La felicidad lo soporta todo. Por eso el ilustrador Jorge Tabanera ha colocado en la parte inferior de su ciudad de portada unas enormes vigas de madera que forman la palabra Yorokobu y que dan sustento a su ciudad infinita, inspirada en uno de los cuentos de Borges, El libro de arena. «Esta ciudad es infinita porque cambia cada vez que la miras», explica Tabanera. «Es un lugar que evidentemente solo existe en mi imaginación, pero que me sirve como escenario de mi propia creatividad».
La ciudad es de arena porque ni la ciudad ni la arena tienen principio ni fin. Está en cualquier sitio y en ninguno a la vez, aunque en realidad está construida con fragmentos singulares de arquitectura, los que el autor se trae consigo en el cuaderno de viajes de los lugares que visita.
La felicidad lo soporta todo. Por eso el ilustrador Jorge Tabanera ha colocado en la parte inferior de su ciudad de portada unas enormes vigas de madera que forman la palabra Yorokobu y que dan sustento a su ciudad infinita, inspirada en uno de los cuentos de Borges, El libro de arena. «Esta ciudad es infinita porque cambia cada vez que la miras», explica Tabanera. «Es un lugar que evidentemente solo existe en mi imaginación, pero que me sirve como escenario de mi propia creatividad».
La ciudad es de arena porque ni la ciudad ni la arena tienen principio ni fin. Está en cualquier sitio y en ninguno a la vez, aunque en realidad está construida con fragmentos singulares de arquitectura, los que el autor se trae consigo en el cuaderno de viajes de los lugares que visita.