Quiero contaros una pequeña historia. El protagonista es L., un informÔtico de treinta y tantos que ha convertido una afición en un pequeño negocio desde casa, desde el sofÔ. Una afición que nada tiene que ver con la informÔtica.
L. y yo nos encontramos por casualidad en la calle. L. acababa de bajar del autobĆŗs. Yo esperaba la llegada de otra lĆnea.
āĀ”CuĆ”nto tiempo! āme estrecha la mano con efusión aunque apenas nos conocemos. Hemos coincidido un par de veces en casa de amigos comunesā. Hace seis meses que volvĆ a Sevilla.
No recordaba que se hubiera marchado de Sevilla. Me habla de su trabajo. No acabo de entender bien la jerga tĆ©cnica que emplea. Me quedo con “supervisor” y “redes”. Pidió el traslado y se lo concedieron.
āĀ”Y tambiĆ©n hago piƱatas!Ā ādijo L.
āĀæPiƱatas? ādebo haber oĆdo mal.
āĀ”AutĆ©nticas piƱatas mexicanas! PiƱatas…Ā ādijo un nombre jocoso y pegadizo.
L. me cuenta con entusiasmo cómo él y su mujer comenzaron a vender piñatas artesanales.
āVimos que nadie las hacĆa –dijo L.ā. Nos pusimos, y ya…Ā Las hacemos por las noches y los fines de semana mientras vemos la tele. Es entretenido y da un dinerillo…
RĆ”pidamente traduzco la cantidad que L. me da en bolsas de supermercado. (Nikkei, Dow Jones no son Ćndices apropiados para administrar una economĆa casera).
L. me cuenta cómo cada vez tiene mÔs clientes. Quien ve una piñata en un fiesta, quiere una para la suya propia. Llegó mi autobús.
āBĆŗsca en Google…Ā āL. volvió a repetirme el nombre de su pequeƱo negocio. Un nombre fĆ”cil de recordar.
āLo harĆ© ādigo con un pie en el autobĆŗs.
De regreso a casa, busco la pĆ”gina de L. Me quedo desconcertado. L. es informĆ”tico, es “supervisor” de no sĆ© quĆ© de “redes”. Sin embargo, el diseƱo de la pĆ”gina web es aficionado: plantilla predefinida para mostrar productos en internet, tipografĆas poco lustrosas, fotografĆas de resolución media o baja.
¿Por qué L., informÔtico, supervisor de no sé qué de redes, ha escogido un diseño tan simple, tan deslucido, tan antiguo? ¿Prisas? ¿Dejadez?
Preparando un cafĆ© lo comprendo: L. ha hecho la pĆ”gina que tenĆa que hacer.Ā
L. y su esposa venden piƱatas artesanales, autĆ©nticas piƱatas mexicanas, para cumpleaƱos y otros acontecimientos. No venden IPiƱatas. El diseƱo de su pĆ”gina web es propio de una persona sin conocimientos informĆ”ticos que quiere promocionar su modesto negocio familiar. Quien accede a la pĆ”gina piensa: “Esta gente sabe hacer piƱatas artesanales”. Es una pĆ”gina que funciona.Ā
EstÔ claro que L. sabe cómo convertir una afición en un pequeño negocio y cómo promocionarlo de manera sencilla, pero eficaz.
Quiero contaros una pequeña historia. El protagonista es L., un informÔtico de treinta y tantos que ha convertido una afición en un pequeño negocio desde casa, desde el sofÔ. Una afición que nada tiene que ver con la informÔtica.
L. y yo nos encontramos por casualidad en la calle. L. acababa de bajar del autobĆŗs. Yo esperaba la llegada de otra lĆnea.
āĀ”CuĆ”nto tiempo! āme estrecha la mano con efusión aunque apenas nos conocemos. Hemos coincidido un par de veces en casa de amigos comunesā. Hace seis meses que volvĆ a Sevilla.
No recordaba que se hubiera marchado de Sevilla. Me habla de su trabajo. No acabo de entender bien la jerga tĆ©cnica que emplea. Me quedo con “supervisor” y “redes”. Pidió el traslado y se lo concedieron.
āĀ”Y tambiĆ©n hago piƱatas!Ā ādijo L.
āĀæPiƱatas? ādebo haber oĆdo mal.
āĀ”AutĆ©nticas piƱatas mexicanas! PiƱatas…Ā ādijo un nombre jocoso y pegadizo.
L. me cuenta con entusiasmo cómo él y su mujer comenzaron a vender piñatas artesanales.
āVimos que nadie las hacĆa –dijo L.ā. Nos pusimos, y ya…Ā Las hacemos por las noches y los fines de semana mientras vemos la tele. Es entretenido y da un dinerillo…
RĆ”pidamente traduzco la cantidad que L. me da en bolsas de supermercado. (Nikkei, Dow Jones no son Ćndices apropiados para administrar una economĆa casera).
L. me cuenta cómo cada vez tiene mÔs clientes. Quien ve una piñata en un fiesta, quiere una para la suya propia. Llegó mi autobús.
āBĆŗsca en Google…Ā āL. volvió a repetirme el nombre de su pequeƱo negocio. Un nombre fĆ”cil de recordar.
āLo harĆ© ādigo con un pie en el autobĆŗs.
De regreso a casa, busco la pĆ”gina de L. Me quedo desconcertado. L. es informĆ”tico, es “supervisor” de no sĆ© quĆ© de “redes”. Sin embargo, el diseƱo de la pĆ”gina web es aficionado: plantilla predefinida para mostrar productos en internet, tipografĆas poco lustrosas, fotografĆas de resolución media o baja.
¿Por qué L., informÔtico, supervisor de no sé qué de redes, ha escogido un diseño tan simple, tan deslucido, tan antiguo? ¿Prisas? ¿Dejadez?
Preparando un cafĆ© lo comprendo: L. ha hecho la pĆ”gina que tenĆa que hacer.Ā
L. y su esposa venden piƱatas artesanales, autĆ©nticas piƱatas mexicanas, para cumpleaƱos y otros acontecimientos. No venden IPiƱatas. El diseƱo de su pĆ”gina web es propio de una persona sin conocimientos informĆ”ticos que quiere promocionar su modesto negocio familiar. Quien accede a la pĆ”gina piensa: “Esta gente sabe hacer piƱatas artesanales”. Es una pĆ”gina que funciona.Ā
EstÔ claro que L. sabe cómo convertir una afición en un pequeño negocio y cómo promocionarlo de manera sencilla, pero eficaz.
Este caso es igual: https://www.facebook.com/groups/187798391378980/
La verdad es que la web es fea, pero si hay piƱatas Ā”hay alegrĆa!
yo tambiĆ©n hago piƱatas, vivo en Gijón y siempre hice par amis hijas y amistades, he preparado un cartel, lo he dado en todo sitio, portales, buzones, guarderĆas infantiles y nada, las hago porque me gustan y las regalo para que disfruten los niƱos y tambiĆ©n le hice a una chica de 30 aƱos una Kitty y aun chico que cumplĆa 21 un avión, para negocio nada, me gusta hacerlas porque es entretenido y gratificante, salen hermosas, de Mickey, Bob esponja, Pepa Pig, Dora, etc. felicitaciones.
mencanta…
UĆÆe
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