La madrugada del pasado 24 de junio se conoció el escrutinio del referendo acerca del Brexit. La mayorĆa de los britĆ”nicos dijo que querĆa dejar de pertenecer a la Unión Europea. Comenzó asĆ un proceso de cambio que, si nada lo impide, culminarĆ” con un histórico portazo.
A la misma hora, el pintor almeriense Manu MuƱoz miraba a la playa desde el paseo marĆtimo de Cabo de Gata, el pueblo donde vive. Sobre la arena, aĆŗn ardĆan algunas de las hogueras de la noche de San Juan. La metĆ”fora de la renovación y el cambio de etapa no podĆa haber quedado mejor dibujada.

[pullquote]Nadie en sus cabales tomarĆa semejantes decisiones si, por un segundo en su vida, hubiese tenido el placer de emocionarse de verdad y elevarse hasta ese punto dónde se tiene una visión universal de la belleza, una sensación que transciende a todas las estĆŗpidas banderas, fronteras, muros, ideologĆas o religiones.[/pullquote]
Los mejores meses de la vida de MuƱoz transcurrieron, segĆŗn cuenta, en Londres, donde estuvo viviendo, pintando y conociendo el gran puzzle social que es la capital britĆ”nica. Por eso, lo que sintió el pintor esa madrugada del 24 de junio fue desolación y mucha rabia. Precisamente Londres es uno de los lugares donde el Brexit no se impuso. Ā«El recuerdo que guardo es el de un paĆs multicultural, dónde todo encajaba āal menos a mi ojos- a la perfección. Cuando comencĆ© a oĆr hablar del Brexit pensaba que serĆa una broma de cuatro locos que no llegarĆa lejos pero me equivoquĆ©. Solo espero que la situación se revierta pronto y vuelva a ser un paĆs al que me apetezca volver. Hoy por hoy, lo descarto sencillamente porque estoy cabreado con este asunto. No quisiera sonar dramĆ”tico pero la sensación que tengo es similar a como si me hubiesen tapiado la puerta de mi casaĀ», explica.
El almeriense explica que el edificio en el que vivĆa, en Stockwell, representa muy bien la deriva que ha sufrido el Reino Unido hasta el pasado referendo. Ā«Mi edificio, el Eurotower,Ā fue construido en su dĆa para albergar a refugiados polĆticos venidos de Ćfrica. AƱos mĆ”s tarde la cosa se fue un poco de las manos y terminó siendo una especie de gueto vertical en mitad de Larkhall Park. Posteriormente, se transformó en un hostel barato, con juergas las 24 horas, en el que los mochilerosĀ llegados de cualquier parte del mundo pernoctaban por unas pocas libras la noche. Hoy, es propiedad de una gran empresa que alquila sus modernos y remodelados estudios solo a estudiantes que consigan reunir todos los documentos y avales requeridos. Es una especie de macabro epĆlogo del BrexitĀ», detalla.
De la rabia, Manu MuƱoz ha tratado de construir algo hermoso. El 18 de febrero estrena exposición en Madrid, en la GalerĆa Blanca Soto (AlmadĆ©n, 13) con los trabajos que surgieron, entre otras cosas, de la desazón provocada por todo el asunto.

Paramodern es una colección de pinturas que tiene como pista de despegueĀ la residencia de MuƱoz en Londres y tambiĆ©n la resistencia a la segregación. Ha querido caminar un poco a la escocesa, como el paĆs que se niega a marcharse junto al resto del Reino Unido de una Europa en la que sĆ quieren estar.
Tras el caso escocés y lo paradójico de querer separarse de algo (Reino Unido) para permanecer unido a algo mÔs grande (Europa), el pintor almeriense repasa las contradicciones que definen la vida y la maleabilidad de un concepto como la coherencia.
Desde esas premisas, por los lienzos de Paramodern desfila la acción y la agitación de un ejĆ©rcito en combate; el equilibrio de la naturaleza de los flamencos habituales de las salinas del cabo o la exótica armonĆa de los rostros ajenos al ciudadano occidental.



Inspiración sin militancia
Para Manu MuƱoz, las circunstancias polĆticas han sido uno de los detonadores para crear. Sin embargo, piensa que Ć©l no necesita el arte para expresar posiciones de disidencia. Ā«QuizĆ” muy al principio, cuando pintaba grafiti, habĆa momentos en los que sentĆa que tenĆa que expresar mis ideas en este sentido, pero como era tan joven y casi un completo ignorante en la materia siempre terminaba pintando sobre lo mismo: mensajes y conceptos importados de los videos de hip hop de la MTV, absurdos y completamente ajenos a mi realidad en la mayorĆa de los casosĀ».
Ahora, sin embargo, con mĆ”s seguridad en el pincel y en la vida, la bĆŗsqueda es otra. Ā«Cualquier posición polĆtica tiene su representación social y por lo tanto puede verse reflejada en el arte de ese momento. Particularmente no uso mi trabajo como un manifiesto ni como un armaĀ».
[pullquote]Cuando era joven sĆ que recibĆ algunos ātrabajos suciosā en los que se me encomendaba realizar pintadas contra algĆŗn partido polĆtico a cambio de dinero. Nunca lleguĆ© a realizar ninguno, aunque aquel dinero, a tan corta edad, era toda una tentación. Esto es lo mĆ”s cerca que he estado de usar el arte como herramienta de disidencia, o sea, imagĆnateā¦[/pullquote]
El pintor almeriense dice que, para Ć©l, el arte es demasiado sagrado para desnaturalizarlo en una fusión con otros conceptos. Ā«Ligarlo o acotarlo dentro de una etiqueta o posicionarlo contra algo lo desvirtuarĆa. Veo algo absurdo usarlo en un sentido crĆtico o como arma de lucha aunque, obviamente, respeto a quien decida hacerloĀ».

MuƱoz justifica su postura explicando que las conciencias que pueden ser removidas por una propuesta creativa no son las que se zambullen luego en la trinchera. Ā«No veo probable que alguien que estĆ” participando en una guerra ā por ejemplo- y que es incapaz de considerar la dimensión humana de tal atrocidad vaya a reparar en una manifestación artĆstica y deponga su actitud. Sinceramente, no lo veoĀ», explica.
Mucho de lo que ahora forma parte de la obra de Manu MuƱoz sedimentó en su conciencia durante su vida en Londres. La próxima vez que vaya, habrĆ” mĆ”s barreras que franquear. MĆ”s de la mitad de la población de Reino Unido cree que ese es el camino y la decisión, al menos, ha servido como generadora de una respuesta artĆstica.
AdemÔs, simbólicamente, se niega a desaparecer de la falda de Eurotower una precaria construcción donde cuelga el cartel Lambeth Community Refugees of Vietnam. Se trata de un centro social que monta saraos para los desplazados que deciden permanecer en el barrio. «Vietnam resiste», dice Muñoz. Hay que resistir.
