Hubo un tiempo en el que la impresión se movÃa en los terrenos de la innovación puntera. Cada adelanto que consiguiese más calidad, más copias o menos pasta invertida era un motivo de celebración para los difusores del arte impreso.
Mientras Xerox se lanzaba a la tecnologÃa de fotocopiado, Riso se centró en perfeccionar sus procesos basados en plantillas y tintas de su propia invención. A la empresa japonesa le pudo más la carrera por la calidad y el cariño por los procesos de impresión.
La consecuencia de esta polÃtica fue el lanzamiento de la Print Gocco, una coqueta cajita con un kit de plástico que fusionaba los principios de la serigrafÃa y la estampación con sellos de goma.
[pullquote]Poseer una Risograph, como colectivo o como imprenta, te otorga total libertad de las presiones y preocupaciones comerciales que definen al ‘mainstream’ cultural[/pullquote]
John Z. Komurki es el autor de RisografÃa. El nuevo espÃritu de la impresión, y explica en el libro que la polÃtica pasó por dirigir el marketing a colegios, iglesias, prisiones y partidos pequeños.
Aunque en España han quedado lejos (crucemos los dedos) los tiempos de pasquÃn y panfleto disidente, y tanto aquà como allá internet permite cierto ámbito de libertad expresiva, existen lugares donde las Risograph son los galos en lucha contra el imperio romano.
Decenas de estudios creativos y laboratorios de artes impresas han rescatado a la risografÃa del olvido y, según el autor del libro, la culpa la tiene «la naturaleza de las impresiones en sà mismas: Riso tiene un aspecto alucinante. Los colores, las texturas e incluso el aroma de las impresiones es vÃvido y altamente satisfactorio». Se trata de una romántica desvinculación de lo digital que tanto abunda en los talleres de artes gráficas de la actualidad.
Hubo un tiempo en el que la impresión se movÃa en los terrenos de la innovación puntera. Cada adelanto que consiguiese más calidad, más copias o menos pasta invertida era un motivo de celebración para los difusores del arte impreso.
Mientras Xerox se lanzaba a la tecnologÃa de fotocopiado, Riso se centró en perfeccionar sus procesos basados en plantillas y tintas de su propia invención. A la empresa japonesa le pudo más la carrera por la calidad y el cariño por los procesos de impresión.
La consecuencia de esta polÃtica fue el lanzamiento de la Print Gocco, una coqueta cajita con un kit de plástico que fusionaba los principios de la serigrafÃa y la estampación con sellos de goma.
[pullquote]Poseer una Risograph, como colectivo o como imprenta, te otorga total libertad de las presiones y preocupaciones comerciales que definen al ‘mainstream’ cultural[/pullquote]
John Z. Komurki es el autor de RisografÃa. El nuevo espÃritu de la impresión, y explica en el libro que la polÃtica pasó por dirigir el marketing a colegios, iglesias, prisiones y partidos pequeños.
Aunque en España han quedado lejos (crucemos los dedos) los tiempos de pasquÃn y panfleto disidente, y tanto aquà como allá internet permite cierto ámbito de libertad expresiva, existen lugares donde las Risograph son los galos en lucha contra el imperio romano.
Decenas de estudios creativos y laboratorios de artes impresas han rescatado a la risografÃa del olvido y, según el autor del libro, la culpa la tiene «la naturaleza de las impresiones en sà mismas: Riso tiene un aspecto alucinante. Los colores, las texturas e incluso el aroma de las impresiones es vÃvido y altamente satisfactorio». Se trata de una romántica desvinculación de lo digital que tanto abunda en los talleres de artes gráficas de la actualidad.