Ser siempre el primero en clase no era nada divertido. El tedio se apoderaba de su imaginación cuando era capaz de anticipar todo lo que iba a decir el profesor y todo lo que contestarÃan sus compañeros.
Su conocimiento no procedÃa de los libros ni de los programas educativos. De algún modo que no comprendÃa, extraÃa el saber de las mentes de las personas, como alguien extrae el jugo de una fruta. Con el tiempo, supo que ellos debÃan estar en un radio de unos quince metros y permanecer durante un tiempo razonable expuestos a su influencia.
Pero habÃa un efecto colateral en esta inesperada habilidad. Quienes permitÃan involuntariamente el acceso a sus memorias sufrÃan una devaluación de las mismas. Sus recuerdos y saberes eran transferidos al niño, que por eso sabÃa demasiado. Demasiado para su edad, para sus escasas y cortas vivencias y, lo que era más grave, para su propio entendimiento. Pronto no supo cómo administrar todo ese saber, que lo aplastaba como una losa. Él no querÃa saber tanto ni de tantos, pero no lo podÃa evitar, cada vez sabÃa más.
Llegó un dÃa en que el niño fue encerrado en una cápsula de alta seguridad aislada en un centro tecnológico secreto que la CIA habÃa excavado cerca de Las Vegas. Su función era extraer datos de la mente de individuos que el gobierno consideraba peligrosos, datos que ayudasen a evitar males futuros. Fue visitado por empresarios, militares, terroristas, polÃticos, inventores, telepredicadores y un par de cocineros de vanguardia. El problema surgió cuando el niño acumuló todo ese conocimiento maligno y lo relacionó con su ya inmensa sabidurÃa. El niño descubrió el MAL, con mayúsculas. Y le gustó.
El niño se convirtió entonces en una amenaza global, cuando quedó claro, por los debates que los filósofos desarrollaban al respecto, que cuanto mayores eran sus capacidades, más se inclinarÃan a la consecución de actos tipificados en cualquier Código Penal.
Consciente de que sus inmensos conocimientos y habilidades eran inversamente proporcionales a su felicidad, decidió deshacerse de ellos. Primero escapó de las instalaciones aprovechando la memoria visual acumulada que habÃa sustraÃdo a sus visitantes durante los años de reclusión. Con ellas trazó y ejecutó una fuga impecable que fue clasificada como Top Secret por la CIA, que no podÃa permitir que un niño les dejara en ridÃculo.
Ya libre, y con todo lo que sabÃa, en Las Vegas no le resultó difÃcil proveerse de una nueva identidad ni lograr recursos materiales para vivir holgadamente y sin ser jamás detectado por sus perseguidores, a quienes siempre lograba anticiparse. Invirtió años en lograr sintetizar una sustancia en su laboratorio casero que le permitirÃa recuperar su ignorancia.
Se inyectó la primera y última dosis, que resultó ser letal. Pero no fue un error. Como sabÃa tanto, era consciente de que la única manera de volver a ver el mundo con ojos inocentes era morir. Cuando esto sucedió, el niño habÃa cumplido ochenta y siete años de edad y fue por fin feliz durante unos instantes.
Foto de portada:Â Aoshi VN / Shutterstock.com
Bonita historia, ,más para ser tan corta.
Mi teorÃa de la felicidad, como la del niño,seria buscarla, no parar hasta encontrarla. De ella ,nadie sabÃa cómo era, todos pensaban, es algo hermoso, la felicidad es el no va más, pero no, no es asÃ, también se tarda más de ochenta y más de cien años en encontrarla.y cuando por fin se encuentra, uno se da cuenta de que no es aquella felicidad que uno espera, sino,todo lo contrario, esa felicidad es la suma de las vivencias de uno mismo, ni bueno, ni malo.La felicidad que se busca, no existe, no es lo que se imagina el personaje. Quisiera no saber lo que es,finalmente.
Comentarios cerrados.