ĀæTenĆan vergüenza? ĀæEstaban de luto? ĀæEra impuro posar con un niƱo? No es que tuviesen algo que ocultar. Tampoco habĆa una cuestión religiosa detrĆ”s. Los primeros retratos fotogrĆ”ficos requerĆan una paciencia que los niƱos difĆcilmente podrĆan soportar. Para que los mĆ”s pequeƱos pudieran mantenerse quietos durante una exposición lenta (unos treinta segundos), sus madres los sujetaban, escondidas bajo enormes telas.
El hecho de que el niƱo fuese el verdadero protagonista del retrato explica que la madre se convirtiese en sofĆ”, cortina o fondo floral. Aunque este tipo de fotografĆa ha tenido otras muchas lecturas que van desde la invisibilidad social de la mujer en el siglo XIX y la vergüenza de quienes creerĆan que no merecĆan ser retratadas a la necesidad de eternizar a los difuntos.
Por tĆ©trico que pueda parecer el resultado, en la imagen definitiva, recortada con una forma ovalada en la que soloĀ aparecĆa el niƱo, la madre desaparecĆa completamente. En algunos casos, llegaba a mimetizarse tanto con el fondo que se convertĆa en parte de la decoración y todavĆa hoy resulta complicado detectar a algunas de ellas. La mayorĆa de estas madres, precisamente porque estĆ”n sin estar, acaban convirtiĆ©ndose hoy en las protagonistas sobre las que es difĆcil evitar preguntarse quĆ© hacen bajo una tela o por quĆ© no tienen cabeza.


Linda Fragni Nagler encontró una de estas fotos de niƱos antiguas en Ebay y ya no pudo dejar de coleccionarlas. Ha llegado a reunir miles de imĆ”genes que emplean esta tĆ©cnica conocida como ‘madres ocultas’ o ‘madres fantasma’. Su libro, The hidden mother, recopila 1002 retratos decimonónicos en los que aparecen madres invisiblesĀ y, en menor medida, algĆŗn padre oculto. La tĆ©cnica de la ‘madre oculta’, segĆŗn esta coleccionista, se dio hasta 1920.

Las madres no solo se cubrĆan con telas: a veces, tambiĆ©n se escondĆan tras una silla y dejaban ver las manos que sujetaban al bebĆ© o posaban con normalidad y despuĆ©s se rascaba la cabeza de la imagen hasta eliminarĀ su rostro.

En alguna de estas fotografĆas incluso se llega a utilizar la tĆ©cnica que permitĆa ‘decapitar’ a la gente en los retratos. AsĆ, vemos el cuerpo de una madre sin cabeza sujetando a su bebĆ©. Y esta es la parte que parece evocar cierta diversión: los retratos de personas aparentemente decapitadas y con su propia cabeza sobre una mano, fue una tĆ©cnicaĀ con la que hombres y mujeres se divertĆan en el siglo XIX.

Pero este subgĆ©nero fotogrĆ”fico tiene varias lecturas posibles y el misterio que rezuman las imĆ”genes ha desembocado en un debate aĆŗn mĆ”s tĆ©trico: ĀæEstĆ”n muertos esos niƱos? ĀæEstĆ”n realmente vivas las madres? En algunas fotografĆas, ambas opciones parecen incuestionables porque tanto las madres como los niƱos transmiten expresiones y gestos que impiden dudar de su vitalidad.
Que la fotografĆa post mortem fuese igual de popular y que compartiesen Ć©poca ha planteado la duda de los mĆ”s escĆ©pticos, convencidos de que se trata de niƱos muertos que sus madres sujetan para mantenerlos con una apariencia mĆ”s viva. Opiniones hay de todo tipo: los niƱos estĆ”n muertos o estĆ”n vivos; las madres estĆ”n muertas o vivas; hacen de soporte para que el niƱo no se mueva o para que parezca vivo. QuizĆ” la simple duda sea una idea que pretende avivar el morbo que desprenden unas fotos que hoy resultan macabras o, segĆŗn se mire, incluso divertidas.

En los foros de fotografĆa y artĆculos publicados al respecto, los fotógrafos que conocen esta tĆ©cnica se afanan en defender que los niƱos estaban vivos y que esta idea no es mĆ”s que un buloĀ que circula por internet: una bola de nieve que sigue creciendoĀ y de la que, dicen, fuera de internet ni siquiera puede encontrarse en los libros de historia ni de fotografĆa comentario alguno al respecto. El debate llegó a tal punto en la sección de comentarios del blog Ridiculously InterestingĀ que el autor escribió un segundo post incluyendo los argumentos mĆ”s relevantes que habĆa propiciado el debate entre fotógrafos y expertos en la Ć©poca victoriana.
Los que defienden que los niños estÔn muertos se aferran a la idea de que pintar los coloretes después de hacer la foto era una costumbre de los fotógrafos post mortem para fingir que el niño estaba en su mejor momento y que, efectivamente, algunos de los niños que aparecen en estas fotos lucen mofletes rosados.

Ante los que defienden que los protagonistas de las fotos póstumas aparecen evidentemente muertos, ya sea metidos en ataĆŗdes o con los ojos cerrados, tambiĆ©n tienen respuesta: MargaretĀ Gunning, autora de House of dreams, estĆ” convencida de que esa costumbre solo se daba al principio y que, con el paso de los aƱos, la intencionalidad de estas fotografĆas pasó de fingir que los protagonistas estaban vivos, dĆ”ndoles el aspecto que tendrĆan si estuviesen simplemente dormidos, a mostrar al difunto como tal para guardar un Ćŗltimo recuerdo. Para lo primero habrĆa sido necesaria una sujeción, de la que solĆa encargarse la madre, la niƱera o una ayudante del fotógrafo.

Aunque a mediadosĀ del siglo XIX la fotografĆa se abarató y se convirtió en un bien mucho mĆ”s accesible, The Guardian resumió el proceso para retratar a un bebĆ© como una autĆ©ntica odisea: Ā«Un padre del siglo XIX tendrĆa que vestir al bebĆ© con un vestido almidonado, transportarlo, y puede que tambiĆ©n a sus hermanos, hasta el estudio del fotógrafo mĆ”s próximo tan temprano como fuera posible, subir las escaleras de varios pisos hasta el Ć”tico, organizar a la familiaĀ ante el fondo del estudio, conseguir que cada uno permaneciese quieto durante unos treinta segundos, repartir una buena cantidad de dinero, y luego esperar varios dĆas hasta que las copias estuviesen terminadas, antes de enviarlas a la familia y amigos como tarjetas o pegarlas en Ć”lbumesĀ».


A pesar de queĀ una fotografĆa era mĆ”s asequible a mitad de siglo, muchas personas solo se retrataron una vez en la vida y los retratos infantiles se convirtieron en tesoros familiares. Dado que la tasa de mortalidad infantil era muy elevada, surgieron dos necesidades: la de retratar a un bebĆ© muerto porque ya no iba a ser posible obtener otra fotografĆa suya y la de retratar a los niƱos vivos para demostrar que, a pesar de todo, lograban seguir adelante en un mundo en el que era tan probableĀ morir antes de lo previsto.



Sobre fotografĆas victorianas de muertos es obligada la visita a thanatos.net
Se le llama fotografĆa de muertos o Memento Mori
TambiƩn es posible que no se trate siempre de las madres, sino de las nodrizas. Cercanas y mƔs capaces de calmar a los niƱos que sus propias madres, pero cuya imagen la familia no deseaba conservar.
Me encantaria saber quien es la niƱa de blanco que lleva un lazo en el pelo.
Comentarios cerrados.