Estados Unidos prohibió durante aƱos las mĆ”quinas de pinball por considerarlas tan adictivas como la heroĆna, el alcohol o las tragaperras.
Recientemente ha saltado las alarmas por la proliferación de apuestas vinculadas al Fifa, uno de los videojuegos mĆ”s populares del momento. Las asociaciones de padres y los grupos de prevención de la ludopatĆa ya han pedido medidas a las autoridades para controlar este tipo de situaciones.
A pesar de ello, como en todo en la vida, las satisfacciones de los salones recreativos siempre eran mƔs que los peligros que entraƱaban.
Ese alarmismo sobre las maquinitas no era algo propio de los años 70 u 80. Surgió en el momento mismo de su aparición. En los años 30 y 40 del siglo XX, las mÔquinas de pinball estuvieron prohibidas en ciudades como Nueva York o Chicago.
La incorporación de los martillos laterales cambió radicalmente las mÔquinas de pinball, que pasaron de ser un mero juego de azar a convertirse en uno de habilidad. Sin embargo, los defensores de la moral continuaron con su campaña de desprestigio y prohibición.
El tema tuvo que resolverse en los tribunales de Chicago, instancia a la que acudió Roger Sharpe, un publicista vinculado a las compaƱĆas fabricantes que demostró a los jueces que el pinball era un juego de habilidad.
Para ello, Sharpe jugó varias partidas en la sala de juicios en las cuales iba anunciando, como hacen los expertos del billar, el lugar al que iba a ir a parar la bola en cada momento. Solo asà las autoridades se convencieron de que el juego no estaba sujeto únicamente a la suerte.
Personajes como Wonder Woman, Superman, Batman, Los Ćngeles de Charlie, El coche fantĆ”stico o La familia Addams tuvieron su propioĀ pinball, y lo mismo sucedió con Kiss, The Rolling Stones, The Beatles en la etapa del Yellow Submarine, los Ramones y, por supuesto, The Who.
Estados Unidos prohibió durante aƱos las mĆ”quinas de pinball por considerarlas tan adictivas como la heroĆna, el alcohol o las tragaperras.
Recientemente ha saltado las alarmas por la proliferación de apuestas vinculadas al Fifa, uno de los videojuegos mĆ”s populares del momento. Las asociaciones de padres y los grupos de prevención de la ludopatĆa ya han pedido medidas a las autoridades para controlar este tipo de situaciones.
A pesar de ello, como en todo en la vida, las satisfacciones de los salones recreativos siempre eran mƔs que los peligros que entraƱaban.
Ese alarmismo sobre las maquinitas no era algo propio de los años 70 u 80. Surgió en el momento mismo de su aparición. En los años 30 y 40 del siglo XX, las mÔquinas de pinball estuvieron prohibidas en ciudades como Nueva York o Chicago.
La incorporación de los martillos laterales cambió radicalmente las mÔquinas de pinball, que pasaron de ser un mero juego de azar a convertirse en uno de habilidad. Sin embargo, los defensores de la moral continuaron con su campaña de desprestigio y prohibición.
El tema tuvo que resolverse en los tribunales de Chicago, instancia a la que acudió Roger Sharpe, un publicista vinculado a las compaƱĆas fabricantes que demostró a los jueces que el pinball era un juego de habilidad.
Para ello, Sharpe jugó varias partidas en la sala de juicios en las cuales iba anunciando, como hacen los expertos del billar, el lugar al que iba a ir a parar la bola en cada momento. Solo asà las autoridades se convencieron de que el juego no estaba sujeto únicamente a la suerte.
Personajes como Wonder Woman, Superman, Batman, Los Ćngeles de Charlie, El coche fantĆ”stico o La familia Addams tuvieron su propioĀ pinball, y lo mismo sucedió con Kiss, The Rolling Stones, The Beatles en la etapa del Yellow Submarine, los Ramones y, por supuesto, The Who.