Como muchos artistas contemporáneos, SpY comenzó escribiendo grafitis en los muros y trenes de la capital. De educación autodidacta, estampaba su firma en las paredes con el afán egocéntrico de ver su nombre tatuado allà por donde pasaba.

A mediados de los 90 cambió su forma de actuar y dejó los tags y las letras plateadas para desarrollar un trabajo más conceptual. Formó parte del colectivo Los reyes del Mambo, y hackeó muchas señales de diferentes barrios para darles un toque más simpático y original. «En una ocasión un policÃa me reconoció porque él también habÃa escrito grafiti y paró el tráfico para que pudiera sacar mejor la foto de la intervención que habÃa hecho», comenta el artista.
Durante esa época SpY se alejó del estilo new school para realizar con tipografÃas de palo seco mensajes cortos pero impactantes. Desde su alias en grandes muros a cambios de nombres de estaciones de metro o mensajes contrapublicitarios. Sin quererlo SpY habÃa hecho la transición del grafiti al arte urbano cuando este no estaba tan de moda como ahora, en el que los murales en grandes fachadas «ayudan» a mejorar calles y barrios enteros. «Todos esos años de trabajo en la calle me hicieron tener un agudizado sentido a la hora de ver la ciudad como un soporte artÃstico con grandes posibilidades para realizar mis actuales obras», explica SpY.

Además de la ciudad, las circunstancias sociales le sirven de inspiración. Asà surgió la idea de CRISIS, una obra efÃmera con la que regalar un poco de esperanza. Realizada en el centro de Bilbao, la obra duró menos de 24 horas. «Esa fue siempre la intención. La obra fue una colaboración con la SCgallery de la capital vizcaÃna», añade.

SpY pretende crear una conciencia más lúcida con sus intervenciones, generar reacciones y cree, que con ironÃa y humor, se puede hacer cómplice al receptor para crear un diálogo con la calle. «Pretendo pellizcar de alguna manera la rutina urbanita y la saturación de imágenes que se nos impone. Este tipo de manifestaciones artÃsticas suponen un alivio ante tanta masificación. No es tanto un rechazo ante el entorno sino una invitación a la reflexión», concluye SpY.
Cuando os alejéis de la pantalla y salgáis a la calle, mirad más a vuestro alrededor, la vida está pasando.



Como muchos artistas contemporáneos, SpY comenzó escribiendo grafitis en los muros y trenes de la capital. De educación autodidacta, estampaba su firma en las paredes con el afán egocéntrico de ver su nombre tatuado allà por donde pasaba.

A mediados de los 90 cambió su forma de actuar y dejó los tags y las letras plateadas para desarrollar un trabajo más conceptual. Formó parte del colectivo Los reyes del Mambo, y hackeó muchas señales de diferentes barrios para darles un toque más simpático y original. «En una ocasión un policÃa me reconoció porque él también habÃa escrito grafiti y paró el tráfico para que pudiera sacar mejor la foto de la intervención que habÃa hecho», comenta el artista.
Durante esa época SpY se alejó del estilo new school para realizar con tipografÃas de palo seco mensajes cortos pero impactantes. Desde su alias en grandes muros a cambios de nombres de estaciones de metro o mensajes contrapublicitarios. Sin quererlo SpY habÃa hecho la transición del grafiti al arte urbano cuando este no estaba tan de moda como ahora, en el que los murales en grandes fachadas «ayudan» a mejorar calles y barrios enteros. «Todos esos años de trabajo en la calle me hicieron tener un agudizado sentido a la hora de ver la ciudad como un soporte artÃstico con grandes posibilidades para realizar mis actuales obras», explica SpY.

Además de la ciudad, las circunstancias sociales le sirven de inspiración. Asà surgió la idea de CRISIS, una obra efÃmera con la que regalar un poco de esperanza. Realizada en el centro de Bilbao, la obra duró menos de 24 horas. «Esa fue siempre la intención. La obra fue una colaboración con la SCgallery de la capital vizcaÃna», añade.

SpY pretende crear una conciencia más lúcida con sus intervenciones, generar reacciones y cree, que con ironÃa y humor, se puede hacer cómplice al receptor para crear un diálogo con la calle. «Pretendo pellizcar de alguna manera la rutina urbanita y la saturación de imágenes que se nos impone. Este tipo de manifestaciones artÃsticas suponen un alivio ante tanta masificación. No es tanto un rechazo ante el entorno sino una invitación a la reflexión», concluye SpY.
Cuando os alejéis de la pantalla y salgáis a la calle, mirad más a vuestro alrededor, la vida está pasando.


