Cuenta la leyenda que en el siglo XIX las costas bĂșlgaras del Mar Negro fueron acechadas por un pirata gitano, el corsario Vulchan, que robĂł y hundiĂł varios barcos escondiendo su tesoro en la bahĂa de Karadere. Nadie ha encontrado todavĂa el oro, pero son muchos los que acuden equipados con detectores de metales a probar suerte. El hombre que mĂĄs tiempo lleva persiguiendo el sueño es el capitĂĄn Jack âel Ballenaâ. Nada menos que 20 años viviendo en la playa acompañado de lo mĂĄs parecido a una tripulaciĂłn pirata. Jack manda y los demĂĄs cavan. Sin embargo, un proyecto urbanĂstico amenaza la fantasĂa, es decir, el modo de vida de estos corsarios modernos.
Este es el punto de partida del documental Los Ășltimos piratas del Mar Negro âdirigido por el novel Svetoslav Stoyanov y escrito por su mujer Vanya Rainovaâ que se emitiĂł la semana pasada en el festival Documenta Madrid 2014. Karadere es un limbo donde los criminales, los desahuciados, los alcohĂłlicos de Bulgaria acuden huyendo de los problemas, de los fracasos; es una rendija que se abre en el callejĂłn sin salida. DetrĂĄs de la rendija espera Jack, a veces llamado âMamaâ por sus acĂłlitos, quien proporciona una figura paternalista a los desgraciados piratas y lo mĂĄs importante, una quimera por la que seguir viviendo.
Jack âel Ballenaâ o Mama
Y son muchos los que acuden allĂ en busca de asilo. A lo largo de los tres años que duraron los intervalos de grabaciĂłn, el director vio pasar por el campamento de Jack a unos 300 hombres. Aunque no todos fueron piratas, aclara. Solo los que âMamaâ eligiĂł. El tesoro perdido de Vulchan es una potente leyenda no solo conocida en Bulgaria, sino en otros lugares como Croacia, Italia o Rusia. Tan potente que, durante el rodaje, Stoyanov sorprendiĂł a varios integrantes de su equipo con detector en mano buscando a hurtadillas.
En palabras del director, lo mĂĄs complicado fue elegir la historia que contar. «En Karadere hay muchas pelĂculas, no solo una. Cada personaje tiene una historia que merece la pena ser contada». Lo que quizĂĄs convenciĂł al director fue el anuncio del macroproyecto urbanĂstico que pretendĂa y pretende ocupar la bahĂa, una de las Ășltimas zonas prĂstinas de la costa de Bulgaria. Esta amenaza dinamitĂł las dinĂĄmicas entre los personajes y provocĂł que surgieran los conflictos.
Una vez acabada la proyecciĂłn me lo encuentro en el bar y le felicito por su pelĂcula. Svetoslav Stoyanov me confiesa que en realidad hizo el documental con miedo. Con miedo a mostrar la verdadera realidad de estos piratas. «En ochenta horas de metraje ocurrieron muchĂsimas coas. ÂżTe has dado cuenta de que estĂĄn todo el rato borrachos? Son criminales, a veces pasamos miedo. Otras tuvimos que quitarles las botellas para poder sacar algo de metraje de provecho. Y ahora pienso que si hubiera mostrado mĂĄs el lado oscuro, el cuento de hadas, por contraste, hubiera salido reforzado».
Cuenta la leyenda que en el siglo XIX las costas bĂșlgaras del Mar Negro fueron acechadas por un pirata gitano, el corsario Vulchan, que robĂł y hundiĂł varios barcos escondiendo su tesoro en la bahĂa de Karadere. Nadie ha encontrado todavĂa el oro, pero son muchos los que acuden equipados con detectores de metales a probar suerte. El hombre que mĂĄs tiempo lleva persiguiendo el sueño es el capitĂĄn Jack âel Ballenaâ. Nada menos que 20 años viviendo en la playa acompañado de lo mĂĄs parecido a una tripulaciĂłn pirata. Jack manda y los demĂĄs cavan. Sin embargo, un proyecto urbanĂstico amenaza la fantasĂa, es decir, el modo de vida de estos corsarios modernos.
Este es el punto de partida del documental Los Ășltimos piratas del Mar Negro âdirigido por el novel Svetoslav Stoyanov y escrito por su mujer Vanya Rainovaâ que se emitiĂł la semana pasada en el festival Documenta Madrid 2014. Karadere es un limbo donde los criminales, los desahuciados, los alcohĂłlicos de Bulgaria acuden huyendo de los problemas, de los fracasos; es una rendija que se abre en el callejĂłn sin salida. DetrĂĄs de la rendija espera Jack, a veces llamado âMamaâ por sus acĂłlitos, quien proporciona una figura paternalista a los desgraciados piratas y lo mĂĄs importante, una quimera por la que seguir viviendo.
Jack âel Ballenaâ o Mama
Y son muchos los que acuden allĂ en busca de asilo. A lo largo de los tres años que duraron los intervalos de grabaciĂłn, el director vio pasar por el campamento de Jack a unos 300 hombres. Aunque no todos fueron piratas, aclara. Solo los que âMamaâ eligiĂł. El tesoro perdido de Vulchan es una potente leyenda no solo conocida en Bulgaria, sino en otros lugares como Croacia, Italia o Rusia. Tan potente que, durante el rodaje, Stoyanov sorprendiĂł a varios integrantes de su equipo con detector en mano buscando a hurtadillas.
En palabras del director, lo mĂĄs complicado fue elegir la historia que contar. «En Karadere hay muchas pelĂculas, no solo una. Cada personaje tiene una historia que merece la pena ser contada». Lo que quizĂĄs convenciĂł al director fue el anuncio del macroproyecto urbanĂstico que pretendĂa y pretende ocupar la bahĂa, una de las Ășltimas zonas prĂstinas de la costa de Bulgaria. Esta amenaza dinamitĂł las dinĂĄmicas entre los personajes y provocĂł que surgieran los conflictos.
Una vez acabada la proyecciĂłn me lo encuentro en el bar y le felicito por su pelĂcula. Svetoslav Stoyanov me confiesa que en realidad hizo el documental con miedo. Con miedo a mostrar la verdadera realidad de estos piratas. «En ochenta horas de metraje ocurrieron muchĂsimas coas. ÂżTe has dado cuenta de que estĂĄn todo el rato borrachos? Son criminales, a veces pasamos miedo. Otras tuvimos que quitarles las botellas para poder sacar algo de metraje de provecho. Y ahora pienso que si hubiera mostrado mĂĄs el lado oscuro, el cuento de hadas, por contraste, hubiera salido reforzado».
Vaya historia…
Comentarios cerrados.