6 de mayo 2013    /   BUSINESS
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Serendipia, la innovación como sorpresa

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Los encuentros imprevistos, los descubrimientos casuales y los ambientes informales empiezan a poner patas arriba la innovación clĆ”sica. La ā€˜serendipia’ comienza a impregnar sectores tan diversos como el urbanismo o el emprendedorismo.
Hubo una Ć©poca —no tan lejana— en la que la innovación dependĆ­a exclusivamente de departamentos de I+D (Investigación y Desarrollo). Las ideas se mantenĆ­an cerradas a cal y canto. Y apenas los gurĆŗs designados por la empresa tenĆ­an capacidad para ā€˜innovar’. Hubo una Ć©poca —hace pocos aƱos, apenas meses— en la que se diseñó para la innovación un recorrido fijo, rĆ­gido, inquebrantable. La innovación era un cruceroĀ cool, sĆ­. Pero totalmente previsible. Un cóctel insulso y aburrido. Pero un dĆ­a la fórmula I+D, gota a gota, empezó a deshacerse en mil pedazos.
Nadie sabe si la culpa fue de los muchachos de Google, que empezaron a jugar al futbolín en su horario de trabajo. O de los ciberpunks, que tenían nostalgia por cómo navegaban sin rumbo por la primera blogosfera, sin Facebook ni redes cerradas. O si los responsables fueron el caos coral de la Wikipedia, la inteligencia colectiva y el out sourcing que dejaba en manos de los clientes parte de la innovación de una marca.
Tal vez, la conexión de todo con todo, Internet de las cosas y las redes sociales tambiĆ©n pusieran su granito de arena pĆ­xel. Y el estallido de la crisis, claro, la ausencia de respuestas, el agotamiento de los planes de urbanismo… El mundo empezó a ser transversal, colateral, hĆ­brido, imprevisible. Y una palabra comenzó a ser utilizada con especial incidencia en Ć”mbitos muy diferentes: la serendipia.
La serendipia no aparece en el diccionario de la Real Academia EspaƱola. La serendipia, segĆŗn la Wikipedia, ā€œes un descubrimiento o un hallazgo afortunado e inesperado que se produce cuando se estĆ” buscando otra cosa distintaā€. Serendipia, en sentido amplio, es ā€œla casualidad, coincidencia o accidenteā€. No es el descubrimiento en sĆ­. Es el proceso. O la facilidad para meterse en ellos. La historia estĆ” llena de descubrimientos e invenciones nacidas por serendipia. Las notas pósit, el LSD, la viagra o algunas de las ideas de Einstein son fruto de la serendipia.
Sin embargo, solo ahora se estÔ hablando con insistencia de serendipia. ¿Por qué? En realidad, serendipity es un neologismo acuñado por Horace Walpole en 1754, a raíz de un cuento tradicional persa, Los tres príncipes de Serendip, en el que los protagonistas, unos príncipes de la isla de Serendip (la actual CeilÔn), solucionaban problemas apoyados en el azar. Sin embargo, serendipity nunca fue un término muy usado hasta finales del siglo XX. Pero siempre estuvo ahí. La serendipia, por ejemplo, fue la piedra angular del movimiento situacionista de los años sesenta. La deriva, perderse en la ciudad, construir situaciones al margen de las rutinas. Todo en el situacionismo sabía/olía a serendipia. No es casualidad que en la era de internet, de las conexiones, la serendipia y el neosituacionismo estén llegando de la mano.
Neosituacionismo
El urbanista estadounidense Mark Shepard, uno de los creadores de la aplicación móvil Serendipitor, es uno de los impulsores de este neosituacionismo móvil. La app no ayuda al usuario a encontrar una ruta o un producto para comprar. Incentiva la pérdida, la sorpresa. Nos traslada a la ciudad-novedad, a la urbe irrepetible, a una suma de detalles desconocidos. Serendipitor no es la única aplicación. La Dérive APP, por ejemplo, también incentiva la serendipia urbana.
El reciente Transcoding Situationism, Updating dĆ©rives around SI Manifesto, una remezcla colectiva del clĆ”sico Manifiesto Situacionista, realizada por Ethel Baraona y CĆ©sar Reyes de DPR-Barcelona, es un claro ejemplo del auge de la serendipia. El texto, que fue escrito en una residencia en el Think Space CFP, es un autĆ©ntico pelotazo de serendipia. Con pequeƱos textos de Marshall McLuhan, Julio CortĆ”zar, Georges Perec o el ComitĆ© Invisible, este manifiesto ā€˜remix’ habla de improvisación colectiva, de colaboración, de relaciones personales.
ā€œĀæQuĆ© es la situación? Es la realización de una ciudad mejor, construĆ­da por interacciones humanas y no por infraestructurasā€. La ciudad como sorpresa. La ciudad como vĆ­nculos imprevistos. Un grito recorre el mundo, sĆ­. Y se pega como insistente vaho a todos los espejos. No contrates a un guĆ­a profesional en Nepal: consigue uno aficionado que cree casualidades en Sherpandipity. OlvĆ­date de los paseos turĆ­sticos prefabricados, confĆ­a en las rutas hackers de Login_Madrid para conocer la urbe sin un plan determinado.
Serendipity MachineĀ 
Pero la serendipia ha irrumpido en otro Ômbito hasta ahora sagrado: la innovación empresarial. Mientras Silicon Valley sigue imponiendo sus agresivas condiciones a los emprendedores y apuesta por el clÔsico modelo de startups e incubadoras, otro modelo estÔ naciendo. Y en este nuevo paradigma innovador la serendipia es el sistema nervioso. No es paisaje. Ni actitud. Impregna todo.
El espacio de coworking Seats2Meet.com, que nació en la ciudad holandesa de Utrech, es uno de los responsables de este nuevo camino. En realidad, no es un espacio de coworking al uso. No cobra nada por el uso de sus instalaciones. Apenas incentiva la participación, el aprendizaje informal, la flexibilidad, los encuentros fortuitos. Y tienen un sistema —una plataforma web— para incentivar el intercambio de todo el capital social (las capacidades, el talento).
La Ćŗnica condición para frecuentarlo es compartir. Seats2Meet.com incentiva las conexiones, el sentimiento de pertenencia, la libertad. Y su rentabilidad llega por otros caminos: compartir procesos, ofrecer servicios. El investigador Sebastian Olma hace un buen anĆ”lisis de este proceso de innovación asimĆ©trica en su libro Serendipity Machine: ā€œEn el contexto de Seats2Meet.com, la serendipia significa una creciente posibilidad de encuentro que aƱadirĆ” valor a la actividad emprendedora de una personaā€. La innovación como serendipia. La innovación como sorpresa.
Tal vez, uno de los textos que mejor resume esta nueva ansia de serendipia sea La promesa de la desorganización, del sociólogo Antonio Lafuente. ā€œPara innovar hay que desorganizar, desburocratizar, descentralizar o desjerarquizarā€, escribe.
Al final del texto, el pensador lanza ideas, versos, dardos; globos coloridos, caóticos, imprevisibles, que se pierden en el horizonte, desgobernados por la brisa de la serendipia: ā€œSituemos el objeto equidistante respecto a las ignorancias de cada uno de los participantes. Creemos un objeto frontera. Cuidemos que nadie se sienta preferentemente ubicado para comprenderlo mejor. Experimentemos la fuerza que mana de esta inestabilidad. Fomentemos la discrepancia sin cuartel. Hagamos explĆ­citas las divergencias conceptuales. SeƱalemos el flujo inopinado de prejuicios. Luchemos contra el consenso funcional. Confrontemos el sesgo hacia la normalidad (…) Hagamos filosofĆ­a de garaje, practiquemos la cultura hacker, despleguemos la imaginación crĆ­tica, valoremos el aura de lo colateral, apreciemos el colorido de lo criollo. Hagamos diseƱo negro como se hace novela negra, o humanidades ficción como harĆ­amos ciencia ficciónā€.

Bernardo Gutiérrez es posperiodista, fundador de Futura Media.
@BernardosampaĀ @futura_media

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Los encuentros imprevistos, los descubrimientos casuales y los ambientes informales empiezan a poner patas arriba la innovación clĆ”sica. La ā€˜serendipia’ comienza a impregnar sectores tan diversos como el urbanismo o el emprendedorismo.
Hubo una Ć©poca —no tan lejana— en la que la innovación dependĆ­a exclusivamente de departamentos de I+D (Investigación y Desarrollo). Las ideas se mantenĆ­an cerradas a cal y canto. Y apenas los gurĆŗs designados por la empresa tenĆ­an capacidad para ā€˜innovar’. Hubo una Ć©poca —hace pocos aƱos, apenas meses— en la que se diseñó para la innovación un recorrido fijo, rĆ­gido, inquebrantable. La innovación era un cruceroĀ cool, sĆ­. Pero totalmente previsible. Un cóctel insulso y aburrido. Pero un dĆ­a la fórmula I+D, gota a gota, empezó a deshacerse en mil pedazos.
Nadie sabe si la culpa fue de los muchachos de Google, que empezaron a jugar al futbolín en su horario de trabajo. O de los ciberpunks, que tenían nostalgia por cómo navegaban sin rumbo por la primera blogosfera, sin Facebook ni redes cerradas. O si los responsables fueron el caos coral de la Wikipedia, la inteligencia colectiva y el out sourcing que dejaba en manos de los clientes parte de la innovación de una marca.
Tal vez, la conexión de todo con todo, Internet de las cosas y las redes sociales tambiĆ©n pusieran su granito de arena pĆ­xel. Y el estallido de la crisis, claro, la ausencia de respuestas, el agotamiento de los planes de urbanismo… El mundo empezó a ser transversal, colateral, hĆ­brido, imprevisible. Y una palabra comenzó a ser utilizada con especial incidencia en Ć”mbitos muy diferentes: la serendipia.
La serendipia no aparece en el diccionario de la Real Academia EspaƱola. La serendipia, segĆŗn la Wikipedia, ā€œes un descubrimiento o un hallazgo afortunado e inesperado que se produce cuando se estĆ” buscando otra cosa distintaā€. Serendipia, en sentido amplio, es ā€œla casualidad, coincidencia o accidenteā€. No es el descubrimiento en sĆ­. Es el proceso. O la facilidad para meterse en ellos. La historia estĆ” llena de descubrimientos e invenciones nacidas por serendipia. Las notas pósit, el LSD, la viagra o algunas de las ideas de Einstein son fruto de la serendipia.
Sin embargo, solo ahora se estÔ hablando con insistencia de serendipia. ¿Por qué? En realidad, serendipity es un neologismo acuñado por Horace Walpole en 1754, a raíz de un cuento tradicional persa, Los tres príncipes de Serendip, en el que los protagonistas, unos príncipes de la isla de Serendip (la actual CeilÔn), solucionaban problemas apoyados en el azar. Sin embargo, serendipity nunca fue un término muy usado hasta finales del siglo XX. Pero siempre estuvo ahí. La serendipia, por ejemplo, fue la piedra angular del movimiento situacionista de los años sesenta. La deriva, perderse en la ciudad, construir situaciones al margen de las rutinas. Todo en el situacionismo sabía/olía a serendipia. No es casualidad que en la era de internet, de las conexiones, la serendipia y el neosituacionismo estén llegando de la mano.
Neosituacionismo
El urbanista estadounidense Mark Shepard, uno de los creadores de la aplicación móvil Serendipitor, es uno de los impulsores de este neosituacionismo móvil. La app no ayuda al usuario a encontrar una ruta o un producto para comprar. Incentiva la pérdida, la sorpresa. Nos traslada a la ciudad-novedad, a la urbe irrepetible, a una suma de detalles desconocidos. Serendipitor no es la única aplicación. La Dérive APP, por ejemplo, también incentiva la serendipia urbana.
El reciente Transcoding Situationism, Updating dĆ©rives around SI Manifesto, una remezcla colectiva del clĆ”sico Manifiesto Situacionista, realizada por Ethel Baraona y CĆ©sar Reyes de DPR-Barcelona, es un claro ejemplo del auge de la serendipia. El texto, que fue escrito en una residencia en el Think Space CFP, es un autĆ©ntico pelotazo de serendipia. Con pequeƱos textos de Marshall McLuhan, Julio CortĆ”zar, Georges Perec o el ComitĆ© Invisible, este manifiesto ā€˜remix’ habla de improvisación colectiva, de colaboración, de relaciones personales.
ā€œĀæQuĆ© es la situación? Es la realización de una ciudad mejor, construĆ­da por interacciones humanas y no por infraestructurasā€. La ciudad como sorpresa. La ciudad como vĆ­nculos imprevistos. Un grito recorre el mundo, sĆ­. Y se pega como insistente vaho a todos los espejos. No contrates a un guĆ­a profesional en Nepal: consigue uno aficionado que cree casualidades en Sherpandipity. OlvĆ­date de los paseos turĆ­sticos prefabricados, confĆ­a en las rutas hackers de Login_Madrid para conocer la urbe sin un plan determinado.
Serendipity MachineĀ 
Pero la serendipia ha irrumpido en otro Ômbito hasta ahora sagrado: la innovación empresarial. Mientras Silicon Valley sigue imponiendo sus agresivas condiciones a los emprendedores y apuesta por el clÔsico modelo de startups e incubadoras, otro modelo estÔ naciendo. Y en este nuevo paradigma innovador la serendipia es el sistema nervioso. No es paisaje. Ni actitud. Impregna todo.
El espacio de coworking Seats2Meet.com, que nació en la ciudad holandesa de Utrech, es uno de los responsables de este nuevo camino. En realidad, no es un espacio de coworking al uso. No cobra nada por el uso de sus instalaciones. Apenas incentiva la participación, el aprendizaje informal, la flexibilidad, los encuentros fortuitos. Y tienen un sistema —una plataforma web— para incentivar el intercambio de todo el capital social (las capacidades, el talento).
La Ćŗnica condición para frecuentarlo es compartir. Seats2Meet.com incentiva las conexiones, el sentimiento de pertenencia, la libertad. Y su rentabilidad llega por otros caminos: compartir procesos, ofrecer servicios. El investigador Sebastian Olma hace un buen anĆ”lisis de este proceso de innovación asimĆ©trica en su libro Serendipity Machine: ā€œEn el contexto de Seats2Meet.com, la serendipia significa una creciente posibilidad de encuentro que aƱadirĆ” valor a la actividad emprendedora de una personaā€. La innovación como serendipia. La innovación como sorpresa.
Tal vez, uno de los textos que mejor resume esta nueva ansia de serendipia sea La promesa de la desorganización, del sociólogo Antonio Lafuente. ā€œPara innovar hay que desorganizar, desburocratizar, descentralizar o desjerarquizarā€, escribe.
Al final del texto, el pensador lanza ideas, versos, dardos; globos coloridos, caóticos, imprevisibles, que se pierden en el horizonte, desgobernados por la brisa de la serendipia: ā€œSituemos el objeto equidistante respecto a las ignorancias de cada uno de los participantes. Creemos un objeto frontera. Cuidemos que nadie se sienta preferentemente ubicado para comprenderlo mejor. Experimentemos la fuerza que mana de esta inestabilidad. Fomentemos la discrepancia sin cuartel. Hagamos explĆ­citas las divergencias conceptuales. SeƱalemos el flujo inopinado de prejuicios. Luchemos contra el consenso funcional. Confrontemos el sesgo hacia la normalidad (…) Hagamos filosofĆ­a de garaje, practiquemos la cultura hacker, despleguemos la imaginación crĆ­tica, valoremos el aura de lo colateral, apreciemos el colorido de lo criollo. Hagamos diseƱo negro como se hace novela negra, o humanidades ficción como harĆ­amos ciencia ficciónā€.

Bernardo Gutiérrez es posperiodista, fundador de Futura Media.
@BernardosampaĀ @futura_media

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Opiniones 5
  • Necesitamos crear una cultura innovadora para compartir espacios tanto fĆ­sicos como mentales. Aprender a intercambiar opiniones sin entrar en competición, desde la humildad. Sin comentarios de “este no tiene ni idea” o “camarer@ tiene otra mesa que el de al lado esta muy cerca”. Confianza, curiosidad, asertividad, Ć©tica, humildad…el principio de Serendepia.

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