28 de octubre 2015    /   BUSINESS
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¿VolverÔn los niños a jugar en las calles de las ciudades?

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Hace unos días, Francesco Tonucci (también conocido como Frato), fue testigo de un hecho extraordinario: «Al bajar por la Gran Vía de Madrid vi a un niño de unos 11 años que iba solo al colegio». El pensador, psicopedagogo e ilustrador no daba crédito. Era una imagen que hacía tiempo que no veía en Madrid y mucho mÔs aún en su ciudad natal, Roma.

Unos días después, creyó volver a alucinar al ver a una persona en silla de ruedas sola en la Puerta del Sol. «Son dos pequeños detalles de una experiencia que se va perdiendo. Esta ciudad estÔ abandonando a los débiles».

MinusvĆ”lidos, ancianos, niƱos… Colectivos con Ć­nfimo peso en las decisiones que afectan a todos, lo que se traduce en falta de autonomĆ­a para todos ellos. Ā«Un amigo que vive en Roma me dijo que su abuela habĆ­a decidido dejar de salir a la calle porque no le daba tiempo a cruzarla. El semĆ”foro cambia muy rĆ”pido para ella. Me pareció terriblemente duroĀ».
Las calles tampoco son ya el lugar donde antes los niƱos jugaban sin la vigilancia constante de sus padres o por donde iban al colegio solos o con sus amigos. Los coches les han comido el terreno.

«Las buenas ciudades hacen mucho por los niños, ancianos, minusvÔlidos. Pero si analizamos bien es fÔcil darse cuenta que lo que se hace en pro de los niños normalmente beneficia sus padres; lo que hacemos por los ancianos, a sus hijos. Es decir, la medida de los servicios públicos siguen siendo los adultos».

[pullquote]«Si analizamos bien es fÔcil darse cuenta que lo que se hace en pro de los niños normalmente beneficia sus padres; lo que hacemos por los ancianos, a sus hijos. La medida de los servicios públicos siguen siendo los adultos»[/pullquote]

Ocurrió, según Tonucci, después de la II Guerra Mundial en Europa, y tras la Guerra Civil en España. Las viviendas, los sistemas de transporte, los servicios públicos, en general, se diseñaban pensando en «alguien específico» que el italiano define como «varón, adulto y trabajador».

Aunque José Manuel Calvo, concejal de Desarrollo Urbano Sostenible del Ayuntamiento de Madrid (quien, entre otros, compartió tribuna con Tonucci durante la charla Infancia y Ciudad celebrada en CentroCentro), retrocedió unos años atrÔs para señalar a Le Corbusier y a su Modulor como precursor de esta forma de planificar edificios y servicios en la que el hombre adulto se tomaba como único parÔmetro (aunque antes de él otros como Vitruvio o Da Vinci ya buscaron la relación matemÔtica entre las medidas del hombre adulto y la arquitectura).

niƱos calle tonucci 1
Ese modelo, poco a poco, fue sacando a los niños de las calles. «Antes infancia y calle eran sinónimos. Es posible que la primera referencia al respecto se encuentre en la Biblia, en Zacarías cuando dice:

[pullquote]Los viejos y las viejas estarƔn sentados en las plazas de JerusalƩn, y esas mismas plazas estarƔn repletas de niƱos jugando[/pullquote]

Hoy, ver niños jugando solos en la calle resulta casi un imposible. «Los niños tienen que salir a jugar sin guardaespaldas. Tienen que liberar toda su energía mediante un tiempo de juego en el que no estén controlados por los adultos. No vale únicamente con apuntarles a extraescolares para que se cansen». Obesidad, déficit de atención, son algunas de las consecuencias derivadas de la falta de autonomía de los niños en la ciudad.

Para combatirlas, hace falta un cambio de prioridades en la sociedad, segĆŗn Frato. Y la principal prioridad en las ciudades, los coches, deberĆ­an ser la primera en verse afectada. Ā«Siempre que hablo a los alcaldes de todo esto me dicen: ā€œMe encanta, pero dĆ©jame unos aƱos de margen para solucionar el problema del trĆ”fico y luego ya hablamosā€. Pero eso nunca pasa porque el problema del trĆ”fico nunca se soluciona. Solo engulle recursosĀ».

AunqueĀ hubo un alcalde que no esperó. El de Pontevedra, Miguel A. FernĆ”ndez Flores, hace 14 aƱos escuchó una charla de Tonucci y decidió poner en prĆ”ctica en su ciudad lo que decĆ­a el autodenominado ā€˜niñólogo’ . El edil querĆ­a volver a ver a los niƱos jugar en las calles y la gente pasear por el centro. En aquel momento lo tenĆ­an difĆ­cil: de los 9 metros de ancho, como media, de las calles, 6 estaban destinadas al trĆ”fico rodado y a las plazas de aparcamiento, con lo que apenas habĆ­a metro y medio para cada acera. Teniendo en cuenta el espacio ocupado por el mobiliario urbano, los viandantes tenĆ­an que transitar por ellas en fila india.

Pero las tornas se volvieron. Ahora, las calles del centro de Pontevedra son de una única dirección y en muchas solo hay un carril para los coches. Así se han podido ensanchar las aceras. Tampoco se pueden aparcar los coches en la mayoría de sus calles (salvo casos excepcionales). Los vehículos disponen de parkings a la entrada de la ciudad. Desde ellos, según el Metrominuto, cualquier punto del centro de la ciudad queda a apenas un cuarto de hora andando.

[pullquote]Dar prioridad a los peatones frente a los coches no es algo que se pueda asociar a determinadas ideologĆ­as. Ni siquiera tiene que ver con la ecologĆ­a. Es un tema de democracia porque todos somos peatones y no todos somos conductores[/pullquote]

La ciudad gallega también supo enfrentarse al reto de poner entre sus principales prioridades una demanda que no suele figurar en los primeros puestos de las propuestas de los programas electorales: eliminar barreras arquitectónicas. Las vías con plataforma única en las que las aceras y calzada estÔn al mismo nivel se multiplicaron. «Así se pudo rebajar el límite de velocidad a 30 km hora (20, incluso, en algunas vías). Esto ha propiciado un descenso brutal en el número de accidentes y que desde entonces no haya habido ningún atropello en la ciudad».

Dar prioridad a los peatones frente a los coches no es algo que se pueda asociar a determinadas ideologías, según Tonucci. «Ni siquiera tiene que ver con la ecología. Es un tema de democracia porque todos somos peatones y no todos somos conductores». A la hora de abordar este problema por parte de las autoridades, Tonucci aconseja pensar primero «en pequeño»: «Una manera muy útil de repensar la ciudad es concebirla como una suma de pequeñas ciudades. Pensar en el barrio, actuar sobre él. De hecho hay gente que nunca sale de su barrio».

Pero ¿por qué son los adultos los que tienen que pensar en lo que es bueno para los niños? ¿Por qué no dejar que sean ellos mismos los que expresen sus necesidades y sus anhelos? Tonucci recuerda que no hacerlo es quebrantar sus derechos. El artículo 12 de la Convención de Derechos del Niño dice:

[pullquote]El niño tiene derecho a expresar su opinión y a que esta se tenga en cuenta en los asuntos que le afectan[/pullquote].

Ɖl lo tiene muy presente como investigador del Consejo Nacional de Investigaciones de Roma, desde donde en 1991 puso en marcha La Ciudad de los NiƱos. Un proyecto internacional desde el que se pone a disposición de las administraciones locales toda una serie de recursos para fomentar la autonomĆ­a y la participación de los niƱos en las ciudades.

«Escuchar a los niños es algo positivo para la sociedad en su conjunto porque al contrario de lo que ocurre con los mayores, las soluciones que los niños encuentran a los problemas suelen beneficiar a todos, no solo a ellos»

niƱos calle tonucci 2

Ilustraciones de FratoĀ (Licencia CC)

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Lee gratis la revista PlacerĀ haciendo clic aquĆ­.

Hace unos días, Francesco Tonucci (también conocido como Frato), fue testigo de un hecho extraordinario: «Al bajar por la Gran Vía de Madrid vi a un niño de unos 11 años que iba solo al colegio». El pensador, psicopedagogo e ilustrador no daba crédito. Era una imagen que hacía tiempo que no veía en Madrid y mucho mÔs aún en su ciudad natal, Roma.

Unos días después, creyó volver a alucinar al ver a una persona en silla de ruedas sola en la Puerta del Sol. «Son dos pequeños detalles de una experiencia que se va perdiendo. Esta ciudad estÔ abandonando a los débiles».

MinusvĆ”lidos, ancianos, niƱos… Colectivos con Ć­nfimo peso en las decisiones que afectan a todos, lo que se traduce en falta de autonomĆ­a para todos ellos. Ā«Un amigo que vive en Roma me dijo que su abuela habĆ­a decidido dejar de salir a la calle porque no le daba tiempo a cruzarla. El semĆ”foro cambia muy rĆ”pido para ella. Me pareció terriblemente duroĀ».
Las calles tampoco son ya el lugar donde antes los niƱos jugaban sin la vigilancia constante de sus padres o por donde iban al colegio solos o con sus amigos. Los coches les han comido el terreno.

«Las buenas ciudades hacen mucho por los niños, ancianos, minusvÔlidos. Pero si analizamos bien es fÔcil darse cuenta que lo que se hace en pro de los niños normalmente beneficia sus padres; lo que hacemos por los ancianos, a sus hijos. Es decir, la medida de los servicios públicos siguen siendo los adultos».

[pullquote]«Si analizamos bien es fÔcil darse cuenta que lo que se hace en pro de los niños normalmente beneficia sus padres; lo que hacemos por los ancianos, a sus hijos. La medida de los servicios públicos siguen siendo los adultos»[/pullquote]

Ocurrió, según Tonucci, después de la II Guerra Mundial en Europa, y tras la Guerra Civil en España. Las viviendas, los sistemas de transporte, los servicios públicos, en general, se diseñaban pensando en «alguien específico» que el italiano define como «varón, adulto y trabajador».

Aunque José Manuel Calvo, concejal de Desarrollo Urbano Sostenible del Ayuntamiento de Madrid (quien, entre otros, compartió tribuna con Tonucci durante la charla Infancia y Ciudad celebrada en CentroCentro), retrocedió unos años atrÔs para señalar a Le Corbusier y a su Modulor como precursor de esta forma de planificar edificios y servicios en la que el hombre adulto se tomaba como único parÔmetro (aunque antes de él otros como Vitruvio o Da Vinci ya buscaron la relación matemÔtica entre las medidas del hombre adulto y la arquitectura).

niƱos calle tonucci 1
Ese modelo, poco a poco, fue sacando a los niños de las calles. «Antes infancia y calle eran sinónimos. Es posible que la primera referencia al respecto se encuentre en la Biblia, en Zacarías cuando dice:

[pullquote]Los viejos y las viejas estarƔn sentados en las plazas de JerusalƩn, y esas mismas plazas estarƔn repletas de niƱos jugando[/pullquote]

Hoy, ver niños jugando solos en la calle resulta casi un imposible. «Los niños tienen que salir a jugar sin guardaespaldas. Tienen que liberar toda su energía mediante un tiempo de juego en el que no estén controlados por los adultos. No vale únicamente con apuntarles a extraescolares para que se cansen». Obesidad, déficit de atención, son algunas de las consecuencias derivadas de la falta de autonomía de los niños en la ciudad.

Para combatirlas, hace falta un cambio de prioridades en la sociedad, segĆŗn Frato. Y la principal prioridad en las ciudades, los coches, deberĆ­an ser la primera en verse afectada. Ā«Siempre que hablo a los alcaldes de todo esto me dicen: ā€œMe encanta, pero dĆ©jame unos aƱos de margen para solucionar el problema del trĆ”fico y luego ya hablamosā€. Pero eso nunca pasa porque el problema del trĆ”fico nunca se soluciona. Solo engulle recursosĀ».

AunqueĀ hubo un alcalde que no esperó. El de Pontevedra, Miguel A. FernĆ”ndez Flores, hace 14 aƱos escuchó una charla de Tonucci y decidió poner en prĆ”ctica en su ciudad lo que decĆ­a el autodenominado ā€˜niñólogo’ . El edil querĆ­a volver a ver a los niƱos jugar en las calles y la gente pasear por el centro. En aquel momento lo tenĆ­an difĆ­cil: de los 9 metros de ancho, como media, de las calles, 6 estaban destinadas al trĆ”fico rodado y a las plazas de aparcamiento, con lo que apenas habĆ­a metro y medio para cada acera. Teniendo en cuenta el espacio ocupado por el mobiliario urbano, los viandantes tenĆ­an que transitar por ellas en fila india.

Pero las tornas se volvieron. Ahora, las calles del centro de Pontevedra son de una única dirección y en muchas solo hay un carril para los coches. Así se han podido ensanchar las aceras. Tampoco se pueden aparcar los coches en la mayoría de sus calles (salvo casos excepcionales). Los vehículos disponen de parkings a la entrada de la ciudad. Desde ellos, según el Metrominuto, cualquier punto del centro de la ciudad queda a apenas un cuarto de hora andando.

[pullquote]Dar prioridad a los peatones frente a los coches no es algo que se pueda asociar a determinadas ideologĆ­as. Ni siquiera tiene que ver con la ecologĆ­a. Es un tema de democracia porque todos somos peatones y no todos somos conductores[/pullquote]

La ciudad gallega también supo enfrentarse al reto de poner entre sus principales prioridades una demanda que no suele figurar en los primeros puestos de las propuestas de los programas electorales: eliminar barreras arquitectónicas. Las vías con plataforma única en las que las aceras y calzada estÔn al mismo nivel se multiplicaron. «Así se pudo rebajar el límite de velocidad a 30 km hora (20, incluso, en algunas vías). Esto ha propiciado un descenso brutal en el número de accidentes y que desde entonces no haya habido ningún atropello en la ciudad».

Dar prioridad a los peatones frente a los coches no es algo que se pueda asociar a determinadas ideologías, según Tonucci. «Ni siquiera tiene que ver con la ecología. Es un tema de democracia porque todos somos peatones y no todos somos conductores». A la hora de abordar este problema por parte de las autoridades, Tonucci aconseja pensar primero «en pequeño»: «Una manera muy útil de repensar la ciudad es concebirla como una suma de pequeñas ciudades. Pensar en el barrio, actuar sobre él. De hecho hay gente que nunca sale de su barrio».

Pero ¿por qué son los adultos los que tienen que pensar en lo que es bueno para los niños? ¿Por qué no dejar que sean ellos mismos los que expresen sus necesidades y sus anhelos? Tonucci recuerda que no hacerlo es quebrantar sus derechos. El artículo 12 de la Convención de Derechos del Niño dice:

[pullquote]El niño tiene derecho a expresar su opinión y a que esta se tenga en cuenta en los asuntos que le afectan[/pullquote].

Ɖl lo tiene muy presente como investigador del Consejo Nacional de Investigaciones de Roma, desde donde en 1991 puso en marcha La Ciudad de los NiƱos. Un proyecto internacional desde el que se pone a disposición de las administraciones locales toda una serie de recursos para fomentar la autonomĆ­a y la participación de los niƱos en las ciudades.

«Escuchar a los niños es algo positivo para la sociedad en su conjunto porque al contrario de lo que ocurre con los mayores, las soluciones que los niños encuentran a los problemas suelen beneficiar a todos, no solo a ellos»

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Ilustraciones de FratoĀ (Licencia CC)

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Opiniones 5
  • Me ha gustado mucho el artĆ­culo, te recomiendo la exposición “Imaginar la educación. 50aƱos con Frato” en el Parque de las Ciencias de Granada hasta septiembre.

  • Genial. Los niƱos estĆ”n libres de escrĆŗpulos y de manipulación. Son sagrados! De hecho cuando se va envejeciendo se vuelve a la infancia. Se deberĆ­a volver a jugar en las calles en beneficio de todos. Gracias por tan interesante artĆ­culo.

    • Los niƱos de hoy con aƱos entre los seis y doce aƱos le hes complicado jugar por que solo lo lo pueden hacer en los parques encespasdo junto a niƱitos alos cuales pueden ocasionarles atropellos en sus correrias
      Yo en mi Pueblo juagaba con mis amigos e la eras de trilla cuando existian con suelo de tierra compastado y jugabamo con las trompas (Peonzas) alos mecos ” Que hoy los niƱo no saben que son”
      Y los niƱitos jugabancon sus vecinito en las puertas de sus casas si el peligro de ser atrapellados

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