Las redes sociales son un entorno tan particular que hasta el hecho de que un desconocido te siga no se entiende como algo a temer, sino más bien como algo a celebrar. Nos encanta que nos presten atención, y por eso las redes son, a la vez, plataformas de promoción y de captación: por una parte comunicas lo que haces y por otra te nutres de lo que otros hacen.
Es lo que se ha dado en llamar influencers, que vendrÃan a ser los lÃderes de opinión de toda la vida pero en un entorno digital. Gente capaz de aglutinar a su alrededor una comunidad activa de seguidores que no solo prestan atención a lo que se hace, sino que llegado el caso pueden hasta replicar comportamientos o seguir indicaciones determinadas. Pero ¿cuál es el proceso que un usuario sigue para establecer esa lealtad hacia otro?
En el periodo de entreguerras ese estudio se limitaba a una vertiente propagandÃstica, pero en realidad no es muy distinto a lo que muchos usuarios siguen haciendo hoy en dÃa: leer a tal columnista, escuchar a tal telepredicador o seguir a tal tuitero porque reafirma sus postulados ideológicos y ofrece una lÃnea argumental con la que se siente cómodo.
Nada nuevo bajo el sol, salvo por el entorno en el que sucede: la revolución digital ha universalizado el acceso a ese estatus de lÃder de opinión, y por eso gente individual ha podido erigirse en posiciones de influencia que antes estaban reservadas a grandes marcas o a personajes relevantes dentro de la industria cultural.
Hay otros estudios que, sin embargo, apuntan justo hacia lo contrario: los grupos tienden a hacer que las opiniones converjan en su mayorÃa hacia posiciones pactadas o, en caso contrario, se polaricen en bloques enfrentados entre sÃ.
Como seres sociales que somos, ese tipo de cuestiones nos ha acompañado desde el inicio de los tiempos. Las redes sociales han concentrado y aumentado el efecto, en tanto en cuanto son ágoras constantes, ubicuas y mediadoras: es difÃcil entender algunas partes de la sociedad actual sin los inputs de las redes. A fin de cuentas, son fuente de conocimiento, herramienta de interpretación de la realidad y hasta campo de batalla de opiniones encontradas. Y por todo eso han triunfado.
El desarrollador Rameet Chawla llevó a cabo un curioso experimento al respecto: creó un script al que bautizó como Lovematically‘ (algo asà como amor automático) con el cual se hacÃa like de forma indiscriminada en las fotografÃas de sus contactos en Instagram.
Esto es, para dejarse persuadir, influir y en última instancia replicar. A fin de cuentas, el liderazgo «se construye desde dimensiones como la confianza, la experiencia, la similitud o el atractivo», según los investigadores.
Las redes sociales son un entorno tan particular que hasta el hecho de que un desconocido te siga no se entiende como algo a temer, sino más bien como algo a celebrar. Nos encanta que nos presten atención, y por eso las redes son, a la vez, plataformas de promoción y de captación: por una parte comunicas lo que haces y por otra te nutres de lo que otros hacen.
Es lo que se ha dado en llamar influencers, que vendrÃan a ser los lÃderes de opinión de toda la vida pero en un entorno digital. Gente capaz de aglutinar a su alrededor una comunidad activa de seguidores que no solo prestan atención a lo que se hace, sino que llegado el caso pueden hasta replicar comportamientos o seguir indicaciones determinadas. Pero ¿cuál es el proceso que un usuario sigue para establecer esa lealtad hacia otro?
En el periodo de entreguerras ese estudio se limitaba a una vertiente propagandÃstica, pero en realidad no es muy distinto a lo que muchos usuarios siguen haciendo hoy en dÃa: leer a tal columnista, escuchar a tal telepredicador o seguir a tal tuitero porque reafirma sus postulados ideológicos y ofrece una lÃnea argumental con la que se siente cómodo.
Nada nuevo bajo el sol, salvo por el entorno en el que sucede: la revolución digital ha universalizado el acceso a ese estatus de lÃder de opinión, y por eso gente individual ha podido erigirse en posiciones de influencia que antes estaban reservadas a grandes marcas o a personajes relevantes dentro de la industria cultural.
Hay otros estudios que, sin embargo, apuntan justo hacia lo contrario: los grupos tienden a hacer que las opiniones converjan en su mayorÃa hacia posiciones pactadas o, en caso contrario, se polaricen en bloques enfrentados entre sÃ.
Como seres sociales que somos, ese tipo de cuestiones nos ha acompañado desde el inicio de los tiempos. Las redes sociales han concentrado y aumentado el efecto, en tanto en cuanto son ágoras constantes, ubicuas y mediadoras: es difÃcil entender algunas partes de la sociedad actual sin los inputs de las redes. A fin de cuentas, son fuente de conocimiento, herramienta de interpretación de la realidad y hasta campo de batalla de opiniones encontradas. Y por todo eso han triunfado.
El desarrollador Rameet Chawla llevó a cabo un curioso experimento al respecto: creó un script al que bautizó como Lovematically‘ (algo asà como amor automático) con el cual se hacÃa like de forma indiscriminada en las fotografÃas de sus contactos en Instagram.
Esto es, para dejarse persuadir, influir y en última instancia replicar. A fin de cuentas, el liderazgo «se construye desde dimensiones como la confianza, la experiencia, la similitud o el atractivo», según los investigadores.
Hola me parece un articulo estupendo el tuyo , la verdad que hoy en dia los influencers tienen una enorme repercusion en estos tiempos para bien y para mal. Yo creo que la experiencia personal es mucho mas enriquecedora que lo que ves por la tele.
Hola me parece un articulo estupendo el tuyo , la verdad que hoy en dia los influencers tienen una enorme repercusion en estos tiempos para bien y para mal. Yo creo que la experiencia personal es mucho mas enriquecedora que lo que ves por la tele.
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