EspaƱa es el cuarto paĆs de Europa con mayor densidad de población en zonas urbanas. El 48,5% de los espaƱoles reside en grandes ciudades, segĆŗn datos de Eurostat. Frente a esta tendencia que no ha parado de crecer en el Ćŗltimo siglo, un 20,7% de la población vive en municipios con menos de 10.000 habitantes. En este porcentaje se encuadra la población rural, cuyo estilo de vida es desconocido para la mayorĆa de los urbanitas e hipsters que habitan las principales ciudades de EspaƱa.
En su libro Nemini Parco, el fotógrafo valenciano Jesús Monterde traza un retrato vivo y descarnado del Maestrazgo de Castellón y de Teruel, donde nació y donde sigue viviendo hasta hoy. «Es un territorio montañoso y Ôspero, alejado de las grandes urbes y muy despoblado. Este aislamiento, junto a una tierra pobre y un clima continental, ha esculpido el carÔcter de sus habitantes», cuenta Monterde desde el pueblo de Benassal.

Ā«En el pasado se han vivido momentos muy dolorosos en esta zona, que tambiĆ©n han marcado la personalidad de sus gentes, entre los que destacarĆa la posguerra civil. La zona, por su orografĆa, fue territorio de maquis y hubo una represión bastante fuerte por parte del Estado. Mi pueblo y otros tres sufrieron un bombardeo experimental por parte de los nazis durante la Guerra Civil, en el que murió mucha gente. PodrĆa ser considerado otro GuernikaĀ», agrega.
Nemini Parco en latĆn significa Ā«no perdono a nadieĀ». Antiguamente esta inscripción solĆa aparecer en la guadaƱas, que en muchas culturas son el sĆmbolo de la muerte. «¿Conoces a alguien que no haya vivido momentos difĆciles?Ā», pregunta el autor del libro para justificar el titular.

Su mirada cómplice muestra el dĆa a dĆa de estas comarcas de una forma cercana. Sin embargo, sus imĆ”genes resultan inquietantes y cautivadoras. Monterde retrata con crudeza, a golpe de flash, los escenarios en lo que creció. A mismo tiempo que construye un universo misterioso para el espectador metropolitano, el fotógrafo se sumerge en su mundo interior, en busca de sus orĆgenes. Ā«En un principio solo querĆa retratar un estilo de vida que bien podrĆa recordar a la EspaƱa de los aƱos 40. Pero a medida que iba avanzando, me di cuenta de que realmente estaba buscando mis raĆces. Cada imagen podrĆa ser un recuerdo de mi infanciaĀ», revela.
Monterde es un autodidacta que llegó a la fotografĆa despuĆ©s de los 30 aƱos. Su pasión por el senderismo, que practicó con mĆ”s ahĆnco tras la muerte de su padre, le llevó a conocer y fotografiar los rincones mĆ”s perdidos de su comarca. Ā«En esta serie de fotos intento mostrar la vida tal como es, sin esconder nada. SĆ© que pueden resultar perturbadoras y dolorosas, pero son reales. QuizĆ”s por eso asustanĀ», afirma.

En la documentación de su propia realidad rural se mezclan varios factores. A su bĆŗsqueda personal se suma una denuncia social. Monterde cita el olvido institucional cuando habla de su tierra. Ā«No hay hospitales, universidades ni una Ćnfima ayuda social. Y eso que pagamos los mismos impuestos que otros ciudadanosĀ», seƱala. Ā«Trabajar en el campo es duro fĆsicamente y no estĆ© suficientemente valorado a nivel social, a pesar de ser el mĆ”s importante. ĀæQuĆ© comerĆamos si nadie hiciese este trabajo?Ā», aƱade.
Operario en una empresa textil desde hace 21 aƱos, Monterde ha llegado a la literatura, a la filosofĆa y a la pintura gracias a la fotografĆa. Ā«Antes nunca habĆa leĆdo un libro por mi propia iniciativa, quizĆ”s alguno de autoayuda. Recuerdo que en las clases de fotografĆa JuliĆ”n Barón [quien dirigió la ya extinta escuela Blank Paper Valencia] no dejaba de decir lo importante que era leer, pero a mi no me atraĆa. AĆŗn asĆ decidĆ intentarlo. Uno de los primeros libros que leĆ fue EspaƱa invertebrada de Ortega y Gasset. No entendĆ nadaĀ», reconoce.

«Unos meses mÔs tarde empecé La rebelión de las masas [del mismo autor], pero lo dejé por imposible. Sin embargo, un año después lo abrà por azar y leà un pÔrrafo que me cautivó. Decidà leérmelo todo. Poco a poco fue mejorando mi entendimiento de estos libros, gracias a autores como Joseph Campbell, tan profundo como Nietszche, pero mÔs sencillo», agrega.
Hoy entre sus referentes cita a algunos clĆ”sicos de la literatura rusa y a pintores como Brueghel, El Greco, VelĆ”zquez, Goya y Caravaggio. Su inquietud fotogrĆ”fica tambiĆ©n le ha arrancado de su mundo rural y le ha permitido conocer otras realidades, algunas veces a miles de kilómetros de su casa. Ā«La fotografĆa y el senderismo han sido y son mi amuleto. La fascinación que siento por estas disciplinas me ha llevado a viajar por todo el mundo. Me da un miedo espantoso volar e ir al extranjero, pero por ejemplo en 2011 me fui a Tanzania solo para subir el Kilimanjaro. La curiosidad por ver cosas nuevas disipa mis temoresĀ», cuenta.

«Lo poco que he viajado me ha ayudado a ampliar mi mente. Siempre enfoco mis viajes para hacer senderismo en zonas rurales de alta montaña y pobres, que usualmente pertenecen a otra cultura. Busco lugares que me puedan recordar la vida que tuvieron mis padres a mediados del siglo pasado. Estoy siempre en una continua búsqueda del porqué soy como soy. Observar estas culturas tan diferentes me ha servido para liberarme de muchos estereotipos que hay en España», añade.
Monterde, que el año pasado publicó su libro con la editorial mexicana RM, sigue viviendo en Benassal. «Me siento mÔs rural, pero sin despreciar lo urbano. Para ser mÔs sincero, es como si viviera en la frontera de dos mundos opuestos, lo cual amplia mi visión y me ofrece equilibrio», asegura.





