Mucho antes de que existieran libros para contarlo, la sal se utilizaba para detener el tiempo, para conseguir conservar todo aquello que se usarÃa de alimento más tarde. La sal no entiende ni de vivos ni de muertos. Por eso, si algo se le pone por delante, lo guarda para siempre. Asà ocurre en el lago Natron, al norte de Tanzania, donde la altÃsima concentración de cloruro de sodio ha permitido al fotógrafo Nick Brandt ser testigo del fenómeno y detener el tiempo, al igual que la sal, esta vez con su cámara. Existen algunos lugares que no son de este mundo. Sus condiciones son tan hostiles que actúan como un agujero negro capaz de absorber la vida y convertirla en nada. Uno de esos lugares es el lago salado Natron, en el que el alto Ãndice Ph, la alta concentración en sal y las temperaturas, que alcanzan los 60 grados centÃgrados, lo convierten en un paraje del que ni siquiera se pretende salir. AllÃ, los flamencos pueden construir sus nidos con una sustancial rebaja de miedo a los depredadores, ya que muy pocos se atreven a frecuentar ese ecosistema.
El trabajo de Nick Brandt comprende, además de estas, otras especies animales africanas y, por suerte, la mayorÃa de ellas están vivas. Las fotos se recopilan en el libro Across the Ravaged Land, que ha editado Abrams Brooks.
Mucho antes de que existieran libros para contarlo, la sal se utilizaba para detener el tiempo, para conseguir conservar todo aquello que se usarÃa de alimento más tarde. La sal no entiende ni de vivos ni de muertos. Por eso, si algo se le pone por delante, lo guarda para siempre. Asà ocurre en el lago Natron, al norte de Tanzania, donde la altÃsima concentración de cloruro de sodio ha permitido al fotógrafo Nick Brandt ser testigo del fenómeno y detener el tiempo, al igual que la sal, esta vez con su cámara. Existen algunos lugares que no son de este mundo. Sus condiciones son tan hostiles que actúan como un agujero negro capaz de absorber la vida y convertirla en nada. Uno de esos lugares es el lago salado Natron, en el que el alto Ãndice Ph, la alta concentración en sal y las temperaturas, que alcanzan los 60 grados centÃgrados, lo convierten en un paraje del que ni siquiera se pretende salir. AllÃ, los flamencos pueden construir sus nidos con una sustancial rebaja de miedo a los depredadores, ya que muy pocos se atreven a frecuentar ese ecosistema.
El trabajo de Nick Brandt comprende, además de estas, otras especies animales africanas y, por suerte, la mayorÃa de ellas están vivas. Las fotos se recopilan en el libro Across the Ravaged Land, que ha editado Abrams Brooks.