Suena el cerrojo, se escuchan susurros, movimiento extraños y, al poco, unos leves gemidos, que ni si quiera la almohada sobre la cabeza logran silenciar. Esos gemidos, lejos de suponer erotismo y morbo, generan una sensación de vergüenza e incomodidad. Porque no es lo mismo escuchar a unos extraños haciendo el amor que escuchar a tus progenitores disfrutar de un buen orgasmo.
SĆ, se puede hablar de sexo de una forma mĆ”s natural, puede ser un tema habitual en las conversaciones con amigos o incluso puede salir en un viaje de trabajo. Podemos hablar con casi cualquier persona de sexo. Menos con los padres. Y menos aĆŗn si es para hablar de que ellos tambiĆ©n tienen vida sexual.
Los padres tambiƩn hacen el amor
Cuando se conoce a una nueva pareja y la cosa fluye hacia una relación denominada «estable», siempre hay un deseo subyacente: que la llama de la pasión no se apague demasiado pronto.
Y cuando parece que se apaga, o al menos esa llama disminuye, se recurre a terapias de pareja, libros de autoayuda o incluso a conversaciones de sofĆ” en busca de ideas que puedan aportar chispa. Sobre todo cuando aparecen los hijos.
Porque puede que de jóvenes no guste pensar que los padres tienen vida sexual, hasta que, sin comerlo ni beberlo, esos jóvenes se convierten en padres y cambia el concepto.
El estudio Ulises de MyWord establecĆa que, en EspaƱa, la mitad de las personas que conviven con su pareja e hijos tienen sexo al menos una vez por semana, un porcentaje similar a aquellas que conviven con su pareja, pero sin hijos (47,8%).
De hecho, otro de los mitos que desmontaba este estudio es que la sexualidad no es solo cosa de jóvenes, que tienen menos estrés y mÔs tiempo libre, pero no tienen siempre un lugar en el que poder tener relaciones o una pareja disponible.
AsĆ, esta encuesta demostraba que precisamente la edad en la que los espaƱoles se convierten en padres es la edad en la que se tiene mĆ”s sexo. En concreto, el 29% de las personas entre 34 y 44 aƱos tenĆa relaciones entre tres y cuatro veces por semana. Y no, no parece que fueran solteros, ya que los casados o los que convivĆan con su parejas tenĆan mĆ”s relaciones (este estudio valoraba un coito por semana) que los solteros, en concreto un 48,4%, frente al 33,8% de los solteros.
Es decir, que parece que pese a lo que muchos quisieran pensar, los padres tienen una vida sexual igual de activa.
Conversaciones unidireccionales
Cuando se piensa en educación sexual, por norma general, se argumenta que son los padres quienes deben educar a los hijos. Como apunta la sexóloga Ester Ćlvarez , Ā«los padres deberĆan hablar de sexo con sus hijos, como lo hacen sobre cualquier otro asunto; otra cosa es que estĆ©n preparados y sepan hacerlo de forma naturalĀ».
En este sentido aƱade que Ā«las nuevas generaciones de padres sĆ que son mĆ”s abiertos a tocar ese tema; no es como antes, que era algo absolutamente tabĆŗ, pero aun asĆ, parece que sigue habiendo reparos para hablar de sexo entre padres e hijosĀ».
Pero en los casos en los que esta conversación existe, sigue siendo unidireccional: son los padres los que aconsejan a los hijos. Y eso siempre que se acepten los consejos, porque como cada nueva generación, siempre existe esa sensación de saber mÔs que los progenitores.
AsĆ, existe Ā«la percepción de los jóvenes es de que lo saben todo y que sus padres no tienen ni idea, porque tampoco les han hablado de ello. Lógicamente en este tema, como en todo, la experiencia tambiĆ©n es importante y no solo la teorĆaĀ», relata Ćlvarez.
Pese a ello, los jóvenes tampoco parecen dispuestos a compartir lo que saben de sexo con sus padres. Algo que no serĆa descabellado, teniendo en cuenta que no todos los padres recibieron una educación sexual o no vivieron con la libertad actual la sexualidad, y quizĆ”s tambiĆ©n podrĆan aprender algo de sus hijos, si se sentaran a hablar.
El cambio estĆ” precisamente en naturalizar la conversación sobre sexualidad en casa, pero en un sentido bidireccional. Ā«Evidentemente si a los hijos apenas se les habla de sexo a lo largo de su infancia, es difĆcil que luego puedan ver las relaciones sexuales de sus padres como algo normal. Lo que no se nombra, no existe, y si crecemos ignorando una cosa tan natural, despuĆ©s ya no la podemos ver con naturalidadĀ», apunta la sexóloga.
Nuevos modelos de familia
Cuando se habla de una conversación entre padres e hijos, también hay que tener en cuenta que ese modelo de familia de padre, madre y descendencia ya no es el único. En realidad nunca lo ha sido. Hay muchas formas de entender el amor, y con ellas, de entender el sexo.
En un tiempo en el que se habla constantemente de conceptos como de poliamor, de swingers y de otras formas de relacionarse, en cualquier edad, ¿cómo se aborda este tema con los hijos? ¿Y con los padres?
Ā«Lo ideal serĆa que se pudiera debatir entre padres e hijos sobre otros modelos de relación y que las nuevas generaciones crecieran con mayor libertad a la hora de elegir el tipo de relación que quieren. AdemĆ”s, tambiĆ©n es una forma de enseƱarles a respetar otras opciones y que la diversidad tambiĆ©n existe en el tipo de pareja o relación que se construyeĀ», aporta Ester Ćlvarez.
Sin embargo, la realidad es que si aún cuesta entender que un matrimonio tenga una vida sexual activa, cuesta aún mÔs entender que los padres tengan sexo con otras personas. Por ejemplo, después de un divorcio.
En esta cuestión, la sexóloga insiste en que generalmente hay que tener en cuenta diversos factores, aunque todos tienen que ver con el miedo al cambio.
«Puede influir lo económico», en lo que tenga que ver con el hogar familiar o la herencia, pero sobre todo la inseguridad en lo afectivo, «no querer dividir el afecto y el cariño de nuestro progenitor con una persona nueva; obviar que nuestro padre o madre puede desear tener una pareja con quien compartir su vida o simplemente mantener relaciones sexuales».
analisalo
Cuanto me costó asumir esto jajaja…
En mi caso se podrĆa decir que soy de la “nueva generación” y nunca he tenido una enseƱanza sexual por parte de mis padres, ningĆŗn tipo de charla o algo parecido y la verdad es que tampoco despertĆ© muy joven… al contrario, de mis amigas una de las mĆ”s tardĆas pero hoy en dĆa una de las mĆ”s activas.
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