El director del  MIT’s Media Lab Entrepreneurship Program hace gala de la buena voluntad que muestran los cientÃficos cuando hablan de la tecnologÃa o los ingenios acerca de los que investigan. La sociedad suele ser mucho más precavida cuando se habla de su intimidad, pero Pentland confÃa, por mucho que Edward Snowden haya levantado las alfombras, que se puede mantener el equilibrio entre privacidad y utilidad de los datos.
Pentland cree en la diferencia de los datos sensibles para cada individuo y en los verdaderamente anónimos, en esos que son analizados de manera agregada y que no ponen en compromiso la intimidad de las personas. “Los individuos deberÃan controlar los datos acerca de ellos mismos. Sin embargo, las compañÃas sà que podrÃan utilizar datos agregados anónimos”, dijo. En su opinión, lo verdaderamente ideal serÃa “que las compañÃas tuvieran licencias de uso de datos solo para un uso concreto y con permiso del ‘afectado’ por esos datos”.
Para Pentland, el presente deja mucho que desear en lo que al aprovechamiento de los datos generados se refiere. “Vivimos en un desierto de datos. No sabes realmente dónde se contrata, es decir, dónde hay empleo, o si tu barrio es seguro. Estamos realmente aislados del prójimo”, declaró.
El estadounidense citó algunos ejemplos que dibujan con un poco más de precisión el potencial panorama del Big Data. “Cuando tu salud falla te comportas de manera diferente, llamas a gente diferente, buscas información acerca de cosas diferentes”, dijo. Esas premisas le resultan útiles a proyectos como Ginger.io, una plataforma que analiza el comportamiento de los usuarios de smartphones y los convierte en predicciones o tendencias relativas a la salud.
Cabsense analiza los datos emitidos por los GPS de los taxis neoyorquinos y muestra a los usuarios los mejores lugares para coger uno libre. Con un toque más Blade Runner se descubre Cogito, un software que analiza en tiempo real las llamadas a los call center de atención al cliente y ofrece datos útiles acerca de la interacción entre operador y usuario.
El director del  MIT’s Media Lab Entrepreneurship Program hace gala de la buena voluntad que muestran los cientÃficos cuando hablan de la tecnologÃa o los ingenios acerca de los que investigan. La sociedad suele ser mucho más precavida cuando se habla de su intimidad, pero Pentland confÃa, por mucho que Edward Snowden haya levantado las alfombras, que se puede mantener el equilibrio entre privacidad y utilidad de los datos.
Pentland cree en la diferencia de los datos sensibles para cada individuo y en los verdaderamente anónimos, en esos que son analizados de manera agregada y que no ponen en compromiso la intimidad de las personas. “Los individuos deberÃan controlar los datos acerca de ellos mismos. Sin embargo, las compañÃas sà que podrÃan utilizar datos agregados anónimos”, dijo. En su opinión, lo verdaderamente ideal serÃa “que las compañÃas tuvieran licencias de uso de datos solo para un uso concreto y con permiso del ‘afectado’ por esos datos”.
Para Pentland, el presente deja mucho que desear en lo que al aprovechamiento de los datos generados se refiere. “Vivimos en un desierto de datos. No sabes realmente dónde se contrata, es decir, dónde hay empleo, o si tu barrio es seguro. Estamos realmente aislados del prójimo”, declaró.
El estadounidense citó algunos ejemplos que dibujan con un poco más de precisión el potencial panorama del Big Data. “Cuando tu salud falla te comportas de manera diferente, llamas a gente diferente, buscas información acerca de cosas diferentes”, dijo. Esas premisas le resultan útiles a proyectos como Ginger.io, una plataforma que analiza el comportamiento de los usuarios de smartphones y los convierte en predicciones o tendencias relativas a la salud.
Cabsense analiza los datos emitidos por los GPS de los taxis neoyorquinos y muestra a los usuarios los mejores lugares para coger uno libre. Con un toque más Blade Runner se descubre Cogito, un software que analiza en tiempo real las llamadas a los call center de atención al cliente y ofrece datos útiles acerca de la interacción entre operador y usuario.
Y cómo encontramos ese lÃmite entre la usabilidad de nuestros datos para las empresas y la privacidad de los ciudadanos¿?
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