En la oquedad del negro de esta portada alguien organiza un ritual. Rafa Merino ha colocado unas flores de esas que ponĆan las abuelas en un rincón de la casa para advertir que el pasado acecha al presente.
Alguien acaba de tirar unos dados. Son la evocación a la suerte en esta ceremonia. «Dicen que no existe la suerte, lo que vale es estar preparado. Invocamos la suerte cuando no estamos preparados, aunque mientras tanto te esfuerzas y, finalmente, lo consigues».
Acaba de aparecer una mosca. Revolotea y se posa sobre un dólar. Viene a recordar que entre todos esos objetos muertos aún hay vida. Aunque sea la de este coleóptero feo con patas que hace los veranos mÔs pegajosos.
El ritual estÔ a punto de empezar. Pero, antes, Merino ha dado unos retoques al bodegón digital que evoca el dinero, la suerte y el amor. En los pies de la composición ha tumbado unas plumas para dar brillo y ha rociado confeti porque, dice, es «lo que a veces nos ilumina y nos ciega».
En la oquedad del negro de esta portada alguien organiza un ritual. Rafa Merino ha colocado unas flores de esas que ponĆan las abuelas en un rincón de la casa para advertir que el pasado acecha al presente.
Alguien acaba de tirar unos dados. Son la evocación a la suerte en esta ceremonia. «Dicen que no existe la suerte, lo que vale es estar preparado. Invocamos la suerte cuando no estamos preparados, aunque mientras tanto te esfuerzas y, finalmente, lo consigues».
Acaba de aparecer una mosca. Revolotea y se posa sobre un dólar. Viene a recordar que entre todos esos objetos muertos aún hay vida. Aunque sea la de este coleóptero feo con patas que hace los veranos mÔs pegajosos.
El ritual estÔ a punto de empezar. Pero, antes, Merino ha dado unos retoques al bodegón digital que evoca el dinero, la suerte y el amor. En los pies de la composición ha tumbado unas plumas para dar brillo y ha rociado confeti porque, dice, es «lo que a veces nos ilumina y nos ciega».
Comentarios cerrados.