«Tocarse las pelotas es necesario. Incluso beneficioso, si uno sabe administrarse», explica Antonio Piñero, director de Imaginarte. «De ahà que hayamos establecido una relación directa entre dos expresiones: ‘tocarse las pelotas’ y ‘dejarse las pelotas’. La primera es una condición sine qua non para ser eficiente en la segunda».
En Imaginarte empezaron a darle vueltas al asunto y llegaron a la conclusión de que tenÃa que ser un dispositivo que «introdujera esos momentos de ‘desconexión’ en el propio entorno laboral de una manera sencilla y divertida». Y asà dieron con el hallazgo: Niceballs.
La idea surgió unos meses antes de vacaciones. SabÃan que a la vuelta, lo que más echarÃan de menos serÃa, precisamente, tocarse las pelotas. «Todo es trabajo acumulado y tensión. Nuestro objetivo es llegar a un difÃcil equilibrio: poder seguir siendo productivo mientras te tocas pelotas, literalmente», indica Piñero.
Empezaron a investigar la base teórica de este dispositivo y hallaron un estudio que asegura que «ciertos momentos de inactividad son cruciales para sintetizar, digerir y dar forma a nuevas ideas y experiencias». Pero la vida actual apenas deja espacio para esas ocasiones en que la mente no está ocupada en ninguna actividad concreta.
Uno de los temas más escabrosos en el proceo de producción del prototipo fue decidir el tamaño. «Cuando un objeto se basa en una referencia real (un escroto humano, en este caso), es necesario descontextualizarlo para convertirlo en otra cosa y darle un uso distinto. El tema de las proporciones es peliagudo», apunta Piñero. «Encontrar el punto de equilibrio entre la sensación que buscábamos en mano y que las NiceBalls siguieran recordando a lo que tenÃan que recordar, pese a tener un tamaño distinto, fue un pequeño reto». Debatieron mucho. Pensaron durante dÃas. Y, al final, ante las incesantes dudas, confiaron en lo que dijeron las mujeres de la agencia: «Curiosamente, todas prefirieron tirar por el tamaño más grande».
«Tocarse las pelotas es necesario. Incluso beneficioso, si uno sabe administrarse», explica Antonio Piñero, director de Imaginarte. «De ahà que hayamos establecido una relación directa entre dos expresiones: ‘tocarse las pelotas’ y ‘dejarse las pelotas’. La primera es una condición sine qua non para ser eficiente en la segunda».
En Imaginarte empezaron a darle vueltas al asunto y llegaron a la conclusión de que tenÃa que ser un dispositivo que «introdujera esos momentos de ‘desconexión’ en el propio entorno laboral de una manera sencilla y divertida». Y asà dieron con el hallazgo: Niceballs.
La idea surgió unos meses antes de vacaciones. SabÃan que a la vuelta, lo que más echarÃan de menos serÃa, precisamente, tocarse las pelotas. «Todo es trabajo acumulado y tensión. Nuestro objetivo es llegar a un difÃcil equilibrio: poder seguir siendo productivo mientras te tocas pelotas, literalmente», indica Piñero.
Empezaron a investigar la base teórica de este dispositivo y hallaron un estudio que asegura que «ciertos momentos de inactividad son cruciales para sintetizar, digerir y dar forma a nuevas ideas y experiencias». Pero la vida actual apenas deja espacio para esas ocasiones en que la mente no está ocupada en ninguna actividad concreta.
Uno de los temas más escabrosos en el proceo de producción del prototipo fue decidir el tamaño. «Cuando un objeto se basa en una referencia real (un escroto humano, en este caso), es necesario descontextualizarlo para convertirlo en otra cosa y darle un uso distinto. El tema de las proporciones es peliagudo», apunta Piñero. «Encontrar el punto de equilibrio entre la sensación que buscábamos en mano y que las NiceBalls siguieran recordando a lo que tenÃan que recordar, pese a tener un tamaño distinto, fue un pequeño reto». Debatieron mucho. Pensaron durante dÃas. Y, al final, ante las incesantes dudas, confiaron en lo que dijeron las mujeres de la agencia: «Curiosamente, todas prefirieron tirar por el tamaño más grande».