22 de mayo 2015    /   IDEAS
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No me duele la penetración anal

22 de mayo 2015    /   IDEAS     por          
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Técnicamente, al dolor que uno siente cuando es penetrado analmente se lo denomina anodispareunia. Alguien podría ahora mismo asentir con la cabeza: claro, duele, porque el ano no estÔ diseñado para ser penetrado. Su función biológica es otra muy distinta, y todos la conocemos bastante bien cuando visitamos al señor Roca.
Religiones y morales laicas varias incluso se han atrevido a cuestionar o prohibir esta prÔctica por considerarla antinatural, sucia o inmoral. Hasta hace bien poco, en Kansas, Oklahoma o Texas, por ejemplo, se prohibía el sexo anal entre parejas heterosexuales. Hasta el año 2002, había diez estados donde el sexo anal estaba prohibido bajo cualquier circunstancia. Eran leyes periclitadas, pero hasta la década de 1990 aún se producían denuncias a parejas gays por sodomía. A pesar de ello, el 50 % de las mujeres entre 25 y 30 años admite haber probado el coito anal, según la Encuesta Nacional de Salud Sexual y Comportamiento.
Es peor y mejor
El sexo anal sin preservativo multiplica por veinte la posibilidad de contagio de VIH en comparación al coito vaginal. Pero eso no nos dice nada acerca de la moralidad de la prÔctica, solo de sus riesgos. Unos riesgos que, por otra parte, se minimizan con las medidas profilÔcticas adecuadas.
El dolor por sexo anal existe, pero sin embargo es improbable si el sexo anal se realiza en buenas condiciones de lubricación. Pere Estupinyà escribe acerca de los resultados presentados a este respecto en 1.190 homosexuales belgas en un congreso de medicina sexual en Chicago en su libro S=EX2:

Los resultados fueron que el 41 por ciento no sentía dolor alguno, pero el 32,7 por ciento de ellos sí sentía un dolor suave, el 17,2 por ciento de suave a moderado, el 4 por ciento moderado, y el 1,8 por ciento severo. Profundizando en los resultados se observó que cuanta mayor experiencia menos dolor, pero que había un sector de la población en el que el dolor estaba siempre presente, y que muy a menudo les impedía mantener relaciones satisfactorias.

Aleksander Stulhofer y su equipo de investigadores de la Universidad de Zagreb han descubierto que casi de la mitad de las participantes en un estudio tuvo que interrumpir su primera experiencia de sexo anal porque era dolorosa; pero, a la vez, solo el 52% de las dos mil encuestadas habĆ­a utilizado lubricante antes de practicarlo. Es decir, que no lo habĆ­a practicado con el suficiente cuidado.
De cualquier manera, para muchos el dolor es lo que menos a la hora de condenar el sexo anal: sencillamente el ano no estÔ diseñado para ser penetrado. No es su función natural. Y eso es totalmente cierto. El ano es producto de miles de años de evolución darwiniana. Es una forma viable por la cual excretamos nuestros residuos. Usarlo para otra cosa, pues, no solo es antinatural, sino estúpido.
Sin embargo, ese razonamiento es muy superficial. A menudo usamos partes de nuestro cuerpo para funciones que no les corresponden. Es lo que se llaman funciones exadaptativas. Por ejemplo, nuestras orejas y el puente de nuestra nariz tiene una función exadaptativa en muchos miopes: sujetar las gafas.
El sexo anal y ponerse unas gafas no son la misma cosa, pero sí lo son con arreglo al argumento «esa parte del cuerpo no fue diseñada para eso». También las gafas, por cierto, fueron contempladas con suspicacia por la Iglesia, porque contravenían lo natural. Fray Guillermo de Baskerville, el protagonista de El nombre de la rosa, es un avanzado a su tiempo cuando extrae una suerte de lentes para poder escudriñar mejor la realidad.
AdemƔs, el sexo anal es natural en tanto en cuanto se produce a menudo en la naturaleza. Se ha observado en machos de oveja, de jirafa y de bisonte, y tambiƩn entre machos de delfƭn mular, que se penetran mutuamente. Si hemos de catalogar moralmente un acto por la frecuencia en la que aparece en la naturaleza, entonces la monogamia, que anormal en la naturaleza, serƭa una prƔctica aberrante.
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Es mejor y peor
Llegados a este punto podríamos aducir que no importan estas cifras acerca del dolor, o si usamos gafas o no. El simple hecho de que, porcentualmente, el sexo anal duela mÔs que el vaginal ya debería ofrecernos una pista clara sobre la estupidez que estamos practicando. Sin embargo, ésta también es una forma simplista de analizar la situación.
Las razones que nos hacen disfrutar del sexo son diversas, y no se limitan a la estimulación erógena. Tras revisar una gran cantidad de bibliografía científica al respecto, Kim McBride, de la Universidad de India, concluyó que hay seis grandes grupos de razones que nos hacen disfrutar del sexo anal:

  1. Intimidad y confianza, pues el sexo anal suele practicarse con personas con las que tenemos mƔs confianza.
  2. BĆŗsqueda de diversidad y nuevas sensaciones.
  3. Juegos de control y dominación.
  4. El morbo de quebrantar un tabĆŗ.
  5. El dolor leve puede producir placer.
  6. Es una prƔctica mƔs dentro de todas las que se llevan a cabo dentro de la pareja.

El placer sexual no es simple roce de células, sino también contexto e imaginación. Pero si nos limitamos a la biología, arrancando de raíz cualquier pensamiento y emoción, en muchos hombres, la penetración anal también estimula la próstata, lo que incrementa el placer hasta el punto de que se puede eyacular. En el caso de las mujeres, hay estudios con sonogramas que podrían determinar si se alcanzan algunas estructuras internas del clítoris durante la penetración anal:

Son estudios no finalizados todavƭa, pero de confirmarse explicarƭan que unas chicas sientan tanto placer asociado al sexo anal mientras que a otras le genera mƔs bien indiferencia.

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Suciedad
El ano es un lugar sucio y apestoso. Ɖse es un buen argumento, siempre y cuando no se recuerde que el sexo tambiĆ©n es, para muchas personas, mĆ”s excitante cuanto mĆ”s sucio sea. ĀæAcaso no es sucia la penetración vaginal con un pene por el que tambiĆ©n se orina?
Siguiendo en la línea de salubridad, darse un morreo o plantarle un ósculo a la mejilla del amado también es sucio. Durante la Edad Media se decretó que el beso, como el juego amoroso o los preliminares en general, eran reprobable. Y Sigmund Freud catalogaba el beso como «perversión» en su Tres ensayos sobre la teoría de la sexualidad. Porque las bocas son mucosas en las que proliferan millones de bacterias. MÔs de 6 millones de bacterias de 600 tipos diferentes. Son casi cloacas. Su función es servir de entrada al alimento, no besar.
En nuestra tambiƩn cara tenemos millones de Ɣcaros foliculares (demodex folliculorum), y eso es lo que estamos besando cuando acercamos los labios a una mejilla.
El sexo es sucio y primitivo, desde un beso hasta la penetración vaginal. Pero el contexto es lo que determina que nos guste o no. Por eso nos damos el lote con nuestra novia, intercambiando babas a tope, pero quizÔ nos dé apuro compartir el cepillo de dientes o beber del mismo gollete que él o ella acaba de beber. Y ya no digamos bebernos una copa de saliva, aunque sea la propia.
ImƔgenes | Pixabay/Shutterstock

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Técnicamente, al dolor que uno siente cuando es penetrado analmente se lo denomina anodispareunia. Alguien podría ahora mismo asentir con la cabeza: claro, duele, porque el ano no estÔ diseñado para ser penetrado. Su función biológica es otra muy distinta, y todos la conocemos bastante bien cuando visitamos al señor Roca.
Religiones y morales laicas varias incluso se han atrevido a cuestionar o prohibir esta prÔctica por considerarla antinatural, sucia o inmoral. Hasta hace bien poco, en Kansas, Oklahoma o Texas, por ejemplo, se prohibía el sexo anal entre parejas heterosexuales. Hasta el año 2002, había diez estados donde el sexo anal estaba prohibido bajo cualquier circunstancia. Eran leyes periclitadas, pero hasta la década de 1990 aún se producían denuncias a parejas gays por sodomía. A pesar de ello, el 50 % de las mujeres entre 25 y 30 años admite haber probado el coito anal, según la Encuesta Nacional de Salud Sexual y Comportamiento.
Es peor y mejor
El sexo anal sin preservativo multiplica por veinte la posibilidad de contagio de VIH en comparación al coito vaginal. Pero eso no nos dice nada acerca de la moralidad de la prÔctica, solo de sus riesgos. Unos riesgos que, por otra parte, se minimizan con las medidas profilÔcticas adecuadas.
El dolor por sexo anal existe, pero sin embargo es improbable si el sexo anal se realiza en buenas condiciones de lubricación. Pere Estupinyà escribe acerca de los resultados presentados a este respecto en 1.190 homosexuales belgas en un congreso de medicina sexual en Chicago en su libro S=EX2:

Los resultados fueron que el 41 por ciento no sentía dolor alguno, pero el 32,7 por ciento de ellos sí sentía un dolor suave, el 17,2 por ciento de suave a moderado, el 4 por ciento moderado, y el 1,8 por ciento severo. Profundizando en los resultados se observó que cuanta mayor experiencia menos dolor, pero que había un sector de la población en el que el dolor estaba siempre presente, y que muy a menudo les impedía mantener relaciones satisfactorias.

Aleksander Stulhofer y su equipo de investigadores de la Universidad de Zagreb han descubierto que casi de la mitad de las participantes en un estudio tuvo que interrumpir su primera experiencia de sexo anal porque era dolorosa; pero, a la vez, solo el 52% de las dos mil encuestadas habĆ­a utilizado lubricante antes de practicarlo. Es decir, que no lo habĆ­a practicado con el suficiente cuidado.
De cualquier manera, para muchos el dolor es lo que menos a la hora de condenar el sexo anal: sencillamente el ano no estÔ diseñado para ser penetrado. No es su función natural. Y eso es totalmente cierto. El ano es producto de miles de años de evolución darwiniana. Es una forma viable por la cual excretamos nuestros residuos. Usarlo para otra cosa, pues, no solo es antinatural, sino estúpido.
Sin embargo, ese razonamiento es muy superficial. A menudo usamos partes de nuestro cuerpo para funciones que no les corresponden. Es lo que se llaman funciones exadaptativas. Por ejemplo, nuestras orejas y el puente de nuestra nariz tiene una función exadaptativa en muchos miopes: sujetar las gafas.
El sexo anal y ponerse unas gafas no son la misma cosa, pero sí lo son con arreglo al argumento «esa parte del cuerpo no fue diseñada para eso». También las gafas, por cierto, fueron contempladas con suspicacia por la Iglesia, porque contravenían lo natural. Fray Guillermo de Baskerville, el protagonista de El nombre de la rosa, es un avanzado a su tiempo cuando extrae una suerte de lentes para poder escudriñar mejor la realidad.
AdemƔs, el sexo anal es natural en tanto en cuanto se produce a menudo en la naturaleza. Se ha observado en machos de oveja, de jirafa y de bisonte, y tambiƩn entre machos de delfƭn mular, que se penetran mutuamente. Si hemos de catalogar moralmente un acto por la frecuencia en la que aparece en la naturaleza, entonces la monogamia, que anormal en la naturaleza, serƭa una prƔctica aberrante.
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Es mejor y peor
Llegados a este punto podríamos aducir que no importan estas cifras acerca del dolor, o si usamos gafas o no. El simple hecho de que, porcentualmente, el sexo anal duela mÔs que el vaginal ya debería ofrecernos una pista clara sobre la estupidez que estamos practicando. Sin embargo, ésta también es una forma simplista de analizar la situación.
Las razones que nos hacen disfrutar del sexo son diversas, y no se limitan a la estimulación erógena. Tras revisar una gran cantidad de bibliografía científica al respecto, Kim McBride, de la Universidad de India, concluyó que hay seis grandes grupos de razones que nos hacen disfrutar del sexo anal:

  1. Intimidad y confianza, pues el sexo anal suele practicarse con personas con las que tenemos mƔs confianza.
  2. BĆŗsqueda de diversidad y nuevas sensaciones.
  3. Juegos de control y dominación.
  4. El morbo de quebrantar un tabĆŗ.
  5. El dolor leve puede producir placer.
  6. Es una prƔctica mƔs dentro de todas las que se llevan a cabo dentro de la pareja.

El placer sexual no es simple roce de células, sino también contexto e imaginación. Pero si nos limitamos a la biología, arrancando de raíz cualquier pensamiento y emoción, en muchos hombres, la penetración anal también estimula la próstata, lo que incrementa el placer hasta el punto de que se puede eyacular. En el caso de las mujeres, hay estudios con sonogramas que podrían determinar si se alcanzan algunas estructuras internas del clítoris durante la penetración anal:

Son estudios no finalizados todavƭa, pero de confirmarse explicarƭan que unas chicas sientan tanto placer asociado al sexo anal mientras que a otras le genera mƔs bien indiferencia.

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El ano es un lugar sucio y apestoso. Ɖse es un buen argumento, siempre y cuando no se recuerde que el sexo tambiĆ©n es, para muchas personas, mĆ”s excitante cuanto mĆ”s sucio sea. ĀæAcaso no es sucia la penetración vaginal con un pene por el que tambiĆ©n se orina?
Siguiendo en la línea de salubridad, darse un morreo o plantarle un ósculo a la mejilla del amado también es sucio. Durante la Edad Media se decretó que el beso, como el juego amoroso o los preliminares en general, eran reprobable. Y Sigmund Freud catalogaba el beso como «perversión» en su Tres ensayos sobre la teoría de la sexualidad. Porque las bocas son mucosas en las que proliferan millones de bacterias. MÔs de 6 millones de bacterias de 600 tipos diferentes. Son casi cloacas. Su función es servir de entrada al alimento, no besar.
En nuestra tambiƩn cara tenemos millones de Ɣcaros foliculares (demodex folliculorum), y eso es lo que estamos besando cuando acercamos los labios a una mejilla.
El sexo es sucio y primitivo, desde un beso hasta la penetración vaginal. Pero el contexto es lo que determina que nos guste o no. Por eso nos damos el lote con nuestra novia, intercambiando babas a tope, pero quizÔ nos dé apuro compartir el cepillo de dientes o beber del mismo gollete que él o ella acaba de beber. Y ya no digamos bebernos una copa de saliva, aunque sea la propia.
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Opiniones 26
  • ĀæEstĆ”s intentando convencer a alguien? ĀæO simplemente es apologĆ­a de la prostitución en Tailandia (por la foto de la cabecera)?
    QuƩ asco (no el sexo anal, el artƭculo).

  • Me hubiera gustado que se hablara tambien de el sexo anal en hombres eterosexuales. Parece que el articulo se centra en mujeres y homosexuales y da la impresion de que es o se podria usar para convencer a alguien. Vuestros articulos surlen ser muy buenos bajo mi punto de vista y este me ha decepcionado un poquito por su falta de imparcialidad. Gracias y seguid como siempre.

  • Comparar un pene y vagina con un ano reciĆ©n cagao, resume a la perfección el artĆ­-culo…

    • … te van a dedicar el próximo artĆ­culo sobre “el beso negro metiendo lengua hasta la campanilla”.

  • Buen intento.
    Intentar convencer y usar la lógica para tema de sexo es lo que desparrama el artiCulo.

  • Pues mi pareja pregunta si tambiĆ©n es placentero con almorranas o si al menos sirve para meterlas para adentro

  • Me parece muy interesante el artĆ­culo, y con un estilo de redacción inusual y muy entretenido.
    Gracias,
    R

  • Yo nunca quise tener sexo anal por miedo al dolor. Hace poco lo probĆ© y ME ENCANTO lo disfruto mucho mĆ”s que la penetración vaginal. Es indescriptible el placer que siento con la penetración del pene en el ano y los dedos por la vagina.

  • Demasiada justificación para algo tan cotidiano y normal: todos lo han hecho solo que no lo dicen.
    Este articulo habla de la culpa sentida por el sexo anal, no esta practica en sĆ­.

  • El sexo anal es desicion y voluntad de dos personas cada pareja decide explorar el cuerpo de su pareja y viceversa con respeto y di molestar a nadie es mi opinión gracias

  • BuenĆ­simo el humor que acompaƱa a la certeza de los argumentos
    Gracias por tan entretenida y enriquecedora redacción

  • Muchas gente dice que el ano es solo para defecar pero yo eh comprobado que no es asĆ­. A mi me fascina el sexo anal , desde temprana edad sentĆ­a curiosidad y me agradaba meterme objetos, fui explorando y hoy puedo decir que es un gran placer. Muchas veces utilizo un consolador de un tamaƱo muy grande, 20 cm y muy grueso. Y con la prĆ”ctica que ya tengo , no es difĆ­cil meterlo. El chiste es mucho lubricante , relajar los mĆŗsculos y abrir, ese mismo movimiento que hacemos cuando defecamos, con eso mi consolador entra facil. Me pongo frente al espejo y realmente es increĆ­ble la visión del gran consolador desapareciendo en medio de mis nalgas, me gusta ponerme boca arriba y apoyar mis piernas en algo por quĆ© si logro ver me la trago todo por ahĆ­. Normalmente empiezo suave, luego la meto entera y la saco toda entera. El ano queda abierto al salir y ahĆ­ es donde lo vuelvo a meter de golpe para que quede mi ano abierto y el placer es brutal. Luego de eso no puedo evitar meterlo y sacarlo con muchĆ­sima velocidad sacando enteros los 20 cm y volviendo los a meter , el ano se expande de una manera brutal, incluso cuando saco el consolador el ano se ve completamente abierto, se vuelve prĆ”cticamente una vagina. Y es ahĆ­ cuando me pregunto, quien dijo que solo es para defecar? Eh tenido sexo anal con varios a la vez una penetración tras otra , duro , eh pasado horas , noches enteras recibiendo y recibiendo por el ano y jamĆ”s eh tenido ningĆŗn problema. Aveces queda un poco dolorido por la fricción si fue muy duro y rĆ”pido pero luego regresa a la normalidad

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