12 de junio 2015    /   CREATIVIDAD
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De estos zapatos no encontrarás más de doce pares

12 de junio 2015    /   CREATIVIDAD     por          
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Él era mercadólogo y ella diseñadora gráfica. Les unía ser «unos fanáticos del calzado», cuenta Paola Godoy, la emprendedora de 27 años que junto al otro fanático, Christian Ávalos, hace año y medio que decidieron lanzar la marca de calzado Pola Foster.
La pareja, reincidentes habituales de comprar en red a zapaterías de todo el planeta por sus diseños especiales, pensaron que la tradición artesanal mexicana aireada al aroma de jóvenes diseñadores nacionales podría ser buena receta para tres cosas al mismo tiempo: crear su propia firma, promocionar a jóvenes creativos locales y que su país contara con una buena opción alejada de las cadenas industriales.
Así funcionan: Conciben un modelo, lo visualizan y el último paso es tener de ese prototipo solo 12 pares. Por el camino han pasado las manos de tres zapateros de León, el estado de México famoso por su trabajo con el cuero y el calzado; y la imaginación de tres artistas locales elegidos para dotar de personalidad a las alpargatas.
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«Es importante que sean pocos pares. Solamente si esos doce tienen mucho éxito, llegamos a fabricar hasta 48, y ese es el tope, no más», pone Godoy listón a su tiraje de fabricación paciente. «Queremos que el que los compre sepa que se está llevando una exclusividad en el diseño».
El ritmo slow se imprimió desde el principio. Primero, «mochila al hombro», se fueron de Culiacán (Sinaloa) hasta León a hablar con fabricantes de calzado. Después de visitar a muchos eligieron a los tres que mas les convencían para entregar un producto de calidad y «100% hecho a mano, cada paso del proceso», remarca la dueña. Después fue la convocatoria nacional a artistas e ilustradores para que les demostrasen cómo se las podría ingeniar cada uno para darle vida a unos zapatos.
«Elegimos a tres ilustradores que nos gustaron mucho, Victor Cabanillas, Gemma Román y José Luis Rocha», cuenta Godoy. «Nuestra intención es que ellos puedan salir promocionados gracias a los zapatos, aunque alguno ya contaba con su propio éxito». «Por eso junto a los zapatos llegan al comprador sus ilustraciones en stickers, la información del artista, sus redes sociales… La misma caja y la bolsa se diseña con sus creaciones. Y todo ese embalaje y esa presentación es hecha a mano también, nos encargamos Christian y yo personalmente».
Godoy está orgullosa de que aunque sus ventas empezaron por internet, pronto visualizaron el éxito y decidieran abrir su tienda en Culiacán, «que ya lleva un año y medio y está creciendo muy bien», cuenta el final feliz de su aventura empresarial. Opina que lejos de las grandes industrias de zapatos como churros, el «hecho a mano» y la inventiva de los diseñadores de su país son suficientes «para plasmar la identidad y la personalidad de un calzado». Según dice, «esos son los elementos indispensables» para pisar en este terreno con éxito.
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Gemma Roman
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Mesa de Trabajo
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La pareja, reincidentes habituales de comprar en red a zapaterías de todo el planeta por sus diseños especiales, pensaron que la tradición artesanal mexicana aireada al aroma de jóvenes diseñadores nacionales podría ser buena receta para tres cosas al mismo tiempo: crear su propia firma, promocionar a jóvenes creativos locales y que su país contara con una buena opción alejada de las cadenas industriales.
Así funcionan: Conciben un modelo, lo visualizan y el último paso es tener de ese prototipo solo 12 pares. Por el camino han pasado las manos de tres zapateros de León, el estado de México famoso por su trabajo con el cuero y el calzado; y la imaginación de tres artistas locales elegidos para dotar de personalidad a las alpargatas.
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«Es importante que sean pocos pares. Solamente si esos doce tienen mucho éxito, llegamos a fabricar hasta 48, y ese es el tope, no más», pone Godoy listón a su tiraje de fabricación paciente. «Queremos que el que los compre sepa que se está llevando una exclusividad en el diseño».
El ritmo slow se imprimió desde el principio. Primero, «mochila al hombro», se fueron de Culiacán (Sinaloa) hasta León a hablar con fabricantes de calzado. Después de visitar a muchos eligieron a los tres que mas les convencían para entregar un producto de calidad y «100% hecho a mano, cada paso del proceso», remarca la dueña. Después fue la convocatoria nacional a artistas e ilustradores para que les demostrasen cómo se las podría ingeniar cada uno para darle vida a unos zapatos.
«Elegimos a tres ilustradores que nos gustaron mucho, Victor Cabanillas, Gemma Román y José Luis Rocha», cuenta Godoy. «Nuestra intención es que ellos puedan salir promocionados gracias a los zapatos, aunque alguno ya contaba con su propio éxito». «Por eso junto a los zapatos llegan al comprador sus ilustraciones en stickers, la información del artista, sus redes sociales… La misma caja y la bolsa se diseña con sus creaciones. Y todo ese embalaje y esa presentación es hecha a mano también, nos encargamos Christian y yo personalmente».
Godoy está orgullosa de que aunque sus ventas empezaron por internet, pronto visualizaron el éxito y decidieran abrir su tienda en Culiacán, «que ya lleva un año y medio y está creciendo muy bien», cuenta el final feliz de su aventura empresarial. Opina que lejos de las grandes industrias de zapatos como churros, el «hecho a mano» y la inventiva de los diseñadores de su país son suficientes «para plasmar la identidad y la personalidad de un calzado». Según dice, «esos son los elementos indispensables» para pisar en este terreno con éxito.
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