
Cualquier individuo tiene capacidad para cambiar su barrio, su ciudad y no solo los endiosados arquitectos que se creen poseedores de la verdad. Lo dijo Santiago Cirugeda, el arquitecto mĆ”s subversivo de EspaƱa, en la dĆ©cima edición del DĆa C, donde habló de cómo sus proyectos urbanos estĆ”n ayudando a hacer mĆ”s llevadera la complicada vida social actual.
La clave estĆ” en las leyes. āAprender un poco de legislación es fundamental para poder sortear las trabas de las administraciones pĆŗblicasā. Lo dice porque una de sus tareas fundamentales se centra en la bĆŗsqueda de vacĆos legales. āY sin una ley en la mano nadie te puede decir que una obra es ilegalā, explica Cirugeda.
En realidad, esa bĆŗsqueda de vacĆos legales es una consecuencia de la falta de entendimiento y ausencia de aportación de las administraciones. āTodos los proyectos que hemos intentado negociar con los polĆticos han fracasado y solo han fructificado aquellos en los que no hemos contado con la Administraciónā, dice el arquitecto, āy eso ocurre; unas veces, porque no les da la gana colaborar, y otras, por desconocimiento total. Los tĆ©cnicos no estĆ”n formados y no saben cómo catalogar nuestros proyectosā.
Pero es que, ademĆ”s, estĆ” convencido de que lo ilegal no es malo y que la arquitectura deberĆa amoldarse a la nueva realidad social. Por eso a finales del siglo pasado creó Recetas Urbanas, un vivero de activistas que hoy forma parte de una red llamada Arquitecturas Colectivas, formada por docenas de agrupaciones de diversas nacionalidades y Ć”mbitos (arquitectos, artistas, abogados…) empeƱados en aportar soluciones alternativas para dar respuesta a las demandas sociales de vecinos y comunidades.
āSolo, tu fuerza es limitada e insuficiente. En grupo, estas se multiplicanā. AsĆ funciona Recetas Urbanas: como colectivo, en equipo. Un equipo multidisciplinar en el que tan importante es la opinión y el trabajo de abogados, arquitectos y otros licenciados, como el que ostenta el cargo de ācabrónā. āTenemos un cabrón oficial en la oficina. No tiene tĆtulo universitario pero es el mejor negociando. Vamos, lo que se dice un cabrónā.
Los trabajos de Recetas Urbanas, van desde ocupaciones sistemĆ”ticas de espacios pĆŗblicos con contenedores hasta la construcción de prótesis en fachadas, patios, cubiertas o solares. En su construcción se reutilizaron contenedores desmantelados de otras instalaciones, ademĆ”s de materiales en desuso de propiedad municipal o cedidos por los propietarios de edificios antiguos en reconstrucción o a punto de ser demolidos, como farolas, bancos, placas de madera, palets o baldosas. De muchas de ellas habló Santiago Cirugeda en el DĆa C, que organiza el Club de Creativos.

Relacionado: La desobedencia urbanĆstica como obligación

Cualquier individuo tiene capacidad para cambiar su barrio, su ciudad y no solo los endiosados arquitectos que se creen poseedores de la verdad. Lo dijo Santiago Cirugeda, el arquitecto mĆ”s subversivo de EspaƱa, en la dĆ©cima edición del DĆa C, donde habló de cómo sus proyectos urbanos estĆ”n ayudando a hacer mĆ”s llevadera la complicada vida social actual.
La clave estĆ” en las leyes. āAprender un poco de legislación es fundamental para poder sortear las trabas de las administraciones pĆŗblicasā. Lo dice porque una de sus tareas fundamentales se centra en la bĆŗsqueda de vacĆos legales. āY sin una ley en la mano nadie te puede decir que una obra es ilegalā, explica Cirugeda.
En realidad, esa bĆŗsqueda de vacĆos legales es una consecuencia de la falta de entendimiento y ausencia de aportación de las administraciones. āTodos los proyectos que hemos intentado negociar con los polĆticos han fracasado y solo han fructificado aquellos en los que no hemos contado con la Administraciónā, dice el arquitecto, āy eso ocurre; unas veces, porque no les da la gana colaborar, y otras, por desconocimiento total. Los tĆ©cnicos no estĆ”n formados y no saben cómo catalogar nuestros proyectosā.
Pero es que, ademĆ”s, estĆ” convencido de que lo ilegal no es malo y que la arquitectura deberĆa amoldarse a la nueva realidad social. Por eso a finales del siglo pasado creó Recetas Urbanas, un vivero de activistas que hoy forma parte de una red llamada Arquitecturas Colectivas, formada por docenas de agrupaciones de diversas nacionalidades y Ć”mbitos (arquitectos, artistas, abogados…) empeƱados en aportar soluciones alternativas para dar respuesta a las demandas sociales de vecinos y comunidades.
āSolo, tu fuerza es limitada e insuficiente. En grupo, estas se multiplicanā. AsĆ funciona Recetas Urbanas: como colectivo, en equipo. Un equipo multidisciplinar en el que tan importante es la opinión y el trabajo de abogados, arquitectos y otros licenciados, como el que ostenta el cargo de ācabrónā. āTenemos un cabrón oficial en la oficina. No tiene tĆtulo universitario pero es el mejor negociando. Vamos, lo que se dice un cabrónā.
Los trabajos de Recetas Urbanas, van desde ocupaciones sistemĆ”ticas de espacios pĆŗblicos con contenedores hasta la construcción de prótesis en fachadas, patios, cubiertas o solares. En su construcción se reutilizaron contenedores desmantelados de otras instalaciones, ademĆ”s de materiales en desuso de propiedad municipal o cedidos por los propietarios de edificios antiguos en reconstrucción o a punto de ser demolidos, como farolas, bancos, placas de madera, palets o baldosas. De muchas de ellas habló Santiago Cirugeda en el DĆa C, que organiza el Club de Creativos.

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