9 de abril 2018    /   ENTRETENIMIENTO
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La estructura de los periódicos digitales reproducen el yo, superyo y ello de Freud

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Desnudarse (es decir, el sexo) y vestirse (es decir, la moda) son los dos temas que despiertan mƔs interƩs en los lectores, si hacemos caso a la prensa digital.

Por eso, la prensa online estĆ” maquetada al modo del aparato psĆ­quico freudiano (a la prensa de papel le sucede lo mismo, pero su formato en hojas encuadernadas hace que esto sea menos evidente).

Con la prensa digital, al recorrer las noticias de arriba abajo en una sola hoja (la pantalla del móvil o del ordenador), resulta mucho mÔs fÔcil descubrir esta estructura.

Primero estÔ el superyó, instancia donde deambula el poder normativo y punitivo. Por eso, las primeras noticias se suelen referir a las decisiones políticas, judiciales, económicas y a los grandes acontecimientos internacionales.

En segunda instancia, bajando por la pantalla, aparece el yo. Es decir, el espacio encargado de generar mecanismos que proporcionen el mayor placer posible, pero dentro de los límites que el superyó autoriza. Es el lugar en el que nos encontramos con el fútbol, la cultura y los vídeos curiosos y divertidos.

Y aquĆ­ aparece la frontera entre el consciente y el inconsciente. Frontera que da entrada a otros placeres mĆ”s manifiestos: gastronomĆ­a, viajes, spas, moda, decoración…

Pero es al llegar al ello cuando esa maquetación se evidencia del todo. Al tratarse del territorio de las pulsiones, los deseos y el conflicto permanente con las otras dos instancias que, según Freud, se escindieron de él por aquello de la represión de la cultura, resulta que nuestras apetencias, pÔnicos y frustraciones se concentran en este nivel.

El resultado: es en esta parte de los diarios donde nos encontramos de repente con un conjunto de artĆ­culos que siempre giran, dĆ­a tras dĆ­a, sobre los mismos temas:

  • Cómo tener orgasmos mĆ”s satisfactorios.
  • Cómo ligar mĆ”s a menudo.
  • Las zonas mĆ”s sensibles de tu pareja.
  • Cómo prolongar el placer.

Eso en lo referente al sexo. Luego viene el otro asunto que tratar: la insatisfacción con nosotros mismos. Aquí el sobrepeso (eufemismo para no mencionar la gordura) es el rey, y las recetas para solucionarlo se multiplican en todos los diarios digitales hasta la saciedad. Y continuarÔn multiplicÔndose, porque el tema no son los kilos, es la infelicidad que nos proporciona la estructura represiva que opera en nuestra psique y que con tanta fidelidad han captado las estructuras periodísticas.

En cualquier caso, este no es un asunto exclusivo de la prensa. El aparato psĆ­quico freudiano se reproduce en muchos otros espacios que nada tienen que ver con la prensa digital. Por ejemplo, en la arquitectura.

Hace años, el sociólogo Henry Lefebvre explicaba en una conferencia la similitud entre la estructura de un hogar tradicional y las tres instancias freudianas. Solo que en este caso, las instancias se convierten en estancias. El superyó sería el salón, lugar del discurso y la apariencia. El yo serían el comedor y la cocina, responsables del placer consentido y valorado. Y el ello residiría en los dormitorios y cuartos de baño, la parte mÔs profunda y soterrada de nuestras pasiones.

Al final va a resultar que nuestra estructura emocional, con sus certezas, sus pasiones y sus temores, se termina reproduciendo en todo nuestro entorno. Ya sea en el diseño de nuestra vivienda o en la maqueta de nuestro periódico.

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Con la prensa digital, al recorrer las noticias de arriba abajo en una sola hoja (la pantalla del móvil o del ordenador), resulta mucho mÔs fÔcil descubrir esta estructura.

Primero estÔ el superyó, instancia donde deambula el poder normativo y punitivo. Por eso, las primeras noticias se suelen referir a las decisiones políticas, judiciales, económicas y a los grandes acontecimientos internacionales.

En segunda instancia, bajando por la pantalla, aparece el yo. Es decir, el espacio encargado de generar mecanismos que proporcionen el mayor placer posible, pero dentro de los límites que el superyó autoriza. Es el lugar en el que nos encontramos con el fútbol, la cultura y los vídeos curiosos y divertidos.

Y aquĆ­ aparece la frontera entre el consciente y el inconsciente. Frontera que da entrada a otros placeres mĆ”s manifiestos: gastronomĆ­a, viajes, spas, moda, decoración…

Pero es al llegar al ello cuando esa maquetación se evidencia del todo. Al tratarse del territorio de las pulsiones, los deseos y el conflicto permanente con las otras dos instancias que, según Freud, se escindieron de él por aquello de la represión de la cultura, resulta que nuestras apetencias, pÔnicos y frustraciones se concentran en este nivel.

El resultado: es en esta parte de los diarios donde nos encontramos de repente con un conjunto de artĆ­culos que siempre giran, dĆ­a tras dĆ­a, sobre los mismos temas:

  • Cómo tener orgasmos mĆ”s satisfactorios.
  • Cómo ligar mĆ”s a menudo.
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Eso en lo referente al sexo. Luego viene el otro asunto que tratar: la insatisfacción con nosotros mismos. Aquí el sobrepeso (eufemismo para no mencionar la gordura) es el rey, y las recetas para solucionarlo se multiplican en todos los diarios digitales hasta la saciedad. Y continuarÔn multiplicÔndose, porque el tema no son los kilos, es la infelicidad que nos proporciona la estructura represiva que opera en nuestra psique y que con tanta fidelidad han captado las estructuras periodísticas.

En cualquier caso, este no es un asunto exclusivo de la prensa. El aparato psĆ­quico freudiano se reproduce en muchos otros espacios que nada tienen que ver con la prensa digital. Por ejemplo, en la arquitectura.

Hace años, el sociólogo Henry Lefebvre explicaba en una conferencia la similitud entre la estructura de un hogar tradicional y las tres instancias freudianas. Solo que en este caso, las instancias se convierten en estancias. El superyó sería el salón, lugar del discurso y la apariencia. El yo serían el comedor y la cocina, responsables del placer consentido y valorado. Y el ello residiría en los dormitorios y cuartos de baño, la parte mÔs profunda y soterrada de nuestras pasiones.

Al final va a resultar que nuestra estructura emocional, con sus certezas, sus pasiones y sus temores, se termina reproduciendo en todo nuestro entorno. Ya sea en el diseño de nuestra vivienda o en la maqueta de nuestro periódico.

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Opiniones 1
  • nos maniPPulan y nos alienan en la mediocridad
    a base de quitarnos todo salvo
    el orgullo la moda el pporno y el fuPPbol

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