6 de mayo 2014    /   IDEAS
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Los Ășltimos piratas del Mar Negro

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Cuenta la leyenda que en el siglo XIX las costas bĂșlgaras del Mar Negro fueron acechadas por un pirata gitano, el corsario Vulchan, que robĂł y hundiĂł varios barcos escondiendo su tesoro en la bahĂ­a de Karadere. Nadie ha encontrado todavĂ­a el oro, pero son muchos los que acuden equipados con detectores de metales a probar suerte. El hombre que mĂĄs tiempo lleva persiguiendo el sueño es el capitĂĄn Jack ‘el Ballena’. Nada menos que 20 años viviendo en la playa acompañado de lo mĂĄs parecido a una tripulaciĂłn pirata. Jack manda y los demĂĄs cavan. Sin embargo, un proyecto urbanĂ­stico amenaza la fantasĂ­a, es decir, el modo de vida de estos corsarios modernos.

Este es el punto de partida del documental Los Ășltimos piratas del Mar Negro −dirigido por el novel Svetoslav Stoyanov y escrito por su mujer Vanya Rainova− que se emitiĂł la semana pasada en el festival Documenta Madrid 2014. Karadere es un limbo donde los criminales, los desahuciados, los alcohĂłlicos de Bulgaria acuden huyendo de los problemas, de los fracasos; es una rendija que se abre en el callejĂłn sin salida. DetrĂĄs de la rendija espera Jack, a veces llamado ‘Mama’ por sus acĂłlitos, quien proporciona una figura paternalista a los desgraciados piratas y lo mĂĄs importante, una quimera por la que seguir viviendo.

jack the whale
Jack ‘el Ballena’ o Mama

Y son muchos los que acuden allĂ­ en busca de asilo. A lo largo de los tres años que duraron los intervalos de grabaciĂłn, el director vio pasar por el campamento de Jack a unos 300 hombres. Aunque no todos fueron piratas, aclara. Solo los que ‘Mama’ eligiĂł. El tesoro perdido de Vulchan es una potente leyenda no solo conocida en Bulgaria, sino en otros lugares como Croacia, Italia o Rusia. Tan potente que, durante el rodaje, Stoyanov sorprendiĂł a varios integrantes de su equipo con detector en mano buscando a hurtadillas.

Estos episodios debieron de ocurrir mås de una vez porque lo largo de esos tres años el equipo rodó unas 80 horas de metraje que, sin embargo, han terminado siendo condensadas en 70 minutos. Le pregunto al director por la titånica tarea de selección y contesta que «mås bien ha sido una locura». Stoyanov no parece muy satisfecho con el resultado del documental y resalta la dificultad de tratar con estos personajes que se pasaban borrachos desde bien entrada la mañana. Sin embargo, reconoce emocionado que son la gente mås auténtica que ha conocido. Esa fascinación queda bien reflejada en el enfoque del documental, que se empeña en contar esta tragedia como una comedia entrañable o, mejor dicho, un cuento de hadas.

THE LAST BLACK SEA PIRATES 1- by BLISS AGITPROP
Uno de los piratas de la tripulaciĂłn de Jack

Stoyanov aclara de forma un tanto forzada que, para él, el tratamiento no influye en la veracidad de los hechos y que corresponde al espectador juzgar el realismo de la película. Sin embargo, la naturaleza del film no queda muy clara ya que la dramatización de muchas escenas es evidente así como la generación premeditada de situaciones. Algo que es lícito de utilizar en la realización, pero que indudablemente desposee al documental de ese hechizo de realidad.

En palabras del director, lo mĂĄs complicado fue elegir la historia que contar. «En Karadere hay muchas pelĂ­culas, no solo una. Cada personaje tiene una historia que merece la pena ser contada». Lo que quizĂĄs convenciĂł al director fue el anuncio del macroproyecto urbanĂ­stico que pretendĂ­a y pretende ocupar la bahĂ­a, una de las Ășltimas zonas prĂ­stinas de la costa de Bulgaria. Esta amenaza dinamitĂł las dinĂĄmicas entre los personajes y provocĂł que surgieran los conflictos.

otro pirataUna vez acabada la proyección me lo encuentro en el bar y le felicito por su película. Svetoslav Stoyanov me confiesa que en realidad hizo el documental con miedo. Con miedo a mostrar la verdadera realidad de estos piratas. «En ochenta horas de metraje ocurrieron muchísimas coas. ¿Te has dado cuenta de que estån todo el rato borrachos? Son criminales, a veces pasamos miedo. Otras tuvimos que quitarles las botellas para poder sacar algo de metraje de provecho. Y ahora pienso que si hubiera mostrado mås el lado oscuro, el cuento de hadas, por contraste, hubiera salido reforzado».


 

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Cuenta la leyenda que en el siglo XIX las costas bĂșlgaras del Mar Negro fueron acechadas por un pirata gitano, el corsario Vulchan, que robĂł y hundiĂł varios barcos escondiendo su tesoro en la bahĂ­a de Karadere. Nadie ha encontrado todavĂ­a el oro, pero son muchos los que acuden equipados con detectores de metales a probar suerte. El hombre que mĂĄs tiempo lleva persiguiendo el sueño es el capitĂĄn Jack ‘el Ballena’. Nada menos que 20 años viviendo en la playa acompañado de lo mĂĄs parecido a una tripulaciĂłn pirata. Jack manda y los demĂĄs cavan. Sin embargo, un proyecto urbanĂ­stico amenaza la fantasĂ­a, es decir, el modo de vida de estos corsarios modernos.

Este es el punto de partida del documental Los Ășltimos piratas del Mar Negro −dirigido por el novel Svetoslav Stoyanov y escrito por su mujer Vanya Rainova− que se emitiĂł la semana pasada en el festival Documenta Madrid 2014. Karadere es un limbo donde los criminales, los desahuciados, los alcohĂłlicos de Bulgaria acuden huyendo de los problemas, de los fracasos; es una rendija que se abre en el callejĂłn sin salida. DetrĂĄs de la rendija espera Jack, a veces llamado ‘Mama’ por sus acĂłlitos, quien proporciona una figura paternalista a los desgraciados piratas y lo mĂĄs importante, una quimera por la que seguir viviendo.

jack the whale
Jack ‘el Ballena’ o Mama

Y son muchos los que acuden allĂ­ en busca de asilo. A lo largo de los tres años que duraron los intervalos de grabaciĂłn, el director vio pasar por el campamento de Jack a unos 300 hombres. Aunque no todos fueron piratas, aclara. Solo los que ‘Mama’ eligiĂł. El tesoro perdido de Vulchan es una potente leyenda no solo conocida en Bulgaria, sino en otros lugares como Croacia, Italia o Rusia. Tan potente que, durante el rodaje, Stoyanov sorprendiĂł a varios integrantes de su equipo con detector en mano buscando a hurtadillas.

Estos episodios debieron de ocurrir mås de una vez porque lo largo de esos tres años el equipo rodó unas 80 horas de metraje que, sin embargo, han terminado siendo condensadas en 70 minutos. Le pregunto al director por la titånica tarea de selección y contesta que «mås bien ha sido una locura». Stoyanov no parece muy satisfecho con el resultado del documental y resalta la dificultad de tratar con estos personajes que se pasaban borrachos desde bien entrada la mañana. Sin embargo, reconoce emocionado que son la gente mås auténtica que ha conocido. Esa fascinación queda bien reflejada en el enfoque del documental, que se empeña en contar esta tragedia como una comedia entrañable o, mejor dicho, un cuento de hadas.

THE LAST BLACK SEA PIRATES 1- by BLISS AGITPROP
Uno de los piratas de la tripulaciĂłn de Jack

Stoyanov aclara de forma un tanto forzada que, para él, el tratamiento no influye en la veracidad de los hechos y que corresponde al espectador juzgar el realismo de la película. Sin embargo, la naturaleza del film no queda muy clara ya que la dramatización de muchas escenas es evidente así como la generación premeditada de situaciones. Algo que es lícito de utilizar en la realización, pero que indudablemente desposee al documental de ese hechizo de realidad.

En palabras del director, lo mĂĄs complicado fue elegir la historia que contar. «En Karadere hay muchas pelĂ­culas, no solo una. Cada personaje tiene una historia que merece la pena ser contada». Lo que quizĂĄs convenciĂł al director fue el anuncio del macroproyecto urbanĂ­stico que pretendĂ­a y pretende ocupar la bahĂ­a, una de las Ășltimas zonas prĂ­stinas de la costa de Bulgaria. Esta amenaza dinamitĂł las dinĂĄmicas entre los personajes y provocĂł que surgieran los conflictos.

otro pirataUna vez acabada la proyección me lo encuentro en el bar y le felicito por su película. Svetoslav Stoyanov me confiesa que en realidad hizo el documental con miedo. Con miedo a mostrar la verdadera realidad de estos piratas. «En ochenta horas de metraje ocurrieron muchísimas coas. ¿Te has dado cuenta de que estån todo el rato borrachos? Son criminales, a veces pasamos miedo. Otras tuvimos que quitarles las botellas para poder sacar algo de metraje de provecho. Y ahora pienso que si hubiera mostrado mås el lado oscuro, el cuento de hadas, por contraste, hubiera salido reforzado».


 

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