2 de noviembre 2018    /   CREATIVIDAD
por
 

La mĂ­tica revista psicodĂ©lica ‘OZ’, ahora en internet para leer y descargar

2 de noviembre 2018    /   CREATIVIDAD     por          
CompĂ¡rtelo twitter facebook whatsapp
OZ

¡Yorokobu gratis en formato digital!

Lee gratis la revista Placer haciendo clic aquí.

Medio siglo despuĂ©s de la apariciĂ³n del primer nĂºmero de OZ, la revista contracultural y psicodĂ©lica que marcĂ³ los años 60 en Gran Bretaña, la Universidad de Wollongong ha colgado en su web los ejemplares Ă­ntegros para leer online o descargar en PDF.

A principios de los años 60, un grupo de estudiantes universitarios australianos fundaron OZ, una publicaciĂ³n satĂ­rica inspirada en el humor transgresor y salvaje de Lenny Bruce. Para el primer nĂºmero eligieron temas como el hundimiento de un puente del puerto de Sydney o el aborto, por entonces prohibido en Australia. En contra de lo que ellos mismos habĂ­an planeado, la revista fue todo un Ă©xito.

De ese primer nĂºmero se vendieron mĂ¡s de 6.000 ejemplares y sus autores, a pesar de las crĂ­ticas y amenazas de algunos sectores reaccionarios, decidieron seguir adelante con la broma. En el segundo nĂºmero publicaron artĂ­culos relacionados con la homosexualidad (tambiĂ©n ilegal en el Reino Unido en esa Ă©poca), sobre la brutalidad policial y relativos a la participaciĂ³n de Australia en la Guerra de Vietnam. Sin embargo, la tercera entrega de OZ, que incluĂ­a contenidos en esa misma lĂ­nea, acabĂ³ por agotar la paciencia de las autoridades.


A raĂ­z de la publicaciĂ³n de ese tercer nĂºmero, los responsables de la revista recibieron la primera de varias denuncias por obscenidad que sufrieron a lo largo de su actividad periodĂ­stica. Unas acusaciones que, en muchos de los casos, se resolvieron con condenas a penas de prisiĂ³n en primera instancia, las cuales serĂ­an finalmente revocadas tras la apelaciĂ³n correspondiente.

Hartos de la carcundia y el provincianismo australiano, en 1966 dos de los fundadores de OZ, Richard Neville y Martin Sharp, se radicaron en Londres. La capital britĂ¡nica estaba en plena explosiĂ³n del Swinging London. Carnaby Street marcaba la moda del momento, grupos como Small Faces, The Kinks o los mismĂ­simos The Beatles hacĂ­an bailar a la juventud de todo el mundo y las drogas psicodĂ©licas, lejos de destruir las mejores mentes de esa generaciĂ³n, como decĂ­a Ginsberg, las habĂ­an abierto de par en par.


Animados por ese nuevo escenario, Neville y Sharp decidieron lanzar en 1967 la ediciĂ³n inglesa de OZ. A esas alturas, la publicaciĂ³n ya no era una revista de humor, ni siquiera una publicaciĂ³n para escandalizar a la sociedad conservadora, sino una especie de Biblia de la contracultura que daba cabida en sus pĂ¡ginas a temas que otros medios eludĂ­an tratar como, por ejemplo, las torturas en la Grecia de los Generales, los abusos de Estados Unidos en Indochina o los manifiestos feministas mĂ¡s radicales.

AdemĂ¡s, se convirtiĂ³ en un soporte de experimentaciĂ³n grĂ¡fica cuya estĂ©tica rompedora inspirĂ³ a artistas y mĂºsicos del momento, hasta el punto de que grupos como Cream decidieron encargarle a Martin Sharp el diseño de algunos de sus discos, como el Disraeli Gears y Wheels Of Fire.


«I’ll try anything once» fue una expresiĂ³n habitual durante los años 60 que OZ cumpliĂ³ a rajatabla, por lo menos en lo que se refiere al aspecto grĂ¡fico. Al menos una vez, sus responsables experimentaron con todo: solarizaciones, tintas fluorescentes, editar un mismo nĂºmero con diferentes portadas, publicar un portada hecha con adhesivos… Lo mĂ¡s sorprendente de todo es que OZ era una revista que se financiaba, ademĂ¡s de con la venta en quiosco, con la inserciĂ³n de publicidad.

Sin embargo, los anunciantes, lejos de criticar este tipo de innovaciones, creaban pĂ¡ginas expresamente para los lectores de OZ y se adaptaban a las exigencias de los directores de arte. Si coincidĂ­a que el siguiente nĂºmero de OZ se iba a imprimir en tinta flĂºor, o a solo dos tintas, azul y rosa, los anuncios tambiĂ©n se imprimĂ­an asĂ­ y nadie protestaba.


DespuĂ©s de seis años de actividad y unas cuantas denuncias por obscenidad mĂ¡s, en 1973 la ediciĂ³n londinense de OZ decidiĂ³ cesar definitivamente su actividad, algo que ya habĂ­a hecho la ediciĂ³n australiana en 1969. Durante dĂ©cadas, los ejemplares de OZ, muchos de los cuales habĂ­an sido censurados y destruidos por las autoridades, se convirtieron en materiales escasos difĂ­ciles de encontrar. Un hecho que no hizo sino aumentar la leyenda y, cĂ³mo no, los precios que en el mercado del coleccionismo se pagaban por ella.

Hoy, 45 años mĂ¡s tarde de su desapariciĂ³n, Richard Neville ha llegado a un acuerdo con la Universidad de Wollongong para alojar en su web todos los nĂºmeros de OZ, tanto los correspondientes a su ediciĂ³n australiana como a la inglesa. Aquellos que estĂ©n interesados pueden disfrutar de OZ online o descargarse todos los ejemplares de la publicaciĂ³n en formato PDF para escandalizarse tranquilamente en su casa.

A pesar del tiempo transcurrido, las autoridades de Wollongong se han visto en la obligaciĂ³n de advertir en la web que «esta colecciĂ³n estĂ¡ disponible a efectos de su importancia histĂ³rica y de investigaciĂ³n. Contiene lenguaje explĂ­cito e imĂ¡genes que reflejan actitudes de la Ă©poca en la que ese material fue publicado originalmente y que algunos lectores pueden considerar ofensivo».

¡Yorokobu gratis en formato digital!

Lee gratis la revista Placer haciendo clic aquí.

Medio siglo despuĂ©s de la apariciĂ³n del primer nĂºmero de OZ, la revista contracultural y psicodĂ©lica que marcĂ³ los años 60 en Gran Bretaña, la Universidad de Wollongong ha colgado en su web los ejemplares Ă­ntegros para leer online o descargar en PDF.

A principios de los años 60, un grupo de estudiantes universitarios australianos fundaron OZ, una publicaciĂ³n satĂ­rica inspirada en el humor transgresor y salvaje de Lenny Bruce. Para el primer nĂºmero eligieron temas como el hundimiento de un puente del puerto de Sydney o el aborto, por entonces prohibido en Australia. En contra de lo que ellos mismos habĂ­an planeado, la revista fue todo un Ă©xito.

De ese primer nĂºmero se vendieron mĂ¡s de 6.000 ejemplares y sus autores, a pesar de las crĂ­ticas y amenazas de algunos sectores reaccionarios, decidieron seguir adelante con la broma. En el segundo nĂºmero publicaron artĂ­culos relacionados con la homosexualidad (tambiĂ©n ilegal en el Reino Unido en esa Ă©poca), sobre la brutalidad policial y relativos a la participaciĂ³n de Australia en la Guerra de Vietnam. Sin embargo, la tercera entrega de OZ, que incluĂ­a contenidos en esa misma lĂ­nea, acabĂ³ por agotar la paciencia de las autoridades.


A raĂ­z de la publicaciĂ³n de ese tercer nĂºmero, los responsables de la revista recibieron la primera de varias denuncias por obscenidad que sufrieron a lo largo de su actividad periodĂ­stica. Unas acusaciones que, en muchos de los casos, se resolvieron con condenas a penas de prisiĂ³n en primera instancia, las cuales serĂ­an finalmente revocadas tras la apelaciĂ³n correspondiente.

Hartos de la carcundia y el provincianismo australiano, en 1966 dos de los fundadores de OZ, Richard Neville y Martin Sharp, se radicaron en Londres. La capital britĂ¡nica estaba en plena explosiĂ³n del Swinging London. Carnaby Street marcaba la moda del momento, grupos como Small Faces, The Kinks o los mismĂ­simos The Beatles hacĂ­an bailar a la juventud de todo el mundo y las drogas psicodĂ©licas, lejos de destruir las mejores mentes de esa generaciĂ³n, como decĂ­a Ginsberg, las habĂ­an abierto de par en par.


Animados por ese nuevo escenario, Neville y Sharp decidieron lanzar en 1967 la ediciĂ³n inglesa de OZ. A esas alturas, la publicaciĂ³n ya no era una revista de humor, ni siquiera una publicaciĂ³n para escandalizar a la sociedad conservadora, sino una especie de Biblia de la contracultura que daba cabida en sus pĂ¡ginas a temas que otros medios eludĂ­an tratar como, por ejemplo, las torturas en la Grecia de los Generales, los abusos de Estados Unidos en Indochina o los manifiestos feministas mĂ¡s radicales.

AdemĂ¡s, se convirtiĂ³ en un soporte de experimentaciĂ³n grĂ¡fica cuya estĂ©tica rompedora inspirĂ³ a artistas y mĂºsicos del momento, hasta el punto de que grupos como Cream decidieron encargarle a Martin Sharp el diseño de algunos de sus discos, como el Disraeli Gears y Wheels Of Fire.


«I’ll try anything once» fue una expresiĂ³n habitual durante los años 60 que OZ cumpliĂ³ a rajatabla, por lo menos en lo que se refiere al aspecto grĂ¡fico. Al menos una vez, sus responsables experimentaron con todo: solarizaciones, tintas fluorescentes, editar un mismo nĂºmero con diferentes portadas, publicar un portada hecha con adhesivos… Lo mĂ¡s sorprendente de todo es que OZ era una revista que se financiaba, ademĂ¡s de con la venta en quiosco, con la inserciĂ³n de publicidad.

Sin embargo, los anunciantes, lejos de criticar este tipo de innovaciones, creaban pĂ¡ginas expresamente para los lectores de OZ y se adaptaban a las exigencias de los directores de arte. Si coincidĂ­a que el siguiente nĂºmero de OZ se iba a imprimir en tinta flĂºor, o a solo dos tintas, azul y rosa, los anuncios tambiĂ©n se imprimĂ­an asĂ­ y nadie protestaba.


DespuĂ©s de seis años de actividad y unas cuantas denuncias por obscenidad mĂ¡s, en 1973 la ediciĂ³n londinense de OZ decidiĂ³ cesar definitivamente su actividad, algo que ya habĂ­a hecho la ediciĂ³n australiana en 1969. Durante dĂ©cadas, los ejemplares de OZ, muchos de los cuales habĂ­an sido censurados y destruidos por las autoridades, se convirtieron en materiales escasos difĂ­ciles de encontrar. Un hecho que no hizo sino aumentar la leyenda y, cĂ³mo no, los precios que en el mercado del coleccionismo se pagaban por ella.

Hoy, 45 años mĂ¡s tarde de su desapariciĂ³n, Richard Neville ha llegado a un acuerdo con la Universidad de Wollongong para alojar en su web todos los nĂºmeros de OZ, tanto los correspondientes a su ediciĂ³n australiana como a la inglesa. Aquellos que estĂ©n interesados pueden disfrutar de OZ online o descargarse todos los ejemplares de la publicaciĂ³n en formato PDF para escandalizarse tranquilamente en su casa.

A pesar del tiempo transcurrido, las autoridades de Wollongong se han visto en la obligaciĂ³n de advertir en la web que «esta colecciĂ³n estĂ¡ disponible a efectos de su importancia histĂ³rica y de investigaciĂ³n. Contiene lenguaje explĂ­cito e imĂ¡genes que reflejan actitudes de la Ă©poca en la que ese material fue publicado originalmente y que algunos lectores pueden considerar ofensivo».

CompĂ¡rtelo twitter facebook whatsapp
La crĂ³nica negra ilustrada de Basura Especial
Javier JaĂ©n: CĂ³mo diseñar mensajes que se entiendan en segundos y se disfruten durante horas
AsĂ­ se visitarĂ¡n los museos en el futuro (y ya, si quieres)
Detective de los años 20 busca wifi
 
Especiales
 
facebook twitter whatsapp