5 de septiembre 2018    /   CIENCIA
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¿Tomas decisiones errĂ³neas y no rectificas? Eso es la «falacia del costo irrecuperable»

5 de septiembre 2018    /   CIENCIA     por          
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Cuando Steinbeck titulĂ³ una de sus novelas De ratones y de hombres, no andaba muy desencaminado al comparar ambas especies y relacionar emocionalmente a uno de los personajes con esos pequeños roedores. SegĂºn los cientĂ­ficos de la Universidad de Minnessota, los ratones son casi tan cabezotas como los humanos y se empeñan en mantener decisiones equivocadas en lugar de recular y buscar una soluciĂ³n mejor a sus problemas.

¿CuĂ¡ntas veces has permanecido en el cine cuando era un hecho que la pelĂ­cula no era lo que esperabas? ¿CuĂ¡nto has tardado en decirle a esa pareja con la que fuiste al cine que vuestra relaciĂ³n no funciona? ¿Te acabas un libro hasta el final solo porque ya vas por la mitad aunque sea un aburrimiento? ¿Por quĂ© no te cambias de fila en el supermercado cuando es un hecho que la persona que va delante estĂ¡ comprando los suministros suficientes para un cuartel? ¿Muchas? ¿Demasiadas? No te preocupes, es normal. Tanto, que los psicĂ³logos le han puesto un nombre: falacia del costo irrecuperable.

El mecanismo es muy sencillo. A pesar de que la empresa a la que se ha dedicado tiempo y esfuerzo sea frustrante, el individuo mantiene su comportamiento porque considera que perder todo lo invertido es una peor soluciĂ³n que abandonarla y emprender otro proyecto. El problema, y es ahĂ­ donde radica la falacia, es que mantener esa actitud sigue consumiendo recursos que podrĂ¡n aumentar el descontento porque el objetivo no se alcance o se retrase demasiado.

La principal razĂ³n para este comportamiento tan poco Ăºtil es que el ser humano no es tan racional como parece. En sus decisiones intervienen otras muchas variables relacionadas con las emociones. Un hecho que era conocido desde antiguo, pero que ahora ha adquirido una nueva dimensiĂ³n, gracias a que los cientĂ­ficos han descubierto que ese tipo de actitudes tambiĂ©n se dan en otras especies, concretamente los roedores.

SegĂºn el estudio Sensitivity to «sunk costs» in mice, rats, and humans, publicado por un grupo de neurocientĂ­ficos de la Universidad de Minnesota, los ratones y los hombres se comportan de la misma manera a la hora de gestionar decisiones incorrectas.

Si bien los experimentos hechos con unos y otros eran diferentes, pues en el caso de los ratones se centraban en la obtenciĂ³n de variados tipos de comida y en el de los hombres en visualizar una serie de vĂ­deos mĂ¡s o menos divertidos, el resultado era muy semejante: ambos grupos preferĂ­an agotar todo el tiempo de espera en lugar de tomar una nueva decisiĂ³n que diera resultados mĂ¡s inmediatos y satisfactorios.

AdemĂ¡s, una vez cumplidos los fines de esas «malas decisiones», tanto ratones como hombres valoraban mucho mejor la experiencia, algo que los cientĂ­ficos vinculan directamente al coste y desgaste invertido en ello.

A pesar de estos avances, lo cierto es que los investigadores no acaban de explicar por quĂ© hombres y animales son vĂ­ctimas de la falacia del costo irrecuperable. En declaraciones a Smithsonian Magazine, Brian Sweis, uno de los responsables de la investigaciĂ³n de la Universidad de Minnesota, afirma que una de las razones para que se dĂ© esa falacia puede ser la inseguridad que transmite en humanos la propia idea de futuro.

Dado que no se puede prever quĂ© va a suceder, apostar por una opciĂ³n, aunque resulte errĂ³nea, aporta seguridad emocional. En ese sentido, la falacia del costo irrecuperable serĂ­a un peculiar mecanismo de autodefensa. Sin embargo, Sweis tambiĂ©n baraja otras explicaciones. Por ejemplo, aquella que afirma que cesar en una acciĂ³n en curso y emprender una nueva actividad supone una inversiĂ³n de energĂ­a mucho mayor que mantenerse en la rutina, aunque sea infructuosa.

Lo que sĂ­ parece estar mĂ¡s claro para los cientĂ­ficos es que en el fenĂ³meno de los costos irrecuperables intervienen dos partes del cerebro diferentes. La primera operarĂ­a en el momento de la decisiĂ³n. ¿QuĂ© pelĂ­cula elegir? ¿En quĂ© fila ponerse? ¿QuĂ© tarea emprender?

En ese momento, todas las posibilidades son vĂ¡lidas, por lo que la decisiĂ³n es mĂ¡s racional y menos emotiva. En la segunda, una vez tomada la decisiĂ³n, entran en juego los sentimientos, la posible frustraciĂ³n, la gestiĂ³n del arrepentimiento y, en consecuencia, las partes del cerebro que operan son otras.

AsĂ­ lo demuestra la aplicaciĂ³n a los individuos y animales que participaron durante los experimentos, de medicamentos que inciden en diferentes zonas del cerebro. La cocaĂ­na, por ejemplo, afectĂ³ a los individuos analizados en la toma de decisiones de la primera fase, mientras que la morfina aumentĂ³ la dificultad de abandonar la decisiĂ³n una vez tomada, a pesar de ser desacertada.

Aunque los cientĂ­ficos reconocen que falta mucho hasta poder comprender este fenĂ³meno en su totalidad y aplicar esos descubrimientos al tratamiento de pacientes aquejados de problemas emocionales y de diferentes adicciones, lo que sĂ­ resaltan es que la toma de decisiones errĂ³neas es algo que genera malestar. Por eso, a peser de ser un fenĂ³meno no deseable, la falacia del esfuerzo realizado es tambiĂ©n un mecanismo de aprendizaje que, bien gestionado, forma parte del desarrollo cognitivo y de de ratones y hombres.

Cuando Steinbeck titulĂ³ una de sus novelas De ratones y de hombres, no andaba muy desencaminado al comparar ambas especies y relacionar emocionalmente a uno de los personajes con esos pequeños roedores. SegĂºn los cientĂ­ficos de la Universidad de Minnessota, los ratones son casi tan cabezotas como los humanos y se empeñan en mantener decisiones equivocadas en lugar de recular y buscar una soluciĂ³n mejor a sus problemas.

¿CuĂ¡ntas veces has permanecido en el cine cuando era un hecho que la pelĂ­cula no era lo que esperabas? ¿CuĂ¡nto has tardado en decirle a esa pareja con la que fuiste al cine que vuestra relaciĂ³n no funciona? ¿Te acabas un libro hasta el final solo porque ya vas por la mitad aunque sea un aburrimiento? ¿Por quĂ© no te cambias de fila en el supermercado cuando es un hecho que la persona que va delante estĂ¡ comprando los suministros suficientes para un cuartel? ¿Muchas? ¿Demasiadas? No te preocupes, es normal. Tanto, que los psicĂ³logos le han puesto un nombre: falacia del costo irrecuperable.

El mecanismo es muy sencillo. A pesar de que la empresa a la que se ha dedicado tiempo y esfuerzo sea frustrante, el individuo mantiene su comportamiento porque considera que perder todo lo invertido es una peor soluciĂ³n que abandonarla y emprender otro proyecto. El problema, y es ahĂ­ donde radica la falacia, es que mantener esa actitud sigue consumiendo recursos que podrĂ¡n aumentar el descontento porque el objetivo no se alcance o se retrase demasiado.

La principal razĂ³n para este comportamiento tan poco Ăºtil es que el ser humano no es tan racional como parece. En sus decisiones intervienen otras muchas variables relacionadas con las emociones. Un hecho que era conocido desde antiguo, pero que ahora ha adquirido una nueva dimensiĂ³n, gracias a que los cientĂ­ficos han descubierto que ese tipo de actitudes tambiĂ©n se dan en otras especies, concretamente los roedores.

SegĂºn el estudio Sensitivity to «sunk costs» in mice, rats, and humans, publicado por un grupo de neurocientĂ­ficos de la Universidad de Minnesota, los ratones y los hombres se comportan de la misma manera a la hora de gestionar decisiones incorrectas.

Si bien los experimentos hechos con unos y otros eran diferentes, pues en el caso de los ratones se centraban en la obtenciĂ³n de variados tipos de comida y en el de los hombres en visualizar una serie de vĂ­deos mĂ¡s o menos divertidos, el resultado era muy semejante: ambos grupos preferĂ­an agotar todo el tiempo de espera en lugar de tomar una nueva decisiĂ³n que diera resultados mĂ¡s inmediatos y satisfactorios.

AdemĂ¡s, una vez cumplidos los fines de esas «malas decisiones», tanto ratones como hombres valoraban mucho mejor la experiencia, algo que los cientĂ­ficos vinculan directamente al coste y desgaste invertido en ello.

A pesar de estos avances, lo cierto es que los investigadores no acaban de explicar por quĂ© hombres y animales son vĂ­ctimas de la falacia del costo irrecuperable. En declaraciones a Smithsonian Magazine, Brian Sweis, uno de los responsables de la investigaciĂ³n de la Universidad de Minnesota, afirma que una de las razones para que se dĂ© esa falacia puede ser la inseguridad que transmite en humanos la propia idea de futuro.

Dado que no se puede prever quĂ© va a suceder, apostar por una opciĂ³n, aunque resulte errĂ³nea, aporta seguridad emocional. En ese sentido, la falacia del costo irrecuperable serĂ­a un peculiar mecanismo de autodefensa. Sin embargo, Sweis tambiĂ©n baraja otras explicaciones. Por ejemplo, aquella que afirma que cesar en una acciĂ³n en curso y emprender una nueva actividad supone una inversiĂ³n de energĂ­a mucho mayor que mantenerse en la rutina, aunque sea infructuosa.

Lo que sĂ­ parece estar mĂ¡s claro para los cientĂ­ficos es que en el fenĂ³meno de los costos irrecuperables intervienen dos partes del cerebro diferentes. La primera operarĂ­a en el momento de la decisiĂ³n. ¿QuĂ© pelĂ­cula elegir? ¿En quĂ© fila ponerse? ¿QuĂ© tarea emprender?

En ese momento, todas las posibilidades son vĂ¡lidas, por lo que la decisiĂ³n es mĂ¡s racional y menos emotiva. En la segunda, una vez tomada la decisiĂ³n, entran en juego los sentimientos, la posible frustraciĂ³n, la gestiĂ³n del arrepentimiento y, en consecuencia, las partes del cerebro que operan son otras.

AsĂ­ lo demuestra la aplicaciĂ³n a los individuos y animales que participaron durante los experimentos, de medicamentos que inciden en diferentes zonas del cerebro. La cocaĂ­na, por ejemplo, afectĂ³ a los individuos analizados en la toma de decisiones de la primera fase, mientras que la morfina aumentĂ³ la dificultad de abandonar la decisiĂ³n una vez tomada, a pesar de ser desacertada.

Aunque los cientĂ­ficos reconocen que falta mucho hasta poder comprender este fenĂ³meno en su totalidad y aplicar esos descubrimientos al tratamiento de pacientes aquejados de problemas emocionales y de diferentes adicciones, lo que sĂ­ resaltan es que la toma de decisiones errĂ³neas es algo que genera malestar. Por eso, a peser de ser un fenĂ³meno no deseable, la falacia del esfuerzo realizado es tambiĂ©n un mecanismo de aprendizaje que, bien gestionado, forma parte del desarrollo cognitivo y de de ratones y hombres.

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Opiniones 4
  • Me ha encantado. Genialmente redactado (se comprende muy bien el fenĂ³meno). Enhorabuena al articulista.

  • ArtĂ­culo infumable desde la primera oraciĂ³n. Pero al haber entrado lo leĂ­ manteniendo mi mala decisiĂ³n.

  • Comentarios cerrados.