«El moderneo es una mezcla de postureo esnob, tonterÃa postadolescente y contradicción. Todos sufrimos algo de eso, y el que esté libre de culpa que tire el primer gintonic». Los creadores de Putos Modernos definen asà el espÃritu contra el que se rebelan.
Este proyecto vende productos que son una suerte de equipación para la resistencia ante los calcetines warhoólicos o los palés y las bicicletas antiguas que cuelgan de las paredes de los bares que hacen dibujitos sobre la espuma de los cafés con leche.
Aun asÃ, muchos modernos comprarán esta utilerÃa: la autoironÃa es una facultad de la modernidad. La buena aceptación de la propuesta es, a la vez, la confirmación de su fracaso. ¿No es de modernos criticar a los modernos?
«En realidad reÃrse de la modernidad —responden— confirma que eres un (otro puto) moderno. Y eso te convierte en un postmoderno. Es un pozo sin fondo, una huida hacia adelante: luego tendrás que reÃrte de la postmodernidad para situarte en una tribuna superior desde donde seguir despotricando de lo que has dejado atrás. Es agotador».

Tienen un Puto Calendario para frontar el año con «el mejor mal humor» posible, un almanaque de efemérides rarunas o una serie de mantelitos de mesa #Foodporn con alentadores mensajes: «Puto Aguacate», «Putas semillas de ChÃa», «Puta Carrot Cake»…
Uno de sus últimos productos es la Puta Agenda del autónomo. Sirve para organizarse, pero también como cuaderno de desahogo. La agenda se dirige a los autónomos que son mayorÃa y de los que nunca hablan los polÃticos que manosean la palabra autónomo: «Gente bastante puteada a la que Hacienda hace pagar como empresarios mientras sus clientes les tratan como empleados (precarios). Estos autónomos necesitan amor».
Vieron que habÃa agendas escolares, para organizar la boda e, incluso, para fans del Rubius, pero no para los famélicos emprendedores: «HabÃa que hacer algo al respecto».

Entre sus páginas aparecen frases antinspiracionales («No es una dieta milagro, es el régimen de autónomos») y espacios en blanco preparados para el libre ejercicio de la ira. «Lo suyo serÃa desquitarse dibujando mierdecillas en el modelo del trimestre [liquidación del IVA], pero como la cosa podrÃa acabar con un sobre negro, la mayorÃa de los autónomos acaban desahogándose con su pareja», bromean.
«Era necesario dejar unas hojas en blanco para proteger la vida conyugal del gremio. Ser autónomo y soltero a la vez es mucho castigo para una sola persona», reflexionan.
Ellos (Joan Alvares y Jorge Sandua) saben de lo que hablan, han sido y son autónomos. Son tan autónomos que se hace imposible atribuir una autorÃa precisa a las declaraciones de este artÃculo. Fue imposible coordinar tiempos y respondieron por correo, sin precisar del todo quién escribÃa.
El autónomo es el primer estadio de esa futura raza humana que podrá prescindir de su envoltorio fÃsico. Humanos extracorpóreos, como los llaman los fanáticos de los futuribles.
El autónomo doméstico es el destinatario más desesperado de esta agenda. Yorokobu pide a Putos Modernos, por favor, una radiografÃa de la especie. A saber:
- «Es una especie en crecimiento, suponemos que por esa recuperación imparable de la economÃa española (risas enlatadas)».
- Hay episodios que definen o, más bien, acribillan su existencia: «Guardar los tickets hasta del ibuprofeno, temblar cada vez que recibes una carta certificada con la ventanilla negra (escalofrÃo), hacer skypes en gayumbos, soportar a todo el mundo diciéndote que tienes suerte porque tu horario es flexible (are you kidding?) o constatar que eres el único que responde al cartero cuando llama al telefonillo por las mañanas».
- «Es también una presa fácil para trastornos como el sÃndrome del pijama (la duda diaria de si vestirse o trabajar en ropa interior, lo cual precede a otras dudas: si ducharse o no, si afeitarse o no, si poner la mesa para comer…). La proliferación de centros cÃvicos, cafeterÃas con enchufes y espacios de coworkng ha ayudado a mitigar los efectos, obligando a muchos a trabajar vestidos y a recuperar unas condiciones mÃnimas de salubridad».

El odio primigenio
El episodio fundacional de este proyecto es la historia de un rechazo. Los creadores, cuentan, fueron excluidos del «Olimpo de los Modernos» durante una noche de fiesta en un bar de Barcelona. Se preguntan todavÃa si la causa fue que no calzaran unas Puma. «Doce años después, el despecho y el deseo de vivir sin trabajar siguen intactos. Son los motores que nos mueven a seguir adelante con el plan».
Al principio, hacÃan camisetas. El dueño de una tienda de moda se negó a vender sus productos porque eran «retrochic y simplistas». Adoptaron esa definición cruel (usar prefijos e –ismos es la forma de apuñalar de los modernos) y se pusieron a trabajar para convertir los retrochic-etcétera en tendencia. «Igual la tienda ha cerrado, igual el tipo está muerto, pero el resentimiento nos puede (risas)».
Los responsables de Putos Modernos diseccionan a los festivaleros y a los fanáticos del cardamomo. «El moderneo se aborrece a sà mismo. Nadie se reconoce como moderno. Llamamos asà a la caricatura grotesca de una realidad delirante».
Sin embargo, son honestos: «Pero todos somos parte de esa caricatura. El que corre estresado para llegar a clase de mindfulness; el que pasa el dÃa buscando ofertas low cost desde un teléfono que le ha costado mil pavos. O el que por la mañana se tira el rollo detox con su matcha latte (organic, of course) y por la tarde se pone hasta arriba de RedBulls».
Este tipo de productos te introducen en un limbo autorreferencial: ¿eres menos moderno si criticas a los modernos o si los ignoras por completo? Si te preguntas qué dice de ti comprar o poseer esto o aquello, ¿acaso no estás arrastrándote por el vicio de la cultura narcisista paloselfi? Pero, por otro lado, si no pronuncias tu rechazo, ¿no estás permitiendo que crezca el virus? Como dicen Putos Modernos, «es agotador».
Jjajajjajajajjajjajjaj,
Soy una puta autónoma en pijama, pero de la raza pueblerina, que aún no ha descubierto los palets y sigue reciclando la mesilla de noche de la abuela como escritorio.
Gracias por este respiro
No digas muy alto lo de la mesilla de noche de la abuela, que se pondrá de moda. El moderneo todo lo absorbe 😀
Soy autónoma absoluta: trabajo por la comida, hago de todo, lo que más: consultas psiquiátricas sin receta. Sea por Dios, juntaré calderilla para comprarme mi agenda, a ver si no se atraviesan antes unos mocos o una fiebre y tenga invertir en una medicina.
BuenÃsimo.
Soy autónoma en chandal el 60%del tiempo.
Una puteada más de este sistema. Paga paga y paga
Necessitamos más que amlr
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