Que te dejen es, quizá, lo mejor que te puede pasar… sobre todo si eres mujer

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A Scarlett O’Hara no le sentĂł nada bien que Rhett Butler diera un abrupto portazo a su relaciĂłn. La caprichosa sureña se arrojĂł sollozando sobre su aterciopelada escalera convencida de que era el fin del mundo. Pero al poco, recordĂł que tenĂa una plantaciĂłn en la que podrĂa reconstruir su vida. CesĂł el llanto y repitiĂł su mantra: «Realmente, mañana será otro dĂa».
Este spoiler de Lo que el viento se llevó (Victor Fleming, 1939) no es gratuito. Viene como anillo al dedo para ilustrar los resultados de un estudio elaborado por la Universidad de Binghamton (EEUU) en colaboración con la University College London (Reino Unido) que apuntan que, durante una ruptura, las féminas sufren más intensamente que los varones.
Sin embargo, después son más Ave Fénix que estos, que acarrean el lastre del desamor durante más tiempo. Parece que las mujeres pagan al contado la factura del dolor, mientras que los hombres optan por hacerlo a plazos, con los intereses derivados que ello supone.
El estudio, publicado en Evolutionary Behavioural Sciences, se basĂł en los testimonios de 5.700 personas de 96 paĂses diferentes y su director, el antropĂłlogo Craig Morris, aventura que el desgarro inicial que experimenta la mujer se debe a que habitualmente se implica más en la relaciĂłn.
La razĂłn es meramente evolutiva: «Un breve encuentro amoroso podĂa conllevar nueve meses de embarazo y años de lactancia para las mujeres, por lo que ellas son más exigentes a la hora de elegir una pareja de calidad. Eso hace que la pĂ©rdida duela más», explica el antropĂłlogo.
Cuanto más fuerte apuestas, más tienes que perder y en el momento en el que el crupier retira las fichas del amor, la sensaciĂłn de bancarrota emocional atenaza a la jugadora. ParadĂłjicamente, la elevada inversiĂłn es la que despuĂ©s le reembolsa el crĂ©dito emocional. «Muchas mujeres, al implicarse más en la relaciĂłn, ceden espacio emocional y tiempo a su pareja. Se adaptan a Ă©l y dejan de hacer muchas cosas. Por ello, tras la ruptura, les es más fácil llenar esos espacios recuperando actividades que les gustaban. En cambio, el hombre se habĂa acomodado y le cuesta más saber quĂ© hacer sin su pareja. Además, las mujeres están más acostumbradas a gestionar sus emociones, hablan con las amigas, exteriorizan lo ocurrido y aprenden lecciones», apunta la sexĂłloga Ana Fernández Alonso, directora del centro AsturSex y directora de cursos de sexologĂa en la Universidad de Oviedo.
FijĂ©monos en los clásicos, que ilustran arquetipos inherentes a nuestra psique y demuestran que, por mucho que hayamos inventado el smartphone, no hemos evolucionado tanto como pretendemos. Existe un extenso repertorio de heroĂnas que cedieron su espacio por amor y que, tras una lacerante ruptura, supieron recuperarlo.
Una patrona de las abandonadas es sin duda Ariadna, que traicionĂł a su padre dándole un hilo a su amado Teseo, que le permitiĂł matar al Minotauro y salir indemne del laberinto. Sin embargo, Teseo tenĂa otros planes de futuro –como casarse con la hermana de Ariadna— y la dejĂł abandonada en una playa de Naxos. El despertar al dolor de la pĂ©rdida debiĂł ser aĂşn peor que el que experimentĂł Hillary Clinton el nueve de noviembre. Pero al poco, pasĂł por allĂ Baco, que la hizo su esposa, por lo que Ariadna tuvo una animada existencia repleta de bacanales.
Otra desdichada dejada fue Medea, que ayudĂł a JasĂłn a hacerse con el vellocino de oro, enfrentándose tambiĂ©n a su familia y utilizando su brujerĂa para hacer que Ă©l medrara allá por donde iban. Pero cuando la princesa hechicera entrĂł en la madurez, JasĂłn la dejĂł por CreĂşsa, la hija del rey de Corinto, que, a la sazĂłn decidiĂł desterrarla. Medea asesinĂł a la nueva novia de su amado, a su padre, y a los dos hijos que habĂa tenido con JasĂłn para vengarse de Ă©l. Tras esta ‘traumática’ ruptura, se desposĂł con Egeo, hizo las paces con su padre y alcanzĂł la inmortalidad.
Medea rehizo su vida, sin embargo su mĂ©todo no serĂa recomendado por diez de cada diez psicĂłlogos. La venganza no es buena medicina para los corazones rotos, porque lo opuesto al amor no es el odio, sino la indiferencia. Aunque la persona que fue abandonada no planee una venganza, en muchos casos la soluciĂłn rápida es culpar al otro y atrincherarse en el papel de vĂctima.
La mente anhela encontrar una razĂłn, como si tenerla fuera un salvoconducto para huir de la frustraciĂłn. «Buscar explicaciones lĂłgicas no funciona, porque las razones de una ruptura son emocionales. Hacerlo es fácil, porque evita el dolor, pero es ineficaz porque no se pasa el duelo», garantiza Antonio de Dios, psicĂłlogo de Avatar PsicĂłlogos y del Hospital QuirĂłn de Marbella. SegĂşn el especialista, lo mejor en estos trances es admitir que nos sentimos mal porque hemos perdido algo que querĂamos, sin enredarse en explicaciones que prorrogarán el dolor.
Son muchas las trampas que nos juega la testa cuando el corazĂłn está de luto. Una de ellas es la ‘atracciĂłn de la frustraciĂłn’, un tĂ©rmino acuñado por la antropĂłloga y biĂłloga Helen Fisher. Esto es que, tras la ruptura, esa pareja a la que le veĂas defectos se convierte dechado de virtudes y ansĂas recuperarlo como Ăşnica alternativa posible a la felicidad. Un peligroso espejismo cuando crees morir de sed.
Pero antes de dejarse llevar por los arrebatos y de escribir encendidos mensajes, vale la pena analizar lo que realmente está ocurriendo. «Muchas veces, en relaciones estables, lo que duele no es perder a la otra persona si no el estatus de estar en pareja, pues aunque las cosas no fueran del todo bien, ya te habĂas instalado en la zona de confort», apunta Fernández.
Aprender a lidiar con un descalabro sentimental deberĂa incluirse en la enseñanza obligatoria, pues es una situaciĂłn a la que tarde o temprano todos nos enfrentaremos. Cada cinco minutos se rompe en España un matrimonio, segĂşn datos del INE y en nuestro paĂs somos especialmente “dejones”, ya que un estudio de Businessinsider.com apunta que contamos con uno de los Ăndices más altos de divorcio, con un 61%.
Y que sea mal de muchos, no es consuelo de tontos, pues el mal de amores duele y no Ăşnicamente en sentido metafĂłrico. Un estudio llevado a cabo en la Universidad de California en Los Angeles (EEUU) demostrĂł que las regiones de nuestro cerebro en las que se detecta el dolor fĂsico y el sentimental están estrechamente relacionadas.
Como decĂa Buda: «el dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional». Y aunque cueste ponerse zen con el corazĂłn hecho añicos, una ruptura deberĂa ayudarnos a aprender y a crecer. SegĂşn el estudio antes mencionado, la fĂłrmula que mejor funciona, aunque no haya varitas mágicas para los pesares del amor, es por la que optan las mujeres: comentar lo ocurrido, dar espacio al dolor e intentar encontrar nuevas motivaciones. Como dice Antonio de Dios: «No puedes abandonar a alguien sin hacerle más independiente».
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A Scarlett O’Hara no le sentĂł nada bien que Rhett Butler diera un abrupto portazo a su relaciĂłn. La caprichosa sureña se arrojĂł sollozando sobre su aterciopelada escalera convencida de que era el fin del mundo. Pero al poco, recordĂł que tenĂa una plantaciĂłn en la que podrĂa reconstruir su vida. CesĂł el llanto y repitiĂł su mantra: «Realmente, mañana será otro dĂa».
Este spoiler de Lo que el viento se llevó (Victor Fleming, 1939) no es gratuito. Viene como anillo al dedo para ilustrar los resultados de un estudio elaborado por la Universidad de Binghamton (EEUU) en colaboración con la University College London (Reino Unido) que apuntan que, durante una ruptura, las féminas sufren más intensamente que los varones.
Sin embargo, después son más Ave Fénix que estos, que acarrean el lastre del desamor durante más tiempo. Parece que las mujeres pagan al contado la factura del dolor, mientras que los hombres optan por hacerlo a plazos, con los intereses derivados que ello supone.
El estudio, publicado en Evolutionary Behavioural Sciences, se basĂł en los testimonios de 5.700 personas de 96 paĂses diferentes y su director, el antropĂłlogo Craig Morris, aventura que el desgarro inicial que experimenta la mujer se debe a que habitualmente se implica más en la relaciĂłn.
La razĂłn es meramente evolutiva: «Un breve encuentro amoroso podĂa conllevar nueve meses de embarazo y años de lactancia para las mujeres, por lo que ellas son más exigentes a la hora de elegir una pareja de calidad. Eso hace que la pĂ©rdida duela más», explica el antropĂłlogo.
Cuanto más fuerte apuestas, más tienes que perder y en el momento en el que el crupier retira las fichas del amor, la sensaciĂłn de bancarrota emocional atenaza a la jugadora. ParadĂłjicamente, la elevada inversiĂłn es la que despuĂ©s le reembolsa el crĂ©dito emocional. «Muchas mujeres, al implicarse más en la relaciĂłn, ceden espacio emocional y tiempo a su pareja. Se adaptan a Ă©l y dejan de hacer muchas cosas. Por ello, tras la ruptura, les es más fácil llenar esos espacios recuperando actividades que les gustaban. En cambio, el hombre se habĂa acomodado y le cuesta más saber quĂ© hacer sin su pareja. Además, las mujeres están más acostumbradas a gestionar sus emociones, hablan con las amigas, exteriorizan lo ocurrido y aprenden lecciones», apunta la sexĂłloga Ana Fernández Alonso, directora del centro AsturSex y directora de cursos de sexologĂa en la Universidad de Oviedo.
FijĂ©monos en los clásicos, que ilustran arquetipos inherentes a nuestra psique y demuestran que, por mucho que hayamos inventado el smartphone, no hemos evolucionado tanto como pretendemos. Existe un extenso repertorio de heroĂnas que cedieron su espacio por amor y que, tras una lacerante ruptura, supieron recuperarlo.
Una patrona de las abandonadas es sin duda Ariadna, que traicionĂł a su padre dándole un hilo a su amado Teseo, que le permitiĂł matar al Minotauro y salir indemne del laberinto. Sin embargo, Teseo tenĂa otros planes de futuro –como casarse con la hermana de Ariadna— y la dejĂł abandonada en una playa de Naxos. El despertar al dolor de la pĂ©rdida debiĂł ser aĂşn peor que el que experimentĂł Hillary Clinton el nueve de noviembre. Pero al poco, pasĂł por allĂ Baco, que la hizo su esposa, por lo que Ariadna tuvo una animada existencia repleta de bacanales.
Otra desdichada dejada fue Medea, que ayudĂł a JasĂłn a hacerse con el vellocino de oro, enfrentándose tambiĂ©n a su familia y utilizando su brujerĂa para hacer que Ă©l medrara allá por donde iban. Pero cuando la princesa hechicera entrĂł en la madurez, JasĂłn la dejĂł por CreĂşsa, la hija del rey de Corinto, que, a la sazĂłn decidiĂł desterrarla. Medea asesinĂł a la nueva novia de su amado, a su padre, y a los dos hijos que habĂa tenido con JasĂłn para vengarse de Ă©l. Tras esta ‘traumática’ ruptura, se desposĂł con Egeo, hizo las paces con su padre y alcanzĂł la inmortalidad.
Medea rehizo su vida, sin embargo su mĂ©todo no serĂa recomendado por diez de cada diez psicĂłlogos. La venganza no es buena medicina para los corazones rotos, porque lo opuesto al amor no es el odio, sino la indiferencia. Aunque la persona que fue abandonada no planee una venganza, en muchos casos la soluciĂłn rápida es culpar al otro y atrincherarse en el papel de vĂctima.
La mente anhela encontrar una razĂłn, como si tenerla fuera un salvoconducto para huir de la frustraciĂłn. «Buscar explicaciones lĂłgicas no funciona, porque las razones de una ruptura son emocionales. Hacerlo es fácil, porque evita el dolor, pero es ineficaz porque no se pasa el duelo», garantiza Antonio de Dios, psicĂłlogo de Avatar PsicĂłlogos y del Hospital QuirĂłn de Marbella. SegĂşn el especialista, lo mejor en estos trances es admitir que nos sentimos mal porque hemos perdido algo que querĂamos, sin enredarse en explicaciones que prorrogarán el dolor.
Son muchas las trampas que nos juega la testa cuando el corazĂłn está de luto. Una de ellas es la ‘atracciĂłn de la frustraciĂłn’, un tĂ©rmino acuñado por la antropĂłloga y biĂłloga Helen Fisher. Esto es que, tras la ruptura, esa pareja a la que le veĂas defectos se convierte dechado de virtudes y ansĂas recuperarlo como Ăşnica alternativa posible a la felicidad. Un peligroso espejismo cuando crees morir de sed.
Pero antes de dejarse llevar por los arrebatos y de escribir encendidos mensajes, vale la pena analizar lo que realmente está ocurriendo. «Muchas veces, en relaciones estables, lo que duele no es perder a la otra persona si no el estatus de estar en pareja, pues aunque las cosas no fueran del todo bien, ya te habĂas instalado en la zona de confort», apunta Fernández.
Aprender a lidiar con un descalabro sentimental deberĂa incluirse en la enseñanza obligatoria, pues es una situaciĂłn a la que tarde o temprano todos nos enfrentaremos. Cada cinco minutos se rompe en España un matrimonio, segĂşn datos del INE y en nuestro paĂs somos especialmente “dejones”, ya que un estudio de Businessinsider.com apunta que contamos con uno de los Ăndices más altos de divorcio, con un 61%.
Y que sea mal de muchos, no es consuelo de tontos, pues el mal de amores duele y no Ăşnicamente en sentido metafĂłrico. Un estudio llevado a cabo en la Universidad de California en Los Angeles (EEUU) demostrĂł que las regiones de nuestro cerebro en las que se detecta el dolor fĂsico y el sentimental están estrechamente relacionadas.
Como decĂa Buda: «el dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional». Y aunque cueste ponerse zen con el corazĂłn hecho añicos, una ruptura deberĂa ayudarnos a aprender y a crecer. SegĂşn el estudio antes mencionado, la fĂłrmula que mejor funciona, aunque no haya varitas mágicas para los pesares del amor, es por la que optan las mujeres: comentar lo ocurrido, dar espacio al dolor e intentar encontrar nuevas motivaciones. Como dice Antonio de Dios: «No puedes abandonar a alguien sin hacerle más independiente».
El primer dĂa del año que acaba de terminar, amaneciĂł soleado, igual que hoy, sonaba, no muy lejos, la mĂşsica de una banda acompañando un entierro, escribĂ, entonces, “nadie muere en este primer dĂa de sol”, aunque, pensándolo ahora, tal vez era el funeral de ese año que terminaba. Empieza otro, contra todas las expectativas, iluminĂ©moslo de esperanza.
Cuando cierras una puerta de abren mil ventanas…..
Y que ventanassssss.
Ojo, que quien toreĂł al Minotauro y a Ariadna fue Teseo, no Perseo, que fue el que hizo perder la cabeza a Medusa pero estaba to cebollita con AndrĂłmeda.
Cierto, ya está corregido. Muchas gracias por el aviso.
Me encanta leer notas asà de bien escritas y documentadas. Felicitaciones a quién la publicó.
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