11 de enero 2018    /   CREATIVIDAD
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Rótulos destartalados como metáfora de la decadencia social

11 de enero 2018    /   CREATIVIDAD     por          
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socialdecay

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Internet y las redes sociales están cambiando la forma en que las personas se comunican entre sí. Para algunos, esas nuevas tecnologías son todo un avance que enriquece y facilita las relaciones. Para otros, no son más que una muestra de decadencia de la especie.

En un punto intermedio se encuentra Andrei Lacatusu, director de arte afincado en Bucarest que acaba de publicar Social Decay. Este proyecto reflexiona sobre el impacto de la tecnología en la vida cotidiana mostrando sus inconvenientes y matizando sus beneficios.

«Acostumbro a desarrollar proyectos personales que no tienen ninguna remuneración, pero que me permiten salir de la rutina laboral», explica Lacatusu. «Lamentablemente, no todos acaban viendo la luz porque no tengo el tiempo suficiente para desarrollarlos. Sin embargo, este en concreto merecía ver la luz».

Social Decay está compuesto por varias ilustraciones en las que rótulos con los logotipos de importantes compañías tecnológicas aparecen ajados y víctimas del orín.

«Utilizo las redes sociales, pero debo reconocer que, en ocasiones, se convierten en algo adictivo. Mi trabajo no busca culpar a las compañías de eso. Al fin y al cabo, hacen lo que se espera de ellas. Esta decadencia de la sociedad tradicional a la que se refiere el título tiene más que ver con los usuarios, que, en muchos casos, están atrapados en ese juego».


Las fotos, algunas de la cuales proceden de bancos de imágenes, han sido tratadas posteriormente con software 3D, Photoshop y un motor de renderizado V-ray. Además de esas herramientas, Andrei Lacatusu ha necesitado mucha paciencia y constancia para no tirar la toalla a lo largo de los dos años que ha tardado en acabar Social Decay. «Es el típico trabajo que en condiciones normales no me hubiera llevado demasiado tiempo, pero las obligaciones derivadas de ser un empleado han hecho que todo se alargase más tiempo de lo esperado».



Social Decay trata justamente de eso, del tiempo. De cómo el paso de los años va modificando la realidad, el modo de concebirla por parte de las personas y cómo todo eso afecta a las relaciones entre ellas.

«La sociedad actual avanza tan rápido que no creo que nunca veamos esos rótulos en ese estado. Por eso, mi proyecto es, en realidad, una metáfora. Cada época tiene sus industrias y sus actividades en desuso. En la nuestra, en la que impera la información y la socialización virtual, son las relaciones sociales convencionales las que han comenzado a desnaturalizarse y han emprendido un proceso de decadencia. En el fondo, Social Decay es una vía para compartir mis sentimientos sobre la sociedad actual y la influencia que las redes sociales van a tener sobre su futuro».


Aunque son protagonistas del proyecto, no parece que esas compañías tecnológicas que aparecen en él tengan noticia de Social Decay. Si lo conocen, no parece que se hayan sentido aludidas por el discurso de Andrei Lacatusu o por el uso que hace de sus logotipos.

«La verdad es que no había pensado en que eso pudiera suceder», comenta. «Espero que no lean este artículo», responde el autor, consciente de que una de las características de nuestra sociedad es que esas compañías lo leen todo.


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Internet y las redes sociales están cambiando la forma en que las personas se comunican entre sí. Para algunos, esas nuevas tecnologías son todo un avance que enriquece y facilita las relaciones. Para otros, no son más que una muestra de decadencia de la especie.

En un punto intermedio se encuentra Andrei Lacatusu, director de arte afincado en Bucarest que acaba de publicar Social Decay. Este proyecto reflexiona sobre el impacto de la tecnología en la vida cotidiana mostrando sus inconvenientes y matizando sus beneficios.

«Acostumbro a desarrollar proyectos personales que no tienen ninguna remuneración, pero que me permiten salir de la rutina laboral», explica Lacatusu. «Lamentablemente, no todos acaban viendo la luz porque no tengo el tiempo suficiente para desarrollarlos. Sin embargo, este en concreto merecía ver la luz».

Social Decay está compuesto por varias ilustraciones en las que rótulos con los logotipos de importantes compañías tecnológicas aparecen ajados y víctimas del orín.

«Utilizo las redes sociales, pero debo reconocer que, en ocasiones, se convierten en algo adictivo. Mi trabajo no busca culpar a las compañías de eso. Al fin y al cabo, hacen lo que se espera de ellas. Esta decadencia de la sociedad tradicional a la que se refiere el título tiene más que ver con los usuarios, que, en muchos casos, están atrapados en ese juego».


Las fotos, algunas de la cuales proceden de bancos de imágenes, han sido tratadas posteriormente con software 3D, Photoshop y un motor de renderizado V-ray. Además de esas herramientas, Andrei Lacatusu ha necesitado mucha paciencia y constancia para no tirar la toalla a lo largo de los dos años que ha tardado en acabar Social Decay. «Es el típico trabajo que en condiciones normales no me hubiera llevado demasiado tiempo, pero las obligaciones derivadas de ser un empleado han hecho que todo se alargase más tiempo de lo esperado».



Social Decay trata justamente de eso, del tiempo. De cómo el paso de los años va modificando la realidad, el modo de concebirla por parte de las personas y cómo todo eso afecta a las relaciones entre ellas.

«La sociedad actual avanza tan rápido que no creo que nunca veamos esos rótulos en ese estado. Por eso, mi proyecto es, en realidad, una metáfora. Cada época tiene sus industrias y sus actividades en desuso. En la nuestra, en la que impera la información y la socialización virtual, son las relaciones sociales convencionales las que han comenzado a desnaturalizarse y han emprendido un proceso de decadencia. En el fondo, Social Decay es una vía para compartir mis sentimientos sobre la sociedad actual y la influencia que las redes sociales van a tener sobre su futuro».


Aunque son protagonistas del proyecto, no parece que esas compañías tecnológicas que aparecen en él tengan noticia de Social Decay. Si lo conocen, no parece que se hayan sentido aludidas por el discurso de Andrei Lacatusu o por el uso que hace de sus logotipos.

«La verdad es que no había pensado en que eso pudiera suceder», comenta. «Espero que no lean este artículo», responde el autor, consciente de que una de las características de nuestra sociedad es que esas compañías lo leen todo.


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