Ir de compras es cosa de mujeres. Eso es lo que dice Google si buscamos Ā«comprasĀ» o Ā«shoppingĀ» y damos a imĆ”genes. La palabra shopaholic tambiĆ©n lo deja bastante claro: mujeres llenas de bolsas que se rĆen con un entusiasmo solo comparable al de estar comiendo una ensalada.
Claro, que no necesitamos a Google para que nos diga esto. PelĆculas, series, libros y publicidad lo muestran dĆa tras dĆas: las mujeres nos volvemos locas en cuanto entramos en un centro comercial o en una calle de tiendas de ropa, gastamos a golpe de tarjeta un dinero que no tenemos y llegamos a casa derrotadas pero contentas. Hemos comprado identidades nuevas, vidas nuevas, un futuro sin complejos ni inseguridades.
El origen mĆ”s claro de todo esto se encuentra a finales del siglo XIX, y sobre todo principios del XX, con el nacimiento de los grandes almacenes. Como ya apuntaba Ćmile Zola en su libro El paraĆso de las damas, publicado en 1883, estos lugares se habĆan convertido en una nueva iglesia para las mujeres y todo en ellos estaba pensado para atraerlas. Porque Āæes, de alguna forma, natural que a las mujeres les guste la ropa? No; mĆ”s bien, porque eran un nuevo tipo de consumidor con un potencial enorme.
Eran los primeros momentos del movimiento de liberación femenina y, aunque el derecho a voto era algo todavĆa bastante lejano en los paĆses occidentales, sĆ habĆa algo sobre lo que las mujeres tenĆan control: organizaban cómo y en quĆ© se gastaba el dinero que ganaba su marido. Los grandes almacenes fueron los que vieron la luz: Āæpor quĆ© no crear un espacio atractivo y lleno de glamour y promesas y publicitarlo como un espacio en el que las mujeres podĆan tomar sus propias decisiones?
Los grandes almacenes se convirtieron en uno de los pocos lugares en los que las mujeres podĆan estar fuera de casa sin sus maridos. AllĆ, en un entorno creado para ellas, podĆan escoger, decidir en quĆ© gastar el dinero, sentir que tenĆan cierto control o poder. O, por lo menos, una ilusión de control o poder. Una parte importante era la moda.
Estar guapa para tu marido
Gastar dinero en ropa (y productos de belleza) se publicitaba en las revistas femeninas al lado de artĆculos con consejos para ser una buena esposa, crónicas de sociedad y anĆ”lisis de nuevas telas o cortes que estaban de moda. Sumar dos mĆ”s dos era fĆ”cil: parte del deber de una buena esposa es ser un ejemplo literal de Ā«bello sexoĀ». Adornarse con prendas favorecedoras y a la moda, mantenerse joven.
Con la necesidad de belleza creada (en realidad, no era nada nuevo), faltaba aƱadir la necesidad de compra casi constante. Fue tambiƩn por esa Ʃpoca cuando nacieron las temporadas de moda, el golpe maestro para evitar que estuviƩramos con los mismos vestidos varios aƱos seguidos.
Si se echa un vistazo a las revistas femeninas de finales del siglo XIX y principios del XX, por ejemplo, es casi omnipresente un anuncio de los almacenes Printemps de ParĆs, en el que avisan a las seƱoras espaƱolas de que ya estĆ” publicado el catĆ”logo de la nueva temporada. OtoƱo-invierno 1900, primavera-verano 1901⦠siempre aclarando que en el catĆ”logo vienen instrucciones para compras desde el extranjero y temas de aduanas.
¿Para qué ir al sastre a que te haga el vestido de moda si el año que viene ya no lo podrÔs utilizar? Ir siempre a la última y haber adquirido la ropa en tiendas de moda o grandes almacenes empezó a ser señal de estatus. El concepto «ir de compras» nació ya unido a la mujer.
ĀæEs de peor calidad la ropa de mujer?
Avancemos hasta el presente, en plena Ć©poca de la moda rĆ”pida. Con temporadas mĆ”s cortas que nunca y precios muy bajos, tiene sentido que la calidad de la ropa āhablando de las grandes compaƱĆas tipo Inditexā sea casi de usar y tirar. Por si la necesidad de cambiar constantemente no estuviese suficientemente afincada, tienes que hacerlo porque a los tres meses ya no hay quien se ponga esa camiseta.
Pero Āæocurre lo mismo con la ropa de hombre? No tanto y, curiosamente, no se refleja en los precios. Tomando como referencia la tienda online de H&M, se encuentran varias incongruencias haciendo una comparación entre prendas de hombre y mujer. Ellos, por ejemplo, pueden comprar cinco camisetas bĆ”sicas blancas por 29,99 euros; nosotras, una por 9,99 (ĀæquĆ© mujer querrĆa la misma prenda cinco veces?).
Si se mira la composición, se ve que salimos perdiendo todavĆa mĆ”s de lo que parece por el precio: las de hombre son 95% algodón; la de mujer, 100% viscosa.
Y asĆ en muchos mĆ”s casos y muchas otras tiendas. Tiene sentido tambiĆ©n desde un punto de vista prĆ”ctico. Las temporadas de hombre no son tan cortas y tienen menos variedad de productos. Siguiendo en H&M online, tienen mĆ”s de 6.000 artĆculos mĆ”s para mujeres; en Zara no te dan el nĆŗmero total, pero solo por categorĆas, 20 en mujer, 16 en hombre, se entiende que pasarĆ” algo similar. Un menor nĆŗmero de prendas y una menor estacionalidad permite que la calidad sea algo mejor.
En cuanto a si de verdad las mujeres gastamos mucho mĆ”s dinero en ropa que los hombres, serĆa fĆ”cil concluir que sĆ, pero los estudios dicen algo distinto. SegĆŗn el Instituto Nacional de EstadĆstica (INE), el tema estĆ” bastante igualado: en 2017, los hombres gastaron una media de 593,27 euros en ropa y calzado; las mujeres, 647,47. La diferencia ha estado en torno a esos 50 euros en los Ćŗltimos aƱos.
De hecho, en Reino Unido algún estudio ya ha mostrado que aunque a ellos les importa menos ir a la moda, gastan mÔs al año en ropa que las mujeres. Ahora solo falta que se entere la cultura pop y dejen de mostrar a unas como locas sin control y a otros como gente tomando decisiones serias y meditadas en las tiendas de ropa.
Cuidado con la interpretación de esos “estudios”. Sobre todo si no corresponden a la cultura local. AquĆ en EspaƱa puedo poner las manos en el fuego que las mujeres pasan mas tiempo comprando ropa que los hombres. Pero otra cosa es que gasten mas… De hecho, apuesto que son muchos los casos en que la mujer compra no solo para ella, sino para su pareja e hijos. ĀæCómo discriminan el gasto?
Los hombres en cambio gastamos mas en ropa deportiva y ahi preferimos hacer la compra en persona. ĀæSomos los obsesionados de este sector?
yo sólo puedo decir que en mi tienda online se compran un monton de chales para fiestas, bodas y de diferentes colores.
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