No tienes ni puta idea de internet… y lo sabes

¡Yorokobu gratis en formato digital!
SĂ© sincero. Tu nivel de internet no estĂ¡ a la altura del de tu inglĂ©s o del paquete Microsoft Office. TĂº sabes que, a diferencia de estos, el de internet no es medio, ni medio-alto. MĂ¡s bien es nivel usuario, por no decir bĂ¡sico. Encender, Facebook, descargar, Facebook, chatear, porno, Facebook y apagar.
Utilizas internet, sĂ, pero eres incapaz de valorar la trascendencia de tus acciones. Te resulta imposible interpretar quĂ© supone que hayas dado todos tus datos a una web de contactos. No sospechas que puedes estar siendo parte de un experimento sociolĂ³gico o sirviendo de diversiĂ³n a un genio de Silicon Valley.
Tampoco ponderas la magnitud de la crisis que podrĂa suponer que Google Maps no funcione correctamente. PodrĂas viajar a conocer a tu nueva novia a Australia y morir deshidratado en un desierto… y no lo sabes.
No te preocupes. Noel Ceballos tiene la soluciĂ³n. Su nueva obra, Internet safari (Blackie Books, 2015), es un exhaustivo recorrido por el universo de la WWW que sienta las bases de lo que serĂ¡n los ensayos sobre este nuevo medio y que plantea cosas que no son de ciencia ficciĂ³n porque, ademĂ¡s de ser ya una realidad, pocos autores de anticipaciĂ³n acertaron a aventurar.
Un libro que es aconsejable leer con una sola mano. La otra, mejor que estĂ© en el ratĂ³n y el teclado para poder comprobar a tiempo real las teorĂas de Ceballos sobre Facebook, BuzzFeed, ClickHole, The Onion, Hunter Moore, Amina Arraf, Porn for normal people, OkCupid, Her, El Club de la Lucha y mil referencias mĂ¡s.
Internet safari, como el mundo que recrea, va abriendo ventanas y sugiriendo enlaces que hacen que su contenido no se vea circunscrito a las mĂ¡s de trescientas pĂ¡ginas que lo conforman. A pesar de ello, y como si fuera una broma pesada, no existe versiĂ³n digital de este tĂtulo que facilite esa dimensiĂ³n porque «la paradoja de leer sobre internet en una ediciĂ³n en papel tan bonita como la que han hecho los titanes de la editorial es demasiado valiosa». Señoras y señores, prepĂ¡rense a recorrer internet como nunca antes lo habĂan hecho de la mano de Noel Ceballos.
Yorokobu: Internet Safari estĂ¡ escrito en un tono coloquial. El lector es tratado como un amigo y, en muchos casos, tĂº mismo te pones como ejemplo de lo que narras. Para hablar actualmente de internet, ¿hay que hacerlo en primera persona?
Noel Ceballos: Para mĂ era importante transmitirle al lector la idea de que este era un libro sobre internet escrito por un internauta. No un gurĂº de las nuevas tecnologĂas, ni un nuevo millonario que creĂ³ una start up en la universidad, ni un sociĂ³logo con fĂ³rmulas para monetizar tu marca personal en las redes sociales, sino un internauta de a pie. Un peĂ³n de base. La forma mĂ¡s sencilla de hacerlo era a travĂ©s del lenguaje y de la primera persona, que fue una de las cosas que mĂ¡s me costaron. No estoy acostumbrado a escribir desde la experiencia personal, pero aquĂ tenĂa que hacerlo si querĂa provocar una identificaciĂ³n con la persona que me leyese.
Y: ¿No es frustrante escribir un libro sobre un medio en continua transformaciĂ³n? En este sentido, ¿Internet Safari es un libro de anticipaciĂ³n, de sociologĂa o de arqueologĂa tecnolĂ³gica?
NC: Fue frustrante y, a la vez, estimulante escribir un libro que, por su propia naturaleza, solo podĂa ser una polaroid de un momento muy concreto en el tiempo. Es la manera en la que yo veo, ¿veĂa?, internet circa 2015, asĂ que tiene algo de cĂ¡psula del tiempo. IntentĂ© no hacer demasiada anticipaciĂ³n, pero creo que incluso eso puede tener su encanto cuando uno de nuestros nietos, seguramente por error, se encuentre con una copia en muy mal estado de este libro. SerĂ¡ como esos periodistas de principios del siglo XX explicando los coches voladores del año 2000.
Y: Internet Safari distingue tres tipos de pĂºblico: el analĂ³gico, el nativo digital y aquel nacido a mitad de camino entre una y otra forma de entender el mundo. ¿Crees que un analĂ³gico o un millennial hubieran podido escribir este libro? ¿Hasta quĂ© punto puede interesar a los nativos de internet un libro con referencias a una tradiciĂ³n cultural que les es ajena, empezando por su formato en papel sin una sola foto?
NC: A medida que iba escribiĂ©ndolo, me di cuenta de que un libro asĂ es la prerrogativa de mi generaciĂ³n, que sirve de puente entre analĂ³gicos y millennials. Somos la Ăºnica generaciĂ³n en la historia que vamos a tener un pie entre las dos aguas, asĂ que quise hacer algo al respecto, algo que no estuviera escorado hacia un punto de vista u otro por una cuestiĂ³n meramente generacional. Los lectores jĂ³venes aĂºn pueden encontrar asideros a los que agarrarse aquĂ, porque algunas de sus experiencias aĂºn son compartidas con los de la generaciĂ³n anterior, la mĂa.
Y: Cuando hablas de los orĂgenes de internet mencionas pelĂculas como El show de Truman, pero ¿no crees que hay mucho de internet en cintas como Mondo Cane o Mondo Pazzo? ¿No son Holocausto canĂbal o La Bruja de Blair precedentes de los YouTubers?
NC: Muy buena pregunta.
Y: Muchas gracias. No todas van a ser asĂ de buenas, no te confĂes…
NC: SĂ, el cine mondo sigue vivo en algunas webs de vĂdeos especializadas en truculencia y orgullosas de los, supuestos, orĂgenes remotos de sus grabaciones. Pero tambiĂ©n en YouTube. Ese impulso amarillista siempre ha estado ahĂ, desde antes de lo audiovisual y desde los primeros noticiarios cinematogrĂ¡ficos, que falseaban la erupciĂ³n de un volcĂ¡n para maravillar a la audiencia. Somos unos adictos a los impactos baratos, como demostraron esos programas de vĂdeos domĂ©sticos que, tambiĂ©n, continĂºan vivos ahora mismo gracias a YouTube. Si El show de Truman avanzĂ³ lo que suponĂa la constante documentaciĂ³n de nuestras vidas a nivel metafĂsico, el cine mondo y el found footage de El proyecto de la bruja de Blair fueron pioneras en lo que se refiere a formatos. Creo que la pelĂcula de Peter Weir solo errĂ³ el tiro cuando considerĂ³ que nos importarĂa la calidad de imagen: en realidad, no somos unos consumidores audiovisuales muy refinados. Si algo muy loco estĂ¡ grabado con el mĂ³vil y se entiende mĂnimamente, nos vale. Le damos a Compartir.
Y: Una de las premisas del libro es que internet es mentira. Sin embargo, como sucede con otros medios de comunicaciĂ³n, cuando vemos algo en internet lo dotamos de verosimilitud. ¿Por quĂ© es asĂ incluso cuando hay elementos que nos indican claramente que no es cierto?
NC: Hay un grado de mentira cotidiana que aceptamos e incluso decidimos ignorar. Son las mentiras que nos contamos a nosotros mismos y a nuestros cĂrculos: la manera en que editamos nuestro perfil en las redes sociales para proyectar exactamente la imagen de nosotros mismos que queremos que los demĂ¡s perciban. Hemos interiorizado tanto ese proceso de maquillaje de la realidad que, efectivamente, olvidamos lo fĂ¡cil que es lograr cierta verosimilitud en internet. AsĂ nos comemos las bolas que nos comemos.
Y: Al analizar la relaciĂ³n entre internet y el porno, mencionas que la red estĂ¡ haciĂ©ndonos inmunes al sexo. ¿AcabarĂ¡ internet con la raza humana al eliminar el deseo sexual al mismo tiempo que promete una vida eterna gracias a la tecnologĂa?
NC: No creo que la especie humana esté en peligro.
Y: Te lo dije, esta es de las preguntas malas… Me he venido arriba. A ver si asĂ lo explico mejor: ¿crees que no existe ese riesgo porque se impondrĂ¡ esa nueva pornografĂa que consiste en recrear actos cotidianos como abrir puertas, entrar en una habitaciĂ³n…?
NC: Por mucho que la tecnologĂa pueda modular nuestras parafilias, o incluso crear otras nuevas, el deseo sexual siempre estarĂ¡ ahĂ. No somos inmunes a Ă©l, sino que ahora tenemos mĂ¡s medios que nunca para encontrar lo que realmente nos pone. Y para conocer a almas gemelas, claro. El sexo tradicional, el sexo mainstream, siempre ha tenido sus apĂ³statas: gente a la que, sencillamente, dejĂ³ de ponerle la ruta habitual. Bueno, pues ahora puede encontrar informaciĂ³n sobre otros senderos a golpe de click. Creo que, incluso cuando nos volvamos entidades posthumanas, si eso llega a ocurrir algĂºn dĂa, seguiremos queriendo experimentar eso. Las mĂ¡quinas tambiĂ©n pueden amar.
Y: Todo lo anterior resulta muy nuevo y muy inquietante… Por cierto, ¿quĂ© es el «Nuevo Inquietante» del que hablas en Internet Safari?
NC: Es una teorĂa que leĂ por primera vez al crĂtico de arte Jerry Saltz. Tiene que ver con la forma en que las estrellas del pop mĂ¡s avanzadas, las Mileys y Kanyes y Drakes, absorben estilemas del arte moderno en sus videoclips. Y ese gesto no es casual, sino que muchos analistas piensan que se trata de una nueva y muy alambicada forma de comunicar su verdad Ăºltima a sus fans.
Y: ¿Y quĂ© papel juega internet en todo eso?
NC: Ahora mismo, muy pocos artistas pueden estar realmente recluidos: las redes sociales los convierten en una presencia constante en las vidas cotidianas de sus seguidores. Los han convertido en algo banal y mundano, cuando de toda la vida han sido una aristocracia pop, un estadio superior de la sociedad. La Ăºnica manera de recuperar ese terreno es volverse muy raros, mĂ¡s que un perro verde. Pero la paradoja del Nuevo Inquietante es que, al hacerlo, estĂ¡n desnudĂ¡ndose mĂ¡s que cuando comparten una foto por Instagram. Lady Gaga expone de verdad su alma en un aparatoso directo, concebido casi como una instalaciĂ³n artĂstica, o en un videoclip sobreproducido. Lo que vemos cuando la persona real detrĂ¡s de ese nombre es cazada por los paparazzi es mentira, lo que vemos cuando estĂ¡ transformada en una superestrella es lo Ăºnico real.
Y: Ya que estamos con terminologĂa de internet, ¿se dice «el selfi» o «la selfi»?
NC: Yo creo que es femenino. O sea, es una foto, ¿no? Quiero liderar la campaña para feminizar esa palabra.
Y: Pues nada, ya tienes un nuevo seguidor en la cruzada por feminizar selfi. Por cierto, hablando de seguidores y de lĂderes, uno de los capĂtulos del libro estĂ¡ dedicado a los malvados de internet y entre ellos citas a Jenaro GarcĂa. ¿Por quĂ© Jenaro?
NC: Me fascinan los villanos de internet, porque muchos de ellos son gente sin un plan. ¿Da mĂ¡s miedo un villano con un gran objetivo final o uno que simplemente hace el mal sin ser consciente de ello? Jenaro GarcĂa es otra cosa: un villano con un sueño. Soñaba con un mañana de ciudades interconectadas como tejido viviente, y ese sueño blanco y puro lo llevĂ³ a hacer literalmente de todo para convertirlo en realidad. Fue una huida hacia delante en la que, por supuesto, se forrĂ³, pero me gusta pensar que el dinero fue solamente un beneficio colateral. Lo que realmente le motivaba era su sueño de wifi gratis para todos, amĂ©n.
Y: ¿Es internet un campo abonado para ese perfil de sociĂ³patas como Jenaro?
NC: Durante los primeros años de internet, su periodo de crecimiento y de bĂºsqueda de la propia identidad, han estado marcados por una mentira necesaria: que nuestras vidas online no son realmente nuestras vidas. O, en otras palabras, que podĂamos inventarnos versiones de nosotros mismos y ponerlas a jugar en un juego de realidad virtual sin consecuencia alguna al otro lado de la mĂ¡quina. Eso llevĂ³ a muchos sociĂ³patas a refugiarse en un constructo: el personaje. Cuando alguien se comporta en internet de un modo que percibe como indigno, siempre se justifica diciendo que no es realmente Ă©l, sino un personaje que ha creado para las redes sociales. Un personaje malote y bukowskiano, o eso quisieran ellos, con el que puedan dar rienda suelta a comportamientos que jamĂ¡s se atreverĂan a desarrollar en su vida analĂ³gica.
Y: ¿Ha cambiado eso con la evoluciĂ³n de internet? ¿No sigue mĂ¡s o menos igual?
NC: No. Estos Ăºltimos tres o cuatro años hemos asistido a unos cuantos shocks que nos han abierto los ojos: lo que hacen esos personajes en internet, por ejemplo, robar y publicar fotos Ăntimas de otras personas, tiene consecuencias muy muy palpables en nuestro dĂa a dĂa. Hay un impacto real. AsĂ que creo que ahora mismo estamos asistiendo a una suerte de despertar: hemos disculpado a muchos sociĂ³patas con la excusa del personaje durante demasiado tiempo.
Y: Hablando de la verdad, la mentira, las consecuencias de internet, recientemente se ha reactivado la acusaciĂ³n contra Cesar Strawberry por apologĂa del terrorismo y ofensa a las vĂctimas. ¿Es relevante que esa acusaciĂ³n la realice Carlos Bautista, fiscal de la Audiencia Nacional que tuvo problemas con sus superiores por mofarse de sus colegas a travĂ©s de una cuenta de Twitter anĂ³nima?
NC: SĂ, como tambiĂ©n lo es que los dos jueces de la Audiencia Nacional que han decidido reactivar el caso Zapata fuesen en su dĂa recusados en el caso GĂ¼rtel por su afinidad con el Partido Popular. La derecha de este paĂs ha sabido liderar sin problemas la demonizaciĂ³n de los tuits del enemigo polĂtico: controlan los recursos legales y jurĂdicos que podrĂan hacer pagar a sus rivales por cosas que, desde luego, saben que no van a ningĂºn sitio. Algunos, como Bautista, lo saben por experiencia propia. Pero figuras como Strawberry o Zapata sirven para crear la ilusiĂ³n de una izquierda radicial y peligrosĂsima que utiliza su conocimiento arcano de las nuevas tecnologĂas para extender mensajes de terror. Es una ficciĂ³n ridĂcula, pero lo suficientemente vĂ¡lida como para que sigan agotando recursos pĂºblicos en unas persecuciones que solo traen despilfarro y dolor para todas las partes.
Y: ¿Por quĂ© tanta gente reclama que se ponga fin al anonimato en las redes? ¿No entienden que internet no es la vida real?
NC: En un episodio de Los Simpson, Moe grita una soluciĂ³n para que dejen de caer meteoritos sobre Springfield: «¡Quememos el observatorio para que esto no nos vuelva a pasar nunca mĂ¡s!». Lo mismo pasa con el anonimato: la gente puede escudarse en Ă©l para hacer daño, pero el anonimato no es malo per se. AdemĂ¡s, viene con el territorio. Es inherente a internet, vamos. DeberĂamos educar e intentar comprender el anonimato, no demonizarlo.
Y: Al hilo de esto, otra pregunta rara. PrepĂ¡rate… ¿Crees que hay una lĂnea que une «El bando de capas y sombreros» que dio lugar al motĂn de Esquilache, la prohibiciĂ³n de los carnavales por parte de los gobiernos dictatoriales y los que critican el anonimato en internet?
NC: ¡Jajajaja, sĂ! Es cierto: es una nueva forma de miedo a un motĂn. Esa gente con la cara descubierta se reĂºne cuando no miramos: solo puede ser para conspirar cosas malas. Necesariamente. Bueno, pues algunos se reĂºnen para poder compartir, por ejemplo, experiencias vitales dolorosas, que en ocasiones les queman por dentro, sin que tengan consecuencias en su vida personal. ¿Ese anonimato tambiĂ©n es nocivo?
Y: En el libro relacionas aplicaciones como Google Maps con situaciones de hegemonĂa por parte de las autoridades. ¿PodrĂa suceder lo mismo con herramientas como Wikipedia o los archivos de imĂ¡genes digitalizados? ¿PodrĂan esas empresas reescribir la historia? Y, lo peor de todo, ¿no pasaba ya eso sin necesidad de internet?
NC: Google pretenden mapear cada milĂmetro de la Tierra. Google tiene un mapa de todo el mundo conocido. Antiguamente, el paĂs o imperio que tenĂa mejores mapas era el que acababa ganando la guerra. Esa ambiciĂ³n de dominar toda la informaciĂ³n para poder editarla no es privativa de internet, pero internet es relativamente nueva, accesible y nos da miedo.
Y: ¿Miedo en quĂ© sentido? ¿A lo desconocido? ¿O a un poder que no podemos ni siquiera medir?
NC: Es muy fĂ¡cil temer a internet. El pensamiento conspiranoico es terapĂ©utico, porque en el fondo se trata de filtrar y limpiar la cacofonĂa del mundo contemporĂ¡neo. ¿Y si no existe una gran conspiraciĂ³n? La alternativa es que todo este nuevo orden mundial estĂ© compuesto por diferentes agentes e intereses que se relacionan entre sĂ en completa disonancia, sin enterarse de mucho, sin tener nunca nada parecido a una visiĂ³n de conjunto. Es decir, que la casualidad y el caos rigen nuestro destino. ¿No es mĂ¡s tranquilizador pensar que gigantes como Google tienen un plan?
Y: SĂ, es lo que hablĂ¡bamos antes de los villanos. Por cierto, ¿con quiĂ©n te quedas? ¿Snowden, Assange o Manning?
NC: El que mĂ¡s me fascina es Assange, porque es el que mĂ¡s comprometido estĂ¡ con su faceta de superestrella. Manning lo estĂ¡ teniendo tan difĂcil que solo quiere que la dejen en paz. Snowden quiere controlar su imagen mediĂ¡tica y enfocarla siempre hacia su mensaje patriĂ³tico, aunque muchos lo vean como un traidor. Assange estĂ¡ a tope. Assange es lo mĂ¡s parecido a un supervillano de James Bond que tenemos en la vida real. Da igual si piensas que tiene mĂ¡s de hĂ©roe que de elemento peligro: su forma de ser y de comunicarse es la de un villano megalĂ³mano pulp. Bueno, tambiĂ©n tiene un poco de nueva estrella del rock. Y eso me fascina.
Y: Cuentas que Angry Birds ha proporcionado infinidad de datos personales de usuarios a gobiernos sin que aquellos lo supieran. Si es imposible evitar este tipo de situaciones, ¿no serĂa una forma mĂ¡s efectiva de ciberactivismo la cesiĂ³n total de nuestros datos? Cribar y evaluar todo tipo de informaciĂ³n de miles de millones de personas colapsarĂa el sistema.
NC:Â Mmm, una huelga a la japonesa de metadata. SerĂa interesante.
Y: Hablando de la notoria debilidad de las redes en lo que a seguridad se refiere, ¿crees que lo de Alfonso Merlos fue realmente un hackeo?
NC: No lo sĂ©, pero ahora acaba de pasar con el futbolista Sergi Guardiola, a quien han echado del Barcelona horas despuĂ©s de ficharlo. Al parecer, escribiĂ³ unos tuits claramente anticulĂ©s y anticatalanistas en general, pero Ă©l insiste en que le dejĂ³ el mĂ³vil a un amigo. Es decir, que tambiĂ©n le hackearon la cuenta, en cierto modo. AdemĂ¡s de Merlos, gente como Donald Trump o Kiko Rivera tambiĂ©n han utilizado ese argumento cuando se han descubierto tuits polĂ©micos en sus perfiles. No sĂ©, quizĂ¡ haya uno o varios grupos de hackers expertos en este tipo de ciberdelitos tan sofisticados. O quizĂ¡ «me han hackeado la cuenta» es el «agente, le juro que es de un amigo» mĂ¡s socorrido de nuestra era.
Y: Afirmas que la tecnologĂa progresa a mĂ¡s velocidad que la Ă©tica. Sin embargo, la falta de Ă©tica nunca ha necesitado ayuda exterior para desarrollarse. Aunque tengamos conceptos Ă©ticos claros y definidos, siempre hay gente dispuesta a violentarlos con ayuda de la tecnologĂa o no.
NC: SĂ, y eso siempre nos ha provocado problemones. La ciencia-ficciĂ³n que mĂ¡s me interesa siempre va de eso: cientĂficos capaces de reĂrse en la cara de la mismĂsima creaciĂ³n, pero incapaces de plantearse las consecuencias. En el caso de internet, directamente creo que durante mucho tiempo nos ha dado igual. Es decir, que no hemos creĂdo necesaria una Ă©tica. Y ahora estamos pagando las consecuencias, pues mucha gente va a seguir tirando como hasta ahora, sin importar lo grandes que sean los problemones.
Y: Pero no todo da miedo en internet, claro. En el libro auguras nuevas tecnologĂas que nos harĂ¡n la vida mĂ¡s sencilla, como el coche sin conductor en el que entraremos, daremos la direcciĂ³n y nos relajaremos. ¿No es eso un taxi de toda la vida?
NC: ¡SĂ, pero sin tener que darle conversaciĂ³n cuando es evidente que estĂ¡s tan borracho que te cuesta pestañear!
Y: Para finalizar, ¿podrĂas decirnos quĂ© Tortuga Ninja eres? Y si no es mucho abusar, ¿quĂ© sabor de pizza?
NC: Soy la rata que enseĂ±Ă³ todo lo que saben a las Tortugas Ninja y la pizza hawaiana que te sobrĂ³ de la noche anterior.
¡Yorokobu gratis en formato digital!
SĂ© sincero. Tu nivel de internet no estĂ¡ a la altura del de tu inglĂ©s o del paquete Microsoft Office. TĂº sabes que, a diferencia de estos, el de internet no es medio, ni medio-alto. MĂ¡s bien es nivel usuario, por no decir bĂ¡sico. Encender, Facebook, descargar, Facebook, chatear, porno, Facebook y apagar.
Utilizas internet, sĂ, pero eres incapaz de valorar la trascendencia de tus acciones. Te resulta imposible interpretar quĂ© supone que hayas dado todos tus datos a una web de contactos. No sospechas que puedes estar siendo parte de un experimento sociolĂ³gico o sirviendo de diversiĂ³n a un genio de Silicon Valley.
Tampoco ponderas la magnitud de la crisis que podrĂa suponer que Google Maps no funcione correctamente. PodrĂas viajar a conocer a tu nueva novia a Australia y morir deshidratado en un desierto… y no lo sabes.
No te preocupes. Noel Ceballos tiene la soluciĂ³n. Su nueva obra, Internet safari (Blackie Books, 2015), es un exhaustivo recorrido por el universo de la WWW que sienta las bases de lo que serĂ¡n los ensayos sobre este nuevo medio y que plantea cosas que no son de ciencia ficciĂ³n porque, ademĂ¡s de ser ya una realidad, pocos autores de anticipaciĂ³n acertaron a aventurar.
Un libro que es aconsejable leer con una sola mano. La otra, mejor que estĂ© en el ratĂ³n y el teclado para poder comprobar a tiempo real las teorĂas de Ceballos sobre Facebook, BuzzFeed, ClickHole, The Onion, Hunter Moore, Amina Arraf, Porn for normal people, OkCupid, Her, El Club de la Lucha y mil referencias mĂ¡s.
Internet safari, como el mundo que recrea, va abriendo ventanas y sugiriendo enlaces que hacen que su contenido no se vea circunscrito a las mĂ¡s de trescientas pĂ¡ginas que lo conforman. A pesar de ello, y como si fuera una broma pesada, no existe versiĂ³n digital de este tĂtulo que facilite esa dimensiĂ³n porque «la paradoja de leer sobre internet en una ediciĂ³n en papel tan bonita como la que han hecho los titanes de la editorial es demasiado valiosa». Señoras y señores, prepĂ¡rense a recorrer internet como nunca antes lo habĂan hecho de la mano de Noel Ceballos.
Yorokobu: Internet Safari estĂ¡ escrito en un tono coloquial. El lector es tratado como un amigo y, en muchos casos, tĂº mismo te pones como ejemplo de lo que narras. Para hablar actualmente de internet, ¿hay que hacerlo en primera persona?
Noel Ceballos: Para mĂ era importante transmitirle al lector la idea de que este era un libro sobre internet escrito por un internauta. No un gurĂº de las nuevas tecnologĂas, ni un nuevo millonario que creĂ³ una start up en la universidad, ni un sociĂ³logo con fĂ³rmulas para monetizar tu marca personal en las redes sociales, sino un internauta de a pie. Un peĂ³n de base. La forma mĂ¡s sencilla de hacerlo era a travĂ©s del lenguaje y de la primera persona, que fue una de las cosas que mĂ¡s me costaron. No estoy acostumbrado a escribir desde la experiencia personal, pero aquĂ tenĂa que hacerlo si querĂa provocar una identificaciĂ³n con la persona que me leyese.
Y: ¿No es frustrante escribir un libro sobre un medio en continua transformaciĂ³n? En este sentido, ¿Internet Safari es un libro de anticipaciĂ³n, de sociologĂa o de arqueologĂa tecnolĂ³gica?
NC: Fue frustrante y, a la vez, estimulante escribir un libro que, por su propia naturaleza, solo podĂa ser una polaroid de un momento muy concreto en el tiempo. Es la manera en la que yo veo, ¿veĂa?, internet circa 2015, asĂ que tiene algo de cĂ¡psula del tiempo. IntentĂ© no hacer demasiada anticipaciĂ³n, pero creo que incluso eso puede tener su encanto cuando uno de nuestros nietos, seguramente por error, se encuentre con una copia en muy mal estado de este libro. SerĂ¡ como esos periodistas de principios del siglo XX explicando los coches voladores del año 2000.
Y: Internet Safari distingue tres tipos de pĂºblico: el analĂ³gico, el nativo digital y aquel nacido a mitad de camino entre una y otra forma de entender el mundo. ¿Crees que un analĂ³gico o un millennial hubieran podido escribir este libro? ¿Hasta quĂ© punto puede interesar a los nativos de internet un libro con referencias a una tradiciĂ³n cultural que les es ajena, empezando por su formato en papel sin una sola foto?
NC: A medida que iba escribiĂ©ndolo, me di cuenta de que un libro asĂ es la prerrogativa de mi generaciĂ³n, que sirve de puente entre analĂ³gicos y millennials. Somos la Ăºnica generaciĂ³n en la historia que vamos a tener un pie entre las dos aguas, asĂ que quise hacer algo al respecto, algo que no estuviera escorado hacia un punto de vista u otro por una cuestiĂ³n meramente generacional. Los lectores jĂ³venes aĂºn pueden encontrar asideros a los que agarrarse aquĂ, porque algunas de sus experiencias aĂºn son compartidas con los de la generaciĂ³n anterior, la mĂa.
Y: Cuando hablas de los orĂgenes de internet mencionas pelĂculas como El show de Truman, pero ¿no crees que hay mucho de internet en cintas como Mondo Cane o Mondo Pazzo? ¿No son Holocausto canĂbal o La Bruja de Blair precedentes de los YouTubers?
NC: Muy buena pregunta.
Y: Muchas gracias. No todas van a ser asĂ de buenas, no te confĂes…
NC: SĂ, el cine mondo sigue vivo en algunas webs de vĂdeos especializadas en truculencia y orgullosas de los, supuestos, orĂgenes remotos de sus grabaciones. Pero tambiĂ©n en YouTube. Ese impulso amarillista siempre ha estado ahĂ, desde antes de lo audiovisual y desde los primeros noticiarios cinematogrĂ¡ficos, que falseaban la erupciĂ³n de un volcĂ¡n para maravillar a la audiencia. Somos unos adictos a los impactos baratos, como demostraron esos programas de vĂdeos domĂ©sticos que, tambiĂ©n, continĂºan vivos ahora mismo gracias a YouTube. Si El show de Truman avanzĂ³ lo que suponĂa la constante documentaciĂ³n de nuestras vidas a nivel metafĂsico, el cine mondo y el found footage de El proyecto de la bruja de Blair fueron pioneras en lo que se refiere a formatos. Creo que la pelĂcula de Peter Weir solo errĂ³ el tiro cuando considerĂ³ que nos importarĂa la calidad de imagen: en realidad, no somos unos consumidores audiovisuales muy refinados. Si algo muy loco estĂ¡ grabado con el mĂ³vil y se entiende mĂnimamente, nos vale. Le damos a Compartir.
Y: Una de las premisas del libro es que internet es mentira. Sin embargo, como sucede con otros medios de comunicaciĂ³n, cuando vemos algo en internet lo dotamos de verosimilitud. ¿Por quĂ© es asĂ incluso cuando hay elementos que nos indican claramente que no es cierto?
NC: Hay un grado de mentira cotidiana que aceptamos e incluso decidimos ignorar. Son las mentiras que nos contamos a nosotros mismos y a nuestros cĂrculos: la manera en que editamos nuestro perfil en las redes sociales para proyectar exactamente la imagen de nosotros mismos que queremos que los demĂ¡s perciban. Hemos interiorizado tanto ese proceso de maquillaje de la realidad que, efectivamente, olvidamos lo fĂ¡cil que es lograr cierta verosimilitud en internet. AsĂ nos comemos las bolas que nos comemos.
Y: Al analizar la relaciĂ³n entre internet y el porno, mencionas que la red estĂ¡ haciĂ©ndonos inmunes al sexo. ¿AcabarĂ¡ internet con la raza humana al eliminar el deseo sexual al mismo tiempo que promete una vida eterna gracias a la tecnologĂa?
NC: No creo que la especie humana esté en peligro.
Y: Te lo dije, esta es de las preguntas malas… Me he venido arriba. A ver si asĂ lo explico mejor: ¿crees que no existe ese riesgo porque se impondrĂ¡ esa nueva pornografĂa que consiste en recrear actos cotidianos como abrir puertas, entrar en una habitaciĂ³n…?
NC: Por mucho que la tecnologĂa pueda modular nuestras parafilias, o incluso crear otras nuevas, el deseo sexual siempre estarĂ¡ ahĂ. No somos inmunes a Ă©l, sino que ahora tenemos mĂ¡s medios que nunca para encontrar lo que realmente nos pone. Y para conocer a almas gemelas, claro. El sexo tradicional, el sexo mainstream, siempre ha tenido sus apĂ³statas: gente a la que, sencillamente, dejĂ³ de ponerle la ruta habitual. Bueno, pues ahora puede encontrar informaciĂ³n sobre otros senderos a golpe de click. Creo que, incluso cuando nos volvamos entidades posthumanas, si eso llega a ocurrir algĂºn dĂa, seguiremos queriendo experimentar eso. Las mĂ¡quinas tambiĂ©n pueden amar.
Y: Todo lo anterior resulta muy nuevo y muy inquietante… Por cierto, ¿quĂ© es el «Nuevo Inquietante» del que hablas en Internet Safari?
NC: Es una teorĂa que leĂ por primera vez al crĂtico de arte Jerry Saltz. Tiene que ver con la forma en que las estrellas del pop mĂ¡s avanzadas, las Mileys y Kanyes y Drakes, absorben estilemas del arte moderno en sus videoclips. Y ese gesto no es casual, sino que muchos analistas piensan que se trata de una nueva y muy alambicada forma de comunicar su verdad Ăºltima a sus fans.
Y: ¿Y quĂ© papel juega internet en todo eso?
NC: Ahora mismo, muy pocos artistas pueden estar realmente recluidos: las redes sociales los convierten en una presencia constante en las vidas cotidianas de sus seguidores. Los han convertido en algo banal y mundano, cuando de toda la vida han sido una aristocracia pop, un estadio superior de la sociedad. La Ăºnica manera de recuperar ese terreno es volverse muy raros, mĂ¡s que un perro verde. Pero la paradoja del Nuevo Inquietante es que, al hacerlo, estĂ¡n desnudĂ¡ndose mĂ¡s que cuando comparten una foto por Instagram. Lady Gaga expone de verdad su alma en un aparatoso directo, concebido casi como una instalaciĂ³n artĂstica, o en un videoclip sobreproducido. Lo que vemos cuando la persona real detrĂ¡s de ese nombre es cazada por los paparazzi es mentira, lo que vemos cuando estĂ¡ transformada en una superestrella es lo Ăºnico real.
Y: Ya que estamos con terminologĂa de internet, ¿se dice «el selfi» o «la selfi»?
NC: Yo creo que es femenino. O sea, es una foto, ¿no? Quiero liderar la campaña para feminizar esa palabra.
Y: Pues nada, ya tienes un nuevo seguidor en la cruzada por feminizar selfi. Por cierto, hablando de seguidores y de lĂderes, uno de los capĂtulos del libro estĂ¡ dedicado a los malvados de internet y entre ellos citas a Jenaro GarcĂa. ¿Por quĂ© Jenaro?
NC: Me fascinan los villanos de internet, porque muchos de ellos son gente sin un plan. ¿Da mĂ¡s miedo un villano con un gran objetivo final o uno que simplemente hace el mal sin ser consciente de ello? Jenaro GarcĂa es otra cosa: un villano con un sueño. Soñaba con un mañana de ciudades interconectadas como tejido viviente, y ese sueño blanco y puro lo llevĂ³ a hacer literalmente de todo para convertirlo en realidad. Fue una huida hacia delante en la que, por supuesto, se forrĂ³, pero me gusta pensar que el dinero fue solamente un beneficio colateral. Lo que realmente le motivaba era su sueño de wifi gratis para todos, amĂ©n.
Y: ¿Es internet un campo abonado para ese perfil de sociĂ³patas como Jenaro?
NC: Durante los primeros años de internet, su periodo de crecimiento y de bĂºsqueda de la propia identidad, han estado marcados por una mentira necesaria: que nuestras vidas online no son realmente nuestras vidas. O, en otras palabras, que podĂamos inventarnos versiones de nosotros mismos y ponerlas a jugar en un juego de realidad virtual sin consecuencia alguna al otro lado de la mĂ¡quina. Eso llevĂ³ a muchos sociĂ³patas a refugiarse en un constructo: el personaje. Cuando alguien se comporta en internet de un modo que percibe como indigno, siempre se justifica diciendo que no es realmente Ă©l, sino un personaje que ha creado para las redes sociales. Un personaje malote y bukowskiano, o eso quisieran ellos, con el que puedan dar rienda suelta a comportamientos que jamĂ¡s se atreverĂan a desarrollar en su vida analĂ³gica.
Y: ¿Ha cambiado eso con la evoluciĂ³n de internet? ¿No sigue mĂ¡s o menos igual?
NC: No. Estos Ăºltimos tres o cuatro años hemos asistido a unos cuantos shocks que nos han abierto los ojos: lo que hacen esos personajes en internet, por ejemplo, robar y publicar fotos Ăntimas de otras personas, tiene consecuencias muy muy palpables en nuestro dĂa a dĂa. Hay un impacto real. AsĂ que creo que ahora mismo estamos asistiendo a una suerte de despertar: hemos disculpado a muchos sociĂ³patas con la excusa del personaje durante demasiado tiempo.
Y: Hablando de la verdad, la mentira, las consecuencias de internet, recientemente se ha reactivado la acusaciĂ³n contra Cesar Strawberry por apologĂa del terrorismo y ofensa a las vĂctimas. ¿Es relevante que esa acusaciĂ³n la realice Carlos Bautista, fiscal de la Audiencia Nacional que tuvo problemas con sus superiores por mofarse de sus colegas a travĂ©s de una cuenta de Twitter anĂ³nima?
NC: SĂ, como tambiĂ©n lo es que los dos jueces de la Audiencia Nacional que han decidido reactivar el caso Zapata fuesen en su dĂa recusados en el caso GĂ¼rtel por su afinidad con el Partido Popular. La derecha de este paĂs ha sabido liderar sin problemas la demonizaciĂ³n de los tuits del enemigo polĂtico: controlan los recursos legales y jurĂdicos que podrĂan hacer pagar a sus rivales por cosas que, desde luego, saben que no van a ningĂºn sitio. Algunos, como Bautista, lo saben por experiencia propia. Pero figuras como Strawberry o Zapata sirven para crear la ilusiĂ³n de una izquierda radicial y peligrosĂsima que utiliza su conocimiento arcano de las nuevas tecnologĂas para extender mensajes de terror. Es una ficciĂ³n ridĂcula, pero lo suficientemente vĂ¡lida como para que sigan agotando recursos pĂºblicos en unas persecuciones que solo traen despilfarro y dolor para todas las partes.
Y: ¿Por quĂ© tanta gente reclama que se ponga fin al anonimato en las redes? ¿No entienden que internet no es la vida real?
NC: En un episodio de Los Simpson, Moe grita una soluciĂ³n para que dejen de caer meteoritos sobre Springfield: «¡Quememos el observatorio para que esto no nos vuelva a pasar nunca mĂ¡s!». Lo mismo pasa con el anonimato: la gente puede escudarse en Ă©l para hacer daño, pero el anonimato no es malo per se. AdemĂ¡s, viene con el territorio. Es inherente a internet, vamos. DeberĂamos educar e intentar comprender el anonimato, no demonizarlo.
Y: Al hilo de esto, otra pregunta rara. PrepĂ¡rate… ¿Crees que hay una lĂnea que une «El bando de capas y sombreros» que dio lugar al motĂn de Esquilache, la prohibiciĂ³n de los carnavales por parte de los gobiernos dictatoriales y los que critican el anonimato en internet?
NC: ¡Jajajaja, sĂ! Es cierto: es una nueva forma de miedo a un motĂn. Esa gente con la cara descubierta se reĂºne cuando no miramos: solo puede ser para conspirar cosas malas. Necesariamente. Bueno, pues algunos se reĂºnen para poder compartir, por ejemplo, experiencias vitales dolorosas, que en ocasiones les queman por dentro, sin que tengan consecuencias en su vida personal. ¿Ese anonimato tambiĂ©n es nocivo?
Y: En el libro relacionas aplicaciones como Google Maps con situaciones de hegemonĂa por parte de las autoridades. ¿PodrĂa suceder lo mismo con herramientas como Wikipedia o los archivos de imĂ¡genes digitalizados? ¿PodrĂan esas empresas reescribir la historia? Y, lo peor de todo, ¿no pasaba ya eso sin necesidad de internet?
NC: Google pretenden mapear cada milĂmetro de la Tierra. Google tiene un mapa de todo el mundo conocido. Antiguamente, el paĂs o imperio que tenĂa mejores mapas era el que acababa ganando la guerra. Esa ambiciĂ³n de dominar toda la informaciĂ³n para poder editarla no es privativa de internet, pero internet es relativamente nueva, accesible y nos da miedo.
Y: ¿Miedo en quĂ© sentido? ¿A lo desconocido? ¿O a un poder que no podemos ni siquiera medir?
NC: Es muy fĂ¡cil temer a internet. El pensamiento conspiranoico es terapĂ©utico, porque en el fondo se trata de filtrar y limpiar la cacofonĂa del mundo contemporĂ¡neo. ¿Y si no existe una gran conspiraciĂ³n? La alternativa es que todo este nuevo orden mundial estĂ© compuesto por diferentes agentes e intereses que se relacionan entre sĂ en completa disonancia, sin enterarse de mucho, sin tener nunca nada parecido a una visiĂ³n de conjunto. Es decir, que la casualidad y el caos rigen nuestro destino. ¿No es mĂ¡s tranquilizador pensar que gigantes como Google tienen un plan?
Y: SĂ, es lo que hablĂ¡bamos antes de los villanos. Por cierto, ¿con quiĂ©n te quedas? ¿Snowden, Assange o Manning?
NC: El que mĂ¡s me fascina es Assange, porque es el que mĂ¡s comprometido estĂ¡ con su faceta de superestrella. Manning lo estĂ¡ teniendo tan difĂcil que solo quiere que la dejen en paz. Snowden quiere controlar su imagen mediĂ¡tica y enfocarla siempre hacia su mensaje patriĂ³tico, aunque muchos lo vean como un traidor. Assange estĂ¡ a tope. Assange es lo mĂ¡s parecido a un supervillano de James Bond que tenemos en la vida real. Da igual si piensas que tiene mĂ¡s de hĂ©roe que de elemento peligro: su forma de ser y de comunicarse es la de un villano megalĂ³mano pulp. Bueno, tambiĂ©n tiene un poco de nueva estrella del rock. Y eso me fascina.
Y: Cuentas que Angry Birds ha proporcionado infinidad de datos personales de usuarios a gobiernos sin que aquellos lo supieran. Si es imposible evitar este tipo de situaciones, ¿no serĂa una forma mĂ¡s efectiva de ciberactivismo la cesiĂ³n total de nuestros datos? Cribar y evaluar todo tipo de informaciĂ³n de miles de millones de personas colapsarĂa el sistema.
NC:Â Mmm, una huelga a la japonesa de metadata. SerĂa interesante.
Y: Hablando de la notoria debilidad de las redes en lo que a seguridad se refiere, ¿crees que lo de Alfonso Merlos fue realmente un hackeo?
NC: No lo sĂ©, pero ahora acaba de pasar con el futbolista Sergi Guardiola, a quien han echado del Barcelona horas despuĂ©s de ficharlo. Al parecer, escribiĂ³ unos tuits claramente anticulĂ©s y anticatalanistas en general, pero Ă©l insiste en que le dejĂ³ el mĂ³vil a un amigo. Es decir, que tambiĂ©n le hackearon la cuenta, en cierto modo. AdemĂ¡s de Merlos, gente como Donald Trump o Kiko Rivera tambiĂ©n han utilizado ese argumento cuando se han descubierto tuits polĂ©micos en sus perfiles. No sĂ©, quizĂ¡ haya uno o varios grupos de hackers expertos en este tipo de ciberdelitos tan sofisticados. O quizĂ¡ «me han hackeado la cuenta» es el «agente, le juro que es de un amigo» mĂ¡s socorrido de nuestra era.
Y: Afirmas que la tecnologĂa progresa a mĂ¡s velocidad que la Ă©tica. Sin embargo, la falta de Ă©tica nunca ha necesitado ayuda exterior para desarrollarse. Aunque tengamos conceptos Ă©ticos claros y definidos, siempre hay gente dispuesta a violentarlos con ayuda de la tecnologĂa o no.
NC: SĂ, y eso siempre nos ha provocado problemones. La ciencia-ficciĂ³n que mĂ¡s me interesa siempre va de eso: cientĂficos capaces de reĂrse en la cara de la mismĂsima creaciĂ³n, pero incapaces de plantearse las consecuencias. En el caso de internet, directamente creo que durante mucho tiempo nos ha dado igual. Es decir, que no hemos creĂdo necesaria una Ă©tica. Y ahora estamos pagando las consecuencias, pues mucha gente va a seguir tirando como hasta ahora, sin importar lo grandes que sean los problemones.
Y: Pero no todo da miedo en internet, claro. En el libro auguras nuevas tecnologĂas que nos harĂ¡n la vida mĂ¡s sencilla, como el coche sin conductor en el que entraremos, daremos la direcciĂ³n y nos relajaremos. ¿No es eso un taxi de toda la vida?
NC: ¡SĂ, pero sin tener que darle conversaciĂ³n cuando es evidente que estĂ¡s tan borracho que te cuesta pestañear!
Y: Para finalizar, ¿podrĂas decirnos quĂ© Tortuga Ninja eres? Y si no es mucho abusar, ¿quĂ© sabor de pizza?
NC: Soy la rata que enseĂ±Ă³ todo lo que saben a las Tortugas Ninja y la pizza hawaiana que te sobrĂ³ de la noche anterior.
estoy interesado por el libro no tengo ni puta idea de internet… y lo sabes.
Me iba a comprar el libro hoy mismo hasta que he leido la frase “la derecha de este paĂs”. El autor enseña la patita por debajo de la puerta de “progre de este paĂs” con todo lo que ello implica.
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