Todos quieren un unicornio. Jaime Garrastazu y sus socios, los hermanos Nacho y Jorge Vidri, soƱaban con uno llamado Pompeii que calzaba unas modernas zapatillas aterciopeladas. Pero pronto se dieron cuenta de que su sueƱo era demasiado ambicioso, demasiado absurdo, asĆ que desterraron al animal mitológico de la ecuación y se quedaron solo con las zapatillas. Y ahora sĆ, convirtieron su sueƱo en realidad.
En la actualidad Pompeii fabrica mĆ”s de 349 zapatillas por tirada. Sus unidades no estĆ”n numeradas. Y sin embargo ha sabido retener ese intangible que convierte una prenda en una pieza de coleccionista. Todos estos factores daban a su negocio el potencial de convertirse en un unicornio. Al menos, en un caballo de carreras. AdemĆ”s tenĆan los conocimientos para intentarlo, todos ellos venĆan de formarse en el mundo de la empresa.
Creatividad versus negocio
Jaime Garrastazu tiene un discurso elaborado en el que se mezclan nombres de modelos, de empresas y de hitos en el mercado zapatero. Conoce el negocio. PodrĆa pasar por un empresario al uso si no fuera por algunos detalles. El primero es que nunca habla de zapatillas. Siempre usa el diminutivo zapas, casi como un apelativo cariƱoso. El segundo es que calza unas Pompeii Egret y que cuando se le pregunta por ellas, puede hablar sin solución de continuidad. No lo hace con el discurso vacĆo de un vendedor sino con la pasión de quien lleva coleccionando zapatillas, zapas, desde su adolescencia.
Con las zapas pasa algo extraƱo. Creas con ellas un vĆnculo emocional que no se forma con otras prenda
Ā«Las primeras fueron unas Vans burdeosĀ», recuerda. Ā«TenĆa 14 aƱos y me subĆ solo a la calle Montera a comprarlas. AĆŗn las tengo, aunque estĆ”n destrozadasĀ». Esta afición, asegura, fue compartida por todos los socios durante muchos aƱos. Ā«Ellos se apuntaban en listas online para conseguir modelos limitados de Nike o AdidasĀ», recuerda, Ā«Nos encantabanĀ».
Al calor de estos recuerdos, Garrastazu concluye que con las zapatillas Ā«pasa algo extraƱoĀ». Ā«Creas con ellas un vĆnculo emocional que no se forma con otras prendasĀ», explica. Fue quizĆ” este intangible el que les hizo alejarse de senda de los unicornios y marcarse una ruta alternativa. AsĆ que en lugar de centrarse en las ventas, estos tres apasionados de las zapatillas se centraron en el producto.
Todas estas ideas locas les alejaban de lo que harĆa un proyecto de unicornio. Les acercaban a un modelo de negocio diferente. Y eso era justo lo que querĆan ser.
Ā«Soy un firme creyente en la creatividad, tanto a la hora de diseƱar zapas como a la hora de crear una imagen de marcaĀ», explica Garrastazu. Ha sido esa creatividad la que ha guiado su proyecto de negocio, alejado de rutas prefijadas, de nĆŗmeros, mĆ”rgenes de beneficios y proyectos de crecimiento. Asegura que su mantra es Letās try y en eso llevan los Ćŗltimos aƱos. Ya no intentan ser un unicornio, solo quieren hacer las cosas de otra forma.
Todos quieren un unicornio. Jaime Garrastazu y sus socios, los hermanos Nacho y Jorge Vidri, soƱaban con uno llamado Pompeii que calzaba unas modernas zapatillas aterciopeladas. Pero pronto se dieron cuenta de que su sueƱo era demasiado ambicioso, demasiado absurdo, asĆ que desterraron al animal mitológico de la ecuación y se quedaron solo con las zapatillas. Y ahora sĆ, convirtieron su sueƱo en realidad.
En la actualidad Pompeii fabrica mĆ”s de 349 zapatillas por tirada. Sus unidades no estĆ”n numeradas. Y sin embargo ha sabido retener ese intangible que convierte una prenda en una pieza de coleccionista. Todos estos factores daban a su negocio el potencial de convertirse en un unicornio. Al menos, en un caballo de carreras. AdemĆ”s tenĆan los conocimientos para intentarlo, todos ellos venĆan de formarse en el mundo de la empresa.
Creatividad versus negocio
Jaime Garrastazu tiene un discurso elaborado en el que se mezclan nombres de modelos, de empresas y de hitos en el mercado zapatero. Conoce el negocio. PodrĆa pasar por un empresario al uso si no fuera por algunos detalles. El primero es que nunca habla de zapatillas. Siempre usa el diminutivo zapas, casi como un apelativo cariƱoso. El segundo es que calza unas Pompeii Egret y que cuando se le pregunta por ellas, puede hablar sin solución de continuidad. No lo hace con el discurso vacĆo de un vendedor sino con la pasión de quien lleva coleccionando zapatillas, zapas, desde su adolescencia.
Con las zapas pasa algo extraƱo. Creas con ellas un vĆnculo emocional que no se forma con otras prenda
Ā«Las primeras fueron unas Vans burdeosĀ», recuerda. Ā«TenĆa 14 aƱos y me subĆ solo a la calle Montera a comprarlas. AĆŗn las tengo, aunque estĆ”n destrozadasĀ». Esta afición, asegura, fue compartida por todos los socios durante muchos aƱos. Ā«Ellos se apuntaban en listas online para conseguir modelos limitados de Nike o AdidasĀ», recuerda, Ā«Nos encantabanĀ».
Al calor de estos recuerdos, Garrastazu concluye que con las zapatillas Ā«pasa algo extraƱoĀ». Ā«Creas con ellas un vĆnculo emocional que no se forma con otras prendasĀ», explica. Fue quizĆ” este intangible el que les hizo alejarse de senda de los unicornios y marcarse una ruta alternativa. AsĆ que en lugar de centrarse en las ventas, estos tres apasionados de las zapatillas se centraron en el producto.
Todas estas ideas locas les alejaban de lo que harĆa un proyecto de unicornio. Les acercaban a un modelo de negocio diferente. Y eso era justo lo que querĆan ser.
Ā«Soy un firme creyente en la creatividad, tanto a la hora de diseƱar zapas como a la hora de crear una imagen de marcaĀ», explica Garrastazu. Ha sido esa creatividad la que ha guiado su proyecto de negocio, alejado de rutas prefijadas, de nĆŗmeros, mĆ”rgenes de beneficios y proyectos de crecimiento. Asegura que su mantra es Letās try y en eso llevan los Ćŗltimos aƱos. Ya no intentan ser un unicornio, solo quieren hacer las cosas de otra forma.
Buen artĆculo pero hay modas que nunca cambiaran
Comentarios cerrados.