16 de octubre 2015    /   ENTRETENIMIENTO
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Si no puedes viajar, tu peluche lo harĂ¡ por ti

16 de octubre 2015    /   ENTRETENIMIENTO     por          
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Si tu peluche estĂ¡ en casa, aburrido y acumulando polvo, Sonoe, una emprendedora japonesa, tiene la soluciĂ³n para que tu muñeco no sea pasto de los Ă¡caros.
Puede parecer que en JapĂ³n todo es posible. Es cierto. Desde encontrar habitaciones de hotel para llorar hasta cafeterĂ­as con peluches de compañía. Todo. Por eso no resulta tan disparatada la idea de crear una agencia de viajes para peluches si hablamos de un paĂ­s en el que estos seres peludos tienen casi vida propia y en el que tantas personas se evaden de la soledad compartiendo su tiempo con muñecos.
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«Hice una anguila -unagi- de peluche y le abrĂ­ un blog. Gradualmente, mis amigos empezaron a viajar por el mundo con ella. De hecho, ahora mismo estoy en Tokio y mi anguila estĂ¡ de viaje. AsĂ­ descubro el mundo a travĂ©s de ella», explica Sonoe a Yorokobu, recordando el origen de Unagi. «Si yo disfruto con esto, me dije, la gente que no puede viajar fĂ­sicamente, que tiene demasiadas ocupaciones, sufre alguna discapacidad fĂ­sica, gente enferma, lo disfrutarĂ­a todavĂ­a mĂ¡s».
Lamentablemente en los tours que ofrece, el dueño no viaja con el peluche y tendrĂ¡ que seguir sus aventuras desde casa, donde se le irĂ¡ manteniendo al dĂ­a a travĂ©s de redes sociales. Las guĂ­as de viaje, Unana y Unasha, visten uniforme y tampoco son humanas.
El peluche probarĂ¡ la gastronomĂ­a japonesa, aprenderĂ¡ japonĂ©s bĂ¡sico para desenvolverse y los fines de semana se irĂ¡ de cervezas con los amigos que conocerĂ¡ en diversas actividades lĂºdicas. Por menos de 50 euros, el peluche pasarĂ¡ unas vacaciones inolvidables de tres semanas. Basta enviar el muñeco a Tokio, informando de los cuidados especĂ­ficos y necesidades que requiera tu mascota.


 
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En 2011, Daniel Bacho, de origen checo, tambiĂ©n comenzĂ³ a ofertar excursiones para peluches en Barcelona, inspirado por la agencia de viajes para peluches Toy travelling, que surgiĂ³ de un programa de la televisiĂ³n checa en el que se premia la idea empresarial mĂ¡s original. Su pĂ¡gina de Facebook permanece inactiva desde 2012 y su web ha desaparecido. Pero durante al menos un año, Emic, el peluche guĂ­a de Barcelona Toy Travel, tambiĂ©n paseĂ³ a japoneses y britĂ¡nicos por la ciudad condal. El dueño no solo seguĂ­a las andanzas de su muñeco a travĂ©s de la pĂ¡gina de Facebook de la agencia, sino que su mascota disponĂ­a de perfil personal en la red social en la que compartĂ­a sus paseos por el Barrio GĂ³tico, las Ramblas y hasta sus dĂ­as de playa.
El caso de Sonoe va mĂ¡s allĂ¡, y lejos de parecer una broma, su proyecto tiene un origen conmovedor. Aunque se le ocurriĂ³ convertir su aficiĂ³n por fotografiar a su anguila de peluche en un negocio, estĂ¡ consiguiendo hacer felices a personas que a causa de enfermedad, discapacidad o falta de tiempo no pueden salir a recorrer mundo y lo hacen a travĂ©s de sus peluches. Su proyecto triunfa tanto que, dice Sonoe, «los dueños de los peluches a veces acaban viajando a JapĂ³n, atraĂ­dos por la experiencia previa de sus muñecos». MĂ¡s de seiscientos peluches han viajado a travĂ©s de la agencia de Sonoe y algunos, asegura, incluso repiten.
 

Muñecos viajeros de compañía

Los muñecos viajeros comenzaron a proliferar en 2001. El gnomo de AmĂ©lie, que saliĂ³ de su jardĂ­n a ver mundo, fue el pionero de estos peculiares exploradores. Desde entonces, son muchos los que viajan con peluches en busca de la postal perfecta. Siete años despuĂ©s de que se estrenara la pelĂ­cula, un chico secuestrĂ³ al gnomo de jardĂ­n de una anciana britĂ¡nica y lo devolviĂ³ a los siete meses, con sus fotos por el mundo y textos en los que narraba sus paseos por doce paĂ­ses y conclusiones sobre el sentido de la vida.
Oprah es un osito con vida propia. Cuando conocĂ­ a su dueña en Gales, no lograba comprender el extremo cuidado con el que Chiao Ling, que habĂ­a viajado desde Taiwan, arropaba a Oprah. «He crecido con Ă©l desde los cuatro años. Ahora es mi mejor amigo y un miembro de mi familia. Viajo con Ă©l porque quiero compartir los buenos recuerdos que vendrĂ¡n. TambiĂ©n porque me siento insegura cuando viajo o cuando me separo de mi familia», cuenta Chiao Ling, ahora desde Taiwan. «Los lazos familiares son tan fuertes para nosotros que nos cuesta mĂ¡s afrontar la soledad. CĂ³mo estar solo es una de las grandes lecciones en los centros pĂºblicos de terapia en Taiwan», dice.
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Varios amigos taiwaneses de Chiao Ling  tambiĂ©n viajan con sus peluches, aunque, lamenta, «se deshacen de ellos cuando duermen». Por eso, ahora que ha descubierto que existen agencias de viajes para peluches, estĂ¡ convencida de que si un proyecto similar al de Somoe «encuentra una oportunidad comercial en Taiwan, saldrĂ¡ perfectamente adelante».
Oprah lleva veinte años recorriendo paĂ­ses como Estados Unidos, Singapur, JapĂ³n, Reino Unido, Corea y Australia. Su dueña, en realidad, teme llegar a los aeropuertos con Ă©l. «Siempre que viajo me aterra la idea de que la policĂ­a me pare, creyendo que escondo droga en el peluche».
Chiao Ling se graduĂ³ recientemente y cambiĂ³ su foto de perfil en Facebook. Se trataba de un retrato de Oprah, con birrete y diploma. Fuera de la mochila de Chiao Ling, Oprah viaja con el cinturĂ³n de seguridad mĂ¡s que atado y hasta cocina calcetines. Ella se encarga de ponerle en situaciĂ³n, saca la cĂ¡mara, e incluso prueba con varios disparos, por si el osito no ha salido favorecido.
Hace unos meses, LucĂ­a viajĂ³ a Croacia con dos amigas. Pero, a juzgar por las fotos que compartĂ­an en redes sociales, era difĂ­cil saber si eran ellas quienes estaban viajando. «Entramos en una oficina postal para comprar unas postales y allĂ­ encontramos unas muñecas. Estuvimos bromeando porque se parecĂ­an a nosotras y decidimos que serĂ­an nuestros dobles en el viaje», cuenta LucĂ­a. Compraron tres muñecas que aparecĂ­an siempre juntas en las fotos, sin sus dueñas, y en actitud de estar posando.
LucĂ­a
Las muñecas descubrieron el paĂ­s tan a fondo que incluso las vimos ligando con chicos croatas en discotecas. «Se nos ocurriĂ³ que tambiĂ©n deberĂ­an ligar. AsĂ­ que nos pusimos el reto de conseguir una foto con unos chicos. A unos les dijimos que estĂ¡bamos haciendo un juego, una crĂ­tica satĂ­rica a las fotos que todo el mundo se hace. AsĂ­ que sujetaron nuestras muñecas y se hicieron la foto con ellas».
 

Coachsurfing para peluches

Toyvoyagers.com es la web de un proyecto que pretende incitarte a viajar con el peluche de otro. Neil Collins querĂ­a comprobar quĂ© hace la gente cuando encuentra algo en la calle y hace diez años dejĂ³ varios peluches en zonas pĂºblicas de Warwick (Inglaterra).
Cada uno viene con una clave que permite a quien lo encuentre acceder a un espacio personalizado de la web en la que puede compartir las aventuras del muñeco. La idea es que el peluche pase por diferentes manos, asĂ­ que, una vez finalizado el viaje, el usuario tiene que volver a dejarlo en un lugar pĂºblico hasta que otra persona lo encuentre.
Viajeros-5
«Dimos la posibilidad de que la gente creara su propio cĂ³digo en la web e hiciese lo mismo con sus muñecos y el proyecto empezĂ³ a crecer», explica Neil Collins a Yorokobu. «Abrimos un foro y descubrimos que miembros de todo el mundo habĂ­an empezado a ofrecer alojamiento a los otros y visitas guiadas en sus ciudades», dice asombrado.
Ahora la web funciona en dos sentidos: lo que Ă©l llama dispersiĂ³n salvaje y alojamiento. La segunda, viene a ser algo asĂ­ como coachsurfing, y los usuarios envĂ­an peluches a otros miembros para que los alojen y los saquen a pasear. Neil ya no reparte peluches en su ciudad. «Aunque ahora la web sobrevive gracias a los miembros, nos sigue pareciendo impresionante ver quĂ© estĂ¡ pasando», nos cuenta.
Puede parecer disparatado, pero gracias a las agencias de viajes para peluches, los niños enfermos pueden ser un poco mĂ¡s felices. Esos seres peludos que surgieron cuando Roosvelt no se atreviĂ³ a disparar a un oso decrĂ©pito, cuya caricatura en los periĂ³dicos inspirĂ³ al primer fabricante de peluches, cada vez ayudan a mĂ¡s adultos a afrontar la soledad, llevar una vida mĂ¡s fĂ¡cil y divertirse.

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Puede parecer que en JapĂ³n todo es posible. Es cierto. Desde encontrar habitaciones de hotel para llorar hasta cafeterĂ­as con peluches de compañía. Todo. Por eso no resulta tan disparatada la idea de crear una agencia de viajes para peluches si hablamos de un paĂ­s en el que estos seres peludos tienen casi vida propia y en el que tantas personas se evaden de la soledad compartiendo su tiempo con muñecos.
Viajeros-1
«Hice una anguila -unagi- de peluche y le abrĂ­ un blog. Gradualmente, mis amigos empezaron a viajar por el mundo con ella. De hecho, ahora mismo estoy en Tokio y mi anguila estĂ¡ de viaje. AsĂ­ descubro el mundo a travĂ©s de ella», explica Sonoe a Yorokobu, recordando el origen de Unagi. «Si yo disfruto con esto, me dije, la gente que no puede viajar fĂ­sicamente, que tiene demasiadas ocupaciones, sufre alguna discapacidad fĂ­sica, gente enferma, lo disfrutarĂ­a todavĂ­a mĂ¡s».
Lamentablemente en los tours que ofrece, el dueño no viaja con el peluche y tendrĂ¡ que seguir sus aventuras desde casa, donde se le irĂ¡ manteniendo al dĂ­a a travĂ©s de redes sociales. Las guĂ­as de viaje, Unana y Unasha, visten uniforme y tampoco son humanas.
El peluche probarĂ¡ la gastronomĂ­a japonesa, aprenderĂ¡ japonĂ©s bĂ¡sico para desenvolverse y los fines de semana se irĂ¡ de cervezas con los amigos que conocerĂ¡ en diversas actividades lĂºdicas. Por menos de 50 euros, el peluche pasarĂ¡ unas vacaciones inolvidables de tres semanas. Basta enviar el muñeco a Tokio, informando de los cuidados especĂ­ficos y necesidades que requiera tu mascota.


 
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Viajeros-2

En 2011, Daniel Bacho, de origen checo, tambiĂ©n comenzĂ³ a ofertar excursiones para peluches en Barcelona, inspirado por la agencia de viajes para peluches Toy travelling, que surgiĂ³ de un programa de la televisiĂ³n checa en el que se premia la idea empresarial mĂ¡s original. Su pĂ¡gina de Facebook permanece inactiva desde 2012 y su web ha desaparecido. Pero durante al menos un año, Emic, el peluche guĂ­a de Barcelona Toy Travel, tambiĂ©n paseĂ³ a japoneses y britĂ¡nicos por la ciudad condal. El dueño no solo seguĂ­a las andanzas de su muñeco a travĂ©s de la pĂ¡gina de Facebook de la agencia, sino que su mascota disponĂ­a de perfil personal en la red social en la que compartĂ­a sus paseos por el Barrio GĂ³tico, las Ramblas y hasta sus dĂ­as de playa.
El caso de Sonoe va mĂ¡s allĂ¡, y lejos de parecer una broma, su proyecto tiene un origen conmovedor. Aunque se le ocurriĂ³ convertir su aficiĂ³n por fotografiar a su anguila de peluche en un negocio, estĂ¡ consiguiendo hacer felices a personas que a causa de enfermedad, discapacidad o falta de tiempo no pueden salir a recorrer mundo y lo hacen a travĂ©s de sus peluches. Su proyecto triunfa tanto que, dice Sonoe, «los dueños de los peluches a veces acaban viajando a JapĂ³n, atraĂ­dos por la experiencia previa de sus muñecos». MĂ¡s de seiscientos peluches han viajado a travĂ©s de la agencia de Sonoe y algunos, asegura, incluso repiten.
 

Muñecos viajeros de compañía

Los muñecos viajeros comenzaron a proliferar en 2001. El gnomo de AmĂ©lie, que saliĂ³ de su jardĂ­n a ver mundo, fue el pionero de estos peculiares exploradores. Desde entonces, son muchos los que viajan con peluches en busca de la postal perfecta. Siete años despuĂ©s de que se estrenara la pelĂ­cula, un chico secuestrĂ³ al gnomo de jardĂ­n de una anciana britĂ¡nica y lo devolviĂ³ a los siete meses, con sus fotos por el mundo y textos en los que narraba sus paseos por doce paĂ­ses y conclusiones sobre el sentido de la vida.
Oprah es un osito con vida propia. Cuando conocĂ­ a su dueña en Gales, no lograba comprender el extremo cuidado con el que Chiao Ling, que habĂ­a viajado desde Taiwan, arropaba a Oprah. «He crecido con Ă©l desde los cuatro años. Ahora es mi mejor amigo y un miembro de mi familia. Viajo con Ă©l porque quiero compartir los buenos recuerdos que vendrĂ¡n. TambiĂ©n porque me siento insegura cuando viajo o cuando me separo de mi familia», cuenta Chiao Ling, ahora desde Taiwan. «Los lazos familiares son tan fuertes para nosotros que nos cuesta mĂ¡s afrontar la soledad. CĂ³mo estar solo es una de las grandes lecciones en los centros pĂºblicos de terapia en Taiwan», dice.
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Varios amigos taiwaneses de Chiao Ling  tambiĂ©n viajan con sus peluches, aunque, lamenta, «se deshacen de ellos cuando duermen». Por eso, ahora que ha descubierto que existen agencias de viajes para peluches, estĂ¡ convencida de que si un proyecto similar al de Somoe «encuentra una oportunidad comercial en Taiwan, saldrĂ¡ perfectamente adelante».
Oprah lleva veinte años recorriendo paĂ­ses como Estados Unidos, Singapur, JapĂ³n, Reino Unido, Corea y Australia. Su dueña, en realidad, teme llegar a los aeropuertos con Ă©l. «Siempre que viajo me aterra la idea de que la policĂ­a me pare, creyendo que escondo droga en el peluche».
Chiao Ling se graduĂ³ recientemente y cambiĂ³ su foto de perfil en Facebook. Se trataba de un retrato de Oprah, con birrete y diploma. Fuera de la mochila de Chiao Ling, Oprah viaja con el cinturĂ³n de seguridad mĂ¡s que atado y hasta cocina calcetines. Ella se encarga de ponerle en situaciĂ³n, saca la cĂ¡mara, e incluso prueba con varios disparos, por si el osito no ha salido favorecido.
Hace unos meses, LucĂ­a viajĂ³ a Croacia con dos amigas. Pero, a juzgar por las fotos que compartĂ­an en redes sociales, era difĂ­cil saber si eran ellas quienes estaban viajando. «Entramos en una oficina postal para comprar unas postales y allĂ­ encontramos unas muñecas. Estuvimos bromeando porque se parecĂ­an a nosotras y decidimos que serĂ­an nuestros dobles en el viaje», cuenta LucĂ­a. Compraron tres muñecas que aparecĂ­an siempre juntas en las fotos, sin sus dueñas, y en actitud de estar posando.
LucĂ­a
Las muñecas descubrieron el paĂ­s tan a fondo que incluso las vimos ligando con chicos croatas en discotecas. «Se nos ocurriĂ³ que tambiĂ©n deberĂ­an ligar. AsĂ­ que nos pusimos el reto de conseguir una foto con unos chicos. A unos les dijimos que estĂ¡bamos haciendo un juego, una crĂ­tica satĂ­rica a las fotos que todo el mundo se hace. AsĂ­ que sujetaron nuestras muñecas y se hicieron la foto con ellas».
 

Coachsurfing para peluches

Toyvoyagers.com es la web de un proyecto que pretende incitarte a viajar con el peluche de otro. Neil Collins querĂ­a comprobar quĂ© hace la gente cuando encuentra algo en la calle y hace diez años dejĂ³ varios peluches en zonas pĂºblicas de Warwick (Inglaterra).
Cada uno viene con una clave que permite a quien lo encuentre acceder a un espacio personalizado de la web en la que puede compartir las aventuras del muñeco. La idea es que el peluche pase por diferentes manos, asĂ­ que, una vez finalizado el viaje, el usuario tiene que volver a dejarlo en un lugar pĂºblico hasta que otra persona lo encuentre.
Viajeros-5
«Dimos la posibilidad de que la gente creara su propio cĂ³digo en la web e hiciese lo mismo con sus muñecos y el proyecto empezĂ³ a crecer», explica Neil Collins a Yorokobu. «Abrimos un foro y descubrimos que miembros de todo el mundo habĂ­an empezado a ofrecer alojamiento a los otros y visitas guiadas en sus ciudades», dice asombrado.
Ahora la web funciona en dos sentidos: lo que Ă©l llama dispersiĂ³n salvaje y alojamiento. La segunda, viene a ser algo asĂ­ como coachsurfing, y los usuarios envĂ­an peluches a otros miembros para que los alojen y los saquen a pasear. Neil ya no reparte peluches en su ciudad. «Aunque ahora la web sobrevive gracias a los miembros, nos sigue pareciendo impresionante ver quĂ© estĂ¡ pasando», nos cuenta.
Puede parecer disparatado, pero gracias a las agencias de viajes para peluches, los niños enfermos pueden ser un poco mĂ¡s felices. Esos seres peludos que surgieron cuando Roosvelt no se atreviĂ³ a disparar a un oso decrĂ©pito, cuya caricatura en los periĂ³dicos inspirĂ³ al primer fabricante de peluches, cada vez ayudan a mĂ¡s adultos a afrontar la soledad, llevar una vida mĂ¡s fĂ¡cil y divertirse.

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