Si te adentras en esta pinacoteca, sita en las intangibles tierras de la realidad virtual, caminarás entre unos y ceros mientras tu delicado paladar artÃstico se deleita con obras «que las bases de datos del FBI y la Interpol registran como desaparecidas». En palabras de su creadora, la artista israelà Ziv Schneider, tendrás ocasión de «echar un vistazo a lo oculto y lo invisible».
Antes, tendrás que congraciarte con la comisaria, que vive y trabaja en Nueva York, pues de momento solo ella puede invitarte a su universo paralelo (aunque espera abrirlo al público en los próximos meses). Llegarás allà a lomos de Oculus Rift, el casco de realidad virtual que nació de un crowdfunding y acabó en manos de Facebook.
Una foto publicada por Ziv Schneider (@zivschneider) el
Orientarse entre sus salas no es difÃcil. La audioguÃa se encarga de explicar el devenir de cada obra, su historia casi siempre trágica. Por lo demás, el museo no es precisamente Matrix. Su aspecto es el que cabe esperar de un sitio asÃ: pasillos con paredes blancas y cuadros elegantemente enmarcados.
Si te adentras en esta pinacoteca, sita en las intangibles tierras de la realidad virtual, caminarás entre unos y ceros mientras tu delicado paladar artÃstico se deleita con obras «que las bases de datos del FBI y la Interpol registran como desaparecidas». En palabras de su creadora, la artista israelà Ziv Schneider, tendrás ocasión de «echar un vistazo a lo oculto y lo invisible».
Antes, tendrás que congraciarte con la comisaria, que vive y trabaja en Nueva York, pues de momento solo ella puede invitarte a su universo paralelo (aunque espera abrirlo al público en los próximos meses). Llegarás allà a lomos de Oculus Rift, el casco de realidad virtual que nació de un crowdfunding y acabó en manos de Facebook.
Una foto publicada por Ziv Schneider (@zivschneider) el
Orientarse entre sus salas no es difÃcil. La audioguÃa se encarga de explicar el devenir de cada obra, su historia casi siempre trágica. Por lo demás, el museo no es precisamente Matrix. Su aspecto es el que cabe esperar de un sitio asÃ: pasillos con paredes blancas y cuadros elegantemente enmarcados.
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