El joven se encerró en su mundo. Rodeó de muros su percepción, se pertrechó con sus sentimientos y con su propia forma de vivirlos y cerró las puertas sin atender a las llamadas de su familia, de todos aquellos que le querĆan. Fue entonces cuando comenzó el sonido de engranajes, cuando los circuitos comenzaron a trabajar, cuando la inteligencia artificial acudió al rescate. Llegaron los robots. Esta vez no era para dominar la Tierra.
Hace aƱos que el ingeniero John-John Cabibihan, doctor en robótica biomĆ©dica, investiga la aplicación del uso de robots en diversos Ć”mbitos de la sanidad. El estudio que ha presentado hace escasos dĆas desvela las investigaciones de su equipo de la Universidad Nacional de Singapur acerca de la aplicación de estos ingenios mecĆ”nicos en el tratamiento del autismo. Asimismo, seƱala las caracterĆsticas de diseƱo que han de atesorar para alcanzar una mayor efectividad en el tratamiento de este problema.
Los problemas que sufren los afectados por el autismo, un trastorno que afecta a la capacidad de las personas para la socialización, la comunicación o la reciprocidad emocional, son una constante amenaza de soledad y aislamiento. La burbuja que se forma alrededor de los sufridores de la afección es el lĆmite que cada dĆa han de tratar de derribar los que rodean a los pacientes, asĆ como ellos mismos.
Los robots sociales son, como explica Technology Review, “adecuados para el tratamiento Ā de niƱos con autismo gracias a la sencillez en la interacción ademĆ”s de que sus acciones son repetibles y pueden ser modificadas para satisfacer los requisitos de diferentes niƱos”.
Los androides son, ademĆ”s, unas herramientas muy potentes para la detección temprana del autismo, un hallazgo clave para mejorar la calidad de vida futura del paciente. “Normalmente, el autismo no puede ser diagnosticada hasta que el niƱo cumple, al menos, 3 aƱos. Hay indicios en aumento de que se puede conseguir un diagnóstico mucho antes estudiando el contacto visual en bebĆ©s de alto riesgo”, seƱalan en la publicación. Los robots poseen cĆ”maras en los ojos que pueden monitorizar la mirada del bebĆ© durante largos periodos de tiempo.
La tecnologĆa puede ocuparse de tareas terapĆ©uticas que van mĆ”s allĆ” de la detección y el diagnóstico. Los robots sociales sirven de ayuda al desarrollo de habilidades cognitivas, motoras, sensoriales y sociales. “Pueden enseƱar a los niƱos a iniciar un saludo, esperar su turno para lanzar la pelota, mostrar la ruta hasta un objeto del interĆ©s de los chicos y realizar movimientos que luego serĆ” copiados por los niƱos”, declara el Dr. Cabibihan.
Este tipo de terapia tiene el objetivo de mejorar la capacidad de interacción de los autistas con otros seres humanos. Por eso, el autor del estudio incide sobre la necesidad de que los cambios en el comportamiento de los niños vayan en esta dirección. Mientras se sigue avanzando por el camino, los androides seguirÔn sirviendo como arma perfecta para recoger una ingente cantidad de datos que consigan desvelar el origen de este trastorno.
—
VĆa Technology Review.
Comentarios cerrados.