Tabaco: adiós a las antorchas humanas, hola chupadores

”Yorokobu gratis en formato digital!
Fumar era guay, pero dejó de serlo. En cualquier caso, la gente seguĆa fumando. Pero pasaron varias cosas que cambiaron eso: una brutal persecución social y legislativa y la crisis. Por eso ahora cada vez menos gente fuma cigarrillos de los de toda la vida y se han pasado a dos hĆ”bitos hasta ahora minoritarios: liarse tabaco (solo tabaco) y soplar cigarros electrónicos. Unos chupan el papel para pegarlo y los otros chupan un cacharro con pilas. Como niƱos con chupete.
SerĆ” generacional, pero la estampa de verme a alguien vestido con traje de chaqueta y corbata liĆ”ndose un cigarrillo sentado en un portal me sigue llamando poderosamente la atención. SerĆ” generacional, digo, porque en mis tiempos el 90% de la gente que liaba algo no liaba solo tabaco… y no solĆan llevar traje de chaqueta. Siempre ha habido clases y clases.Ā Lo que pasa es que el perfil de consumo de tabaco ha cambiado mucho en estos aƱos.
La tramoya del ‘liamiento’ era siempre similar: papelillo entre los labios, filtro sobre la oreja y cara de concentración. En la palma de la mano un pellizco de tabaco (convenientemente aderezado, o no). Entonces se tomaba el papel de los labios, se ponĆa sobre el pellizco de mejunje previamente dispuesto en la posición conveniente y empezaba a friccionarse con los dedos Ćndice y pulgar de ambas manos hasta crear un rulo.
En este momento se podĆa distinguir al perfecto liador del incompetente y torpe aprendiz. Unos y otros lamĆan suavemente el papel y pegaban -manteniendo la cara de concentración- pero el resultado final cambiaba mucho segĆŗn la pericia del sujeto en cuestión.
Luego se tomaba el filtro -regularmente un cartón fino enrollado, o un trozo de cigarro-, se ponĆa en un extremo, se prensaba el tabaco contra el filtro con algo (esas piedras de algunos mecheros), se enrollaba el papel sobrante a modo de caramelo, se tomaba el cigarro liado desde ese sobrante y se sacudĆa. Si el filtro salĆa volando y, con Ć©l el contenido, mal. Si aguantaba la prueba, bien. Se quemaba el sobrante, se ponĆa el cigarro en la boca, se empezaba a chupar y se encendĆa.
Todo esto lo sĆ© porque lo he visto, porque entre las muchĆsimas virtudes que me han sido (pero muchĆsimas, Āæeh?) la habilidad manual no es una de ellas. He intentado liar, sĆ, pero mĆ”s bien no lo he conseguido. Y todo esto se lo he visto durante muchos aƱos a amigos y amigas que gustaban de fumar tabaco con cosas y, con los aƱos, a algunos amigos que sencillamente fumaban un tabaco diferente, el de liar, sin cosas. Pero estos eran los menos.
Sin embargo las cosas han cambiado. Ese ritual ya no lo hacen postadolescentes universitarios de fiesta o advenedizos en los bancos de los parques. Ahora toda esa operación la hacen seƱores con maletĆn y seƱoras con abrigo y gafas caras. No es que la marihuana se haya legalizado, sino que ahora los mĆ”s son los del tabaco de liar y los menos los de los porros.
ĀæCifras? Muchas
Según datos del Comisionado del Mercado de Tabacos, el consumo de cigarrillos en general se estÔ desplomando en España en los últimos tres años.
La crisis, pensarĆ”s. Y sĆ, pero de forma mĆ”s evidente de lo que crees. Lo de arriba son cifras de venta, es decir, euros gastados comprando tabaco. Teniendo en cuenta que en los Ćŗltimos diez aƱos el precio del tabaco se ha disparado, cabrĆa esperar que a igual nĆŗmero de fumadores las cifras de gasto económico en tabaco fueran acordes y se hubieran disparado igual… pero no es asĆ. A pesar de las subidas, los impuestos y demĆ”s, la cifra de ventas -y por tanto lo que el Estado recauda con el tabaco- ha aumentado muy poco, y en 2010 ni siquiera eso.
Desde los Ćŗltimos tres aƱos las cifras han empezado a menguar, llegando a cierre del aƱo pasado de 2006, al inicio de la crisis… solo que con precios de venta bastante mayores.
El exitazo del tabaco de liar y el hundimiento del tradicional
Mientras esto sucedĆa, en el espectro concreto del tabaco de liar las ventas se han disparado. SegĆŗn las estadĆsticas oficiales mĆ”s recientes, en el periodo de enero a septiembre de este aƱo se gastó en tabaco de liar la friolera de 832.831.261 euros, por los 619.022.831 euros del aƱo pasado en el mismo periodo. Y todo esto no es cosa de ahora: entre 2004 y 2009 las ventas de tabaco de liar pasaron de los 144 a los 395 millones de euros, casi el triple… lo que deja las cifras actuales en casi siete veces mĆ”s en menos de una dĆ©cada.
Este aƱo la cosa se mantiene: durante los seis primeros meses se ha vendido un 12,1% menos de cigarrillos, con un 6,3% menos de facturación que el aƱo pasado… mientras se ha vendido un 21,7% mĆ”s de tabaco de liar, con un 42,1% mĆ”s de ingreso económico.
Y sĆ, la crisis, pero no solo eso. La Ćŗltima dĆ©cada ha sido la de la caza al consumo de tabaco. En 2006 primero, y en 2011 despuĆ©s, se modificó la legislación impidiendo fumar en todo lugar abierto al pĆŗblico bajo techo, ademĆ”s de en ciertos lugares al aire libre, como parques, estadios o inmediaciones de hospitales.
Primero se retiró la publicidad del tabaco de medios de comunicación y se obligó a imprimir mensajes disuasorios de gran tamaƱo en las cajetillas. MĆ”s tarde, se impuso a los fabricantes que imprimieran fotografĆas desagradables de consecuencias mĆ©dicas extremas del consumo de tabaco: tumores, pulmones inservibles y otros horrores empezaron a saludarnos desde la cajetilla de tabaco que fumĆ”bamos. Por si eso fuera poco, en paĆses como Australia se obliga a las marcas a no usar tipografĆas ni colores atractivos, y al parecer funciona. Y hace poco la UE planteaba la prohibición del uso de aditivos en el tabaco, lo que implica que todas las marcas sabrĆ”n igual (y, en general, un poco peor).
Si a todo eso se le aƱade la creciente subida de impuestos y la crisis… la caĆda del sector parece mĆ”s comprensible. Dorados dĆas aquellos, lejanos ya, en los que se anunciaban incluso como un producto beneficioso para la salud y se abogaba porque hasta los niƱos fumaran.
Lo actual: chupar aparatos a pilas para engaƱarnos
Total, tras años arrastrando al suelo a la industria del tabaco ahora resulta que emerge el de liar, casi la mitad de barato que el-de-toda-la-vida. Y cuando ya el de liar empieza a sufrir los efectos del éxito (subidas de precio, bÔsicamente), empiezan a florecer los negocios relativos al cigarrillo electrónico.
ĀæY quĆ© es un cigarrillo electrónico? BĆ”sicamente, un placebo: algo artifical que te llevas para tratarlo como si fuera un cigarro, pero que no lo es. SĆ, tĆŗ chupas y absorbes, hasta haces humo si quieres, y la punta incandescente se ilumina como por efecto del paso del aire. Pero ni eso es humo, es vapor de agua con aditivos de sabores, ni eso es brasa, sino una bombilla.
ĀæTiene sentido tener un cigarrillo elĆ©ctrico? Los exfumadores con mĆ”s mono te dirĆ”n que sĆ: a fin de cuentas, la dependencia ‘fĆsica’ a la nicotina es mĆ”s fĆ”cil de superar que la dependencia ‘social’ a tener algo entre los dedos al charlar, tomar cafĆ© o tomar una copa… Es un chupete para adultos a los que les salen los dientes del mono.
No hay cifras de consumo de momento a nivel oficial (salvo estimaciones que hablan de dos mil millones de negocio global), ni tampoco regulación: se consumen dentro de los locales, se pueden publicitar sin problemas, se venden sin tener restricciones de edad… Por no saberse ni siquiera se sabe si son daƱinos o no para la salud. Por eso algunos empiezan a poner lĆmites, como la Generalitat catalana recientemente, mientras siguen multiplicĆ”ndose por todo el paĆs las tiendas dedicadas a la venta de estos artilugios.
La consecuencia de todo esto parece lógica: si tu industria de toda la vida se derrumba, acosada, y surge otra sustitutiva y similar que no tiene las limitaciones de tu negocio… cambia de negocio. Philip Morris ya ha dado el salto y ha entrado en el negocio de los cigarrillos electrónicos.
Otra cosa es que se vaya a acabar fĆ”cilmente con un vicio que la humanidad arrastra desde hace siglos. QuizĆ” el tabaco no se extinga, sino que estĆ© mutando. Darwin debĆa ser fumador.
”Yorokobu gratis en formato digital!
Fumar era guay, pero dejó de serlo. En cualquier caso, la gente seguĆa fumando. Pero pasaron varias cosas que cambiaron eso: una brutal persecución social y legislativa y la crisis. Por eso ahora cada vez menos gente fuma cigarrillos de los de toda la vida y se han pasado a dos hĆ”bitos hasta ahora minoritarios: liarse tabaco (solo tabaco) y soplar cigarros electrónicos. Unos chupan el papel para pegarlo y los otros chupan un cacharro con pilas. Como niƱos con chupete.
SerĆ” generacional, pero la estampa de verme a alguien vestido con traje de chaqueta y corbata liĆ”ndose un cigarrillo sentado en un portal me sigue llamando poderosamente la atención. SerĆ” generacional, digo, porque en mis tiempos el 90% de la gente que liaba algo no liaba solo tabaco… y no solĆan llevar traje de chaqueta. Siempre ha habido clases y clases.Ā Lo que pasa es que el perfil de consumo de tabaco ha cambiado mucho en estos aƱos.
La tramoya del ‘liamiento’ era siempre similar: papelillo entre los labios, filtro sobre la oreja y cara de concentración. En la palma de la mano un pellizco de tabaco (convenientemente aderezado, o no). Entonces se tomaba el papel de los labios, se ponĆa sobre el pellizco de mejunje previamente dispuesto en la posición conveniente y empezaba a friccionarse con los dedos Ćndice y pulgar de ambas manos hasta crear un rulo.
En este momento se podĆa distinguir al perfecto liador del incompetente y torpe aprendiz. Unos y otros lamĆan suavemente el papel y pegaban -manteniendo la cara de concentración- pero el resultado final cambiaba mucho segĆŗn la pericia del sujeto en cuestión.
Luego se tomaba el filtro -regularmente un cartón fino enrollado, o un trozo de cigarro-, se ponĆa en un extremo, se prensaba el tabaco contra el filtro con algo (esas piedras de algunos mecheros), se enrollaba el papel sobrante a modo de caramelo, se tomaba el cigarro liado desde ese sobrante y se sacudĆa. Si el filtro salĆa volando y, con Ć©l el contenido, mal. Si aguantaba la prueba, bien. Se quemaba el sobrante, se ponĆa el cigarro en la boca, se empezaba a chupar y se encendĆa.
Todo esto lo sĆ© porque lo he visto, porque entre las muchĆsimas virtudes que me han sido (pero muchĆsimas, Āæeh?) la habilidad manual no es una de ellas. He intentado liar, sĆ, pero mĆ”s bien no lo he conseguido. Y todo esto se lo he visto durante muchos aƱos a amigos y amigas que gustaban de fumar tabaco con cosas y, con los aƱos, a algunos amigos que sencillamente fumaban un tabaco diferente, el de liar, sin cosas. Pero estos eran los menos.
Sin embargo las cosas han cambiado. Ese ritual ya no lo hacen postadolescentes universitarios de fiesta o advenedizos en los bancos de los parques. Ahora toda esa operación la hacen seƱores con maletĆn y seƱoras con abrigo y gafas caras. No es que la marihuana se haya legalizado, sino que ahora los mĆ”s son los del tabaco de liar y los menos los de los porros.
ĀæCifras? Muchas
Según datos del Comisionado del Mercado de Tabacos, el consumo de cigarrillos en general se estÔ desplomando en España en los últimos tres años.
La crisis, pensarĆ”s. Y sĆ, pero de forma mĆ”s evidente de lo que crees. Lo de arriba son cifras de venta, es decir, euros gastados comprando tabaco. Teniendo en cuenta que en los Ćŗltimos diez aƱos el precio del tabaco se ha disparado, cabrĆa esperar que a igual nĆŗmero de fumadores las cifras de gasto económico en tabaco fueran acordes y se hubieran disparado igual… pero no es asĆ. A pesar de las subidas, los impuestos y demĆ”s, la cifra de ventas -y por tanto lo que el Estado recauda con el tabaco- ha aumentado muy poco, y en 2010 ni siquiera eso.
Desde los Ćŗltimos tres aƱos las cifras han empezado a menguar, llegando a cierre del aƱo pasado de 2006, al inicio de la crisis… solo que con precios de venta bastante mayores.
El exitazo del tabaco de liar y el hundimiento del tradicional
Mientras esto sucedĆa, en el espectro concreto del tabaco de liar las ventas se han disparado. SegĆŗn las estadĆsticas oficiales mĆ”s recientes, en el periodo de enero a septiembre de este aƱo se gastó en tabaco de liar la friolera de 832.831.261 euros, por los 619.022.831 euros del aƱo pasado en el mismo periodo. Y todo esto no es cosa de ahora: entre 2004 y 2009 las ventas de tabaco de liar pasaron de los 144 a los 395 millones de euros, casi el triple… lo que deja las cifras actuales en casi siete veces mĆ”s en menos de una dĆ©cada.
Este aƱo la cosa se mantiene: durante los seis primeros meses se ha vendido un 12,1% menos de cigarrillos, con un 6,3% menos de facturación que el aƱo pasado… mientras se ha vendido un 21,7% mĆ”s de tabaco de liar, con un 42,1% mĆ”s de ingreso económico.
Y sĆ, la crisis, pero no solo eso. La Ćŗltima dĆ©cada ha sido la de la caza al consumo de tabaco. En 2006 primero, y en 2011 despuĆ©s, se modificó la legislación impidiendo fumar en todo lugar abierto al pĆŗblico bajo techo, ademĆ”s de en ciertos lugares al aire libre, como parques, estadios o inmediaciones de hospitales.
Primero se retiró la publicidad del tabaco de medios de comunicación y se obligó a imprimir mensajes disuasorios de gran tamaƱo en las cajetillas. MĆ”s tarde, se impuso a los fabricantes que imprimieran fotografĆas desagradables de consecuencias mĆ©dicas extremas del consumo de tabaco: tumores, pulmones inservibles y otros horrores empezaron a saludarnos desde la cajetilla de tabaco que fumĆ”bamos. Por si eso fuera poco, en paĆses como Australia se obliga a las marcas a no usar tipografĆas ni colores atractivos, y al parecer funciona. Y hace poco la UE planteaba la prohibición del uso de aditivos en el tabaco, lo que implica que todas las marcas sabrĆ”n igual (y, en general, un poco peor).
Si a todo eso se le aƱade la creciente subida de impuestos y la crisis… la caĆda del sector parece mĆ”s comprensible. Dorados dĆas aquellos, lejanos ya, en los que se anunciaban incluso como un producto beneficioso para la salud y se abogaba porque hasta los niƱos fumaran.
Lo actual: chupar aparatos a pilas para engaƱarnos
Total, tras años arrastrando al suelo a la industria del tabaco ahora resulta que emerge el de liar, casi la mitad de barato que el-de-toda-la-vida. Y cuando ya el de liar empieza a sufrir los efectos del éxito (subidas de precio, bÔsicamente), empiezan a florecer los negocios relativos al cigarrillo electrónico.
ĀæY quĆ© es un cigarrillo electrónico? BĆ”sicamente, un placebo: algo artifical que te llevas para tratarlo como si fuera un cigarro, pero que no lo es. SĆ, tĆŗ chupas y absorbes, hasta haces humo si quieres, y la punta incandescente se ilumina como por efecto del paso del aire. Pero ni eso es humo, es vapor de agua con aditivos de sabores, ni eso es brasa, sino una bombilla.
ĀæTiene sentido tener un cigarrillo elĆ©ctrico? Los exfumadores con mĆ”s mono te dirĆ”n que sĆ: a fin de cuentas, la dependencia ‘fĆsica’ a la nicotina es mĆ”s fĆ”cil de superar que la dependencia ‘social’ a tener algo entre los dedos al charlar, tomar cafĆ© o tomar una copa… Es un chupete para adultos a los que les salen los dientes del mono.
No hay cifras de consumo de momento a nivel oficial (salvo estimaciones que hablan de dos mil millones de negocio global), ni tampoco regulación: se consumen dentro de los locales, se pueden publicitar sin problemas, se venden sin tener restricciones de edad… Por no saberse ni siquiera se sabe si son daƱinos o no para la salud. Por eso algunos empiezan a poner lĆmites, como la Generalitat catalana recientemente, mientras siguen multiplicĆ”ndose por todo el paĆs las tiendas dedicadas a la venta de estos artilugios.
La consecuencia de todo esto parece lógica: si tu industria de toda la vida se derrumba, acosada, y surge otra sustitutiva y similar que no tiene las limitaciones de tu negocio… cambia de negocio. Philip Morris ya ha dado el salto y ha entrado en el negocio de los cigarrillos electrónicos.
Otra cosa es que se vaya a acabar fĆ”cilmente con un vicio que la humanidad arrastra desde hace siglos. QuizĆ” el tabaco no se extinga, sino que estĆ© mutando. Darwin debĆa ser fumador.
No se quien leerƔ esto, pero me voy a dirigir a Borja en respuesta a su articulo, o mƔs bien para contarle algo.
Fumar mola, y en pipa de brezo mĆ”s. Lo que no mola es la frustración de no ser capaz de elegir cuĆ”ndo hacerlo. Existe un equilibrio, que al menos yo estoy experimentando con Ć©xito rotundo:no fumar nicotina. Primero me quitĆ© de fumar cualquier cosa y cuando todos los corsĆ©s internos habĆan desaparecido, tras dos aƱos, comencĆ© ha experimentar. Primero perejil, luego orĆ©gano, eucalipto, tila, “herbes de provence”, todo mezclado, en fin, un disparate. Y asĆ comencĆ© a fumar todo lo que en mi cocina habĆa. No era a diario, sino en las reuniones primaverales o veraniegas que mi terraza de Madrid me presta, acompaƱado de buenos amigos, de mi compaƱera y, normalmente, de una buena comidita y vino, vamos eso de comer y beber…..y fumar. No es que el sabor fuera la leche, pero lo justo para que mi copita de vino o mi ron cola me sentase no bien, sino de puta madre.
Alquilo una casa en PiƱuecar, una aldea a 79 km de Madrid, una joya. Un buen dĆa, FĆ©lix, el druida del pueblo, se sorprendió al verme fumar orĆ©gano. En este caso era de una buena cosecha recolectada de la Puebla de Don Rodrigo. Me habló y recomendó la artemisa, explicĆ”ndome que durante mucho tiempo, antes del tabaco, se fumaba artemisa mezclada con bardana. Me invito a su casa y me la dio a probar en pipa. El la suele beber, pero de vez en cuando tambiĆ©n la fuma. La sensación la puedo comparar como cuando de pequeƱo descubrĆ el queso manchego, de repente se hizo la luz. Buen sabor, buen aroma, relaja sin dejarte subnormal, en fin otro disparate. Esa misma semana compre 1 kilo, sabes a cuanto? A 10 euros.
TambiĆ©n descubrĆ la pipa de brezo, para olvidar definitivamente los agentes quĆmicos. Y el arte de cubrirla con miel, para darle un toque dulsón.
Hoy fumo cuando yo quiero, compro “tabaco” a 10 euros el kilo, fumo en pipa y lo mejor de todo es que he domado un placer de la vida que antes me domaba a mĆ.
En fin, un disparate.
La tendencia se hace cada vez mayor a favor del cigarrillo electrónico, es un buen medio para quienes deseen dejar el tabaco de a poco, a pesar que no haya ningún estudio que confirme si provoca algún tipo de daño a largo plazo.
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