenido un ejemplo de una sociedad comunista, no confundan el Socialismo que es la etapa de transición al comunismo con este mismo.
Por dar un ejemplo tenemos un limpia pocetas magnifico y el dueño lo usa para limpiar carros lo cual produce algo no deseado por lo tanto lo tildan de mal producto, cuando en verdad no ha sido implementado de la forma correcta.
Por lo tanto el que rije el sistema sera el mismo pueblo a través del poder popular, llámense comunas, asambleas consejos comunales donde la mayoría sera la que decida y no un conglomerado grupo de gobernantes con privilegios.
Pues le salió el juego más aburrido de la historia.
¿Aburrido? Depende de la edad que tengas, recuerdo de niño pasar unos buenos ratos con mi familia jugando al monopoly.
Si no te gustan los juegos de mesa, es otra cuestión, pero es innegable el exitazo de Monopoly con cualquier formato. Cada vez que sacan una linea nueva, arrasan, así que no creo que sea un juego aburrido…
¿Para cuando un juego que muestre las miserias del Socialismo y del Comunismo? Tal vez sea menos divertido matar a 10 millones de personas de hambre en un año como hizo Stalin en Ucrania… O acabar con más de 100 millones de chinos como hizo Mao… Pero bueno, con un buen tablero con colorines igual gana en interés…
¿Maopoly?
🙂
quien dijo que el comunismo y el socialismo es bueno. Tu actitud es la tipica de los que apoyan el capitalismo porque tu estas bien porque seguramente crees que “el que trabaja puede progresar” pero estas equivocado. El tiempo demostrara hasta donde vamos a llegar con el capitalismo. Por el comunismo o el socialismo bueno no llegaron a buen puerto pero no te olvides que el problema tambien fue de direccion y organizacion pero no bajo ningun formato propuso generar riqueza a costillas de otro.
No, solo propone que el estado y sus gobernantes se enriquezcan mediante la explotacion del proletariado y de paso te dicen que tu no tienes derecho a sus lujos porque entonces eso sería desconocer tu igualdad con la de los demas. Extrañamente los comunistas siempre critican al capitalismo, pero jamas critican a los que manejan al estado comunista que también curiosamente viven mejor que el resto de la población, si partimos del precepto de una verdadera igualdad, hasta el estado mismo desaparece ya que el hecho de tu estar en un aparato de control de la poblacion te hace estar por encima de ella, por encima del proletariado. Al menos el capitalismo es menos hipocrita, no te niega que hay desigualdad y quizás te engaña diciendo que tu puedes llegar a tener mejor calidad de vida, en el comunismo sencillamente no tienes ese privilegio porque la idea es el “bien” comun, no el bien particular, sobre todo, es muy comun que los dirigentes comunistas tengan mejor calidad de vida que su explotado proletariado…
Supongo que has leído en alguna parte del texto que descalificar -o criticar levemente- el capitalismo implica sugerir que el comunismo es mejor. Dime dónde, por favor.
El comunismo se desacreditó el solito, de eso no hay duda. Ahora toca va siendo hora de que la última ideología haga análisis de conciencia y decida cercenar su mayor vergüenza: la desigualdad.
Oponer comunismo a capitalismo como si ése fuera todo el debate posible es propio de una mente anclada en el dualismo, el origen mismo de los males que asolan el mundo que hemos heredado.
Opinare por que veo que se informan y respetan el debate.
En el verdadero comunismo No existe estado ni gobernantes eso es una falacia…
No te niego las injusticias que se libraron en nombre del “Comunismo” cuando jamas hemos tenido un ejemplo de una sociedad comunista, no confundan el Socialismo que es la etapa de transición al comunismo con este mismo.
Por dar un ejemplo tenemos un limpia pocetas magnifico y el dueño lo usa para limpiar carros lo cual produce algo no deseado por lo tanto lo tildan de mal producto, cuando en verdad no ha sido implementado de la forma correcta.
Por lo tanto el que rije el sistema sera el mismo pueblo a través del poder popular, llámense comunas, asambleas consejos comunales donde la mayoría sera la que decida y no un conglomerado grupo de gobernantes con privilegios.
el capitalismo es una mierda. pero de todos los sistemas actuales lo prefiero por encima de cualquiera mil millones de veces 🙂
Y si en el futuro se crea un nuevo sistema, MEJOR que el capitalismo ¿qué dirías?
me encanta este juego
me encanta este jugo me gustaría tener uno
Comentarios cerrados.